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TALIBANES NUEVAMENTE CON CAMPOS EN PAQUISTÁN - carlotta gall


Crecientes dudas sobre el papel de Pakistán en el resurgimiento de los talibanes y su tolerancia de organizaciones terroristas.
Kabul, Pakistán. Durante meses funcionarios afganos y estadounidenses se han quejado de que mientras Pakistán colabora en la lucha contra Al Qaeda, grupos militantes islámicos están adiestrando a combatientes y enviándolos a Afganistán para atacar a las fuerzas afganas y norteamericanas.
Funcionarios paquistaníes han rechazado las acusaciones, diciendo que desconocen la existencia de esos campos de adiestramiento. Ahora que el gobierno afgano ha capturado a un joven paquistaní luchando con los talibanes en el sur de Afganistán hace unos tres meses, cuya historia parece confirmar sus quejas ante Pakistán.
El prisionero, que dijo que su nombre era Muhammad Sohail, es un chico de 17, de la ciudad portuaria de Karachi, Afganistán, retenido ahora por las autoridades afganas en Kabul. En una entrevista a fines de julio, ante la presencia de varios guardias de la prisión, dijo que Pakistán permitía que los grupos militantes adiestraran y organizaran a los insurgentes para luchar en Afganistán. Sohail dijo que esperaba que al conceder una entrevista aumentaría sus posibilidades de salir en libertad. Sohail dijo que había sido reclutado en la mezquita local por un grupo que Estados Unidos considera terrorista, que estuvo en un campo de adiestramiento no lejos de la capital Islamabad, y que partió hacia Afganistán con varios otros paquistaníes.
No dio todos los detalles que los agentes de inteligencia dijeron que habían sonsacado en sus interrogatorios, pero habló relajadamente sobre su partido y sus jefes y dijo que contaban con el apoyo a alto nivel en el gobierno. Dijo que había sido reclutado y adiestrado en los últimos ocho meses por Jamiat-ul-Ansar, el nuevo nombre del partido Harakat-ul-Mujahedeen, calificado como grupo terrorista por el departamento de estado y prohibido en 2002 por el presidente Pervez Musharraf, de Paquistán. Funciona bajo su nuevo nombre, más discretamente, y su líder, Fazlur Rehman Khalil, se mueve libremente en el país. Khalil ha estado involucrado en el reclutamiento y adiestramiento de militantes desde los años ochenta. En 1998, aviones norteamericanos bombardearon su campo de adiestramiento en Afganistán cuando buscaban a Osama bin Laden después de los atentados con bomba de las embajadas norteamericanas de Kenia y Tanzania. El bombarbeo mató a varios paquistaníes, y Khalik, en ese tiempo, juró vengarse del ataque.
Es un secreto público en Pakistán que grupos separatistas en Cachemira no han cesado sus actividades, a pesar de declaraciones oficiales, y han continuado adiestrando militantes e infiltrándolos en la Cachemira india. El subsecretario de estado Richard L. Armitage dijo en una visita a la región el mes pasado que Pakistán no había desmantelado todos los campos usados por los fanáticos para adiestrar militantes para Cachemira. Y aunque elogió a Pakistán por sus esfuerzos contra Al Qaeda, instó al país a hacer más para impedir que los militantes talibanes realizaran ataques desde Pakistán.
Sohail no es el primer paquistaní capturado luchando junto a los talibanes y otros militantes en Afganistán en los últimos dos años. En al menos una ocasión, paquistaníes que fueron capturados en una operación militar conjunta afgano-estadounidense el año pasado fueron devueltos a Pakistán. Pero primero fue interrogado por el gobierno afgano. Agentes de inteligencia dijeron que le habían encontrado una carta de miembro de Jamiat-ul-Ansar y una lista de números de teléfonos de funcionarios de alto nivel del partido.
Un agente paquistaní que interrogó recientemente a Sohail lo describió como un "caso excepcional" y negó que militantes paquistaníes estén apareciendo en Afganistán.
Rustam Shah Mohmand, embajador paquistaní en Afganistán, dijo que pensaba que Jamiat-ul-Ansar y su red había sido desmantelada. "Nuestra posición no es ambigua", dijo. "El gobierno no auspicia, no crea, no está consciente de la existencia de estos campos. Si lo supiera, los desmantelaría".
Zalmay M. Khalilzad, el embajador estadounidense en Afganistán declaró públicamente que Pakistán no ha hecho lo suficiente para impedir que los talibanes y otros militantes usen las áreas fronterizas del país como bases operacionales y de reclutamiento.
En un discurso en Washington, en abril, advirtió que si Pakistán no hace el trabajo a su lado de la frontera, las fuerzas norteamericanas tendrán que hacerlo ellas mismas.
