vuelven los escuadrones de la muerte
Los militantes vuelven a los escuadrones de la muerte en Afganistán.
[Ray Rivera, Sharifullah Sahak y Eric Schmitt] Sabari, Afganistán. Mientras los asesinatos colectivos han aumentado fuertemente en Afganistán, funcionarios estadounidenses y afganos creen que muchos son el trabajo de unidades de contraespionaje de la red militante Haqqani y al Qaeda, encargados del asesinato de sospechosos de ser informantes y de aterrorizar a la población de ambos lados de la frontera afgano-paquistaní.
Funcionarios de la inteligencia militar dicen que las unidades actúan esencialmente como escuadrones de la muerte y que uno de ellos, una organización conocida como Khurasan que opera sobre todo en las áreas tribales de Pakistán, es responsable de al menos doscientos cincuenta asesinatos y ejecuciones públicas.
Otra organización, cuyo nombre se desconoce, trabaja fundamentalmente en Afganistán y puede ser responsable de al menos veinte asesinatos en la provincia de Khost solamente durante el verano, incluyendo una decapitación masiva que salió a la luz sólo después de que se encontrara un video en posesión de un insurgente capturado. El video muestra diez cuerpos decapitados dejados a intervalos regulares en un camino pavimentado, mientras sus cabezas han sido puestas formando un círculo, con sus caras claramente visibles.
Es otro indicio de que los Haqqanis, una organización con sede en Pakistán, sigue siendo la parte más peligrosa de una insurgencia que hace pleno uso de una porosa y a menudo mal definida frontera, como mostró el bombardeo de la OTAN que mató a veinticuatro soldados paquistaníes durante el fin de semana.
Aunque las circunstancias del bombardeo siguen siendo turbias, ha empeorado las relaciones entre Pakistán y Estados Unidos, pese a que demuestra una vez más que refugios en Pakistán siguieron siendo una parte crítica de la estrategia insurgente.
Los estadounidenses han ordenado su ofensiva en torno al desangramiento de los insurgentes a medida que entran a Afganistán. Pero la nueva ola de asesinatos muestra que pese a que la OTAN describe a los insurgentes como una fuerza debilitada, los Haqqani todavía ejercen influencia, no sólo con atentados con bomba que ocupan las primeras planas, sino también a través de la intimidación y del control de las percepciones.
Un espeluznante caso atribuido al segundo escuadrón de la muerte se dio a conocer después de que fuerzas estadounidenses capturaran al líder de los Haqqani en Afganistán, Hajji Mali Khan, y mataran a su principal delegado este verano. Unos días después, los cuerpos de dos hombres acusados de colaborar con los estadounidenses aparecieron cerca del pueblo donde Khan fue capturado. A uno lo habían quemado con una vara de hierro candente. Una víctima había sido destripada y ambas recibieron tiros en la cabeza y habían sido aplastados con piedras. El miedo se apoderó de todo el pueblo.
"Apenas se les podía reconocer", dijo un testigo que vio los cuerpos.
En Afganistán, los asesinatos han aumentado en un 61 por ciento, con 131 homicidios registrados durante los primeros nueve meses de este año, en comparación con el mismo periodo de 2010, de acuerdo a estadísticas de la OTAN. Funcionarios de Naciones Unidas dicen que empezaron a observar un fuerte incremento en 2010, con 462 homicidios, de acuerdo a sus archivos, el doble del año anterior. Las cifras pueden no incluir muchos asesinatos en zonas remotas, como la decapitación masiva, debido a que los campesinos aterrorizados nunca los denunciaron.
Funcionarios de la inteligencia estadounidense dicen que la organización con sede en Afganistán y Khurasam parecen operar de la misma manera. Khurasan se formó a principios de 2009 en la zona de Waziristán del borte de Pakistán, el territorio de los Haqqani, en respuesta a los intensificados ataques con aviones no tripulados de Estados Unidos. La organización lleva ropa negra con brazaletes verdes con su nombre completo, Itihad al-Mujahedeen Khurasan, y trabaja estrechamente con al Qaeda en la región. Se calcula que sus miembros varían de cien a dos mil.
Durante su interrogatorio, Khan sugirió que en la guerra por la influencia se empleaban también otras armas. De acuerdo a cuatro funcionarios familiarizados con el interrogatorio, el líder haqqani contó a sus interrogadores que el Talibán había aproximado al gobierno afgano y a oficiales militares durante el verano, convenciéndolos de firmar un documento de cinco páginas en el que juran lealtad al líder talibán. Khan se fanfarroneó de que él mismo reclutó a veinte oficiales personalmente.
"Díganle a los oficiales que el Talibán volverá al poder dentro de veinte días después de la retirada de la OTAN, así que si quieren vivir, tienen que firmar", dijo uno de los oficiales estadounidenses, que habló a condición de conservar el anonimato para comentar los interrogatorios clasificados. Los oficiales dicen que no encontraron nada que confirmara esos juramentos.
En lugares como Sabari, un distrito rural en Khost a una decena de kilómetros de la frontera paquistaní, los asesinatos selectivos están produciendo su efecto. Después de una ejecución a plena luz del día de tres hombres en un mercadillo en el pueblo de Maktab hace unos cuatro meses, los tenderos quedaron tan traumatizados que nunca informaron sobre los asesinatos a las autoridades.
