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alzas del petróleo amenazan a américa latina


El alza de los precios del petróleo amenazan con deshacer los avances económicos de América Latina. Entre 2002 y 2006, cerca de 26 millones de personas de la región lograron escapar de la miseria, pero ahora la inflación está provocando más inflación y más miseria.
[Marla Dickerson] San Salvador. ¿Pueden los disparados precios del petróleo poner en aprietos a América Latina? Con las mayores reservas de petróleo fuera de Oriente Medio, en los últimos años a la región le ha ido bastante bien. Cifras de exportación de crudo y granos sin precedentes han impulsado un crecimiento que no veíamos desde los años setenta. Los mercados de valores de la región se han desatado. Las facilidades de crédito produjeron una clase de consumidores que devoraba casas y coches. Entre 2002 y 2006, según muestran cifras de Naciones Unidas, cerca de veintiséis millones de latinoamericanos escaparon de la pobreza.
Pero las mismas fuerzas que están detrás de esta prosperidad están ahora, paradójicamente, creando miseria en medio de la abundancia. Los crecientes precios del combustible han aumentado la inflación en toda la región, elevando los costes de los alimentos, cuyos precios ya habían subido gracias en parte a la insaciable demanda global para los productos agrícolas de América Latina.
Un galón de gasolina cuesta ahora más que el salario diario típico en algunos países de la región. El año pasado los precios de los alimentos subieron en un quince por ciento como promedio, según la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe. Los precios de muchos alimentos básicos han subido mucho más que eso.
La inflación está erosionando los sueldos de los trabajadores y años de progresos contra el hambre y la indigencia. En El Salvador y Guatemala al menos quinientas mil personas cayeron en la pobreza el año pasado, según estimaciones del Programa Mundial de Alimentación de Naciones Unidas. En toda América Latina, unos quince millones de personas más podrían engordar las filas de los 190 millones de pobres del continente si los precios continúan subiendo al ritmo actual, predice la comisión.
No son los únicos. Si los precios del combustible y de los abarrotes continúan subiendo tan implacablemente, al menos cien millones de personas en todo el planeta podrían ser succionados por una espiral descendente, calcula el Banco Mundial. En algunos países, como Egipto, Camerún y Burkina Faso, ya han estallado revueltas por el pan. Los consumidores pobres se han manifestado en India e Indonesia para protestar contra la reducción de los subsidios al combustible.
"Hay toda una combinación de factores que ejercen una enorme presión sobre los pobres", dice Carlo Scaramella, que preside el Programa Mundial de Alimentación en El Salvador. "No hemos tenido un shock económico de esta naturaleza en años".
María y José López, okupas que viven con sus tres hijos en una casa de bloques de hormigón de dos habitaciones que cuelga de una ladera en esta arenosa capital centroamericana, pertenecen al grupo que está sintiendo la tensión. Este año lograron reunir 148 dólares con cincuenta centavos para el primer pago de su casa en esta mísera zona, llamada convenientemente Ciudad Delgado. Pero su sueño de llegar a ser propietarios ya se ha desvanecido. La nueva prioridad, simplemente, es comer.
Como la mayoría de la gente de bajos ingresos del mundo, gastan la mayor parte de sus sueldos en alimentos. Los alimentos básicos, entre ellos los huevos, el arroz y los frijoles, han subido todos en más del treinta por ciento en los últimos meses, reduciendo drásticamente los ingresos mensuales de quinientos dólares de la familia. José, jornalero, empeñó su anillo de boda para comprar artículos de abarrotes después de quedar desempleado -aunque por un breve período. María, que trabaja en la semana en el mercado central en el centro, obtuvo un préstamo de su empleador.
Hace poco consiguió trabajo como asesora del hogar y retiró a sus hijos mayores -Laura, de catorce, y Kimberly, de diez- de la escuela católica. Sólo Bryan, de siete, sigue yendo a clases. La familia ya no puede pagar los diecisiete dólares mensuales que cuesta la matrícula de cada una de las niñas, además de sus deudas, los costes del cuidado de las niñas y las disparadas cuentas de los alimentos.
"Tengo miedo", dijo María, 32, mostrando su despensa prácticamente vacía. "Trabajo siete días a la semana, y todavía no es suficiente".
Aunque los países exportadores como México, Brasil y Chile se han beneficiado magníficamente de su petróleo, frijoles de soya y cobre, América Central ha cosechado pocos beneficios del auge de las mercancías. La región importa gran parte de sus granos y prácticamente todo el petróleo que necesita.
Las dificultades en las gasolineras son severas. Los conductores de San Salvador pagan cerca de 4.76 dólares por un galón, más del veinticinco por ciento que el año pasado. El precio del diesel, el combustible para vehículos más utilizado en el país, ha subido en casi un 75 por ciento durante el mismo período, llegando a cerca de 5.13 dólares.
