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holanda

armas nucleares en holanda


La correspondencia secreta del Departamento de Estado y las delegaciones diplomáticas estadounidenses en el mundo, hecha pública por Wikileaks, confirma la presencia de "armas nucleares tácticas" en Holanda y Bélgica, informaron hoy medios de los dos países.
Holanda. Un mensaje secreto enviado por el embajador norteamericano en Alemania al Departamento de Estado en Washington menciona la presencia de armas tácticas estadounidenses en Alemania, Holanda, Bélgica y Turquía, según el diario Algemeen Dagblad y Radio Nederland.
Según el diario belga De Standaard, la presencia de armas nucleares estadounidenses en la base militar belga de Kleine Brogel, en Flandes, era para la población local "un secreto a voces".
Según informó la emisora holandesa Radio Nederland, los mensajes secretos publicados el domingo por Wikileaks se refieren a una conversación entre el embajador estadounidense en Alemania, Philip Murphy, el vicesecretario de Estado en el Departamento de Estado para Asuntos Europeos y de Eurasia, Phil Gordon, y el asesor de seguridad nacional alemán, Christoph Heusgen.
Este último dijo a sus interlocutores que el gobierno de Berlín se oponía a la retirada de las 20 armas nucleares estadounidenses estacionadas en territorio alemán debido a que Rusia todavía cuenta con miles de armas de ese tipo. Los gobiernos en Holanda y Bélgica se negaron continuamente a confirmar ni desmentir la presencia de armas nucleares estadounidenses en su territorio.
30 de noviembre de 2010
©página 12
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marihuana elude prohibición


Cannabis elude prohibición de fumar en bares de Holanda.
[Catherine Hornby] Amsterdam, Holanda. Holanda introdujo a partir del martes la prohibición de fumar tabaco en bares y restaurantes, pero los consumidores de cannabis podrán seguir encendiendo sus cigarrillos, pipas y vaporizadores en los ’coffee shops’ de todo el país.
Los carteles de "No fumar" estaban claramente a la vista en los tradicionales cafés holandeses y en los bares de moda, mientras que los dueños de los ’coffee shops’ sacaron panfletos con las nuevas normas de consumo, que incluían sugerencias de sustitutos al tabaco como una mezcla de hierbas.
"Muchas culturas no fuman cannabis con tabaco. Los estadounidenses frecuentemente usan la pipa. Sin embargo, los holandeses están acostumbrados a fumar con cigarrillos, así que va a ser más un fastidio para ellos," dijo Barbara Bovenkerk, encargada del ’coffee shop’ Green House.
"Los primeros días será un poco extraño, pero finalmente la gente lo aceptará. Hace un tiempo prohibieron el alcohol en los ’coffee shops’ y todo el mundo protestó pero después se acostumbraron," añadió.
Las drogas blandas están prohibidas de forma oficial en Holanda pero los compradores tienen permitido llevar consigo menos de cinco gramos de cannabis. En los coffee shops se venden pequeñas cantidades, lo que los hace una gran atracción para los turistas.
Bajo la nueva normativa, mezclar cannabis con tabaco podría significarles a los dueños de estos establecimientos una multa de 2.400 euros.
Algunos de ellos han mostrado su preocupación porque esta prohibición lleve a que la gente fume cigarrillos de marihuana más fuertes y estimule a los fumadores a salir a la calle.
"Fumarlo puro puede tumbarte, y quizá ser más adictivo. La cultura de fumar también puede migrar hacia los espacios abiertos, las calles y los parques," afirma Pieter van Wallen, gerente del ’coffee shop’ Rokerij.

¿Muerte de los Coffee Shops?
La prohibición de que se fume tabaco también es vista como un paso que acerca a los tradicionales ’coffee shops’ hacia su muerte.
"Los ’coffee shops’ se extinguirán en 10 años, hay mucha presión por el control social," afirma Bovenkerk.
Los cafés y restaurantes han expresado su preocupación por la prohibición y un grupo de propietarios de bares ha llevado el asunto ante los tribunales, pidiendo excepciones para los locales pequeños.
Sin embargo, otros dueños de locales de consumición piensan que la gente se adaptará rápidamente.
"Esto no va a afectarnos tanto como creemos. El momento también es propicio: el clima está agradable así que la gente puede salir afuera para fumar," afirma Dennis Bosma, encargado del Café de Gaeper, un tradicional local holandés.
Los fumadores también han visto lados positivos a la prohibición.
"No es saludable, así que es mejor que todo el mundo lo deje," asegura un camarera de 23 años y ex fumadora llamada Liane Mosselaar. "Creo que la prohibición va a funcionar bien aquí. Va a ser una sorpresa al principio pero nos vamos a hacer a la idea."

