KISSINGER BLOQUEA INVESTIGACIÓN SOBRE CHILE - diana jean schemo
El jefe de la sección América Latina del Consejo de Relaciones Exteriores, el club de política exterior más importante del país, renunció como protesta, acusando al Consejo de ahogar el debate sobre la intervención estadounidense en Chile durante los años 1970 como resultado de la presión del antiguo secretario de Estado, Henry A. Kissinger.
Kenneth Maxwell, colaborador para asuntos interamericanos en el consejo, anunció su renuncia el 13 de mayo mediante cartas que dirigió a James F. Hoge Jr., editor de la revista Foreign Affairs, donde Maxwell reseñó un libro sobre la intervención norteamericana en Chile, y a Richard Haass, presidente del directorio del consejo.
"Es una cuestión de principios", escribió Maxwell a Hoge. "Me han hecho saber, como sabes, que hay una intensa presión sobre ti en el Foreign Affairs y de mi empleador, el Consejo de Relaciones Exteriores, de Henry Kissinger y otros para cerrar este debate sobre la responsabilidad de Kissinger en Chile en los años 1970".
Kissinger está de viaje, dijo su ayudante Jesse Incao, y no pudo se ubicado para oír sus comentarios.
Funcionarios del Consejo de Relaciones Exteriores negaron enérgicamente que Kissinger, entre cuyos amigos se encuentran los más grandes donantes del consejo, ha ejercido presión, directa o indirectamente, para silenciar a Maxwell sobre este asunto.
Las raíces del actual debate data del invierno pasado, después de que Hoge invitara a Maxwell a escribir una reseña extensa de The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability', de Peter Kornbluh (New Press), un libro que re-examina el papel de Estados Unidos en ayudar a derrocar a Salvador Allende, el presidente socialista que murió durante el golpe militar que llevó al poder al brutal régimen del general Augusto Pinochet . El libro se basa en 2.500 documentos del gobierno estadounidense, que fueron desclasificados en los últimos años.
El ensayo de Maxwell resume en detalle los problemas todavía no resueltos sobre las actividades estadounidenses en Chile. El libro menciona en particular tres asuntos: el asesinato en 1970 del general chileno, René Schneider; el golpe contra Allende, en 1973; y el asesinato en septiembre de 1976 de Orlando Letelier, el antiguo ministro de relaciones exteriores de Allende.
En la reseña, aunque critica en algunos aspectos el libro de Kornbluh, se dice que este confirmaba "la profunda intervención de los servicios secretos norteamericanos en Chile antes y después del golpe".
La reseña indignó a William Rogers, el antiguo subsecretario de estado para Asuntos Latinoamericanos durante Kissinger y vice-presidente de su firma de consultoría, Kissinger Associates, que escribió una extensa respuesta en los números siguientes de la revista Foreign Affairs.
"No hay pruebas", escribió Rogers. "Y, sin embargo, la leyenda persiste. Es cariñosamente alimentado por la izquierda latinoamericana y refrescada de vez en cuando por contribuciones a la literatura y por reseñas como las de Maxwell".
Maxwell respondió diciendo que "William Rogers no sabe lo que dice". Agregó: "Afirmar que Estados Unidos no participó activamente en el derrocamiento de Allende en vista de las abrumadoras pruebas de lo contrario está al borde de lo verosímil".
Después del intercambio, dijo Hoge, Rogers lo abordó una vez más, diciendo que la respuesta de Maxwell a su carta había provocado nuevas acusaciones que creía que debía responder. Específicamente, Rogers dijo que él y Kissinger estaban siendo acusados de complicidad en el asesinato de Letelier, recordó Hoge.
Maxwell dijo que él no les estaba acusando de complicidad sino más bien de no haber hecho nada para poner fin a la campaña de asesinatos en el extranjero de líderes de la oposición. Se refirió a una circular de Kissinger, de agosto de 1976, dirigida a los embajadores estadounidenses en América Latina, advirtiéndoles que Estados Unidos no permitirá asesinatos políticos en su territorio.
