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TRIUNFO Y CAÍDA DE UN EDITOR EN CHINA - philip p. pan


Recientemente el Partido Comunista permite a los periodistas la cobertura de temas que en el pasado eran tabú, como la corrupción de funcionarios del partido y los abusos policiales. Sin embargo, cuando un diario chino reportó la muerte de un estudiante después de ser detenido y golpeado por la policía, sus editores fueron encarcelados. Todavía lo están.
Guangzhou, China. Eran pasadas las 9:30 cuando los periodistas terminaron de escribir. Las prensas deberían empezar a imprimir la edición del día siguiente del Southern Metropolis Daily en unas horas, y se había reservado espacio para un gran titular en primera plana.
Pero cuando el jefe de redacción nocturno leyó la historia -un reportaje sobre un joven egresado que había sido detenido por la policía local y golpeado hasta la muerte-, titubeó. Luego cogió el teléfono y llamó a Cheng Yizhong, el brillante editor del diario.
Cheng había transformado al Daily en el tabloide más popular y rentable de esta ciudad sureña, poniendo en práctica un estilo de periodismo que los editores están tratando de imitar en toda China. Pero unos días antes en una intervención ordenada por el nuevo jefe del Partido Comunista de la provincia se le había despojado de su título de editor jefe. Ahora era el subdirector del diario.
Otros que estaban en la sala de redacción le habían informado dos veces sobre el artículo, pero dadas las circunstancias, el editor nocturno quería verificarlo con él por última vez, recordaron colegas. No había dudas de que la historia no sería del agrado de los funcionarios de gobierno, y todavía había tiempo para retirarla. Pero Cheng dio orden de publicarla.
El artículo, publicado el 25 de abril de 2003, se extendió rápidamente en la red, y fue copiado por diarios en todo el país. Los periodistas investigaron más, y denunciaron los abusos en una red nacional de campos de detención que vendía y compraba reclusos como si fueran esclavos. A la defensiva ante la creciente indignación pública, Pekín ordenó cerrar los campos y abolió una ley de varias décadas de antigüedad que daba a la policía amplios poderes para encarcelar a gente a voluntad.
Fue una victoria histórica para la prensa china; nunca antes habían periodistas influido tanto en un asunto nacional de manera tan dramática. Pero en marzo Cheng fue arrestado y dos de sus colegas fueron sentenciados a largas condenas de prisión en una investigación sobre corrupción que según fuentes del partido fue un acto de venganza de funcionarios locales.
Lo que le pasó a Cheng pone de relieve la lucha transcendental y compleja que se libra ahora entre los medios de comunicación cada vez más independientes y comerciales y los intereses creados dentro del dominante Partido Comunista. El resultado determinará no solamente el futuro del periodismo en China sino también del más grande sistema político autoritario del mundo.
Más de una década después de que China iniciara reformas económicas mientras continuaba restringiendo las libertades políticas, el gobierno todavía posee y controla todos los diarios y estaciones de televisión del país. Pero los periodistas se han liberado de los censores del partido área tras área y están en medio de una batalla cotidiana por mayores libertades.
Esta ofensiva está en parte motivada por cuestiones económicas. En una amplia revisión de la industria, el gobierno está retirando los subsidios a los puntos de venta de los medios del estado, haciéndoles responsables de sus propias ganancias y pérdidas y abriendo las puertas a la inversión privada. El mercado ha conducido a los diarios a dejar a un lado la propaganda y ofrecer a los lectores historias en las que realmente tengan interés. Muchos se han vuelto hacia el chisme o los espectáculos, pero hay también un motivo financiero para producir una mercadería escasa: un periodismo que desafíe al gobierno.
El partido está dividido acerca de la creciente expansión de las libertades de prensa. Cree que una prensa más asertiva puede ayudar a combatir la corrupción y mejorar el servicio público, pero tiene miedo de perder el control de una institución crucial para su monopolio del poder. Las constantes escaramuzas entre periodistas y funcionarios que quieren suprimir historias donde quedan mal ha amenazado la unidad del partido. Y a medida que los periodistas comienzan a verse a sí mismos como guardianes del público antes que perros falderos del partido, los viejos métodos de control del gobierno se están debilitando.