2 de julio de 2008
©Thomson Reuters
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retrato de un fascista platinado


Un enemigo holandés del islam espera su estreno.
[Gregory Crouch] La Haya, Países Bajos. El pelo platinado de Geert Wilders toca hasta las raíces de su personalidad.
Durante más de dos décadas, Wilders, un controvertido parlamentario holandés y enemigo del islam, ha teñido su pelo provocativamente -algunos dicen provocadoramente- de rubio platino.
El color lo hace sobresalir en los grupos, algo que no es terriblemente conveniente para alguien que recibe frecuentes amenazas de muerte de parte extremistas musulmanes.
Pero Wilders ha fundado su carrera -y ahora un nuevo partido político- sobre una arriesgada y desafiante extravagancia que abarca todo, desde su estilo de pelo hasta su retórica anti-musulmana.
A unos días del estreno de su anticipado filme contra el Corán, Wilders recordó en una entrevista el consejo que recibió hace unos años de unos líderes políticos sobre cómo seguir adelante.
"Primero, tienes que moderar tus opiniones sobre el islam", recordó. "Segundo, cambia tu estúpido pelo".
No ha hecho ninguna de las dos cosas.
"Si la gente me presiona, hago exactamente lo contrario", dijo.
Wilders, 44, ha sido noticia aquí en estos últimos días por su corto de diez a quince minutos que dice que ha describe al islam como la fuente de inspiración de los atentados terroristas y otras formas de violencia. Tras fracasar en sus intentos de convencer a algún canal de televisión holandés de que transmitieran su película íntegramente, dijo que pensaba subirla a internet para fines de mes.
Para Wilders, el Corán y ‘Mi lucha', de Hitler, son equivalentes. Dice que el Corán debería ser prohibido en los Países Bajos y declaró en una entrevista que el profeta Mahoma se parecía al dictador alemán.
"Si estuviera hoy vivo, Mahoma sería tratado como un criminal de guerra, sería deportado y encarcelado", dijo.
Líderes holandeses musulmanes moderados como Mohamed Rabbae, presidente del Consejo Holandés-Marroquí, se irritan con el punto de vista de Wilders sobre el islam y su profeta.
"Wilders está un poco loco, si se puede decir así, porque está luchando contra alguien que es del siglo seis, no de nuestra época", dijo Rabbae.
Prácticamente nadie sabe en qué consiste el corto de Wilders; ni el preocupado primer ministro holandés ha podido verlo. Pero el mero hecho de que Wilders sea su musa hace que la gente aquí y en parte del mundo musulmán se ponga nerviosa.
Wilders dijo que hizo el corto para mostrar que el "islam y el Corán son parte de una ideología fascista que quiere terminar con todo lo que defendemos de una democracia occidental moderna".