En Chile aparentemente no se recibió esa circular, ni se insistió sobre ello. Al mes siguiente, el coche de Letelier fue hecho explotar por agentes del servicio secreto chileno en una calle de Washington.
Hoge dijo que le había dicho a Rogers que si se limitaba a la cuestión histórica, la revista no publicaría la respuesta de Maxwell.
"Me prometió que yo tendría la última palabra y que Maxwell estaba excluido", dijo Rogers esta semana en una entrevista.
Maxwell confirma que dijo que no respondería si no había ataques personales, pero cambió de opinión al ver la carta.
Hoge dijo de todos modos que no lo aceptaría.
Hoge dijo que su reacción no había sido causada por presiones privadas de los miembros del directorio u otras personas, pero que creía que había llegado la hora de poner fin a un debate que no llevaba a ninguna parte.
"Pensé que los dos ya habían expresado suficientemente sus opiniones sobre el libro", dijo Hoge.
Sobre si se habían movido palancas para dar a Rogers la última palabra, como afirma Maxwell, la disputa subraya un fuerte conflicto sobre la manera en que se cuenta la historia, particularmente con respecto a la intervención de Estados Unidos en Chile, a medida que se liberan más y más documentos sobre el legado de Kissinger.
"Lo esencial es que han suprimido el debate sobre política exterior entre importantes figuras políticas en una importante revista de relaciones exteriores", dijo Maxwell, que ahora trabajará en el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller por la Universidad de Harvard.
Kornbluh no quedó satisfecho. Él también trató de publicar una carta, pero fue rechazada.
"Pensé que Foreign Affairs se estaba comportando muy injustamente con el autor del libro que proveyó las bases de todo el debate, y con Ken Maxwell, que obviamente fue su propio analista y su propio reseñador", dijo Kornbluh.
El incidente ha echado chispas en algunos sectores. Una carta a la revista Foreign Affairs escrita por expertos latinoamericanos que son miembros del consejo critican severamente el modo en que la prestigiosa revista trató la disputa, particularmente por negar a Maxwell el derecho de réplica. La decisión, dijeron, "niega a los lectores la oportunidad de sopesar los argumentos, lo que es contrario a la política y a las tradiciones de la revista".
5 junio 2004
©new york times ©traducción mQh
Kenneth Maxwell, colaborador para asuntos interamericanos en el consejo, anunció su renuncia el 13 de mayo mediante cartas que dirigió a James F. Hoge Jr., editor de la revista Foreign Affairs, donde Maxwell reseñó un libro sobre la intervención norteamericana en Chile, y a Richard Haass, presidente del directorio del consejo.
"Es una cuestión de principios", escribió Maxwell a Hoge. "Me han hecho saber, como sabes, que hay una intensa presión sobre ti en el Foreign Affairs y de mi empleador, el Consejo de Relaciones Exteriores, de Henry Kissinger y otros para cerrar este debate sobre la responsabilidad de Kissinger en Chile en los años 1970".
Kissinger está de viaje, dijo su ayudante Jesse Incao, y no pudo se ubicado para oír sus comentarios.
Funcionarios del Consejo de Relaciones Exteriores negaron enérgicamente que Kissinger, entre cuyos amigos se encuentran los más grandes donantes del consejo, ha ejercido presión, directa o indirectamente, para silenciar a Maxwell sobre este asunto.
Las raíces del actual debate data del invierno pasado, después de que Hoge invitara a Maxwell a escribir una reseña extensa de The Pinochet File: A Declassified Dossier on Atrocity and Accountability', de Peter Kornbluh (New Press), un libro que re-examina el papel de Estados Unidos en ayudar a derrocar a Salvador Allende, el presidente socialista que murió durante el golpe militar que llevó al poder al brutal régimen del general Augusto Pinochet . El libro se basa en 2.500 documentos del gobierno estadounidense, que fueron desclasificados en los últimos años.
El ensayo de Maxwell resume en detalle los problemas todavía no resueltos sobre las actividades estadounidenses en Chile. El libro menciona en particular tres asuntos: el asesinato en 1970 del general chileno, René Schneider; el golpe contra Allende, en 1973; y el asesinato en septiembre de 1976 de Orlando Letelier, el antiguo ministro de relaciones exteriores de Allende.
