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brasileños abandonan ciudades


[Todd Benson] La escasez de trabajo en las grandes ciudades y el sorpresivo y rápido crecimiento de las pequeñas, está llevando a la gente de las primeras a abandonarlas y buscar un destino en el campo.
São Paulo, Brasil. Hace año y medio, Isabel Fátima Bueno y su marido, Ricardo del Arco Pereira, abandonaron São Paulo, una ciudad que ha sido durante largo tiempo un imán en todo Brasil para los que buscan trabajo.
Pereira, un economista especializado en mercados financieros, ha estado desempleado desde hace más de un año y no puede encontrar trabajo. Con dos niños en casa, la pareja ha estado tratando de llegar a fin de mes con el modesto salario de Bueno como contable de una empresa comercial. Fue difícil; después de todo, la ciudad más grande de Brasil es también la más cara.
Así que empaquetaron sus cosas y se mudaron a Birigüi, una ciudad de 100.000 personas al oeste del estado de São Paulo que casi no tiene desempleo, en contraste con una tasa de desempleo de 18.5 por ciento de São Paulo. En menos de tres meses, terminaron como administrativos a tiempo completo en fábricas de zapatos, la principal industria de la ciudad.
"Ricardo no podía encontrar trabajo, y mi salario no era suficiente para mantener a una familia en São Paulo, así que tuvimos que irnos donde tuviéramos más posibilidades de encontrar trabajo", dijo Bueno, 35, que nació y se crió en São Paulo. "No fue una decisión difícil, pero fue la decisión correcta".
Están lejos de ser los únicos. Un creciente número de brasileños están encontrando cada vez más difícil encontrar trabajo en las grandes áreas metropolitanas como São Paulo y Río de Janeiro, y están buscando en otros lugares.
Gracias a un auge de la agricultura y a la emergencia en años recientes de centros industriales especializados en ciudades pequeñas y medianas, el vasto pero aún escasamente poblado interior de Brasil está generando trabajos a un ritmo más rápido que los centros urbanos, por primera vez en generaciones.
Consecuentemente, los brasileños de áreas rurales están menos inclinados que los de generaciones pasadas a desarraigar sus familias por una vida en la ciudad a menudo incierta.
Cuando Brasil comenzó a industrializarse en los años cincuenta, millones de campesinos de las regiones más pobres se treparon en la parte de atrás de unos desvencijados camiones conocidos como ‘paus-de-arara' (el término, que se refiere a los trapecios de madera en que se posan los pájaros tropicales en sus jaulas, fue usado porque la gente que se sentaba atrás en esos camiones hacía recordar a los pájaros que se balanceaban en sus trapecios) y se marcharon a São Paulo en busca de trabajo en las fábricas que estaban emergiendo en las afueras de la ciudad. Eso condujo a un espectacular pero caótico crecimiento en ciudades como São Paulo.
Luiz Inácio Lula da Silva, que fue obrero metalúrgico y jefe sindical y es ahora el presidente de Brasil, fue parte de una de las primeras olas en llegar a São Paulo y llegó con su familia cuando era niño desde el interior del estado del nordeste, Pernambuco, entonces asolado por la sequía. Con una tasa de desempleo en las grandes ciudades de Brasil de un promedio de 11.2 por ciento, de acuerdo al instituto de estadísticas del gobierno, ahora está tomando lugar un movimiento migratorio inverso.
"Cuando se trata de la creación de empleo, no hay duda de que el interior del país está mostrando mucho más dinamismo que las áreas metropolitanas", dice Remigio Todeschini, que dirige el departamento de empleo y administración del ministerio del Trabajo en Brasil. "Y de seguro que tendrá un impacto en dónde busca la gente trabajo".
De acuerdo al más reciente sondeo del ministerio del Trabajo, el 70 por ciento de los nuevos empleos generados en Brasil en los primeros siete meses del año fueron generados en ciudades pequeñas y medianas. Sólo un 30 por ciento fue generado en los grandes centros urbanos, que todavía albergan a más de dos tercios de la población del país.
