[Barbara Demick] Tianxi, China. Al funcionario de planificación familiar le gustaba merodear por el pueblo en la cima de la montaña, buscando encontrar pañales en los tendederos y oír el llanto de un recién nacido con hambre. Un día de la primavera de 2004, se presentó a sí mismo en la puerta de Yang Shuiying y ordenó: "Tráiganme al bebé".
Yang lloró y argumentó, pero, sola con su hijita de cuatro meses, no estaba en condiciones de ofrecer resistencia al hombre al que en Tianxi temían todos los padres.
"Voy a vender al bebé para que sea adoptado por extranjeros. Le puedo sacar un montón de dinero", le dijo a la desconsolada madre mientras la conducía, con el bebé, hacia un orfelinato en Zhenyuan, una ciudad cercana en la provincia de Guizhou, al sur del país. A cambio, le prometió que la familia no tendría que pagar la multa por violar la política china de un niño por familia.
Luego la advirtió: "No se lo cuentes a nadie".
Durante cinco años mantuvo su terrible secreto. "No sabía que ellos no tenían derecho a quitarnos a nuestros hijos", dijo.
Desde principio de los años noventa, más de ochenta mil niños chinos han sido adoptados en el extranjero, la mayor parte de ellos en Estados Unidos.
La sabiduría tradicional dice que los bebés, la mayoría niñas, fueron abandonadas por sus padres debido a la tradicional preferencia por los niños y las restricciones al tamaño de la familia en China. Sin duda, ese fue el caso de decenas de miles de niñas.
Pero algunos padres están empezando a contar desgarradoras historias sobre bebés que fueron separados de sus padres por coerción, fraude o secuestro -a veces por funcionarios de gobierno que cubrían sus huellas pretendiendo que los bebés habían sido abandonados.
Los padres que dicen que sus hijos fueron secuestrados se quejan de que los funcionarios estaban motivados por los tres mil dólares por niño que pagan los padres adoptivos a los orfelinatos.
"Nuestros niños eran exportados al extranjero como si fueran productos de una fábrica", dijo Yang Libing, trabajador inmigrante de la provincia de Hunan cuya hija fue apropiada en 2005. Desde entonces se ha enterado de que la niña se encuentra en Estados Unidos.
Las dudas sobre cómo se conseguían en China niños para ser adoptados han empezado a estremecer a la comunidad internacional de familias adoptivas.
"Al principio, creo, la adopción desde China era una buena cosa porque había tantas niñas abandonadas. Pero luego se convirtió en un mercado manejado por la oferta y la demanda y un montón de gente de nivel local estaba haciendo un montón de dinero", dijo Ina Hut, que el mes pasado renunció como directora de la agencia de adopciones más grande de Holanda, por su preocupación sobre el tráfico de bebés.
El Centro de Asuntos sobre la Adopción de China -la dependencia oficial que supervisa las adopciones nacionales y extranjeras- rechazó múltiples peticiones de reacciones. Funcionarios de la agencia han dicho a diplomáticos extranjeros que creen que los abusos se limitan a un pequeño número de bebés y que los responsables han sido despedidos y castigados.
Para los padres adoptivos, la posibilidad de que sus hijos fueron separados a la fuerza de sus padres biológicos, es aterradora.
"Cuando adoptamos en 2006, se nos contaron las mismas historias, de que había millones de niñas no deseadas en China, que se quedarían en la calle y morirían si no las ayudábamos", dijo Cathy Wagner, una madre adoptiva de Nova Scotia, Canadá. "Yo quiero a mi hija, pero si hubiese sabido que mi dinero provocaría que fuera separada de otra madre que la amaba, no la habría adoptado nunca".
Torciendo las LeyesEl problema se origina en los controles de la población chinos, que limitan a la mayoría de las familias a tener un solo hijo, dos si viven en el campo y el primero es una niña. En todas las ciudades hay una oficina de planificación familiar, usualmente atendida por cuadros leales del Partido Comunista que tienen amplios poderes para ordenar abortos y esterilizaciones. La gente que tiene bebés adicionales pueden recibir multas de hasta seis veces su ingreso anual -multas que son llamadas eufemísticamente "gastos de servicio social", que son una importante fuente de ingresos para los gobiernos locales en las zonas rurales.
"Los funcionarios de la planificación familiar son incluso más poderosos que los del ministerio de Seguridad Pública", dijo Yang Zhizhu, un jurista de Pekín.
En todo el campo pancartas rojas exhortan a "Tenga menos bebés, plante más árboles", y, más ominosamente: "Si tiene hijos adicionales, su familia se arruinará". Pero la ley no otorga derecho a los funcionarios a separar a los bebés de sus padres.
Algunas familias dicen que fueron golpeadas y amenazadas para que entregaran a su hija, o engañadas para que renunciaran a sus derechos como padres.