Algunos consideran la película de Wilders -titulada ‘Fitna', árabe para guerra civil- como probablemente un delito de odio y ya han presentado denuncias en varias ciudades holandesas, preocupados de que sus declaraciones pasadas y la película polarice a grupos religiosos y promueva la discriminación.
Sus partidarios dicen que protege los valores tradicionales holandesas. Sus críticos, y son muchos, dicen que es un descontrolado, un extremista de ultraderecha que pone en peligro la buena reputación del país por sus propios intereses políticos. Otros son aún más severos; un ex dirigente sindical dijo que Wilders era un "demonio".
"Por supuesto que no soy un demonio", respondió Wilders, algo sorprendido. "Le parezco un demonio a usted? Quizás, pero no lo soy".
Wilders, que vive con protección policial permanente en un lugar secreto, no se amilana con las amenazas de los talibanes de aumentar los ataques contra los soldados holandeses en Afganistán si la película llega a distribuirse.
Tampoco le convencen sus compatriotas en el extranjero que, recordando la conmoción que causaron las caricaturas danesas con el profeta Mahoma, temen que la película pueda hacer más difíciles sus vidas, o incluso ponerlas en peligro.
Maxime Verhagen, ministro holandés de Relaciones Exteriores, dijo a un periodista de televisión que pensaba que era "irresponsable transmitir la película".
"Eso es porque empresas holandesas, soldados holandeses y residentes holandeses correrán peligro", dijo Verhagen.
Esas declaraciones espolonean todavía más a Wilders y, en su opinión, prueba sin quererlo que el islam es una religión rígida e intolerante cuyos seguidores tratan de acallar las críticas, a menudo violentamente. Definiéndose a sí mismo como un defensor de la libertad de expresión, Wilders dijo que no habría tanto escándalo si su corto girara sobre la Biblia.
"No podemos tolerar nunca a personas que usan medios no democráticos, gente que recurre a la violencia antes que a los argumentos, gente que usa cuchillos en lugar del debate, no podemos permitir que ellos definan nuestras agendas", dijo.
Después del estreno aquí en 2004 de un cortometraje que mostraba gráficamente los abusos a que son sometidas las mujeres en el mundo musulmán, el director Theo van Gogh fue asesinado por un extremista musulmán.
Wilders, al que todavía le quedan seis años en el parlamento, no estuvo asociado con esa película, pero se ocultó durante un breve periodo cuando las fuerzas de seguridad del gobierno dijeron que temían que él fuera la próxima víctima.
Dos años después, los recuerdos del asesinato de van Gogh -junto con la preocupación sobre la inmigración musulmana- ayudaron a Wilders y a su recién formado Partido por la Libertad, a hacerse con el seis por ciento de los escaños del Parlamento.
De los 16.5 habitantes de los Países Bajos, un millón son musulmanes o descendientes de musulmanes. Muchos de ellos son los llamados inmigrantes invitados de Marruecos, Turquía y otros países islámicos que llegaron aquí hace décadas para trabajar en fábricas y se quedaron con sus familias.
De vez en vez estallan conflictos entre la sociedad holandesa -que admite el matrimonio homosexual y ha legalizado la prostitución, por ejemplo- y la minoría musulmana a menudo conservadora, y Wilders ha utilizado provechosamente esos roces.
"Diez al quince por ciento de los votantes holandeses lo ven como un nuevo líder, un dirigente que se atreve a decir lo que piensa", dijo Hugo van der Parre, editor del programa de noticias ‘Nova', en un canal holandés. Pero "también mucha gente lo ve como un chiflado".

Wilders dice que detesta al islam, pero no a los musulmanes. "Creo que la ideología musulmana es retrasada, peligrosa, pero hago una distinción", dijo. "No odio a la gente. No odio a los musulmanes".
Agregó: "No estoy diciendo que todos los musulmanes sean malos o terroristas o criminales. Nunca me oirás decir eso".
Wilders, casado sin hijos, disfrutó de una educación católica, pero ya no es religioso. El menor de cuatro hermanos, ha viajado y trabajó en Oriente Medio durante dos años después de la secundaria. Desde entonces, dice, ha visitado Israel al menos cuarenta veces y mantiene el contacto con gente de allá. Pero no tiene amistades en la región, y admite que no tiene amigos musulmanes.
Pese a sus afirmaciones, algunos musulmanes creen que la animosidad de Wilders hacia el islam se extiende también a ellos.
"Si dices que el profeta es un criminal de guerra, lo que estás diciendo es que odias a los musulmanes",dijo en una entrevista el columnista de un periódico holandés, Youssef Azghari. "Debido a que el profeta es un símbolo. Él inventó el islam".
Debido a que nadie ha visto el corto de Wilders, algunos aquí han empezado a preguntarse si acaso es tan real como el color de su pelo, un hábil truco publicitario ideado para demostrar su argumento de que el islam y la libertad de expresión no pueden coexistir.
Wilders insiste en que la película es tan real como la persistente creencia de que el islam es un peligro para los holandeses y otras sociedades occidentales.
"Tengo tantos problemas, a nivel privado y políticamente, que si lo hiciera por razones de publicidad, estaría loco", dijo.