Nuevo Periodismo
El 1 de septiembre de 1997 los lectores que compraron el Southern Metropolis Daily se encontraron con un tipo diferente de diario del Partido Comunista. En lugar de las últimas declaraciones sobre marxismo, un cuarto de las 16 páginas del diario se dedicaban a la muerte de la princesa Diana. El tabloide sorprendió a sus rivales; casi todos los diarios chinos habían cubierto la muerte de Diana, pero sólo en pocas palabras.
El tabloide era un experimento lanzado por un serio diario del partido, el Southern Daily, para ganar más anunciadores en esta floreciente ciudad de siete millones de habitantes.
Cheng no tenía todavía 30 años, y era el miembro más joven de un comité de tres nombrado para manejar el diario. Era miembro del partido y una promesa en ciernes, el hijo de un campesino que obtuvo un trabajo en el Southern Daily después de estudiar literatura en la más prestigiosa universidad de Guangzhou. Se había destacado antes como editor creativo, de modo que cuando se ofreció como voluntario para empezar con el tabloide, fue nombrado subdirector.
"Significaba más presión y más trabajo, pero él pidió hacerlo", recordó su esposa, Chen Junying, una colega redactora en el Southern Daily. "Quería un trabajo más honesto, más competitivo y más importante".
Un hombre tranquilo, de cara juvenil, Cheng se metió en el proyecto, estudió diarios de todo el mundo, escribió un plan de acción de diez mil palabras y diseñó personalmente la cabecera del tabloide usando una caligrafía del siglo cinco de la dinastía Wei, del norte. Su esposa había recién dado a luz, pero lo que él adoraba era el diario.
El diario tenía entonces menos de cien periodistas y Cheng redactaba y hacía la composición de varias páginas cada noche. También era partidario de un nuevo tipo de periodismo en China, y escribía reseñas de películas extranjeras que son ampliamente disponibles en disco compacto.
Al principio, el diario perdió dinero y los jefes de Cheng tuvieron algunas dudas. En una reunión Cheng dijo que sería pronto el diario más importante de Guangzhou. Sus oyentes estallaron en risas, recordaron sus colegas.
Pero Cheng siguió tratando. Fue el primer diario en China en ofrecer secciones para el consumidor diarias: autos los lunes y propiedad urbana los jueves, por ejemplo. Abrió terreno nuevo con una cobertura a todo trapo de las finales de la Copa Mundial de 1998, llegando a publicar ocho páginas al día durante 43 días consecutivos, haciendo las delicias de este país loco por el fútbol.
El diario también comenzó a destacarse con reportajes más críticos sobre problemas sociales como la delincuencia y la corrupción, causando sensación, por ejemplo, con un reportaje sobre restaurantes que usaban aceite de cocina extraído de desechos de cocina.
Mientras otros diarios evitaron ganarse el antagonismo de funcionarios locales sacando al sol solamente los trapos sucios de otras provincias, el Daily se concentraba en implacables reportajes en su propia ciudad y región.
La estrategia dio resultado. El tiraje subió de 80 mil a fines de 1997 a 380.000 un año más tarde. Después de que el talentoso gerente de publicidad Yu Huafeng se uniera al equipo, los ingresos subieron también. En su tercer año, la circulación alcanzó 610 mil ejemplares y el diario hizo sus primeras ganancias.
Hacia 2000 el Southern Metropolis Daily se había transformado tanto en el de más páginas como en el más caro diario de China, cobrando alrededor de 12 centavos por 72 páginas. Al año siguiente, el partido promovió a Cheng al cargo de editor jefe. Yu se transformó en subdirector y gerente general del diario. La edad promedio de los 2.200 empleados del Daily era de 27 años en 2002. La edad promedio de los miembros de su gerencia era de 33.
El diario era tenaz. Una vez funcionarios locales de la vecina ciudad de Shenzhen trataron de prohibir su venta. Al día siguiente, el titular de la primera plana del diario decía: "Alguien En Shenzhen Cierra Desvergonzadamente Este Diario". Un mes y medio de después, la prohibición fue levantada.
Sus colegas describieron a Cheng como un orador elocuente. En las reuniones semanales del equipo, pedía a sus periodistas recordar que trabajaban para el público. En un memorándum un reportero recordó que había criticado un artículo que describía los problemas que causaba la prostitución en la ciudad. Dijo que el diario debería estar con los débiles y concentrarse en "supervisar" a los fuertes.