A menudo las víctimas pueden no tener más que efímeros encuentros con las fuerzas de la coalición, o ningún encuentro en absoluto, de acuerdo a funcionarios, testigos y amigos y familiares de las víctimas.
Funcionarios estadounidenses y afganos se enteraron de los asesinatos sólo más tarde cuando se encontró un video del episodio en el celular de un insurgente capturado. Incluso entonces los oficiales estadounidenses que mostraron el video a un periodista del New York Times podían mencionar el lugar donde ocurrieron las decapitaciones y pensaban que habían ocurrido en octubre, unos tres meses después de lo que dicen los testigos que ocurrió el incidente.
El video muestra a varios hombres armados matando a balazos a dos hombres mientras los tenderos buscan refugio. Los militantes matan luego a un tercer hombre que estaba sentado en una silla de plástico blanco frente a su tienda. Cuando el hombre cayó hacia atrás, uno de los pistoleros le disparó diez veces más en la cara y el pecho.
"Todos los que ayudan a los estadounidenses y a los espías sufrirán esto", gritó uno de los hombres después de los asesinatos, de acuerdo a un testigo, Ahmadullah, 25, un tendero que como muchos afganos sólo tiene nombre de pila.
Ahmadullah dijo que nadie se atrevía a denunciarlo, ni siquiera los hombres de la familia, que se llevaron los cuerpos. "Tuvimos que mirar y quedarnos tranquilos y mirar lo que le hacían a estas pobres personas", dijo.
"Yo los conocía", agregó. "Uno era un tendero, los otros dos eran jornaleros. Eran inocentes".
Un oficial militar estadounidense que vio el video dijo que no le sorprendía que los campesinos de la localidad no denunciaran el episodio.
"La gente de Sabari vive en un abyecto terror, veinticuatro horas al día", dijo, hablando a condición de conservar el anonimato debido a que no está autorizado para comentar en público sobre los escuadrones de la muerte. "Cuando hacemos un allanamiento de un líder haqqani", dijo, "un grupo de unos quince miembros de los escuadrones de la muerte "salen y masacran gente".
El mes pasado, los insurgentes asesinaron a otro hombre en un mercadillo, dos días después de un allanamiento en la aldea realizado por tropas afganas y estadounidenses. Esta vez la víctima era un comerciante de visita de Khost llamado Nasib, que fue sacado a empellones de su coche mientras su hijo de cinco años miraba desde el asiento de pasajeros. Sus secuestradores lo arrastraron hasta el mercadillo donde fue asesinado a plena luz del día.
Sin embargo, cuando se le preguntó sobre los asesinatos, el gobernador del distrito y el jefe de policía local en Sabari dijeron que no sabían nada. "Niego totalmente esos informes", dijo Dawlat Khan Qayoumi, el gobernador del distrito. "Le puedo decir que en los últimos cinco meses no han ocurrido incidentes semejantes".
También hay interrogantes sobre las decapitaciones filmadas en video. Muhammad Zarin, comandante de una unidad encubierta especial de la policía ha estado investigando los escuadrones de la muerte, sólo dijo que los hombres provenían de Khost y fueron asesinados hace tres meses en la zona de Mangal en el montañoso distrito de Musa Khel de la provincia donde Khan era activo. Ni la OTAN ni Naciones Unidas, que estudian ambas los casos de homicidios, tenía información sobre las decapitaciones masivas; tampoco sobre los asesinatos en el mercadillo Maktab ni de los dos hombres asesinados después de la captura de Khan, lo que refleja el intenso secreto con el que los campesinos tratan estas muertes.
Después de que un allanamiento anterior que fracasó en cuanto a capturar a Khan en la zona de Musa Khel, las fuerzas de la coalición recibieron un informe de que tres viejos y tres adolescentes de la aldea habían sido decapitados. "Cuando llegamos a investigar, no pudimos encontrar los cuerpos ni ninguna prueba de nada", dijo el coronel Christopher R. Toner, comandante del Equipo de Combate de la Tercera Brigada de la Primera División de Infantería, con sede en las provincias de Khost y Paktia. "Pero estaban pasando muchas cosas, así que sospecho que era verdad".
Funcionarios de la salud público dicen igualmente que han oído sobre decenas de ese tipo de asesinatos, pero que rara vez los pueden confirmar. "La gente no trae los cuerpos al hospital por miedo al Talibán", dijo el doctor Fazal Mohammad Mangal, del hospital provincial de Khost.
Zabit Amen Jan, antiguo vecino de Musa Khel, perdió cuatro hermanos a manos de los insurgentes, incluyendo dos estudiantes en sus veinte cuyos cuerpos acribillados fueron encontrados en junio. Una carta manuscrita encontrada en uno de los cuerpos decía que los hombres habían ignorado advertencias de que no trabajaran con las fuerzas de la coalición. "No había otro modo de impedirlo", dice la carta.
Jan dijo que sus hermanos menores no tenía ninguna relación con la coalición y que fueron asesinados sólo porque él y otro hermano habían participado en política.
"La gente acostumbraba venir a nuestro distrito para hacer picnics porque nuestra zona está llena de montañas cubiertas de pinos y nogales", dijo. "Ahora la gente está huyendo Khost o de Kabul o Pakistán porque hay demasiados asesinatos y saben que el gobierno no puede protegerlos".
[Ray Rivera informó desde Sabari; Sharifullah Sahak desde Kabul, Afganistán; y Eric Schmitt desde Washington.]
5 de diciembre de 2011
28 de noviembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer