apertura para bolivia
Un editorial de Los Angeles Times dedicado a la situación cada vez más urgente de Bolivia y su necesidad de recuperar una salida al mar.
Bolivia es el país más pobre de Sudamérica. Su inestabilidad política es legendaria y las divisiones entre clases sociales y grupos étnicos son grandes y están ampliándose. Después de siglos de indiferencia gubernamental, los pobres descargan sus frustraciones con levantamientos populares que han derrocado a gobiernos. Estas revueltas, sin embargo, han hecho poco por aliviar los complejos problemas del país.
Consciente de la fragilidad del sistema político boliviano, el presidente Carlos Mesa ha ideado un plan para revitalizar el proceso democrático y poner al país en la ruta económica correcta. Es una idea que puede resultar, provisto que cuente con la ayuda de sus vecinos y de Estados Unidos.
El referéndum del domingo -pedido por Mesa- decidirá quién posea, venda y se beneficie de las reservas naturales de gas del país. Si las cinco propuestas de la papeleta tienen éxito, podría entregar al país un flujo de ingresos de largo plazo que permita al gobierno financiar programas de reducción de la pobreza y de educación.
Si se aprueban las medidas, Mesa tendrá que idear un mecanismo transparente para exportar el gas. (La pésima administración del gas fue la causa directa de la revuelta de octubre). Para realizarlo necesitará la cooperación de los vecinos Chile, Perú y Brasil.
Chile debería alargar la mano a Mesa para lograr un acuerdo que facilite el acceso de Bolivia al Océano Pacífico, lo que ayudará a curar una herida histórica que envenena sus relaciones y, entre otras cosas, impide la construcción de un oleoducto. Brasil podría jugar un papel positivo animando a los elementos más radicales del espectro político boliviano a respetar el juego democrático y dar a Mesa una posibilidad de lograr sus planes.
El gobierno de Bush también puede alentar el futuro de Bolivia forjando con los vecinos de este país una estrategia nacional para enfrentar el problema más grande de la región: la producción y el contrabando de drogas. Trabajando en colaboración con los países que componen la parte de la oferta en el comercio de la cocaína, Estados Unidos puede ayudar mejor a buscar programas de desarrollo rural alternativos que mantengan el paso con la erradicación de la planta y permita el cultivo de una pequeña cantidad de plantas de coca.
Es imperdonable que Bolivia, con las segundas reservas más grandes de gas natural en Sudamérica después de Venezuela, siga siendo un país pobre, desigual y políticamente dividido. El referéndum del domingo puede marcar el comienzo de una nueva era.
16 de julio de 2004
©losangelestimes ©traducción mQh
Bolivia es el país más pobre de Sudamérica. Su inestabilidad política es legendaria y las divisiones entre clases sociales y grupos étnicos son grandes y están ampliándose. Después de siglos de indiferencia gubernamental, los pobres descargan sus frustraciones con levantamientos populares que han derrocado a gobiernos. Estas revueltas, sin embargo, han hecho poco por aliviar los complejos problemas del país.
Consciente de la fragilidad del sistema político boliviano, el presidente Carlos Mesa ha ideado un plan para revitalizar el proceso democrático y poner al país en la ruta económica correcta. Es una idea que puede resultar, provisto que cuente con la ayuda de sus vecinos y de Estados Unidos.
El referéndum del domingo -pedido por Mesa- decidirá quién posea, venda y se beneficie de las reservas naturales de gas del país. Si las cinco propuestas de la papeleta tienen éxito, podría entregar al país un flujo de ingresos de largo plazo que permita al gobierno financiar programas de reducción de la pobreza y de educación.
Si se aprueban las medidas, Mesa tendrá que idear un mecanismo transparente para exportar el gas. (La pésima administración del gas fue la causa directa de la revuelta de octubre). Para realizarlo necesitará la cooperación de los vecinos Chile, Perú y Brasil.
Chile debería alargar la mano a Mesa para lograr un acuerdo que facilite el acceso de Bolivia al Océano Pacífico, lo que ayudará a curar una herida histórica que envenena sus relaciones y, entre otras cosas, impide la construcción de un oleoducto. Brasil podría jugar un papel positivo animando a los elementos más radicales del espectro político boliviano a respetar el juego democrático y dar a Mesa una posibilidad de lograr sus planes.
El gobierno de Bush también puede alentar el futuro de Bolivia forjando con los vecinos de este país una estrategia nacional para enfrentar el problema más grande de la región: la producción y el contrabando de drogas. Trabajando en colaboración con los países que componen la parte de la oferta en el comercio de la cocaína, Estados Unidos puede ayudar mejor a buscar programas de desarrollo rural alternativos que mantengan el paso con la erradicación de la planta y permita el cultivo de una pequeña cantidad de plantas de coca.
Es imperdonable que Bolivia, con las segundas reservas más grandes de gas natural en Sudamérica después de Venezuela, siga siendo un país pobre, desigual y políticamente dividido. El referéndum del domingo puede marcar el comienzo de una nueva era.
16 de julio de 2004
©losangelestimes ©traducción mQh
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