¿quién será el nuevo jefe de la cia?
En Cloak and Gown', el historiador Robin Winks mostró cómo la CIA, durante su época dorada en los años de 1950, reclutó a muchos de sus operativos de la Ivy League, particularmente de la Universidad de Yale. Una familia de cierta raigambre, viajes en el extranjero y un retoque final de Yale o Harvard eran requisitos para entrar a la agencia.
Los principales candidatos para remplazar al director de la CIA George J. Tenet parecen tener por lo menos los pedigrís correctos. El republicano Porter J. Goss (Florida), estudió en Yale, es presidente del Comité de Inteligencia Nacional y antiguo operativo de la CIA, mientras que el republicano Christopher Cox (Newport Beach) estudió leyes en Harvard y es director del Comité de Seguridad Nacional. Pero sus antecedentes parlamentarios sugieren que los dos no harían más que agravar, no curar, los males de la CIA.
Como presidente del Comité de Inteligencia, Goss tenía la obligación de mantener una estricta supervisión de la CIA antes de los ataques del 11 de septiembre. Pero en lugar de eso, se transformó en el más grande defensor de la agencia, rechazó las críticas y dejó de lado insistir en unas comparecencias comprehensivas sobre seguridad nacional. Más tarde Goss defendió el desempeño de la CIA durante el 11 de septiembre y el hecho de que entregara información errónea sobre las armas de destrucción masiva de Iraq. En octubre de 2003, cuando el inspector de armas David Kay entregó al congreso su informe provisional, que pedía más búsquedas de armamento iraquí, Goss dijo: "No veo ninguna evidencia de que alguien haya engañado a alguien en este asunto. Desde 1998 la política de Estados Unidos ha estado dirigida a provocar un cambio de régimen en Iraq y ha sido una política correcta". Goss se puso más crítico cuando quedó claro que esas armas no se encontrarían nunca, pero para la renuncia de Tenet el 3 de junio, se quejó de que "a [Tenet] le echaron encima verdaderos cargamentos de reproches".
Lo que hace que estos repentinos cargamentos de reproches contra la CIA la semana pasada sean particularmente descarados. En un intento de retratarse a sí mismo como un reformista, Goss causó la ira de Tenet al declarar, durante el debate sobre la ley de autorización de inteligencia aprobada el 23 de junio por la Camará, que la CIA se estaba encaminando hacia "un proverbial precipicio" después de años de mala administración y descuido. Quizá fue así, pero ¿dónde estuvo el presidente del Comité de Inteligencia todos esos años?
Demócratas importantes como el senador John D. Jay' Rockefeller, de West Virginia, han expresado claramente dudas sobre Goss, y el presidente Bush debería pensárselo dos veces. Pero Cox no sería mejor. Su más famosa incursión en los servicios secretos ocurrió en su falso informe del 1999, del Comité Cox, que exageró groseramente el espionaje nuclear de China. Presagió las exageraciones del servicio secreto sobre las armas de destrucción masiva de Iraq.
Un mejor candidato sería el enérgico subsecretario de estado Richard L. Armitage, que se opuso a una invasión rápida de Iraq desafiando así al secretario de defensa Donald H. Rumsfeld. Es improbable que sucumba ante el tipo de presión política que minó la efectividad de Tenet. La CIA necesita un director que pueda restaurar su lustre, no fanáticos como Goss y Cox, que siguen amarrados al pasado.
3 de julio de 2004
©los angeles times ©traducción mQh
Los principales candidatos para remplazar al director de la CIA George J. Tenet parecen tener por lo menos los pedigrís correctos. El republicano Porter J. Goss (Florida), estudió en Yale, es presidente del Comité de Inteligencia Nacional y antiguo operativo de la CIA, mientras que el republicano Christopher Cox (Newport Beach) estudió leyes en Harvard y es director del Comité de Seguridad Nacional. Pero sus antecedentes parlamentarios sugieren que los dos no harían más que agravar, no curar, los males de la CIA.
Como presidente del Comité de Inteligencia, Goss tenía la obligación de mantener una estricta supervisión de la CIA antes de los ataques del 11 de septiembre. Pero en lugar de eso, se transformó en el más grande defensor de la agencia, rechazó las críticas y dejó de lado insistir en unas comparecencias comprehensivas sobre seguridad nacional. Más tarde Goss defendió el desempeño de la CIA durante el 11 de septiembre y el hecho de que entregara información errónea sobre las armas de destrucción masiva de Iraq. En octubre de 2003, cuando el inspector de armas David Kay entregó al congreso su informe provisional, que pedía más búsquedas de armamento iraquí, Goss dijo: "No veo ninguna evidencia de que alguien haya engañado a alguien en este asunto. Desde 1998 la política de Estados Unidos ha estado dirigida a provocar un cambio de régimen en Iraq y ha sido una política correcta". Goss se puso más crítico cuando quedó claro que esas armas no se encontrarían nunca, pero para la renuncia de Tenet el 3 de junio, se quejó de que "a [Tenet] le echaron encima verdaderos cargamentos de reproches".
Lo que hace que estos repentinos cargamentos de reproches contra la CIA la semana pasada sean particularmente descarados. En un intento de retratarse a sí mismo como un reformista, Goss causó la ira de Tenet al declarar, durante el debate sobre la ley de autorización de inteligencia aprobada el 23 de junio por la Camará, que la CIA se estaba encaminando hacia "un proverbial precipicio" después de años de mala administración y descuido. Quizá fue así, pero ¿dónde estuvo el presidente del Comité de Inteligencia todos esos años?
Demócratas importantes como el senador John D. Jay' Rockefeller, de West Virginia, han expresado claramente dudas sobre Goss, y el presidente Bush debería pensárselo dos veces. Pero Cox no sería mejor. Su más famosa incursión en los servicios secretos ocurrió en su falso informe del 1999, del Comité Cox, que exageró groseramente el espionaje nuclear de China. Presagió las exageraciones del servicio secreto sobre las armas de destrucción masiva de Iraq.
Un mejor candidato sería el enérgico subsecretario de estado Richard L. Armitage, que se opuso a una invasión rápida de Iraq desafiando así al secretario de defensa Donald H. Rumsfeld. Es improbable que sucumba ante el tipo de presión política que minó la efectividad de Tenet. La CIA necesita un director que pueda restaurar su lustre, no fanáticos como Goss y Cox, que siguen amarrados al pasado.
3 de julio de 2004
©los angeles times ©traducción mQh
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