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rue des martyrs


[Elaine Sciolino] En París, la Rue des Martyrs es una aldea.
Es lunes en París, y no hay dónde ir. La mayor parte de la ciudad está cerrada.
Así, ¿cómo satisfacer ese antojo de comodidad que es particularmente agudo cuando uno no se aloja en el Ritz sino en una de esas habitaciones funcionales y disminuidas por las que París es famoso? ¿Cómo satisfacer ese perenne anhelo del descubrimiento, especialmente si la ciudad es familiar?
Seguro, está el Marais -pero allá están todos los otros turistas de París.
En lugar de eso, me encamino hacia la Rue des Martyrs, justo al nordeste de los grandes almacenes de las Galerías Lafayette y sudoeste de la Basílica de Nuestro Sagrado Corazón en Montmartre. Esta calle de setecientos metros, la mayor parte empinada, es la columna de un vecindario con magia en un tiempo y espacio comprimidos.
Fue el martirio de San Denis en el siglo quinto por predicar los Evangelios Cristianos lo que dio el nombre a la calle. Según la leyenda, San Denis milagrosamente recogió su cabeza después de ser decapitado y se alejó caminando unos kilómetros antes de morir.
Durante el Renacimiento, el sitio de su decapitación, en lo que ahora es la Rue Yvonne Le Tac, se transformó en un lugar de peregrinaje. En 1534, Ignacio de Loyola y sus compañeros llegaron a pagar homenaje y tomar votos que terminaron con la fundación de la orden jesuita. (La diminuta capilla dedicada a San Denis, y reconstruida en el siglo 19, puede ser visitada los viernes por la tarde y los domingos, con cita).
La Rue des Martyrs comienza en la Iglesia de Nuestra Señora de Lorette y termina en la Place des Abbesses. El concurrido Boulevard de Rochechouart corta la calle en dos en el Metro Pigalle, y separa al Arrondissement 9 del 18. Ambas partes funden la intimidad de una aldea congelada en el tiempo y la vitalidad de un vecindario descrito como ‘bobo', burgués bohemio.
La parte de abajo de la calle parece más burguesa, debido a que muchas familias jóvenes de movilidad social ascendente, se han mudado aquí pisándole los talones a artistas, cineastas y escritores que llegaron hace años. El domingo entre 10 de la mañana y 1 de la tarde, no está permitido el paso de coches, pero sí las bicicletas y monopatines, lo que hace que sus tiendas de delicadezas y floristerías, boutiques y restaurantes sean fáciles de visitar. La parte de arriba, con sus cabarets y clubes nocturnos y proximidad al todavía sórdido Pigalle, conserva un aire distintivamente bohemio.
En toda la ruta hay deliciosas excursiones visuales: un patio cerrado particular en la Cité Malsherbes, con su terracota esmaltada en el número 11, donde vivió el pintor del siglo 19, Jules Jollivet; la tranquila y bordeada de árboles Place Charles Dullin; la empinada escalera al final de la Rue Chappe.
Algunas tiendas de la Rue des Martyrs. Como la Boucherie Billebault, una popular carnicería, han sido llevadas por las mismas familias durante más de un siglo. Una tienda de ropa usada en el sótano de la calle vende sobretodos clásicos ligeramente raídos de excelente lana por 20 dólares; un joyería de antigüedades más arriba en la calle ofrece anillos con incrustaciones de diamantes Art Deco a miles de dólares.
Tan atractivo como el contraste en este vecindario, es la intimidad. Es un área pequeña fácilmente maniobrable donde la gente todavía se saluda en la calle y los tenderos se preocupan de sus clientes.
Tito Galli, un italiano que posee Chez Tito, una pequeña pero cálida tienda de comestibles y una cocinaría clandestina en la Rue Hippolyte Lebas, expone las obras de esforzados artistas y fotógrafos del barrio. Para el cierre de una reciente exposición en L'Oeil du Huit, una galería de arte a la vuelta de la esquina, Galli puso a disposición el espresso y los pasteles italianos.
La galería de arte, que era antes una imprenta, gestiona estudios con habitaciones traseras con tejado de cristal, con clases de arte para colegiales y espacio libre para pintores que no tienen un estudio propio.
"Viví durante 30 años en el 16, pero era una sepultura de primera clase donde no conocí a ninguno de mis vecinos", dijo Frank Caradec, un vecino del barrio de la Rue des Martyrs, refiriéndose al inmenso, conservador y rico área donde viven muchos ejecutivos y diplomáticos. "Ahora vive entre pintores y músicos y niños".
Mientras la Rue des Martyrs y las calles adyacentes están salpicadas de restaurantes, mi favorito los domingos es Rose Bakery, una panadería íntima con un aire de despreocupación (y de despreocupado servicio). Hay que ir temprano. Puede haber una larga cola que llega hasta la calle.
Rose Carrarini, una inglesa, y su marido francés, Jean-Charles, usan fundamentalmente ingredientes orgánicos y sirven panqueques al estilo americano y bizcochos caseros, tarta de zanahoria, bizcochos, pizzas y quichés y mermelada de naranja y una amplia variedad de tés de todo el mundo. En enero, abrieron City Organic, una tienda de alimento orgánico que expende tés, sopas y otros productos de Inglaterra, en la cercana Rue Milton.
Un ancla cerca del otro extremo de la Rue des Martyrs es Le Progrès en la Rue des Trois Frères, un bar y restaurante donde los clientes aparcan sus monopatines a la entrada. Hay cerveza de caña, tapas sencillas como arenques ahumados y costillas de cordero asadas y tragos sofisticados como caipirinhas y rusos negros. Cerca de ahí se encuentra la Place des Abbesses, con su estación del Metro Hector Guimard, de la Belle Époque.
Para los compradores, la Rue des Martyrs ofrece exquisitas tiendas de segunda mano. Y Puis C'est Tout tiene una vasta colección de loza y cristalería publicitaria: jarras, ceniceros, vasos de café, garrafas, así como muebles raros. L'Objet Qui Parle es un agujero en la pared de una ‘brocante' -una combinación entre tienda de antigüedades y de cachivaches- con hallazgos reales, especialmente en alfarería y cristalería regionales, la mayoría del nordeste de Francia. Aquí hay incluso faisanes y patos embalsamados.
Para los que gustan de recorrer librerías, está L'Oeil du Silence, en el número 91, con su viejo piso con bosquejos de azulejos, mesas de madera apiladas de libros y pinups de Betty Boop y de Betty Grable. Ostenta una colección de primeras ediciones de libros sobre arte y cine, libros sobre la Comuna de París, cedés de música experimental y discos clásicos.
La Librairie des Abbesses en la Rue Yvonne Le Tac está recubierta hasta el techo de estanterías de libros con bordes rojos y dorados. Su propietaria, Marie Rose Guarnieri, es una furiosa promotora del barrio y una invitada habitual en el programa literario del canal por cable de Paris Première, dando opiniones no sólo sobre libros, sino sobre todo lo que sea intelectual.
Esta no es la parte de París donde muchos americanos preferirán alojar. Pero hay un puñado de hoteles decentes, incluso encantadores. Los mejores entre ellos son el Hôtel Lorette, Hôtel Lamartine (el poeta romántico Alphonse Lamartine vivió aquí brevemente) y el Hôtel France Albion. Para los visitantes que prefieren el pan de barra más crujiente y el melón perfecto y cocinar para sí mismos, no hay mejor sitio donde alquilar un apartamento y pretender, aunque sea por un período breve, que se vive en París.

27 de febrero de 2005
©new york times
©traducción mQh

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