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medicina y seguros para mascotas


En Estados Unidos, suben en picado. Los estadounidenses están medicando cada vez más a sus compañeros animales, incluso hipotecando sus casas para cubrir los costes.
Con la edad, se ha convertido en una rutina soportada fielmente por los Gufford. Los días empiezan con un análisis del nivel de azúcar en la sangre y una inyección de insulina. Luego un par de píldoras, quizás molidas en un cuenco con bonito y zanahorias enlatadas. Revueltas con pienso.
Todo por su perro de doce años.
Brownie toma más medicinas que todos sus compañeros humanos juntos. En los últimos meses ha sido medicado para diabetes, infecciones, presión alta y una barriga delicada que rechaza la carne roja. Desde 2005 también ha tomado medicinas contra la anemia y una picadura de araña.
"Es nuestro bebé, es un miembro de la familia. Me gustaría que alguien hiciera lo mismo por mí", dice Ann Gufford.
Calcula que en los últimos dos años ha gastado unos cinco mil dólares en medicina para su mezcla de beagle-cocker spaniel. Oye mal. Sin embargo, sin algunas de las medicinas, probablemente habría muerto.
"A eso no se le puede poner un precio", dice Gufford.
"Y no quiero hacer eso", agrega su marido, Ben.
Los americanos han empezado a medicar a sus perros, gatos y a veces otras mascotas, del mismo modo que se medican ellos mismos.
Hacen que sus mascotas sean tratadas por médicos para artritis, cáncer, cardiopatía, diabetes, alergias, demencia, y pronto, quizás, obesidad. Eligen de entre un siempre creciente menú de fármacos fundamentalmente humanos tales como esteroides para las inflamaciones, antibióticos para las infecciones, agentes anticoagulantes para los achaques del corazón, Prozac o Valium para la ansiedad, incluso la droga contra la impotencia, Viagra, para una afección pulmonar que sufren los perros.
Cada vez más, los dueños de mascotas compran en farmacias para humanos u online y a veces pagan con sus seguros médicos.
Hasta hace unas décadas, los veterinarios se concentraban en un tipo de enfoque médico que reflejaba las raíces agrarias del país: mantener sanos a los animales de granja para proteger el suministro alimentario humano. En lugar de ser medicado, un animal muy enfermo era rápidamente sacrificado para salvar al rebaño. Las mascotas eran normalmente mantenidas alejadas de las vacas, pollos y cerdos. Un perro tenía suerte si se le proveía un lugar seco en un elemental refugio; un gato, si encontraba un sitio tibio en el granjero.
En los últimos cinco años las mascotas han superado a los animales de granja en el mercado farmacéutico, explicando el 54 por ciento del gasto en medicinas para animales, de acuerdo al grupo gremial Instituto de Salud Animal.
En 2005, en la mantención de 130 millones de perros y gatos, los estadounidenses gastaron 2.9 billones de dólares en medicinas para mascotas. Aunque equivalente sólo al uno por ciento de las ventas en medicinas humanas, desde 2000 el mercado ha crecido casi en un cincuenta por ciento.
"A medida que se elaboran más medicinas para la gente, se desarrollan todavía más medicinas para la medicina veterinaria. Es realmente una vía paralela", dice el doctor Gerald Post, fundador de la organización sin fines de lucro Animal Cancer Foundation.
En los últimos cinco años, la Administración de Fármacos y Alimentos de Estados Unidos ha aprobado más de cuarenta nuevos fármacos para mascotas.
Uno de ellos fue Slentrol, que se convirtió en enero en el primer adelgazador para perros obesos aprobado por el gobierno. Costará unos dos dólares al día, aunque los compradores podrán presumiblemente colocar a sus mascotas a dieta y ahorrar dinero en alimento para mascotas.
"Los tratamos como parte de la familia, así que los mimamos", dice Georgette Wilson, veterinaria del fabricante de Slentrol, la rama de salud animal del gigante farmacéutico Pfizer. "Les damos demasiada comida. No los sacamos a hacer ejercicios como deberíamos".
El crecimiento del mercado refleja el creciente vínculo entre mascotas y sus dueños, que encuentran alivio en el incondicional afecto de sus animales en una sociedad afluente donde las instituciones tradicionales son cada vez más frágiles y la movilidad cercena los lazos familiares. Un sondeo de 2002 para la Asociación Americana de Medicina Veterinaria constató que el 47 por ciento de la gente veía a sus mascotas como miembros de la familia.
Esta actitud hace que los clientes sean más vulnerables a la hora de gastar en sus mascotas, dicen algunos veterinarios.
Por ejemplo, un tratamiento sencillo de tres meses de quimioterapia para mascotas puede llegar a costar tres mil dólares, aunque en los animales el tratamiento tiene más por intención aliviar los síntomas que prolongar la vida. Es una opción razonable para algunas mascotas. Los investigadores han empezado a probar en animales fármacos caros, como el Gleevec.
"En realidad, yo lo dejaría partir", dice Margaret Park, de Raleigh, Carolina del Norte, que tuvo que tratar a su achacoso gato abisinio con una segunda ronda de quimioterapia. "Cuando tratas a un animal durante mucho tiempo, empiezas a perder la objetividad".
Incapaces de separarse, algunas personas llegan a extremos para reunir el dinero necesario: incluso hipotecando sus casas, dice el doctor Steven E. Suter, que trata el cáncer de mascotas en la facultad de medicina veterinaria de la Universidad de Carolina del Norte.
Cuando los padres y Brownie de Ann Gufford cayeron enfermos hace dos años, los visitaba a los tres diariamente en sus hospitales. Gufford, que trabaja como técnico de laboratorio en un hospital, dice que sus colegas piensan que ella "debería dejarlo ir y poner a dormir al perro y olvidarse del asunto".
Agrega desdeñosamente: "Tienen perros de patio".
Por supuesto, mucha gente todavía medica rara vez a sus mascotas. Laura James, de Plymouth, Massachusetts, dijo que ella y su marido hicieron retirar un tumor de su cobrador dorado de once años. Cuando el tumor volvió, sin embargo, decidieron "dejar que la naturaleza siguiera su curso". Hace poco aplicaron eutanasia a su mascota.
Nunca pensaron en someter a quimioterapia a su mascota, por considerarla demasiado cara. "Si fueran nuestros hijos, no lo dudaríamos, pero se trata de una mascota", dice James. "Mi hermana piensa que soy cruel".
James no es la única preocupada con el coste de las medicinas para mascotas. El doctor Laurence Family, veterinario en Latham, Nueva York, dice que algunos clientes encuentran que sus cuentas son "escandalosas".