23 de marzo de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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sexo, drogas y dudas


[Geraldine Baum] En Holanda en estos días no todo es posible. Muchos holandeses piensan que su estilo de vida tolerante ha ido demasiado lejos; otros dicen que lo que ido demasiado lejos son las nuevas restricciones.
Amsterdam, Países Bajos. Las vacaciones pasaron volando. Después de dejar sus mochilas en un hostal, Ryan Ainsworth y su compañero Richie Bendelow encontraron una tienda que vendía pociones herbales que prometían colocarlos y hacerlos felices de quinientos modos. Pero los jóvenes británicos se fueron directamente a los hongos alucinógenos empaquetados en envases de plástico transparente tal como que se veían en casa en el verdulero.
La pareja cogió la octavilla con información que aconsejaba hervir primero los hongos para producir un té "y acelerar el efecto". También advertía no ingerirlos al mismo tiempo que drogas duras o alcohol, pero que "un porrete de marihuana no es un problema y te puede dar una sensación positiva y relajante".
Estos tíos no necesitaban consejos: ya lo habían hecho antes en este paraíso de valores libertinos y elegantes canales. Después de pagar 24 dólares se dirigieron al exuberante Vondelpark y entre los dos se tragaron toda la caja.
Al día siguiente, cuando salían de una cafetería donde habían comprado medio gramo de marihuana, no tenía mucho que decir sobre la tarde en el parque. "Oye, estamos de vacaciones en Holanda", dijo Ainsworth, 22, instructor de piragüismo. "Cualquiera cosa puede pasar".
Pero puede ser la última vez para las drogas, el sexo y la filosofía de vive y deja vivir en Holanda, uno de los países más famosos del mundo por su tolerancia.
La prostitución, el aborto, la eutanasia, el matrimonio homosexual y los hongos mágicos son legales aquí desde hace bastante tiempo, y las drogas blandas como la marihuana son técnicamente ilegales, pero vendidas con la venia oficial en pequeñas cantidades en ‘cafeterías' [coffieshops]. Sin embargo, en los últimos años la inquietud sobre la inmigración musulmana y negra así como un estilo de vida que muchos creen que ha ido demasiado lejos ha modificado las actitudes de los holandeses, alejándolo de la tolerancia y de la permisividad.
En 2006 el parlamento prohibió que las cafeterías vendieron alcohol si vendían al mismo tiempo marihuana; ahora los legisladores están discutiendo su localización a al menos 250 metros de las escuelas. Este año entrará en vigor la prohibición de la venta de hongos alucinógenos.
"Llevo quince años en este negocio, y nunca antes había sentido tanta presión", dijo Olaf van Tulder, gerente de la Green House, parte de una cadena de populares cafeterías de propiedad de un holandés al que la revista High Times ha apodado el ‘Rey del Cannabis'.
En un día de semana hace poco eran sólo las diez de la mañana, pero los vendedores de marihuana, en el mesón de marihuana en la parte de atrás de la Green House, ya estaban pesando diligentemente pequeñas bolsas de hierba en una balanza y la mayoría de las mesas estaban ocupadas por clientes liando sus porretes.
Casi nadie bebía café.
Dos jóvenes italianos, que ya se veían algo perdidos, levantaron dos dedos y apuntaron al hachís más caro que había en el menú, el Dutch Ice-Olator Supreme a 51.80 dólares el gramo. Eduardo, el amable vendedor, puso dos gramos en dos bolsas, mostró el precio a los italianos en una calculadora y los despidió con un ‘Ciao babies!'.
Los negocios marchan bien, pero la lucha diaria con la nueva unidad de la policía antinarcóticos hace sentirse a van Tulder como si estuviera bajo sitio. "Si encuentran una moto aparcada en doble fila frente a nuestro local, pueden cerrarnos", dice.
Como la mayoría de los amsterdameses, van Tulder, 35, no fuma marihuana muy a menudo, pero está preocupado de que las políticas conservadores maten la cultura holandesa. "Escucha, esta gente quiere imponer su religión a la sociedad, y creo que Amsterdam se está muriendo debido a eso. Es agradable escapar de la realidad".

