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ELECCIONES AFGANAS: UNA BATALLA ENTRE LO MODERNO Y LO TRADICIONAL - pamela constable


Las inminentes elecciones presidenciales en Afganistán oponen a tradicionalistas y partidarios de reformas democráticas más orientados hacia el Occidente. Pero a veces es difícil discernir las diferencias.
Sinzari, Afganistán. Más de mil hombres curtidos y con turbantes se reunieron el viernes en una cavernosa mezquita de una aldea para un mitin de la campaña presidencial. Ya no portaban rifles, y algunos habían incluso llevado a sus pequeños hijos. Pero la asamblea de mujahedines, antiguos combatientes anti-soviéticos, chisporroteaban con el esprit de corps.
Los veteranos eran todos pashtunes étnicos, y el mitin fue realizado en la provincia de Kandahar, el centro de la cultura pashtún afgana y lugar de nacimiento del presidente Hamid Karzai, que proviene de una importante tribu pashtún y ha estado cortejando los votos pashtún en su puja para ser elegido presidente este sábado.
Pero estos rudos ex-combatientes habían llegado para mostrar a apoyo a otro: Yonus Qanooni, el antiguo ministro del Interior y Educación y un tajik étnico, que es el principal rival de Karzai. Para ellos, la afiliación tribal de los candidatos importaba mucho menos que sus credenciales como mujahedines y defensores del islam.
"Todos hemos hecho enormes sacrificios, y todos perdimos hermanos y padres en la lucha por nuestro país", dijo Asadullah, un campesino de la muchedumbre. "Todos queremos un presidente que sea un verdadero mujahedín, de modo que proteja nuestros derechos. Somos una sola tribu y un solo país. No nos gusta Karzai. Queremos a Qanooni".
A sólo días de las primeras elecciones presidenciales en la historia de Afganistán, los analistas aquí predicen que Karzai, 47, recogerá la mayor parte de los votos. Sigue siendo de lejos el más conocido de los otros 18 candidatos en la carrera, es ampliamente considerado el candidato de los norteamericanos y tiene el poder y las ventajas de ser el jefe de gobierno.
Pero las inesperadas incursiones de Qanooni incluso en la región natal de Karzai en el sur de Afganistán, hacen cada vez más probable que Karzai no logre ganar más del 50 por ciento de los votos. Esto haría necesaria unas caras consultas de segunda vuelta cuya preparación podría tomar varios meses, dejando al país en un estado de ansiedad y a la deriva política.
Además, la popularidad de Qanooni entre algunos mujahedines pashtún sugiere que la carrera puede transcurrir a lo largo de otras líneas que las étnicas, como se ha pronosticado ampliamente, y transformarse en una contienda entre dos visiones opuestas de la sociedad afgana: una modera y orientada hacia el Occidente, y otra que sustenta los valores musulmanes tradicionales.
En la ciudad de Kandahar, los ayudantes de la campaña de Karzai están seguros de su triunfo en las urnas. Ahmad Wali Karzai, uno de los hermanos del presidente y adinerado vecino de Kandahar, ha estado recibiendo a un constante flujo de líderes tribales pashtún de todo el sur que prometen el apoyo de sus comunidades el día de las elecciones.
"Noventa y nueve por ciento de los jefes provinciales nos han asegurado que votarán al presidente", dijo Karzai. "No veo a ningún rival serio en ninguna de las seis provincias. Llegan a ofrecernos sus votos desde todos las jurisdicciones. Y el canal local de televisión por cable nos ha dado dos canales que podemos usar libremente las 24 horas del día para emitir nuestros mensajes de campaña".
Karzai sugirió que el apoyo local con que cuenta Qanooni se limitaba a un pequeño número de ex comandantes de la milicia -principalmente de una tribu pashtún, la alokozai-, los que, según dijo, se oponen al plan del gobierno de desarmar y desmovilizar a las milicias en el país.
"Están contra el plan, porque quieren seguir en activo con sus armas y tropas", dijo. Se quejó de que los agentes al mando del jefe de policía de la ciudad, un partidario de Qanooni, han descolgado miles de carteles de la campaña de Karzai.
También ha habido informes de que los comandantes de las milicias han retirado algunas armas pesadas de Kandahar la semana pasada para evitar tener que entregarlas a las autoridades. Y dos nuevos sondeos electorales realizados por grupos internacionales constataron que la mayoría de los afganos encuestados, incluyendo los de Kandahar, están mucho más preocupados de las presiones o abusos de los comandantes militares de que la violencia terrorista el día de las elecciones.