"En el negocio de la prensa sabemos cómo no estar en el poder", dijo Cheng en una entrevista distribuida por el departamento de mercadeo del diario en 2002. "Ahora tenemos que aprender a comportarnos como un diario que tiene el poder".
Cheng dijo que el partido había dado a la prensa el mandato de supervisar a los funcionarios locales. Pero agregó que había elegido sus objetivos cuidadosamente. "En China, la supervisión de los medios sólo se puede hacer dentro del sistema existente", dijo. "La libertad significa saber lo grande que es tu jaula".

Victoria Breve
Pocos días después de que Chen Feg fuera contratado como reportero en el Southern Metropolis Daily en marzo del año pasado, recibió un dato prometedor. Una estudiante universitario le dijo que había oído que un diseñador gráfico de 27 años, Sun Zhigang, había muerto después de ser detenido por no llevar consigo su permiso de residencia temporal.
Chen estaba preocupado de que la historia fuera muy delicada. Pero el editor, sin dudarlo, le dio permiso para investigar, recordó.
Chen, 31, un hombre corpulento con pelo cortado al rape, formó un equipo con su colega Wang Lei, 28, más alto y delgado, con una barbita de chivo y pelo largo. Encontraron a la familia de Sun y los convencieron de que pidieran a un médico forense que hiciera una autopsia. Pocas semanas después se enteraron de los resultados: a Sun lo golpearon hasta la muerte.
Los dos periodistas informaron a uno de los editores jefes del diario. Este mostró inmediatamente interés, recordaron, y dio instrucciones específicas. Primero, asegurarse de que todo coincidiera. Segundo, terminar la historia rápidamente antes de que las autoridades de propaganda ordenaran al diario no escribir sobre el tema. China no ha tenido nunca un sistema muy extenso de censores. En lugar de eso, el partido nombra a los editores de todos los diarios, envía directrices prohibiendo la cobertura de materias específicas y espera que los periodistas se censuren a sí mismos. Los que no obedecen son despedidos o degradados, y en algunos casos sus publicaciones son cerradas. En raras ocasiones un periodista puede ser detenido.
Cheng y Wang actuaron rápidamente, entrevistaron a los amigos, empleadores y familiares de Sun, así como a expertos médicos y jurídicos. Luego trataron de entrevistar a la policía y les pidieron que se marcharan de dos comisarías y del Ayuntamiento. Querían escribir la historia al día siguiente.
Pero su editor estaba preocupado, recuerdan. Dijo que deberían haber esperado hasta el último día antes de contactar a la policía, porque la policía podía llamar a las autoridades de propaganda y acallar la historia. Entonces les dijo que la escribieran esa misma noche.
El artículo ocupó dos páginas. En primera plana, un enorme titular decía: "La Muerte Del Detenido Sun Zhigang". El subtitular decía: "Estudiante Universitario, 27, Muere Repentinamente Tres Días Después De Ser Detenido En Una Calle De Guangzhou, Autopsia Revela Que Fue Golpeado Hasta Morir".
La respuesta del público fue abrumadora. Cientos de personas llamaron y enviaron faxes al diario para expresar su indignación o contar sus propias historias de abusos policiales, y decenas de miles publicaron mensajes en la red.
Chen y Wang escribieron una continuación al día siguiente, pero los funcionarios de propaganda bloquearon el artículo, recuerda Chen. Los periodistas, entonces, enviaron la historia a un amigo de un diario de Pekín, donde se publicó pocos días después con un seudónimo.
Poco después, recuerdan, Cheng Yizhong, el editor, los llamó a su despacho para una reunión. Les pidió que siguieran indagando, incluso si no se podían publicar todas las historias. Luego les dijo que esperaba que sus reportajes llevaran a Pekín a abolir la ley que se usó para detener a Sun.
Chen recordó que pensó que su editor estaba loco. "Pensé que tenía fiebre", dijo.
Pero las presiones en pro de los cambios siguieron aumentando. Sun había sido detenido por una ley que el partido usaba para restringir la emigración durante décadas, una especie de sistema de pasaporte interno que permitía a la policía enviar a la gente sin permiso de residencia a cualquiera de los cerca de 700 centros de detención y repatriación en todo el país. Juristas empezaron a pedir la revisión de la ley, diciendo que violaba derechos humanos fundamentales. Los periodistas comenzaron a mostrar cómo la policía a menudo detenía gente a voluntad, los ponían a trabajar en los campos y los detenían ahí hasta que los familiares pagaran pesados rescates.
