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la rescataron para matarla


La rescataron de prisión para matarla. Cuerpo de mujer sospechosa de secuestros apodada ‘la Pelirroja’ fue hallada con huellas de tortura y colgando de un paso elevado después de ser rescatada de la prisión. Los autores podrían ser gángsteres o incluso vigilantes.
[Tracy Wilkinson] México. Después de languidecer en la cárcel durante más de un año por cargos de secuestro, ‘la Pelirroja’ fue abruptamente rescatada dos días después de Navidad, durante lo que puede haber sido un traslado médico amañado.
Pero en lugar de ser liberada, algunos días después Gabriela Muniz fue encontrada muerta, colgando por el cuello de un paso elevado en Monterrey, la ciudad más rica de México –un destino brutalmente poco común para una mujer, incluso en medio de la desenfrenada y perversa violencia de la guerra de las drogas.
¿Fue un ajuste de cuentas entre pandillas? ¿O es este un ejemplo todavía más siniestro de justicia vigilante aplicada por particulares decididos a restablecer lo que consideran la ley y el orden en su enclave?
"Como no hay reglas –los grandes hombres de negocios no tienen reglas, los narcos no tienen reglas- es difícil saber de qué se trata", dijo Samuel González, ex director de investigaciones sobre el crimen organizado del gobierno federal, en una conferencia telefónica el lunes. "Pero si fuera un caso de ´justicia privada´, se trataría de un fenómeno realmente terrible".
El cuerpo de Muniz, una treintañera, fue descubierto durante el fin de semana. Estaba desnuda de la cintura para arriba, y le habían pintado en la espalda el nombre de un hombre. Aunque tenía señas de haber sido golpeada, especialistas forenses dijeron que murió ahorcada en el paso elevado.
Aunque colgar cuerpos de hombres mutilados desde puentes y pasos elevados se ha convertido en una práctica inquietantemente habitual, esta es la primera vez que una mujer es sometida al mismo castigo.
La tortura y asesinato de Muniz sirvieron como un punto de exclamación del año más mortífero de la guerra de las drogas mexicana, que se ha cobrado más de treinta mil vidas desde diciembre de 2006.
Muniz estaba en prisión desde julio de 2009, acusada de dirigir una banda de secuestradores y chantajistas cuyas víctimas incluían a rancheros, camioneros y hoteleros adinerados.
Como el centro industrial y comercial de México, Monterrey había quedado
inmune a la guerra de las drogas que afecta a gran parte del país. Sin embargo, el año pasado, cuando dos carteles empezaron a luchar por el control de Monterrey, la ciudad también sufrió el  mismo tipo de tiroteos a plena luz del día, secuestros y ataques protagonizados por narcotraficantes, que controlan parte de la ciudad. Entre 2009 y 2010 la tasa de homicidios se multiplicó por diez.
Pero a diferencia de partes del país abandonadas a la violencia, influyentes hombres de negocios se están defendiendo, contratando a firmas de seguridad privadas y consultores y pagando anuncios a toda página exigiendo la intervención del gobierno y sus fuerzas de seguridad.
Entre algunos líderes empresariales y políticos, sin embargo, existe la ominosa creencia de que las fuerzas del gobierno no son de fiar. Mauricio Fernández, alcalde del exclusivo barrio San Pedro Garza García de Monterrey, se fanfarroneaba a fines de 2009 de que estaba formando "milicias de inteligencia" privadas para "limpiar" de indeseables su distrito, incluyendo a notorios secuestradores.
Finalmente Fernández tuvo que retroceder en medio de una intenso chaparrón de críticas. Pero el episodio planteó la noción de un vigilantismo aprobado que muchos expertos dicen que es un producto del generalizado sentimiento de inseguridad y de impotencia del gobierno frente a los poderosos traficantes y agresivos secuestradores.
De momento, la investigación del rescate de la Pelirroja y su subsecuente ejecución se ha concentrado en la corrupción oficial. La noche del 27 de diciembre un doctor de la cárcel ordenó que Muniz, de la que se rumoreaba que estaba involucrada románticamente con el capo de un cartel, fuera trasladada desde la cárcel a un hospital, supuestamente por un dolor de estómago. Tres guardias la escoltaban cuando fueron interceptados por pistoleros, que se las arrebataron.
Inicialmente, la fuga fue calcada del mismo tipo de operaciones que han liberado de la cárcel a decenas de violentos presos el año pasado.
Más tarde, el doctor dijo a las autoridades que había sido amenazado de muerte si no ordenaba el traslado de Muniz. El doctor, los tres guardias y un alcaide están siendo interrogados. Otros 55 guardias fueron interrogados y dejados en libertad.
15 de enero de 2011
4 de enero de 2011
©los angeles times
cc traducción mQh
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