Pero los críticos del gobierno, incluyendo a los asesores de campaña de varios de los otros candidatos y el representante local de la Comisión Afgana Independiente de Derechos Humanos se quejó de que los funcionarios regionales han estado promoviendo activamente la campaña electoral del presidente Karzai y presionando a la gente para voten por él.
En la ciudad de Kandahar y áreas circundantes, muchos habitantes dijeron que apoyaban a Karzai, al que describieron como un hombre honesto y justo, agregando que era un hijo de la región. Muchos parecen saber poco de los otros candidatos, incluyendo a Qanooni, lo que sugiere que Karzai podría ganar simplemente porque su nombre y su rostro suena familiar en la larga papeleta.
Pero la familiaridad no se traduce necesariamente en entusiasmo. El fin de semana pasado, un mitin organizado por Ahmad Wali Karzai con estudiantes en un pabellón de un parque en Kandahar fue decididamente anémico. Asistieron cerca de 200 personas que escucharon amablemente una serie de discursos, pero que rara vez aplaudieron.
En un minúsculo mercado en las afueras de la ciudad, un panadero dijo que votaría a Karzai porque "cuando él llegó, terminó la guerra". Pero un cliente que trabaja como oficinista del gobierno lo interrumpió ansiosamente para decir: "Yo estoy por Qanooni. Necesitamos un líder fuerte y un mujahedín. Karzai se la pasa en casa y no hace nada".
En efecto, mientras Qanooni, 43, cuya base es el valle de Panjshir en el norte de Iraq, ha hecho giras de campaña a Kandahar y la ciudad de Herat al oeste, Karzai es prisionero en su propia burbuja de su seguridad. Desde que comenzó la campaña, ha hecho más viajes al exterior que dentro de Afganistán, y se reúne con los ciudadanos sólo bajo condiciones muy limitadas.
El primer viaje de campaña del presidente fue cancelado cuando un misil impactó cerca de su helicóptero. Un viaje al norte de Afganistán, donde inauguró una nueva carretera, fue un desastre en relaciones públicas.
La visita estaba fuertemente controlada por militares norteamericanos y los guardaespaldas norteamericanos de Karzai. Cuando un grupo de invitados empujó hacia adelante, los guardias los alejaron a empujones y abofetearon a uno, que resultó ser el ministro de transportes.
El jueves, Karzai pagó una breve visita de campaña a la ciudad de Ghazni, a unos 120 kilómetros al sur de Kabul, la capital. Llegó y se marchó en helicóptero y en tierra estuvo custodiado por varios cientos de agentes de seguridad armados de rifles.
El presidente, que llamó a la multitud de varios miles de personas a "votar por la paz y la estabilidad", reprochó, según se informó, a sus guardias por tratar a alejar a las personas que se acercaban a darle los parabienes.
"En realidad, Karkai debería ser capaz de hacer la campaña en Bamiyan" en el norte y "Qanooni debería poder hacerla en Kandahar", dijo Fida Mahmad, jefe de campaña de Qanooni en Kandahar. "Todos los candidatos deberían poder viajar a cualquier parte. No queremos que el país se vuelva a dividir por el tribalismo y la guerra. La gente está cansada de las dictaduras. Tenemos algo nuevo que se llama democracia y dentro del marco del islam, y eso es lo que queremos".
En Sinzari, un polvoriento pueblo a 24 kilómetros al oeste de Kandahar, los soldados estaban ocupados colocando carteles de Qanooni convocando al mitin del viernes pasado, y convoys de vehículos motorizados transportaron a cientos de mujahedines. Contaron con orgullo la historia de ese particular fragmento de la carretera, donde las guerrillas afganas bloquearon y destruyeron cientos de tanques soviéticos en los años ochenta, y luego los cortaron en trozos para venderlos como chatarra.
El comandante militar local, que es conocido sólo bajo el nombre de Habibullah, estaba ocupado con las preparaciones del mitin y marcando las listas de las tribus que habían enviado representantes. Dijo que tenía una buena relación oficial con el gobierno central, pero apoyaba claramente a Qanooni, el muhajedín tajik de Pansjhir.
"Cuando era niño llevaba un Kalashnikov a la espalda. No quiero que mis hijos lleven armas", dijo, agregando que apoyaba el desarme de las milicias. Pero se quejó de que Karzai y muchos de sus colaboradores habían vivido en el exilio durante los años más duros y todavía conservaban sus pasaportes extranjeros. "Yo soy un ciudadano y tengo derecho a un voto", dijo. "Pero no será para Karzai".

6 de octubre de 2004
7 de octubre de 2004
©washington post
©traducción mQh

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