Cheng mantuvo al Daily al frente de la campaña, y publicó una serie de reportajes y editoriales especiales. Cuando Pekín anunció la decisión de abolir el sistema de detención, también puso la noticia en primera plana.

Venganza Local
Después, algunos altos cargos elogiaron la cobertura del Southern Metropolis Daily como un ejemplo de cómo la prensa podía jugar un papel constructivo en el partido, dijeron fuentes del partido.
Pero el fin del sistema de detención privó a las agencias de policía, una poderosa rama del estado, de una lucrativa fuente de ingresos. Más importante todavía, la historia puso en evidencia a los líderes locales de Guangzhou y quizás arruinó sus carreras.
Funcionarios locales enfurecidos con la prensa recurren habitualmente a las autoridades de propaganda para pedir que se castigue a los periodistas. Pero Pekín comprobó los reportajes del Daily al prohibir el sistema de campos de detención, lo que hizo difícil que los funcionarios de Guangzhou pudieran hacer algo.
Sin embargo, trataron de ejercer presión sobre el diario. El día que se publicó la historia de la muerte de Sun, el secretario del partido en Guangzhou amenazó furiosamente con llevar al Daiy a tribunales, dijeron los periodistas. Más tarde, Cheng recibió una llamada de un antiguo compañero de escuela que le entregó un mensaje de otro importante funcionario del ayuntamiento advirtiéndole que retrocediera, dijeron colegas.
Poco después de que Pekín aboliera la ley de detención, los líderes del partido en Guangzhou ordenaron una investigación de las finanzas del diario y los detectives comenzaron a presionar a los anunciadores por evidencias de corrupción, dijeron funcionarios del partido y anunciadores.
"No pudieron usar el sistema de propaganda para castigar al diario porque este no había cometido ningún error serio", dijo un funcionario provincial del partido, que habló a condición de conservar el anonimato. "Así que recurrieron al sistema judicial".
Dentro de un mes, los fiscales detuvieron a Yu Huafeng, el gerente general del diario, y le interrogaron sobre un collar de 350 dólares que un anunciador había dado a su esposa como regalo con ocasión del nacimiento de su hijo. Yu dijo que él le había regalado al anunciador una cámara de video de mil dólares cuando su esposa había dado a luz, y les mostró la factura para probarlo, dijo su esposa Xiang Li.
Las autoridades se negaron a dejar en libertad a Yu. Pero Cheng movilizó a sus propios partidarios en el partido, y logró que el jefe de propaganda provincial interviniera y obligara a los fiscales a dejar en libertad a Yu, dijeron dos funcionarios del partido.
La confrontación sugirió que el Daily tenía más apoyo en el partido que sus enemigos, y Cheng y Yu se relajaron, dijeron colegas. Hicieron planes para lanzar tabloides como el Daily en otras ciudades, e iniciaron conversaciones con otro diario para unir fuerzas y comenzar uno en Pekín.
A mediados de octubre, en lo que pareció ser un importante respaldo, el departamento central de propaganda del partido de Pekín aprobó el diario. Cheng fue nombrado el nuevo editor general del diario.

Se Intensifica La Represión
Pero Cheng había subestimado a sus enemigos en Guangzhou. Un año antes, el principal funcionario del partido de la provincia de Guangzhou había partido. Su remplazante fue Zhang Dejiang, un líder del partido que pronto se quejó de que los reporteros de Guangzhou eran muy difíciles de controlar, de acuerdo a gente que oyó esas observaciones.
Fue Zhang quien ordenó la represión de marzo en el que Cheng fue degradado a subdirector, dijeron funcionarios del partido. También despidió al editor de otro diario y cerró completamente un tercero.
En diciembre de 2003, los líderes del ayuntamiento recibieron permiso de Zhang o de sus ayudantes para continuar la investigación de corrupción en el Southern Metropolis Daily. Los fiscales volvieron a detener a Yu, y esta vez no le soltaron.
Pero Cheng se negó a bajar el tono de la cobertura del diario. Diez días después de la detención, el Daily lanzó una exclusiva mundial: Las autoridades sanitarias de la ciudad habían identificado un caso de neumonia atípica (SARS), el primero en China en varios meses.
