murió jerzy bielecki
Se enamoró de una mujer en un campo de concentración nazi.
[Dennis Hevesi] Jerzy Bielecki tenía diecinueve años, era católico y lo sospechaban de ser miembro de la resistencia polaca cuando fue arrestado por los nazis en junio de 1940 y trasladado a Auschwitz, donde le tatuaron el número 43 en su brazo.
Casi tres años después, Cyla Cybulska, sus padres, dos hermanos y su hermana menor fueron transportados en un tren con miles de otros judíos polacos hacia Auschwitz. Sólo Cyla -la prisionera número 29558- sobrevivió. Gracias a Bielecki.
Fue una historia de amor y coraje que continuaría resonando pese a los casi cuarenta años que estuvieron separados, creyendo ambos que el otro había muerto.
Por su valiente rescate de esa mujer judía, Bielecki fue reconocido en 1985 como uno de los llamados Gentiles Justos por Yad Vashem, el centro israelí para investigar el Holocausto y la educación. Murió el jueves a los noventa años en Nowy Targ, Polonia, informó Stanlee Stahl, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Judía para los Justos, que ayuda a no-judíos que arriesgaron sus vidas para salvar a judíos.
Bielecki -conocido como Jurek- estaba trabajando en una bodega de granos en el campo de concentración y trabajos forzados cuando varias jóvenes entraron por la puerta en el otoño de 1943. "Me pareció que una de ellas, una guapa chica de pelo oscuro, me guiñó un ojo", contó el año pasado a la Associated Press. "Era Cyla, a la que acababan de asignar para zurcir sacos de granos".
Durante los siguientes ocho meses, aunque sólo podían intercambias unas pocas furtivas palabras cada día, se enamoraron. Bielecki empezó a planificar su escape. Con la ayuda de otro prisionero que trabajaba en un almacén de uniformes, empezó a componer un uniforme de guardia SS. Se consiguió un pase robado y falsificó un documento que autorizaba al presunto guardia a llevar a la prisionera a trabajar en una granja cercana.
El 21 de julio de 1944, Bielecki sacó a Cybulska de la barraca y la llevó por un largo sendero que terminaba en una puerta lateral donde un somnoliento guardia dijo "Ja" -sí- y los dejó pasar. Ocultándose en los sembradíos durante el día, caminaron durante diez noches hasta que llegaron a la casa de un pariente de Bielecki. Aunque muy enamorados, Bielecki decidió que tenía que unirse a la resistencia polaca. Encontró refugio para Cybulska en una familia polaca.
No se volverían a ver sino 39 años después. "Debido a una serie de malentendidos, pensaban que el otro había muerto", dijo Stahl.
Cybulska emigraría a Estados Unidos, se casaría con otro sobreviviente del Holocausto, David Zacharowicz, y finalmente empezaría una joyería en Brooklyn. En Polonia, Bielecki también se casó y empezó a formar una familia mientras trabajaba como director de una escuela de mecánica de automóviles.
Fue el destino el que, en 1983, los haría reencontrarse. Para entonces, David Zacharowicz había muerto. "Cyla estaba en casa hablando con una mujer polaca que hacía el aseo, a la que le contó cómo este hombre la había salvado y que le habían dicho que había muerto", contó Stahl. "La señora de la limpieza le dijo: ‘No creo que esté muerto. Lo vi contando la historia en la televisión polaca. Está vivo’".
Zacharowicz consiguió el número de teléfono en Nowy Targ una mañana de mayo de 1983 y algunas semanas después viajó a Cracovia para verse con él. Cuando descendió del avión, él le obsequió 39 rosas rojas, una por cada uno de los años que habían estado separados.
"Él y Cyla volvieron a verse unas quince veces más", dijo Stahl. "Fueron buenos amigos toda la vida".
Bielecki nació en Slaboszow, Polonia, el 28 de marzo de 1921. Stahl dijo que no tenía información sobre sus descendientes.
En una entrevista con la Associated Press el año pasado, Bielecki dijo que "estaba muy enamorado de Cyla". Agregó: "Después de la guerra, a veces lloraba porque no estaba conmigo. El destino decidió por nosotros, pero lo volvería a hacer".
Cyla y David Zacharowicz tuvieron una hija, Fay Roseman, de Coral Springs, Florida. "Mi madre murió en 2005. Yo tengo dos hijos", dijo Roseman el viernes.
"Sin él, esta familia no habría existido".
7 de noviembre de 2011
23 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer