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bolivia apuesta futuro de su gas


[Alistair Scrutton] La Paz, Bolivia. El referéndum de hoy en Bolivia ocupa a la prensa internacional. Bolivia debe decidir sobre qué hacer con su gas natural y si será exportado o no y comercializado en el mercado libre. A pesar de ser, junto con Haití, uno de los países más pobres de Sudamérica, muchos bolivianos se oponen a su exportación.
Este domingo Bolivia celebrará un histórico referéndum para decidir el futuro de sus enormes reservas de gas natural en una apuesta del nuevo presidente que su lucha contra la revuelta indígena.
La pregunta sobre quién se beneficiará de una de las reservas más importantes de América Latina ha provocado a la pobre mayoría indígena, que pide el control nacional de sus recursos naturales contra las elites descendientes de europeos que creen que Bolivia necesita inversión extranjera.
Una extendida indignación por los planes de exportar gas natural es lo que provocó el asedio de la capital por grupos indígenas en octubre del año pasado. Las tropas mataron a decenas de manifestantes y el gobierno pro-norteamericano del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada fue derrocado.
Su sucesor, el presidente Carlos Mesa, ha hecho del referéndum un voto de confianza en su gobierno. Las encuestas muestran que lo apoya una mayoría; su derrota podría sacarlo de sus funciones y zambullir al país más pobre de Sudamérica en la desobediencia civil.
"El referéndum nos dará una legitimidad política innegable. Si el referéndum es un sí, me dará un poder moral y efectivo que usaré", dijo Mesa el sábado.
Mesa pregunta a los electores si quieren exportar el gas natural y tener más control estatal sobre las reservas para calmar a los indios, muchos de los cuales quieren ir más lejos y expulsar a las compañías extranjeras. Pero las cinco complejas preguntas pueden lograr que los resultados del referéndum sean ambiguos.
Washington teme que la inestabilidad de Bolivia, la tercera fuente más importante de coca -la planta usada para hacer cocaína- del mundo, estimule el contrabando de drogas desde la región andina.
Muchos bolivianos dicen que el gas es su último recurso nacional que, como la plata en los tiempos coloniales españoles, los conducirá a su esclavitud. Se oponen a la exportación del gas mientras que un 80 por ciento de los ocho millones de habitantes de Bolivia viven en la miseria sin agua potable o electricidad.
Algunos líderes indios radicales que participaron en la revuelta de octubre han llamado a boicotear las elecciones y amenazaron con quemar las urnas. Dicen que el referéndum no tiene valor porque no pregunta si las compañías extranjeras deben ser nacionalizadas.
El sábado grupos de indígenas esporádicamente las carreteras.
"El domingo habrá fogatas en nuestras comunidades", dijo el líder indio Felipe Quispe, un antiguo guerrillero.
El referéndum muestra también cómo se rebelan los indígenas de la región andina contra el estado. Muchas comunidades en Bolivia han expulsado a la policía y aplican ahora sus tradicionales leyes comunales indias.
El mes pasado, los indios colgaron cabeza abajo, de una farola, a un alcalde acusado de corrupción y le prendieron fuego. El alcalde murió.

18 de julio de 2004
©washingtonpost ©traducción mQh

REFERÉNDUM DEJA VER DIVISIONES - alistair scrutton

El Alto, Bolivia.Los indios bolivianos que se unieron el año pasado para derrocar a un poco popular presidente están ahora divididos sobre si apoyarán o no al nuevo presidente Carlos Mesa en el referéndum sobre el futuro de las reservas de gas natural del país.
El referéndum del domingo sobre lo que Bolivia debería hacer con sus enormes reservas de gas es también un voto de confianza en Mesa, que asumió funciones en octubre después de que su predecesor fuera obligado a renunciar a raíz de las protestas indias en las que murieron decenas de personas.
"Los grupos indígenas aquí están más divididos", dijo Mario Roque, editor de El Alteño, el diario de la ciudad satélite El Alto, de la capital. "Ahora hay gente que cree en Mesa. Y las heridas de octubre todavía no han cauterizado. No están en condiciones de seguir protestando y tener más muertes".
Esta ciudad de 700 mil habitantes, principalmente aimará, fue el centro de la revuelta de octubre, en la que La Paz fue sitiada y el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada, derrocado. Luego las calles se llenaron manifestantes que quemaron llantas contra las medidas de mercado libre del presidente, especialmente en la industria energética.
Un año más tarde, los líderes indios llaman a protestar contra el referéndum, que no incluye la pregunta que ellos quieren: si la industria energética debería ser nacionalizada.
Pero en El Alto los llamados de esta semana a bloquear las carreteras fueron recibidos con frialdad, incluso en la ciudad que es un semillero de activismo político indígena en este país de ocho millones de habitantes.
"Creo que la gente no recibió las instrucciones para protestar", dijo este sábado el líder indio Javier Paz, 58, mientras esperaba en vano que llegaran manifestantes para bloquear una carretera atiborrada de autobuses tocando el claxon y vendedores ambulantes.
El fracaso de la protesta demuestra que algunos indígenas están dispuestos a darle a Mesa una oportunidad. Su tasa de popularidad es de cerca del 70 por ciento y los sondeos muestran que una mayoría de bolivianos podría votar las propuestas del gobierno.
Mesa se está jugando su supervivencia política en el voto de cinco preguntas sobre si el estado debe aumentar su control de la producción y exportaciones más que nacionalizar.
Una división en el liderato indio nacional ha ayudado a Mesa. Hay dos líderes principales: Evo Morales, un moderado que apoya a Mesa, y el antiguo guerrillero Felipe Quispe, que dijo que los indios quemarán sus papeletas.
Pero muchos indios todavía están furiosos de que el referéndum no pregunte a los electores si quieren que la industria energética sea nacionalizada y se expulse a las compañías extranjeras, una pregunta simple que creen que los bolivianos pobres y analfabetos comprenderían y aprobarían.
Muchos indios en El Alto sospechan que el gobierno quiere engañar a la gente con preguntas complicadas. Las encuestas locales, dijo Roque, mostraban que en El Alto la mayoría votaría el no.
"Mucha gente de El Alto no sabe leer. Están indignados de que se les pregunte votar cinco preguntas que no pueden entender", dijo la secretario Eugenia Blanco.
"Quizá no salgan a protestar a la calle, pero sí van a estropear las papeletas", agregó. "Pero de todos modos no hay comparación con octubre. Algunos quieren darle a Mesa una oportunidad".

18 de julio de 2004
©washingtonpost ©traducción mQh

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