Joel Voordewind creció en esta ciudad deleitándose en la escena musical punk, y tocando la batería en una banda llamada No Longer Music (debido a su volumen). Pero nunca se sintió cómodo con el uso de las drogas y la prostitución en Amsterdam y de niño evitaba el barrio rojo "porque ahí te puedes meter en problemas".
Ahora este hombre alto, de cara de niño e hijo de un pastor evangélico, tiene 42 años y es miembro del Parlamento. Su partido Unión Cristiana, que basa gran parte de su programa político en las doctrinas bíblicas, está tratando de reformar a un gobierno que estima que está moralmente a la deriva. Aunque su partido controla sólo dos de los dieciséis ministerios, se ha unido a los liberales en la lucha por la defensa de los refugiados, las familias pobres y el medio ambiente, al mismo tiempo que condena la homosexualidad, la eutanasia, el aborto y la experimentación juvenil "con todo".
"La gente está harta de la actitud indolente del gobierno. La llamamos, ‘Si está prohibido, lo toleraremos'. Como con las drogas blandas. Están prohibidas, pero hacemos la vista gorda", dijo, sorbiendo café en un bar de la estación de trenes de Amsterdam. "Tenemos un montón de políticas de ese tipo, y eso ha dado a la gente la sensación de que el gobierno les estaba diciendo que podían hacer lo que querían".
Aunque la tolerancia y la diversidad han sido durante largo tiempo objeto de orgullo nacional, una serie de inquietantes acontecimientos ha hecho a los holandeses más receptivos a la idea "de un gobierno firme con normas y valores claros", dijo.
El asesinato del poco ortodoxo político populista Pim Fortuyn en 2002 y del cineasta [de extrema derecha] Theo van Gogh dos años después, que ambos avivaban los temores por el extremismo islámico, han traumatizado a este país predominantemente blanco y cristiano.
Los extrovertidos holandeses acogió a los extranjeros -y sus mezquitas y escuelas islámicas-, pero se han mostrado menos tolerantes con aquellos que no comparten su tipo de tolerancia. Y también se están preguntando porqué invitan a los turistas a drogarse en sus parques y permiten que sus bonitos vecindarios degeneren en escabrosos Disneylands con clubes de sexo y en locales de masaje.
Amsterdam posee el más famoso e histórico barrio rojo de Europa occidental. Aunque después de ocho siglos no es probable que desaparezca dentro de poco, está en medio de una reinvención.
El mes pasado, el alcalde de Amsterdam y el Ayuntamiento revelaron un plan para eliminar los burdeles y los servicios de escolta obligando a los dueños a solicitar nuevos permisos y elevando la edad mínima de las prostitutas de dieciocho a veintiún años. La ciudad también está gastando 37 millones de dólares en la compra de un propietario que posee un cuarto de los edificios de la ciudad donde mujeres prácticamente desnudas posan detrás de vitrinas en los ventanales, con luces rojas destellando literalmente sobre sus cabezas.
Si el ayuntamiento se sale con la suya, las ventanas con mujeres a la venta cederán el paso a vitrinas de ropa de mujeres, y los históricos edificios serán remodelados para instalar hoteles y restaurantes de lujo, con el resto de los burdeles a apenas unas cuadras de distancia.
"La imagen romántica de la zona es anticuada. Hay muchos abusos en la industria del sexo y es por eso que el ayuntamiento tiene que hacer algo", dijo en una rueda de prensa anunciando los cambios el alcalde de Amsterdam Job Cohen, miembro del Partido Laborista. "No queremos eliminar la prostitución, pero sí queremos limitar significativamente la delincuencia".
Políticos locales en toda Holanda han concluido que al legalizar la prostitución en 2000, abrieron sus ciudades a organizaciones criminales internacionales que trafican en mujeres, niños y drogas duras. Las autoridades quieren erradicar la delincuencia y están también harta de los turistas de fines de semana borrachos mirando prostitutas y comprando drogas ilegales en la calle.
De hecho, estas sórdidas escenas son una sorpresa en esta bella ciudad llena de viejas iglesias y bicis -hay seiscientas mil, para 750 mil personas. En el barrio del centro, las calles están bordeadas de edificios de los siglos diecisiete y dieciocho, con muchas tiendas que venden pintorescamente chanclos y quesos o librerías de viejo que atraen a los estudiantes.
Pero dobla una esquina y verás en una ventana a un maniquí que adquiere vida a medida que una joven polaca desbordándose de su bikini. Sobre la ventana hay un número y un tubo de luz de neón roja. Cuando cambia de postura, con los hombros hacia atrás y estirando el mentón, trata de mantener el equilibrio sobre un alto taburete.
Unas ventanas más allá albergan a dos dominicanas más viejas vestidas con una combinación blanca y compartiendo un gordo porrete; se ven aburridas y congeladas. Cerca de ahí, una chica con un traje de baño de cuero negro -es una holandesa de largo pelo rubio- habla por su celular mientras hace guiños con sus ojos y sopla besos a un grupo de rusos.
Los hombres vuelven a pasar un par de veces, pero la chica holandesa decide alentarlos, y cuando se ven indecisos, se baja del taburete y se deja caer sobre la cama de una plaza de su diminuto cuarto. Entonces cierra los ojos.

