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contrabando subterráneo


Mexicali, México. Los traficantes de drogas usan cada vez más túneles para cruzar a Estados Unidos. Las autoridades temen que las rutas puedan ser usadas para trasladar armas, o terroristas.
José Mendoza llegó a esta ciudad fronteriza bañada por el sol para trabajar en una playa de coches de segunda mano de su amigo Raúl ‘El Chino' Zepeda. Cuando llegó, la playa estaba lleno de coches destartalados y el interior de la oficina salpicada de barro.
Zepeda no estaba vendiendo carros; estaba pasando el tiempo en un hoyo detrás de la oficina, cavando con otros dos hombres un túnel hacia California, dicen las autoridades.
De acuerdo a las declaraciones y a los fiscales, Zepeda le llevaba a su amigo un mensaje: guarda silencio y trabaja, o morirás.
Trabajando diez horas al día con Mendoza de vigía, Zepeda y sus ayudantes cavaron a través del piso de un cuarto sin ventanas detrás de la oficina, un respiradero de quince metros orientado hacia el norte, hacia Calexico, California, dicen los fiscales.
Avanzaban casi un metro al día; a pesar del calor del desierto trabajaron en pantalones cortos y botas sin ser detectados durante cuatro meses, debajo de la carretera, más allá de la valla, hacia una casa de seguridad que Zepeda había comprado al otro lado en Estados Unidos.
Casi lo habían terminado cuando un equipo de la compañía de agua potable en Calexico dio accidentalmente con el pasaje, y dio la alarma a las autoridades norteamericanas.
Hoy, Mendoza, Zepeda y otros dos hombres están en una atiborrada cárcel de Mexicali, acusados de hacer un túnel a pico y a palo, a unos trescientos de la tienda de repuestos El Pelón hacia un vecindario de casas de color pastel en Calexico.
La excavación está entre un brote de descubrimientos de túneles desde que la seguridad de las fronteras fuera reforzada después de los atentados terroristas de 2001. En los últimos tres años las autoridades han descubierto 13 incursiones subterráneas en Estados Unidos, la mayoría de ellas a lo largo de la frontera entre San Diego y Calexico. En comparación, 15 fueron encontradas en el período de 12 años antes de los ataques.
El último túnel fue descubierto el viernes en San Ysidro cuando un bus de la Patrulla de Fronteras se hundiera en un poco profundo pasaje cerca de un estacionamiento en la frontera. El túnel no terminado, de cinco metros de largo, había comenzado en un estacionamiento cubierto de basura en Tijuana. Su entrada estaba cubierta por un colchón viejo. El túnel entraba tres metros en Estados Unidos.
Las autoridades están preocupadas de que los túneles -usados sobre todo para introducir drogas- también sean usados para el contrabando de armas o de terroristas. Los túneles normalmente son descubiertos por datos de informantes o de casualidad, como en el caso del supuesto trabajo de Zepeda en septiembre o en el caso de otro túnel descubierto en Calexico cuando su techo de tierra se derrumbó cuando un agente de la Border Patrol pasó sobre él, tal como pasó el viernes en San Ysidro.
Después del descubrimiento de los túneles de Calexico, que estaban a pocas cuadras uno del otro, las autoridades federales metieron sensores en la tierra, intentando por primera vez hacer uso de sofisticada tecnología minera para detectar el trabajo de los obreros que se internan debajo de la tierra por codicia o temor.
Ni Zepeda, el cabecilla chico y corpulento del equipo de excavación del túnel de Calexico, ni Mendoza, 55, ni sus supuestos cómplices, Joaquín Lázaro, 25, un antiguo ayudante de tacos de Oaxaca, México, y Guillermo ‘El Loco' Liera, 43, un mecánico de coches de Mexicali, tenían ninguna experiencia en túneles.
Los hombres dicen que ayudaron a construir el túnel por órdenes de traficantes de drogas.
Las autoridades mexicanas creen que lo hicieron por codicia, y los han acusado de conspiración y negocios ilegales.
Lo que no tenía en experiencia lo compensaron con determinación y agallas, dijo un agente mexicano que recientemente mostró la entrada del túnel a un reportero.
El agente iluminó con su linterna un respiradero de cinco metros de profundidad, dejando ver un cubo de plástico flotando en el hoyo parcialmente inundado. Tirada cerca había una bota llena de barro y un pico.
El túnel, conservado como prueba, seguía una ruta serpenteante débilmente iluminada por una hilera de bombillas. Algunos de los pasajes oscuros sólo se podían pasar gateando, y eran tan estrechos que sólo una persona podía trabajar ahí con el pico a la vez, dijo el agente.
"Lo primero que sientes es el calor. Luego te da claustrofobia. Empiezas a sudar. Te sientes como si no te pudieras mover", dijo el agente.
Hablando a condición de conservar el anonimato -muchos agentes de policía, detectives y fiscales han sido asesinados por traficantes de drogas en los últimos años- el agente dijo que sólo había hecho una inspección limitada del túnel. "Tengo familia", dijo, explicando así que el riesgo de derrumbe era demasiado grande.
Las proezas de los constructores de túneles a lo largo de la frontera fascinan a los agentes mexicanos y estadounidenses.
Se han encontrado túneles por debajo de la frontera de un largo de cuatro canchas de fútbol, y equipados algunos con escaleras iluminadas, chimeneas y alcantarillado. Comienzan y terminan en casas corrientes, negocios o granjas metidas entre miles de otros edificios similares a lo largo de la frontera.