Algunos cuestionan si la sociedad tiene las prioridades en orden. Dianne Dunning, experta en ética de la facultad de medicina veterinaria de la Universidad de Carolina del Norte, se angustia por los millones de animales, extraviados y no deseados, que son sometidos a eutanasia al año, mientras que se gastan millones de dólares en medicinas para mascotas.
David Rothman, un experto de la Universidad de Columbia en el rol de la medicina en la sociedad, indica que millones de personas necesitan desesperadamente atención médica: "En algunos países del Tercer Mundo no encuentras medicinas contra la malaria, ¿tenemos que hacer aquí quimioterapia para gatos?"
Sin embargo, muchos dueños de mascotas, como algunos que vienen a la escuela de veterinaria de la Universidad de Carolina del Norte, "gastan quinientos dólares al mes en sus medicinas regulares al mes, y sin pestañear", dice el farmacéutico de la escuela, Gigi Davidson.
Tampoco lo hacen las compañías farmacéuticas. Están invirtiendo más en publicidad directa con anuncios que muestran a mascotas de aspecto saludable -las contrapartes perfectas de la gente radiante que se ve en los anuncios para medicinas para humanos.
"Los veterinarios no son grandes anunciadores", dice el consultor de la industria, Ron Brakke. "Las compañías han pensado que si ponen anuncios dirigidos hacia los dueños de mascotas, estos empezarán a pedir más productos".
El año pasado, 1-800-PetMeds, una línea telefónica y de ventas online, gastó unos 22 millones de dólares en publicidad, dice su representante jefe de asuntos financieros, Bruce S. Rosenbloom. La actriz Betty White actuó como una de sus celebridades.
Pero la publicidad puede resultar en un tiro por la culata. Algunas populares medicinas animales, probadas menos extensamente que las medicinas para humanos, han perjudicado la salud de algunas mascotas con inesperados efectos secundarios.
Un ejemplo: El fármaco Rimadyl, elaborado para humanos pero aprobado después por la Administración de Fármacos y Alimentos como un tratamiento de la artritis en perros, fue publicitada agresivamente por su fabricante, Pfizer. Pero terminó provocando insuficiencia renal y hepática en algunos animales. Ha sido relacionado con la muerte de más de tres mil mascotas, muestran los archivos de la agencia.
Al final, Pfizer pagó a dueños de mascotas cientos de miles de dólares en compensación, y la FDA pidió a la compañía que introdujera hojas informativas en los fármacos.
Algunos veterinarios piensan que se desperdicia más dinero en medicinas inefectivas o dañinas para mascotas que para humanos. "No quiero que la gente piense que la salud de sus mascotas debe orientarse hacia la medicación", dice el doctor Norman Stillman, veterinario de Plymouth.
Los seguros de salud para mascotas han empezado a ponerse al día. Se multiplicaron de casi cero en 2002 a un tres por ciento en 2005, constató un estudió de mercado. Ahora se pueden sacar seguros médicos para perros, gatos, aves, cerdos, ratones, serpientes y otras especies exóticas.
La Veterinary Pet Insurance, de Brea, California, controla casi el ochenta por ciento del mercado norteamericano con sus 400 mil pólizas, que cuestan normalmente treinta dólares al mes en cotizaciones. El portavoz de la compañía, Brian Iannessa, dice que se espera una expansión del total del mercado del orden de 500 millones de dólares para 2010.
Paul Hubrich, que trató recientemente a dos perros con quimioterapia en la escuela de medicina veterinaria de la Universidad Tufts, en Grafton del Norte, Massachusetts, no los tiene asegurados y cree que no le hubiesen ahorrado demasiado.
Pero no se queja. Se creía que uno de sus perros, una mezcla, moriría de linfoma en unas semanas. Sobrevivió a la quimioterapia y dos años después todavía vive. El otro perro, un springer spaniel, también está vivo, aunque tuvo que ingerir más de cincuenta medicinas diferentes para varios problemas en los últimos tres años.
"¿Que si creo que las medicinas son caras?", dice Hubrich, que adoptó a ambos perros en un refugio. "Bueno, puedo decirte que todavía están conmigo".

22 de marzo de 2007
17 de marzo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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1 comentario

Maria S, Valle Andrades -

Suzelys, una Husky de 14 años
murio de cancer, el pasado 11 de agosto de 2005, si hubiese sabido de los seguros medicos habria adquirido alguno y ella habria tenido mejor calidad de vida.





aqui en PR hay medicos veterinarios que prefieren sacrificar a las mascotas ya que no hay seguros medicos para ellas, tampoco conozco quien se dedique a promocionarlos y venderlos. me gustaria obtener alguno para cinco perros nuevos que tengo son satitos pero los amo igual que ame a mi Suzelys. Podre algun dia obtener un contacto para adquirirlo. Gracias.