Al día siguiente, el ayuntamiento confirmó el reportaje y declaró que estaban planeando hacer una declaración cuando fueron sorprendidos por la publicación de la noticia. Zhang quedó en evidencia y se puso furioso, dijo un funcionario del partido, pero debido a la inhabilidad del gobierno en ocultar el primer caso de SARS, habría sido difícil castigar al diario por haberlo revelado.
En lugar de eso, la investigación sobre la corrupción se intensificó. A principio de enero de 2004 los fiscales interrogaron a cerca de 20 redactores y gerentes comerciales del diario, incluyendo a Cheng.
Pero incluso con el aumento de las presiones, el Daily ganó algunos de los premios de periodismo más importantes del país y anunció que la circulación había alcanzado 1.4 millones de lectores y los beneficios de 2003 serían del orden de unos 20 millones de dólares, transformándolo en uno de los diarios más exitosos del país.
A fines de enero, Zhang volvió a apretar. En una asamblea general de funcionarios de disciplina, dijeron fuentes del partido, preguntó sarcásticamente si acaso el partido todavía era dueño del Daily. Luego declaró que la prensa no podía solamente supervisar a otros; debía también ser supervisada por otros.
Uno de sus ayudantes acusó a los ejecutivos del Daily de robar fondos del estado, esencialmente condenando a Yu antes del juicio, dijeron funcionarios.
Pocos días después, Cheng leyó un desafiante discurso a su personal. Vestido con una chaqueta negra y una camisa de algodón, y sentado a la cabeza de una mesa de reuniones en una habitación con más de cien empleados, Cheng dijo que había un choque de intereses entre el diario y "unos pocos individuos poderosos" desde que se había publicado el reportaje sobre Sun Zhigang, de acuerdo a testigos y a una copia del discurso.
"Alguna gente está afilando sus armas... Esta tormenta tenía que ocurrir tarde o temprano", dijo. "Estamos preparados. Para el progreso del país, el desarrollo de la sociedad y la felicidad del pueblo, vale la pena sufrir algunas inconveniencias y miserias".
"Pase lo que pase", juró, "no debemos renunciar a nuestros ideales y creencias".
Pocas semanas después un tribunal local condenó a Yu de corrupción por haber transferido fondos de dividendos del departamento de publicidad del diario a la sala de redacción, una práctica habitual en muchos diarios. El tribunal también lo condenó por soborno por haber pagado una bonificación a un supervisor del Southern Daily, Li Minying.
En marzo Yu fue sentenciado a doce años de prisión, Li recibió una sentencia de once años por aceptar el soborno. Al día siguiente la policía arrestó a Cheng.
Esas movidas sorprendieron a los partidarios del partido porque no parecía haber pruebas de ninguno de los delitos y las cantidades de dinero implicadas eran relativamente bajas. Periodistas en todo el país firmaron peticiones en protesta, y muchos que se habían movilizado contra la ley de detención empezaron a ejercer presión a favor del Southern Metropolis Daily.
A medida que crecía la indignación pública, tres jefes del partido jubilados en Guangdong escribieron cartas a Zhang pidiendo que revisara el caso, diciendo que había dañado la reputación de la provincia como pionera de las reformas económicas, dijeron funcionarios del partido. En un inusual señal de división dentro de la jefatura del partido, una revista de Pekín informó sobre dos de las cartas.
En junio, los tribunales redujeron la condena de Yu a ocho años y la de Li a seis, después de la apelación. Cheng sigue en prisión pero aún no se le acusa de nada, un signo de que los líderes del partido todavía no deciden qué hacer.
El Southern Metropolis Daily todavía sale, pero los editores se muestran mucho más cautos en criticar a las autoridades locales. Casi todos los representantes claves de la sección de publicidad del diario han renunciado, y docenas de reporteros se han marchado. En el primer trimestre del año, dijeron funcionarios, el diario perdió 1.5 millones de dólares.
Pero el nuevo tabloide comenzado por Cheng en Pekín ha adoptado el estilo agresivo del viejo Daily y parece estar prosperando. "Así es como funciona", dice un editor de Guangzhou que habló a condición de conservar la identidad. "Dos pasos adelante, uno atrás. Pero tenemos que seguir presionando".

2 de agosto de 2004
©traducción mQh©washingtonpost

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