Birigüi es un ejemplo. En el pasado una somnolienta ciudad agrícola, en estos días Birigüi es un bullente centro industrial, produciendo más de 250.000 pares de zapatos al día, tanto para los mercados internos como para la exportación.
Para mantenerse a la altura de la demanda, las 166 fábricas de zapatos de la ciudad transportan cada día a más de 3.000 trabajadores de 27 municipalidades cercanas a las líneas de ensamblaje. Miles se mudan cada año a Birigüi buscando trabajo, haciéndola una de las ciudades de más rápido crecimiento en el estado de São Paulo.
"La tasa de desempleo aquí es casi cero, y todavía hay demanda de trabajo", dice Samir Nakad, el presidente de la asociación de la industria del zapato de Birigüi. "Si llegaran aquí mañana 2.000 personas son algunos conocimientos básicos, la posibilidad de que encuentren trabajo es grande".
La agricultura es otra de las razones por las que los brasileños se están marchando en tropel hacia el campo. El más grande productor de café, caña de azúcar y naranjas, en la última década Brasil se ha transformado en el más importante productor de soya, algodón y carne.
Una parte importante del crecimiento ha tomado lugar en las extensas sabanas de los estados centrales como Mato Grosso, donde la población ha aumentado a casi tres millones, de los dos millones que tenía a principios de los noventa, cuando las plantaciones de soya empezaron a dominar el paisaje del estado.
Entretanto, el algodón ha llevado gente y prosperidad a los campos bañados por el sol de Bahía, en el pasado una pobre y olvidada región del nordeste que se ha transformado en un motor agrícola en los últimos años. En Luis Eduardo de Magalhães, una de los pueblos de más rápido crecimiento de la región, la población se ha doblado desde 2001 hasta llegar a 42.000 habitantes, provocando un auge de la construcción. En contraste, el alguna vez chisporroteante crecimiento urbano -la población del gran São Paulo creció de un día para otro de 2.2 millones en 1950 a más de 17 millones hoy- se ha enfriado considerablemente.
"Todavía hay gente que llega a São Paulo, pero el flujo de gente ha descendido dramáticamente", dice Clemente Ganz Lúcio, un experto en mercados laborales de Dieese, un grupo de investigación de São Paulo, financiado por los sindicatos de la región que realiza sondeos de desempleo. "La capacidad de crear trabajo aquí no es lo que era, y la gente se está dando cuenta de eso".
Después de tres décadas con un crecimiento de más de cinco por ciento, el crecimiento demográfico de la ciudad comenzó a descender en los años ochenta y ha descendido incluso más en la última década a menos del dos por ciento, de acuerdo al Instituto Brasileño de Geografía y Estadística. Una importante razón de la disminución es, dicen los analistas, la escasez de trabajo.
Aunque el desempleo ha mostrado signos de menguar en meses recientes ahora que la economía está ganando velocidad, la tasa de desempleo del 11.2 por ciento en las seis más grandes áreas metropolitanas en julio significa que 2.4 millones de personas en esas ciudades que estaban buscando trabajo, no lo han encontrado.
La situación es más crítica en São Paulo, donde la tasa de gente sin trabajo está disminuyendo lentamente pero sigue aún en un asombroso 18.5 por ciento, en gran parte porque la ciudad se está transformando más en un centro financiero y comercial que el centro industrial que era en los años setenta. Algunas industrias tradicionales, como el sector automotriz, están generando trabajos para satisfacer un aumento de los pedidos extranjeros, pero en general los trabajos en la industria manufacturera en São Paulo son cada vez más difíciles de encontrar.
"Río y São Paulo normalmente concentraban casi toda la capacidad manufacturera del país, pero esos días son cosa del pasado", dijo Ganz Lúcio. "Ahora el desarrollo económico se está extendiendo al resto del país".

22 de septiembre de 2004
14 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh

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