Marisha Majoor, que dirige el Centro de Información sobre la Prostitución, empezó a hacer la calle hace veinte años cuando casi todas las prostitutas eran holandesas y el comercio estaba menos organizado. Finalmente abandonó el oficio y empezó el centro, un pequeño local al lado de una de las iglesias más antiguas de Amsterdam. Opera más o menos como cualquiera tienda turística, excepto que vende decenas de artículos relacionados con el sexo, como lápiz labial en forma de pene y magnetos de nevera de pechugonas prostitutas.
Majoor, 37, está convencida de que la nueva inquietud sobre la explotación de las mujeres y la delincuencia es simplemente un truco para remodelar estas zonas y, desde su punto de vista, sólo significará que más prostitutas serán obligadas a trabajar en condiciones inseguras.
También atribuye la nueva ansiedad sobre el barrio rojo al temor de los inmigrantes.
"Para muchas mujeres del mundo, trabajar en Holanda es mucho mejor que trabajar en sus propios países", dice Majoor.
Mientras habla, un joven británico entra a la tienda para preguntar cuánto dinero cobran las mujeres en las vitrinas (de 52 a 74 dólares por diez a quince minutos). Cuando el joven pregunta sobre el sexo seguro, una colaboradora de Majoor le vende una ‘Pleasure Guide' con los hechos y advertencias pertinentes.
Voordewind quiere cambiar radicalmente el barrio rojo de su ciudad natal. Hace poco propuso convertirlo en una colonia de artistas, como el barrio Montmartre de París. Quiere que el ayuntamiento compre las vitrinas restantes y remodele los edificios en su belleza original e instale allí talleres de artistas y galerías de arte.
"Ahora el barrio es una atracción turística no debido a los bellos edificios, sino por las vitrinas", dijo. "Es una situación muy deprimente... Quiero cambiarla completamente".

geraldine.baum@latimes.com

8 de enero de 2008
4 de enero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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condena por injurias


Condenan a holandés por injuriar a la Reina.
Amsterdam, Holanda. Un holandés de 47 años fue condenado hoy a siete días de prisión y al pago de una multa de 400 euros por haber calificado de "puta" a la Reina Beatriz, en lo que es la primera condena en años en Holanda por injurias a la Reina.
"Odio a la Reina. La Reina de Holanda es una puta", le gritó el hombre el pasado 7 de junio en Amsterdam a un policía con el que había comenzado a discutir en la calle, según informó la agencia holandesa ANP.
A continuación describió el acto sexual que quería realizar con la Reina y que, según dijo, "a ella le iba a gustar mucho".
Las personas culpables de pronunciar injurias contra la Reina pueden ser condenadas a hasta cinco años de cárcel en Holanda.

30 de julio de 2007
©la nación
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murió alida bosshardt


Fundó el refugio del Ejército de Salvación en Amsterdam. A los 94.
Murió el lunes, por causas naturales, Alida Bosshardt, 94, que pasó más de cincuenta años trabajando para el Ejército de Salvación y fundó un centro de acogida para prostitutas y drogadictos en el barrio rojo de Amsterdam, informó la organización cristiana.
Bosshardt se incorporó al Ejército de Salvación en 1934 y fue encargada de trabajar con mujeres en el barrio rojo de la ciudad poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial. Fundó un centro de ‘buena voluntad' que se convirtió finalmente en un lugar al que llegaba en busca de refugio y servicios sociales gente con problemas -prostitutas y sus hijos, vagabundos y drogadictos.
Jubiló en 1978, a los 65, pero siguió trabajando como voluntaria y asistiendo a reuniones públicas hasta poco antes de su muerte.
Jan Peter Balkenende, primer ministro holandés, elogió en televisión nacional la "sabiduría, amor y compasión" de Bosshardt, y la Casa Real declaró que la Reina Beatriz estaba "conmocionada" con la noticia de su deceso.