"Cogieron al bebé y me arrastraron fuera de la casa. Yo estaba gritando -pensé que me iba a desmayar", dijo Liu Suzhen, una frágil mujer del pueblo de Huangxin, cerca de Shaoyang en la provincia de Hunan. Estaba cuidando a su nieta de cuatro meses una noche de marzo de 2003 cuando una docena de funcionarios irrumpieron en su casa.
Contó que la llevaron, a ella y el bebé, a la oficina de planificación familiar, donde un hombre la cogió por un brazo y presionó su huella del pulgar en un documento que no pudo leer.
Una vez que un niño ha sido llevado a un orfelinato, los padres pierden todos los derechos.
"Ni siquiera me dejaban estar en la puerta", dijo Zhou Changqi, un obrero de la construcción cuya hijita de seis meses fue retirada en 2002 por los funcionarios de planificación familiar de Guiyang, en la provincia de Hunan. En los últimos tres años, Zhou trató de entrar repetidas veces en el edificio del Instituto de la Seguridad Social Changsha, uno de los orfelinatos más grandes del país, que envía bebés al extranjero, hasta que un día le dijeron:
"Es demasiado tarde. Su hija se ha marchado a Estados Unidos".
Perversos IncentivosEn la mayor parte de China los campesinos viven temiendo las visitas sorpresivas de funcionarios de planificación familiar. Era ciertamente el caso de los vecinos de Tianxi, un pueblo de 1.800 habitantes envuelto por la niebla y metido muy arriba en las exuberantes montañas cerca de Zhenyuan.
Pese a que la aldea está a dos horas por un camino de tierra lleno de baches y luego una caminata cerro arriba de treinta minutos, los funcionarios de planificación familiar hacen inspecciones frecuentemente, hasta dos veces a la semana. Durante los ochenta y noventa, cuando las familias eran demasiado pobres como para poder pagar, los funcionarios las castigaban saqueando sus casas o confiscando vacas y cerdos, dicen los vecinos.
Entonces, en 2003, las cosas cambiaron. Al año siguiente de que el Instituto de Bienestar Social en Zhenyuan fuera aceptado como participante del floreciente programa de adopciones extranjeras, los funcionarios de planificación familiar dejaron de confiscar animales de granja. En lugar de eso, empezaron a apropiarse de los bebés.
"Si la gente no podía pagar las multas, les quitaban a sus bebés", contó un empleado municipal jubilado, de Zhenyuan, que trabajaba como padre adoptivo para el orfanato.
"Le teníamos terror", dijo Yang Shuiying, la madre de 34 años cuya hija fue apropiada.
En diciembre de 2003, Yang dio a luz a su cuarta hija, en casa, con la ayuda de una partera. Fue un nacimiento no planificado. De hecho, su marido se había hecho una vasectomía hace apenas unos días, antes de que se diera cuenta de que estaba embarazada nuevamente.
"No había planeado tener otro bebé, pero ya que ocurrió, quería criarla yo", dijo Yang, una mujer de voz suave que contó su historia sin levantar la vista.
Su marido, Lu Xiande, sintió todavía más fuertemente que la niña era de la casa. Estaba en el mercado cuando retiraron al bebé y se enfureció cuando se enteró de lo que había pasado.
"La traeré de vuelta", prometió a su desconsolada esposa. Se encaminó hacia la costa este de China, con la esperanza de que como trabajador inmigrado podría reunir el dinero para pagar la multa de planificación familiar. Pero Lu se enfermó y tuvo que volver a casa. Poco después de eso, trató de rebanarse la garganta con un cuchillo carnicero.
Casi todo el mundo en el pueblo conoce a alguien cuyo bebé le ha sido retirado. Un viejo, apoyado en un bastón esculpido a mano, habló sobre cuando le separaron de su nieta. Un hombre más joven habló de una sobrina.
Los campesinos rechazan la sugerencia de algunos de que no quieren a sus hijas y las abandonan sin dificultad.
"Aquí la gente no se deshace de sus hijos. No venden a sus hijos. Niños o niñas, son nuestra carne y sangre", dijo Li Zeji, 32, un campesino que dice que a su tercera hija se la retiraron en 2004.
Según las leyes chinas, los funcionarios deben buscar a los padres biológicos de los bebés abandonados. Cuatro meses después de que fuera apropiada la hija de Yang Shuiying, apareció su fotografía en un aviso en el City Daily de la provincia de Guizhou, junto con la de otros catorce bebés.
El aviso decía, falsamente, que el bebé fue "encontrado abandonado en el umbral de una casa en el pueblo de Tianxi.
"Los que reconozcan a este niño, deben contactarse con el orfanato en sesenta días; de otro modo, el bebé se considerará que ha sido abandonado", decía el aviso del 14 de agosto de 2004.