Diplomáticos occidentales que hablaron a condición de conservar el anonimato, dijeron en una entrevista el mes pasado en Kabul que: "Cuando hablas de los talibanes, es como pescar en un barril en Pakistán. Allá son adiestrados, allá descansan. Allá los apoyan".
Diplomáticos occidentales en Kabul y analistas políticos paquistaníes han dich que Pakistán continúa permitiendo a los talibanes operar para mantener su influencia en Afganistán. Pakistán apoyó a los talibanes en los años noventa como una manera de crear un área donde las fuerzas paquistaníes se pudieran replegar en el caso de que estallara una guerra con su vecino y rival de toda la vida al este, India. Pakistán también ha tratado de conservar su influencia entre el grupo étnico más grande de Afganistán, los pashtún debido a su recelo de su propia minoría pashtún en las áreas fronterizas.
El general Musharraf también teme que una campaña contra los talibanes provocaría protestas de la alianza de partidos políticos islamitas del ala dura que forman ahora el tercer bloque más grande del parlamento, dijo un diplomático occidental en Kabul. Y agentes paquistaníes temen que Estados Unidos abandone la región si Bin Laden no es capturado.
En entrevistas a lo largo de la frontera en los últimos dos años, funcionarios del gobierno paquistaní han hecho declaraciones de que no ven a los talibanes como una amenaza para Pakistán. También ha dicho a veces que los talibanes tienen quejas políticas legítimas en Afganistán.
Sohail fue probablemente elegido para luchar en Afganistán porque es un pashtún, el grupo dominante entre los talibanes. Nació en Swat, cerca de la frontera afgana, creció en Karachi, abandonó la escuela a los quince y se marchó a trabajar en una tienda de golosinas.
"Yo iba a la mezquita todos los jueves y ellos me decían que lo que tenía que hacer era meterme en la yihad", dijo. "Están maltratando a los musulmanes en todos el mundo, en Palestina, en Chechenia, en Cuba, en Francia. Por eso decidí hacerlo y recibí adiestramiento durante un mes".
Viajó con un grupo de 15 otros de su mezquita a un campo de adiestramiento cerca de Mansehra, al norte de Islamabad. Era un lugar aislado, en las montañas, con montones de árboles, dijo. Ahí recibió un mes de adiestramiento en el manejo de explosivos y armas.
Un tío de Sohail, por teléfono desde Karachi, dijo que la familia recibió una carta de él a través de la Cruz Roja, diciendo que estaba en una cárcel afgana.
Después de su adiestramiento en Mansehra, Sohail y su grupo fueron a Islamabad y se reunieron con Khalil, el cabecilla de Jamiat-ul-Ansar, en su sede.
Tres meses más tarde, Khalil habló en la mezquita y llamó al grupo a que peleara, dijo Sohail. "Dijo: ‘Id y luchad contra los americanos'".
Se dirigieron a la ciudad fronteriza de Pakistán, Quetta, y luego Sohail se marchó con otros cuatro combatientes. Cruzaron la frontera principal y condujeron hasta la ciudad de Kandahar. Alojaron en un hotel designado de antemano y en el cuarto encontraron una bolsa con armas. Al día siguiente se encaminaron hacia una base en la montaña, cerca de la ciudad de Panjwai, no muy lejos al occidente de Kandahar, donde se unieron a unos cincuenta combatientes y se vieron rápidamente involucrados ellos mismos en operaciones de combate.
El relato de Sohail se hace luego vago. Dijo que sólo peleó una noche y luego volvió a Paquistán. Enviado de vuelta a Afganistán a reunir información sobre las bajas, se acercó a unos policías afganos pensando que eran talibanes. Lo detuvieron.
Está acusado de haber participado en un ataque contra el ayuntamiento de Panjwai en abril, en el que murió un agente de policía y dos cooperantes, dijeron agentes de seguridad.
Otros militantes capturados son afganos de la comunidad de refugiados de Pakistán. Han contado que recibieron adiestramiento en grandes recintos residenciales amurallados en y en las cercanías de Quetta, antes que en campos militares, según Sher Muhammad Akhundzada, gobernador de la provincia de Helmand en el sur de Afganistán.
Un prisionero afgano entrevistado recientemente en Kandahar, que pasó diez años en una madrassa -escuela religiosa- en Pakistán desde la edad de catorce años, se quejó de que la llegada de las tropas norteamericanas a Afganistán llevó conductas contrarias al islam, como beber alcohol y la prostitución. "Están destruyendo el islam", dijo el prisionero.
Sohail recibió una sentencia de veinte años de un juez en Kabul. Ha recurrido.
"Estoy triste", dijo, afligido. "La guerra santa terminó para mí". Pero también mostró destellos de fanatismo. "Me gustaría ser prisionero de los norteamericanos", dijo. "Entonces podría morir como un mártir, en sus manos, o matarme a mí mismo".

David Rohde contribuyó desde Paquistán a este artículo.
6 de agosto de 2004
©traducción mQh
©newyorktimes

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