27 de junio de 2007
©los angeles times
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identidad liberal a prueba


[Molly Moore] Cambiantes patrones en tejido social de Holanda ponen a prueba su identidad liberal.
Amsterdam, Holanda. Durante años, W.B. Kranendonk fue un llanero solitario en la política holandesa: editor de un diario cristiano ortodoxo en un país que ha legalizado la prostitución, la eutanasia, el aborto y el matrimonio homosexual y que permite el uso personal de la marihuana.
Hoy, por primera vez con un partido político cristiano ortodoxo en el gobierno, y con las ansiedades sobre la inmigración impulsando una búsqueda nacional de la identidad, el país que ha sido el laboratorio político más socialmente liberal del mundo está reconsiderando su política de permitirlo todo.
Y repentinamente, Kranendonk ya no está tan solo.
"La gente en los altos círculos políticos está diciendo que no puede ser bueno vivir en una sociedad que es tan liberal que todo está permitido", dijo Kranendonk, editor de un diario protestante reformista y una voz cada vez más influyente que resuena en la cambiante opinión pública holandesa. "La gente está diciendo que deberíamos tener valores; la gente está pidiendo más y más normas en la sociedad".
En todas las ciudades de Holanda, alcaldes y ayuntamientos están cerrando las tiendas donde se vendía, liaba y fumaba marihuana. Las municipalidades están clausurando los burdeles donde se permitía que las prostitutas ejercieran su oficio legalmente. El parlamento está considerando la prohibición de las ‘setas mágicas' alucinógenas. Los miembros cristianos ortodoxos del parlamento han presentado un proyecto de ley que permite que funcionarios civiles con objeciones morales se nieguen a celebrar un matrimonio homosexual. Y las autoridades holandesas está tratando de restringir las actividades de un grupo de activistas por el aborto que ayuda a mujeres de países vecinos donde el aborto está prohibido.
El intento de frenar las legendarias libertades sociales en Holanda no se limita al pequeño y recién habilitado partido de la Unión Cristiana, que tiene dos de los dieciséis ministerios en el gobierno de coalición que se formó este año. Cada vez más, los políticos del partido laborista de centro izquierda se encuentran entre los principales partidarios de cerrar algunos burdeles y tiendas de marihuana -conocidas aquí como koffieshops.
"¿Ha cambiado Holanda? Sí", dice Frank de Wolf, miembro del Partido de los Trabajadores en el ayuntamiento de Amsterdam. "No sólo reina un ánimo diferente en nuestra gente y nuestros políticos. También los problemas son diferentes ahora".
Holanda está atravesando la misma metamorfosis racial, étnica y religiosa que el resto de Europa Occidental: Masivos influjos de inmigrantes negros, árabes y musulmanes están cambiando el semblante social de un país mayoritariamente blanco y cristiano que lucha con su pérdida de homogeneidad.
Pero aquí esas ansiedades son exacerbadas por las alarmas sobre las organizaciones criminales internacionales que se han infiltrado en la prostitución y en el tráfico de drogas del país, la creciente prevalencia de la trata de blancas y tráfico de niños entre fronteras, y la consternación por la imagen de Holanda como una destinación turística internacional para drogas y perversiones sexuales.
"Hay inquietud sobre una globalización en la que los holandeses no pueden controlar su propio país", dijo James C. Kennedy, profesor de historia contemporánea de la Universidad Libre de Amsterdam. "En el país reina un ánimo más conservador en cuanto a fijar límites y asegurarse de que las cosas no se desmanden".
De Wolf, el concejal amsterdamés, es parte de ese movimiento.
"En el pasado, veíamos la prostitución legal como un tema de la liberación de las mujeres; ahora la vemos como una explotación de las mujeres que debe impedirse", dijo de Wolf, en las oficinas de un complejo médico donde trabaja como investigador de HIV y SIDA.
Dijo que la policía amsterdamesa está superada y mal equipada para hace frente a las redes criminales del crimen organizado extranjeras que operan en la ciudad. Las leyes para regular la prostitución y los operadores de prostíbulos han abierto el gremio a bandas criminales, de acuerdo a de Wolf y otros funcionarios del ayuntamiento.
Y de Wolf dice que está harto con la llegada de aviones llenos de británicos a la búsqueda de sensaciones, que toman vuelos baratos a Amsterdam los viernes para organizar parrandas de sexo, drogas y alcohol en el barrio rojo de su ciudad, donde prostitutas apenas vestidas se instalan detrás de ventanales de cristales planos atrayendo con gestos a clientes potenciales.