Los padres dicen que ellos nunca vieron los avisos porque vivían en pueblos remotos donde no llegaban los diarios. Además, muchos de los padres son analfabetos y los funcionarios de planificación familiar les habían dicho que la ley les permitía confiscar a los bebés, así que no se les ocurrió quejarse.
La verdad emergió porque un maestro con parientes en el pueblo de Tianxi oyó sobre las confiscaciones y las informó a la policía y a una agencia disciplinaria. Cuando no hubo respuesta, subió las quejas a la red, que fue retomado por la prensa china en julio de este año después de que algunas historias anteriores fueran censuradas.
El maestro se está ocultando por miedo a la venganza.
La embajada de Estados Unidos dijo en una declaración en julio que le habían informado por la Autoridad Central de Adopciones de China de que "se ha arrestado a siete funcionarios implicados en este caso". Agregaba que "Estados Unidos toma seriamente las acusaciones de que los niños fueron ofrecidos en adopción en el extranjero sin el conocimiento ni consentimiento de sus padres".
Pero en Zhenyuan, los funcionarios negaron que alguien hubiera sido arrestado o despedido de su trabajo. Dijeron que los castigos iban desde descensos hasta menciones en sus historiales. Shi Guangying, la funcionaria que se apropió del bebé de Yang, fue degradada.
Los funcionarios de Zhenyuan defendieron enfadados su conducta.
"Es una mentira que se llevaran a los bebés sin el permiso de los padres. Eso es imposible", dijo Peng Qiuping, funcionario del partido y jefe de propaganda de Zhenyuan. "Esos padres aceptaron que sus hijos fueran dados en adopción. Entendieron que eran codiciosos y tuvieron más hijos de los que pueden mantener".
"Ahora los niños están mejor con sus padres adoptivos que con sus padres biológicos", dijo Wu Benhua, director de la oficina de asuntos civiles de Zhenyuan.
De 2003 a 2007, el orfelinato de Zhenyuan envió sesenta bebés a Estados Unidos y Europa. Dadas las sospechosas aglomeraciones de los bebés listados en los avisos y lo remoto de las aldeas donde sería difícil ocultar y abandonar a un niño, muchos, sino la mayoría, se cree que han sido confiscados por los funcionarios de planificación familiar.
Wu dijo que el dinero recibido de padres adoptivos, en total 180 mil dólares, fue destinado a la compra de alimentos, ropa, ropa de cama y cuidados médicos y para mejorar las condiciones del Instituto del Bienestar Social.
Pero la mayoría de los bebés habían sido dejados con familias que recibían sólo treinta dólares al mes por sus servicios, de acuerdo a un padre adoptivo. Y no había signos evidentes de renovaciones en el instituto, un sombrío edificio de tres plantas donde una pareja de personas de la tercera edad podía ser vista al otro lado de los ventanales enrejados. No permitieron la entrada de periodistas.
"No sabemos qué pasó con el dinero, y no nos atrevemos a preguntar", dijo Yang Zhenping, un granjero de cincuenta años, de Tianxi.
Brian Stuy, padre adoptivo de Salt Lake City que investiga los orígenes de los niños adoptados chinos, ha observado un número inusualmente abultado de bebés mayores declarados como abandonados. Sospecha que se trata de bebés confiscados, robados o entregados bajo coerción.
"Si no quieres una niña, la darás en adopción apenas nazca", dijo Stuy.
Cree que el permiso de adopción de tres mil dólares -unas seis veces el ingreso anual en la China rural y usualmente pagada en billetes nuevos de cien dólares- ha inspirado algunos abusos.
"Es la adopción internacional la que está creando la succión que causa que la planificación familiar recoja niños para hacer dinero", dijo Stuy. "Si no hubiese adopción internacional y el estado tuviera que ocuparse de los niños hasta que cumplieran dieciocho años, ten la certeza de que la planificación familiar no los confiscaría".
Padres EngañadosLas leyes de planificación familiar de China no se limitan a restringir el número de hijos que puede tener una familia. Se supone que las parejas deben solicitar su permiso de paternidad antes de concebir. La edad mínima de las mujeres es de veinte años, y la de los hombres, veinticuatro. Las parejas deben exhibir un certificado de matrimonio, que exige que cada miembro de la pareja tenga su
hukou al día -los engorrosos permisos de residencia que controlan dónde vive la gente.
Los vecinos de Gaoping, una pequeña ciudad en la provincia de Hunan, dicen que los funcionarios de la planificación familiar han utilizado la letra chica para confiscar incluso a primogénitos.