Los conductores de autobuses de la capital elevaron en diez centavos sus tarifas en algunas rutas, lo que equivale a un cuarenta por ciento de su precio anterior, que ha golpeado duramente a los consumidores. Los crecientes precios del combustible han repercutido en toda la cadena de distribución, incrementando el precio de casi todo.
A Pablo Alexander Reynosa le costó su trabajo. Hasta hace poco, este hombre de veintinueve años y padre de cuatro hijos, trabajaba en una importante concesionaria de automóviles en San Salvador, limpiando y preparando los vehículos. Dijo que los altos precios del combustible han repercutido negativamente en las ventas, lo que en mayo llevó a su patrón a despedirlo a él y varios otros empleados.
Reynosa todavía no encuentra trabajo. Sus ahorros se acabaron. Dijo que estaba pensando en volver a Van Nuys, donde trabajó en el pasado como carpintero y dependiente de una gasolinera. Las noticias sobre la depresión económica en Estados Unidos y la represión de los inmigrantes ilegales no le asusta.
"Las cosas pueden estar mal allá, pero aquí están peor", dijo.
De hecho, la recesión de la economía norteamericana ha retrasado el crecimiento de los envíos de dinero, que son cruciales para la economía centroamericana. Un dólar débil significa que con el dinero enviado a casa desde Estados Unidos se compran menos cosas que antes. Muchos en El Salvador, que convirtió el dólar en su moneda oficial en 2001, anhelan su vieja moneda, el colón.
Desprendiéndose la masa fresca de entre sus dedos detrás de la choza de plástico y hojalata que comparte con otros diez familiares en San Salvador, la vendedora de tortillas Consuelo Esperanza Acensio dijo que el precio del aceite de cocina importado había subido en un cincuenta por ciento en los últimos meses. Los precios del maíz y de la leña también han subido. Dijo que no recuerda haber vivido una inflación tan alta en sus 44 años de vida, ni siquiera durante la guerra civil en los años ochenta.
"Durante la guerra vivíamos mejor", dijo. "Por lo menos con un colón te podías comprar algo".
En un intento de frenar la inflación, los bancos centrales de Chile, Brasil y México han subido sus tasas de interés. Pero eso está amenazando con ralentizar el sólido crecimiento que ha redundado en trabajos y riqueza.
La frustración de la gente está creciendo. En Brasil hace poco la policía de la ciudad de Puerto Alegre disparó balas de caucho y gas lacrimógeno contra una multitud que estaba tratando de saquear un supermercado en protesta por los altos precios de los alimentos.
En Nicaragua los trabajadores del transporte paralizaron en mayo sus labores exigiendo un diesel más asequible. La mayor parte de la electricidad de Nicaragua proviene de plantas que utilizan petróleo importado. Desde noviembre los reguladores han elevado cinco veces las tasas.
Preocupados por un posible estallido social, los presidentes latinoamericanos están ahora bregando por mitigar el impacto de las alzas. México, por ejemplo, ha eliminado los aranceles sobre la importación de granos y está aumentando las subvenciones a las familias inscritas en el programa contra la pobreza más grande del país.
También controla el precio de la gasolina, que cuesta en gran parte del país 2.68 dólares el galón. Se calcula que ese subsidio costará al país más de veinte mil millones de dólares este año, una cifra que los funcionarios dicen que es insostenible si los precios del crudo continúan aumentando.
Los presidentes de América Central se han reunido en cumbres, comprometiéndose a reducir su dependencia de las importaciones de granos y carnes. Pero no será ni tan rápido ni tan fácil. Para revitalizar su sector agrícola, esos gobiernos necesitarán invertir miles de millones de dólares en carreteras y otras obras de infraestructura. Los campesinos necesitan préstamos para comprar maquinarias, combustible y suministros como fertilizantes, que cuestan mucho más que hace unos años.
Las repercusiones de la crisis podrían durar generaciones. Incluso períodos breves de desnutrición pueden atrofiar de manera permanente el desarrollo cerebral de los niños. Los niños retirados de las escuelas para ayudar con la economía de la familia a menudo se quedan atrás de sus compañeros. Ni María ni José López terminaron la secundaria. No pueden decir cuándo enviarán a sus hijas de vuelta a la escuela.
Irma Concepción Fernández, directora de la escuela de niñas católica a la que asistían las niñas, dijo que otras familias en dificultades también habían retirado a sus hijas. Algunas de las que siguen en la escuela, como Bryan, son lentas por la falta de calorías. Una mañana hace poco su desayuno consistió en un vaso de agua y una tortilla, con un poco de queso rallado.
Su madre recuerda los días en que la familia desayunaba con huevos, copos de maíz y panqueques. Cuando hablaba, su tono era cálido y melancólico, como quien recuerda a un ser querido que ha muerto. Dijo que su fe religiosa la mantiene luchando -junto con el desayuno y almuerzo gratis los fines de semana cuando plancha la ropa para una familia rica.
"Me dan tres tortillas" con cada comida, dijo. "¿Te puedes imaginar eso?"

marla.dickerson@latimes.com

Alex Renderos contribuyó a este reportaje.

22 de septiembre de 2008
18 de julio de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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maria -

el petroleo