En la reseña, aunque critica en algunos aspectos el libro de Kornbluh, se dice que este confirmaba "la profunda intervención de los servicios secretos norteamericanos en Chile antes y después del golpe".
La reseña indignó a William Rogers, el antiguo subsecretario de estado para Asuntos Latinoamericanos durante Kissinger y vice-presidente de su firma de consultoría, Kissinger Associates, que escribió una extensa respuesta en los números siguientes de la revista Foreign Affairs.
"No hay pruebas", escribió Rogers. "Y, sin embargo, la leyenda persiste. Es cariñosamente alimentado por la izquierda latinoamericana y refrescada de vez en cuando por contribuciones a la literatura y por reseñas como las de Maxwell".
Maxwell respondió diciendo que "William Rogers no sabe lo que dice". Agregó: "Afirmar que Estados Unidos no participó activamente en el derrocamiento de Allende en vista de las abrumadoras pruebas de lo contrario está al borde de lo verosímil".
Después del intercambio, dijo Hoge, Rogers lo abordó una vez más, diciendo que la respuesta de Maxwell a su carta había provocado nuevas acusaciones que creía que debía responder. Específicamente, Rogers dijo que él y Kissinger estaban siendo acusados de complicidad en el asesinato de Letelier, recordó Hoge.
Maxwell dijo que él no les estaba acusando de complicidad sino más bien de no haber hecho nada para poner fin a la campaña de asesinatos en el extranjero de líderes de la oposición. Se refirió a una circular de Kissinger, de agosto de 1976, dirigida a los embajadores estadounidenses en América Latina, advirtiéndoles que Estados Unidos no permitirá asesinatos políticos en su territorio.
En Chile aparentemente no se recibió esa circular, ni se insistió sobre ello. Al mes siguiente, el coche de Letelier fue hecho explotar por agentes del servicio secreto chileno en una calle de Washington.
Hoge dijo que le había dicho a Rogers que si se limitaba a la cuestión histórica, la revista no publicaría la respuesta de Maxwell.
"Me prometió que yo tendría la última palabra y que Maxwell estaba excluido", dijo Rogers esta semana en una entrevista.
Maxwell confirma que dijo que no respondería si no había ataques personales, pero cambió de opinión al ver la carta.
Hoge dijo de todos modos que no lo aceptaría.
Hoge dijo que su reacción no había sido causada por presiones privadas de los miembros del directorio u otras personas, pero que creía que había llegado la hora de poner fin a un debate que no llevaba a ninguna parte.
"Pensé que los dos ya habían expresado suficientemente sus opiniones sobre el libro", dijo Hoge.
Sobre si se habían movido palancas para dar a Rogers la última palabra, como afirma Maxwell, la disputa subraya un fuerte conflicto sobre la manera en que se cuenta la historia, particularmente con respecto a la intervención de Estados Unidos en Chile, a medida que se liberan más y más documentos sobre el legado de Kissinger.
"Lo esencial es que han suprimido el debate sobre política exterior entre importantes figuras políticas en una importante revista de relaciones exteriores", dijo Maxwell, que ahora trabajará en el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller por la Universidad de Harvard.
Kornbluh no quedó satisfecho. Él también trató de publicar una carta, pero fue rechazada.
"Pensé que Foreign Affairs se estaba comportando muy injustamente con el autor del libro que proveyó las bases de todo el debate, y con Ken Maxwell, que obviamente fue su propio analista y su propio reseñador", dijo Kornbluh.
El incidente ha echado chispas en algunos sectores. Una carta a la revista Foreign Affairs escrita por expertos latinoamericanos que son miembros del consejo critican severamente el modo en que la prestigiosa revista trató la disputa, particularmente por negar a Maxwell el derecho de réplica. La decisión, dijeron, "niega a los lectores la oportunidad de sopesar los argumentos, lo que es contrario a la política y a las tradiciones de la revista".
5 junio 2004
©new york times ©traducción mQh
0 comentarios