Yang Libing y su esposa Cao Zhimei, ambos trabajadores inmigrantes, dijeron que su hija de nueve meses, Ling, les fue retirada en 2005 porque, como trabajadores inmigrantes, no pudieron reunir todos los documentos necesarios para inscribir su matrimonio. Los funcionarios de la planificación familiar local irrumpieron cuando los avejentados padres de Yang cuidaban a la bebita.
Le dijeron al padre de Yang que la familia sería multada con el equivalente de más de mil dólares, pero que si firmaba un documento diciendo que el bebé no era su hijo biológico, sino adoptado, se ahorrarían esa multa.
"Eran personas a las que conocía. Yo confiaba en ellas. Me engañaron", dijo el padre, Yang Qinzheng, miembro del Partido Comunista que, aunque sabe leer, no leyó el documento cuidadosamente porque tiene mala vista.
Entonces los funcionarios se llevaron al bebé a un orfanato en la cercana Shaoyang, prometiendo devolverla después de que sus papeles de inscripción estuviesen en orden. La familia no la volvió a ver.
La pareja, que más tarde tuvo otro hijo, un niño que ahora tiene tres años, todavía llora la pérdida de su hija.
"Todos la adoraban en el pueblo. Tenía los ojos grandes, como platos, y se reía con todo el mundo", dijo Cao, la madre. "Pienso en ella todo el tiempo. Se pregunto si acaso ahora se ve como una niña americana".
En total, dicen los vecinos, en Gaoping los funcionarios confiscaron unos quince bebés. Un maestro de escuela ayudó a las familias de aldeas en las afueras de Gapoing a escribir una petición en 2006, que entregaron a un diputado de la Asamblea Popular Nacional, el cuerpo legislativo chino.
Cuando la noticia apareció en el South China Morning Post, de Hong-Kong, algunos de los funcionarios de planificación familiar fueron reasignados a otras posiciones, pero ninguno fue detenido y ninguna familia ha recuperado a sus hijos.
"Todavía tienen sus trabajos. Realmente no les ha pasado nada, pero al menos han dejado de robar niños", dijo Yang Libing, líder del grupo.
Pero la práctica continúa en otros lugares. En diciembre, en la comuna de Dongkou, a dieciséis kilómetros de Gaoping, los funcionarios de la planificación familiar separaron a un niño de seis semanas de los brazos de su madre, diciendo que la familia debía más de dos mil dólares en multas debido a que era su segundo hijo.
"No nos dijeron qué iban a hacer con el bebé, solamente que lo llevarían al orfelinato, pero me di cuenta de que tenían planes de venderlo", dijo el padre del bebé, Hou Yongjun, profesor de conducción. Incapaz de reunir el dinero en tan poco tiempo, llamó a todo el mundo, incluyendo a un periodista.
A las diez y media de esa noche, la esposa oyó ruidos y alcanzó a ver a dos personas corriendo cuando se asomó a la ventana. Trece horas después de su confiscación, encontró a la bebita en la puerta de su casa, hambrienta, pero ilesa.
Expertos en adopción dicen que el sistema chino necesita ser reformado urgentemente.
Deng Fei, periodista especializado en investigaciones en profundidad de Pekín, que ha escrito frecuentemente sobre el tema, cree que debería haber más control del dinero pagado por los padres extranjeros.
"Ese dinero es un golpe de fortuna para los orfanatos y los funcionarios locales", dice Deng. "Les seduce para salir a buscar bebés para enviarlos al extranjero".
En Filadelfia, Wendy Mailman, que en 2005 adoptó en el orfanato de Zhenyuan que trabajaba como bebés confiscados, ahora pone en duda todo lo que le contaron sobre la niña que según los funcionarios del orfelinato nació en septiembre y fue abandonada en enero.
"¿Qué hace que una madre que no quería a su hija haya sido tan implacable como para esperar lo más crudo del invierno para abandonarla?", se preguntó.
Se pregunta qué debería hacer si descubriera que su hija es una de las bebitas robadas. Sabe que ella no podría devolver nunca a su hija americanizada de seis años, que está obsesionada con ‘SpongeBob’ y odia la clase de cultura china en que su madre la inscribió. Pero dijo: "Me gustaría contarle a la familia biológica que su hija está viva y es feliz y quizás mandarle una fotografía".
"Es decisión de mi hija si más tarde quiera construir una relación con ellos", dijo.
Para muchas familias biológicas, eso sería suficiente.
"Nunca la traeríamos de vuelta, porque una niña educada en Occidente no podría vivir en un pueblo pobre como este", dijo la suegra de Yang Shuiying, Yang Jinxiu.
"Pero nos gustaría saber dónde está. Nos gustaría ver una foto. Y nos gustaría que sepa que la echamos de menos y que no la abandonamos".
Nicole Liu y Angelina Qu, de la oficina del Times en Pekín, contribuyeron a este artículo.
14 de octubre de 2009
20 de septiembre de 2009
©los angeles times
©traducción mQh