Algunos estaban equipados con sofisticados sistemas de ventilación e iluminación. Y a veces se usaron tendidos de rieles para transportar por carretilla tierra y drogas. En 2002, los constructores de túneles comenzaron uno debajo de un estacionamiento de la aduana de Arizona. El año pasado, contrabandistas de Tijuana emergieron de un alcantarillado debajo de un estacionamiento de San Ysidro, a unos metros del cruce de fronteras más transitado del mundo.
"Muy inteligente. Una hazaña de la ingeniería", dijo Misha Piastro, portavoz de la Administración de Drogas de Estados Unidos (DEA) de San Diego, parado sobre un desagüe que fue usado como salida del túnel.
El pasaje en Tijuana fue desenterrado casi al mismo tiempo que Zepeda y su equipo estaban supuestamente trabajando duramente en Mexicali, 190 kilómetros al este.
Zepeda, un contrabandista de drogas de poca monta que cumplió condena en una cárcel norteamericana, dijo en sus primeras declaraciones a la policía mexicana que unos traficantes de drogas que lo acusaron de robarles cocaína lo habían obligado a cavar el túnel en forma de pago. Zepeda dijo que los traficantes que le habían golpeado tanto que les había propuesto un trato. "Decidió cambiar su vida por el túnel, a pesar de que nunca antes había hecho uno", dice el relato en la declaración de Zepeda.
Desde entonces se ha retractado de su declaración inicial, diciendo a través de su abogado que declaró bajo tortura. Ahora Zepeda niega tener algo que ver con el túnel. Pero algunas de declaraciones iniciales son ahora confirmadas por tres hombres a los que había supuestamente contratado para participar en la empresa.
Los tres pasaban por una dura situación económica cuando Zepeda presumiblemente les abordó con una oferta de trabajo. Mendoza y Lázaro habían estado sobreviviendo vendido tacos en Colonia Mariano Matamoros, una villa miseria cada vez más grande en las laderas al este de Tijuana.
Liera, operador de carretillas elevadoras, había sido despedido de la planta maquiladora donde trabajaba en Mexicali. Cuando no estaba reparando los coches de sus vecinos en el jardín, se iba de pesca con su hija al All-American Canal más abajo en la misma calle.
A los tres les prometieron entre 200 y 300 dólares al mes para reparar y vender coches de segunda mano. Pero las autoridades dicen que los hombres sabían lo que quería Zepeda.
Zepeda había alquilado una playa de coches debajo de una valla publicitaria de McDonald's en la siempre atascada Avenida de Cristóbal Colón, al otro lado de la calle de la frontera alambrada con Calexico.
Supuestamente le dijo a Mendoza, que sufre de problemas del corazón, que atendiera a los clientes. Entretanto, en el cuarto sin ventanas detrás de la oficina, había comenzado la excavación.
Para ablandar la tierra y no levantar polvo, los excavadores mojaron las paredes con una manguera. Para apuntalar el techo instalaron vigas de madera. También pusieron un piso de madera, de manera de poder sacar en carretilla la tierra del túnel.
Mientras más se internaban en Calexico, más miedo tenían de morir enterrados vivos, declararon las autoridades mexicanas. Los temores son fundados, dijeron los expertos.
"Lo que estaban haciendo es peligroso", dijo Nicholas Crawford, director del Centro de Estudios Espeleológicos de la Universidad de Western Kentucky.
Otro reto, dicen los expertos, fue fijar las direcciones debajo de la tierra. Los hombres no usaron compás ni equipos láser para trazar la dirección del túnel.
Zepeda dijo que había planeado emerger en una casa que había comprado en la Calle 2. Pero el túnel cambió de dirección varias veces a medida que avanzaba palmo a palmo debajo de la carretera fronteriza, custodiada por agentes de la policía militar.
En otro punto el túnel se dirigía hacia la casa color melocotón de Margarita Madera.
"Da miedo pensar que estén pasando terroristas o drogas justo por debajo de tu casa", dijo Margarita.
Durante los cuatro meses que duraron las obras, dijeron funcionarios, Mendoza hizo de vigía. Liera supuestamente usó su camión de 1968 para llevar la tierra a un vertedero de basura y comprar provisiones.
Pero no está claro quién cavó el túnel. Las autoridades mexicanas creen que Lázaro y Liera trabajaron con Zepeda, pero ellos lo niegan. Cuando el equipo de la compañía de agua descubrió el túnel el 12 de septiembre, la policía mexicana encontró a Mendoza y Lázara durmiendo en la oficina justo al lado de la entrada del túnel, declararon las autoridades. Zepeda y Liera fueron arrestados más tarde, cuando llegaron a trabajar.
Los hombres insisten en que ellos no son ratas de túneles super-humanas.
Familiares de Liera dicen que sólo fue contratado para sacar la tierra del sitio y llevarla a un vertedero, y que era demasiado miedoso como para trabajar en la oscuridad en un túnel agobiante.
"Él es del tipo de gente que duerme con la luz encendida", dijo la esposa de Liera, Marta, cuando la entrevisté en su pequeña casa de Mexicali. "No se habría metido en ese hoyo de ninguna manera".
La familia de Zepeda no hizo declaraciones.
Al final, parece que ser descubiertos les salvó la vida, dicen funcionarios. "Al terminar los habrían matado", dijo uno de los agentes mexicanos. "Es la ley de los traficantes de drogas. No dejan testigos".

9 de julio de 2004
©los angeles times ©traducción mQh

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