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en las garras de un chulo


La figura del chulo está bien afianzada en Ámsterdam. Cada vez hay más chicas que caen en sus garras, pasando a aguantar lo que les echen. Se enamoran de estos guapos jóvenes, que son hábiles para someterlas emocionalmente y hacerse ricos a su costa, (sacan por cada una del orden de los 1.000 euros diarios). En este artículo del Parool se describen sus estrategias.

[Mijntje Klipp y Malika Sevil] Ámsterdam. Toos Heemskerk vio una chica escuálida detrás de una ventana del barrio rojo. Un caso de anorexia. Una semana antes había tenido un aborto; todavía sangraba, y físicamente no estab en absoluto en estado de trabajar. Por cierto: se había metido una esponja.
La muchacha recibió en ese momento una llamada de su chulo, que estaba preso por otro delito. Le dijo: ‘Cariño, tómate libre este fin de semana'. "Entonces ella me dijo: ‘Viste? Es que me quiere de verdad'."
Heemskerk, que trabaja desde ya hace 9 años como trabajadora social del Scharlaken Koord, por lo que visita el barrio todas las semanas, y esta bien acostumbrada, tenía lágrimas en los ojos.
Esto ilustra lo mal que les puede ir a las víctimas de un chulo. Totalmente obsesionadas. Totalmente dependientes. Primero las explotan en aparcamientos, en habitaciones encima de coffeshops, y en habitaciones de hotel. Cuando ya tienen 18 años, las ponen en las ventanas. "Yo hablé una vez con alguien que el mismo día que cumplió los 18 su chulo la puso inmediatamente por primera vez en una ventana", cuenta Heemskerk.
Cuando te enteras de que una chica de estas puede ganar al día mil euros, y de que un chulo puede tener a veces 3 o cuatro a la vez trabajando para él, entonces te das cuenta de lo lucrativo que puede ser esta rama de la criminalidad. "Además, la posibilidad de que los pillen es más pequeña que en el tráfico de drogas, por ejemplo. Porque es difícil probar que las prostitutas han sido obligadas a dicha situación".
Las chicas, que por lo general tienen unos 15 o 16 años caen en manos de un chulo, no reciben ni un centavo. Y trabajan sin parar; algunas hasta siete días a la semana, dice Heemskerk. "Yo conozco a una chica a quien metieron a las 10 y media de la mañana en un cuarto con una bolsa de condones, para recogerla a las 4 de la mañana".
Enfermísima o no, siempre detrás de la ventana. Como el caso también de aquella chica que, poco después de haber sido operada de apendicitis, se ofreció a los hombres. "Gente como ella sabes que no va bien encaminada, aunque te diga que lo hace por ella misma quiere".
Chulos los tienes holandeses, surinameños, turcos y marroquíes, pero hay algo que tienen en común: "Son chicos dominantes y atractivos, y con un ojo especial para las chicas vulnerables".
Siempre son iguales: los chulos son tipos listos, tienen generalmente mucho dinero, saben atraer la atención frente a los colegios, en el tren, el coffeshop, e incluso en la acer ade los centros de acogida. Prestan atención, y les hacen regalos, a sus presas, que por distintas razones nunca la han recibido, y acaban rindiéndose.
Una estrategia sicológica, por la que las víctimas emocionalmente pasan a depender totalmente de ellos, asegura Heemskerk. Su organización, parte del movimiento evangelizador Tot Heil des Volks, ha iniciado un proyecto que lleva el nombre de ‘Beware of Loverboys' [Ten Cuidado de los Chulos]. "Primero está el enamoramiento, la euforia; luego el chulo intentará alejarla de su entorno: en cualquier caso se encargará de que surgan conflictos en casa de lachica. Para ello hay algunos trucos. LLevarla tarde a casa, por ejemplo, de modo que la muchacha discuta con los padres".
Un paso crucial, y generalmente irrevesrible, es el del sexo pagado. También hay técnicas para ello: uno de los más extremos es la violación en grupo preparada. En ese caso el chulo mete en acción a amigos, hermanos o primos, que tendrán que abusar de la chica. "Cuando están ocupados violándola, entra corriendo el chulo para ‘salvarla'". De nuevo estamos ante la apropiación emocional.
Por un lado el chulo hace de héroe, y por otro la integridad física de la víctima de tal modo tocada, ‘robada' -como dice Heemskerk- que el paso hacia la prostitución se hace fácil. "Sobre todo si se trata de víctimas marroquíes o turcas, porque estas pierden en la violación la virginidad. Para estas no hay camino de vuelta. Y el chico les dice además que él va a guardar el secreto. Muy oportuno, pues así él le transmite a ella la sensación de que han cerrado un acuerdo".
Las chicas se someten de tal modo a su ‘amigo' que se lo dan todo. A modo de ilustración: muchas de ellas se hacen un tatuaje con el nombre de él, la forma última de la entrega. Además, esta ‘marca' es inmediatamente una señal para el resto de chulos del barrio rojo: mantén distancia. Una vez allí es cuando empieza el desastre de verdad: prostitución, abortos, maltratos; porque están a la orden del día, dice Heemskerk.
"Conozco una chica a la que le pegaron tan brutalmente que le destrozaron los tímpanos. Otra me contó que su amigo le pisoteo tanto la barriga que le provocó un aborto". Poco después estaba otra vez trabajando. No quería dejar de hacerlo; incluso entonces. "Siguen ahí para no tener que verse sin hacer nada, porque ello supondría tener que enfrentarse a la realidad. Y cualquier cosa menos eso".
©het parool ©traducción mQh

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