"Amsterdam goza de la reputación de que aquí puedes hacer lo que quieras", dijo de Wolf. "Esta no es la manera en que quiero que la gente vea a Amsterdam".
Esas mismas preocupaciones han llevado a algunas ciudades a prohibir a los turistas en su tiendas de marihuana y hachís. Ahora en algunas ciudades se exige que los clientes de esas tiendas muestren su carné de identidad holandés para poder entrar, y una nueva ley nacional prohíbe la venta de alcohol en tiendas que venden marihuana y hachís. Algunos legisladores han propuesto exigir que las tiendas adviertan a sus clientes sobre los peligros del cannabis, a imitación de las etiquetas de aviso en productos con nicotina y alcohol.
Ivo Opstelten, alcalde de Rotterdam, la segunda ciudad holandesa, anunció este mes que cerrará todas las tiendas de marihuana que se encuentren a menos de 250 metros de una escuela -casi la mitad de las 62 tiendas de la ciudad.
"Queremos desalentar el consumo de drogas entre los jóvenes", dijo Opstelten, miembro del Partido de los Trabajadores. "Los estudios muestran que las drogas blandas son perjudiciales para la salud y el desarrollo de su cerebro".
Michael Veling, 52, dueño de un koffieshop amsterdamés donde un porrete cuesta cinco dólares cincuenta, dijo que los políticos están buscando crecientemente alguna excusa para reducir la venta de drogas blandas.
"La política de tolerancia se remonta a 35 años", dijo Veling, golpeteando las tapas de unas cajas de plástico con una pungente mezcla de marihuana Neville's Haze con White Widow. "Ahora la palabra koffieshop se ha convertido en símbolo de algo que no queremos en la sociedad".
Pero el historiador Kennedy describe la actitud como una "fatiga nacional con la miseria moral: los holandeses se han terminado aburriendo y ya no están dispuestos a tolerarla".
Dijo que el auge del partido ortodoxo Unión Cristiana, muchos de cuyos miembros rehuyen la televisión como parte de sus estrictas costumbres religiosas, ha coincido con el cambio en la opinión pública.
El ministro de Defensa, Eimer van Middelkoop, es miembro de la Unión Cristiana. Se niega a trabajar los domingos y hace poco rechazó una invitación a participar en la conmemoración del Día del Recuerdo [Memorial Day] en la embajada norteamericana porque se realizó durante el sabat, dijeron funcionarios.
Líderes de la Unión Cristiana dicen que no pretenden prohibir ni la prostitución ni las drogas blandas legalizadas. Y ningún personero está tratando de revertir el matrimonio homosexual, la eutanasia o el aborto, aunque el partido se oponga a las tres.
En lugar de eso, el partido y otros líderes que apoyan algunas de sus posiciones, están "copiando a Estados Unidos", de acuerdo a Rebecca Gomperts, fundadora de Women on Waves, una organización que entrega asesoría online sobre abortos y buques fletados para practicar abortos en alta mar a mujeres de países europeos donde no se permite el aborto.
"Están recortando los bordes, para que la gente no se de cuenta", dijo Gomperts. "Están redefiniendo las normas de lo que es una práctica aceptada".
El editor Kranendonk dijo que su partido Unión Cristiana es realista: "Cuando eres un partido chico, no puedes cambiar todo en cuatro años".
"Si me hubieses dicho en 1995 que uno de los principales partidos cristianos ortodoxos estaría hoy en el gobierno, no lo habría creído", dijo Kranendonk. "Los cristianos son cada vez menos, las iglesias están cerrando sus puertas".
Hizo una pausa y sonrió: "Pero hay otros modos de creer".

24 de junio de 2007
©washington post
©traducción mQh
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amnistía para refugiados


Holanda otorga amnistía a veinticinco mil refugiados.
Amsterdam, Holanda. Unos veinticinco mil inmigrantes cuyas peticiones de asilo habían sido rechazadas, podrán quedarse, declaró el nuevo gobierno holandés el sábado, revirtiendo la política de línea dura de su predecesor.
"Los extranjeros recibirán un permiso sobre la base de que deben integrarse a la sociedad holandesa", declaró el gabinete. "Eso significa no solamente educación y trabajo, sino también integración y vivienda".
La amnistía es para solicitantes que llegaron antes del 1 de abril de 2001 al país, y fueron rechazados.
"Este pone fin a la situación desesperada de mucha gente", dijo Edwin Huizing, director del principal grupo de ayuda a los inmigrantes.

28 de mayo de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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