POLÍTICAS MEXICANAS NO SE QUIEREN QUEDAR A COCINAR EN CASA - ginger thompson
Algunas de las mujeres que quieren participar en política dicen que son una nueva camada de la lucha feminista. Pero son todas esposas de políticos poderosos.
Tepic, México. Si Hillary Rodham Clinton fastidió a un montón de estadounidenses que pensaban que estaba usando su posición como primera dama para impulsar su carrera política, imagine la perplejidad de México ante su primera dama.
Marta Sahagún de Fox, esposa del presidente Vicente Fox, no es la única primera dama que coquetea con aspiraciones de suceder a su marido. Su pública demostración de autoridad y ambición, que no se le conocían hace cinco años cuando las esposas de los políticos eran poco más que decoraciones del poder, parecen haber provocado un movimiento.
En los últimos meses, las esposas de políticos a nivel estatal y local han roto con las enraizadas tradiciones machistas y comenzado campañas para seguir a sus maridos en la administración. Se llaman a sí mismas líderes de un nuevo combate feminista, que busca posiciones para mujeres que tienen poca experiencia laboral propia, pero que han trabajado duro y fielmente a la sombra de sus poderosos maridos.
María del Carmen Ramírez García, esposa del gobernador del estado de Tlaxcala, ganó un dura batalla legal contra el izquierdista Partido Democrático Popular Revolucionario, que trató de revocar su candidatura para suceder a su marido.
En el sureño estado de Quintana Roo, la esposa del gobernador dijo que se presentaría a las elecciones para alcalde en Cancún el próximo año. También está la campaña de la mujer conocida como la otra Marta de México: la primera dama del estado de Nayarit, Marta Elena García de Echevarría.
Nayarit es una escarpada región cercenada por tres cordilleras, controlada durante largo tiempo por hacendados tabacaleros y ganaderos. Echevarría se llama a sí misma la defensora de los pobres.
"No lo hago por mí", dijo durante una pausa en su héctica agenda pública. "La gente me lo está pidiendo, y no puedo defraudarlos".
Luego se inclina para enfatizar un punto. "¿Piensa que debo contentarme de cuidar a mis nietos y a mi marido?"
En realidad, nadie cree eso, especialmente los que hayan pasado un día con Echevarría. Ha asumido su rol de primera dama como jefe del departamento de bienestar del estado, y se ha encargado de su gestión. El departamento ha remodelado los parques y ampliado el programa de becas escolares, abierto cientos de nuevos clubes sociales para los viejos y refugios para niños maltratados y abandonados.
Eso ha ayudado a transformar a Echevarría en una de las figuras más populares del estado.
En una reciente exposición de los trabajos del departamento, carpinteros y electricistas mostraron equipos de vanguardia que les había donado el gobierno para montar sus talleres en casa. Hombres y mujeres minusválidos celebraron las donaciones de aparatos y muebles para la cocina comunitaria.
Había indios cora en atuendos bordados a mano que siguieron cursos de formación para poner al día sus artesanías tradicionales con nuevos colores y motivos. Había amas de casa que habían formado cooperativas para producir quesos hechos en casa y bollos de banana para los programas de almuerzo escolares.
Fue un mitin de campaña que duró siete días en el centro de Tepic. Uno de esos días, Echevarría pasó por el vestíbulo de la exposición vestida con un traje de real morado con una cruz incrustada de ametista colgando de su cuello. Iba rodeada de admiradores y gente que pedía favores.
"Dicen que el gobernador no se casó con una esposa", dijo Heriberto Mayorquín Segundo, que estaba en la multitud. "Dicen que se casó con un ángel".
Otro hombre se aproximó a ella y bajó su voz, como si estuviera conspirando alguna subversión. "¿Cuándo va a lanzar su campaña?", preguntó. "Usted sabe que estamos listos".
Echevarría bajó su voz y puso una tímida sonrisa. "Estamos en camino".
Las clases parlanchinas llaman a las esposas como la señora Echevarría oportunistas políticos que amenazan con transformar la joven democracia del país en una dinastía. Después de la revolución, los mexicanos trataron de protegerse de las dictaduras prohibiendo que los presidentes y gobernadores pudieran ser re-elegidos. Pero no hay leyes que prohíban la sucesión marital, y muchos la ven como una laguna jurídica.
"Lo hacen puede no ser ilegal, pero es inmoral", dijo Sara Sefchovich, una historiadora que ha escrito extensamente sobre las primeras damas de México. "La democracia no gira solamente sobre reglas escritas: también gira sobre ideales éticos".
Rossana Fuentes-Berain, una analista política y editora ejecutiva de la revista Foreign Affairs en español, dijo: "Esto es nepotismo, no feminismo. No tiene nada que ver con la transferencia de poder de hombres a mujeres".
Una tormenta política el verano pasado obligó a la señora Sagahún, descrita como la Evita de México, a anunciar que no se presentaría a las elecciones presidenciales de 2006. Sin embargo, hay indicios de que no ha abandonado completamente el proyecto, y muchos especulan que lo intentará con algún cargo menor. Se supone que sus líderes harán lo posible para negarle la candidatura del partido.
"Su problema es que no tienen a nadie tan popular como Marta Elena", dijo Cuauhtémoc Navarrete, un asesor de Echevarría. "Al PAN le va a costar mucho negarle esa oportunidad".
Echevvaría es hija de las clases acomodadas, que se casó con uno de los hombres más elegibles del estado. Su marido, Antonio Echevarría Domínguez, amplió sus importantes negocios familiares como distribuidor de Coca-Cola.
Ella dijo que nunca fue a la escuela secundaria porque estaba fuera de la ciudad y su padre era "muy celoso y sobre-protector" como para permitir que sus hijas asistieran. Admite que no tiene experiencia política formal, ni experiencia de primera mano con los sufrimientos de la gente que dice que representa. Pero sí sabe cómo ejercer poder, porque ha visto cómo se hace desde muy cerca toda su vida.
"No creo que haya una escuela donde enseñen cómo ser un gobernador", dijo Echevarría. "Y si hubiera una, yo no iría a ella".
En una laberíntica entrevista sobre su vida y sus ambiciones, Echevarría dijo que no la amilanaba la oposición contra su candidatura entre la elite política. Cuando le pregunté si con su candidatura México volvería a la época en que los presidentes elegían a sus sucesores, se mostró categórica.
Ella fue elegida por el pueblo, replicó. "Si la gente quiere que sea su gobernadora, votarán por mí", dijo. "Si no, votarán contra mí. ¿No es eso democracia?"
11 de octubre de 2004
29 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
Marta Sahagún de Fox, esposa del presidente Vicente Fox, no es la única primera dama que coquetea con aspiraciones de suceder a su marido. Su pública demostración de autoridad y ambición, que no se le conocían hace cinco años cuando las esposas de los políticos eran poco más que decoraciones del poder, parecen haber provocado un movimiento.
En los últimos meses, las esposas de políticos a nivel estatal y local han roto con las enraizadas tradiciones machistas y comenzado campañas para seguir a sus maridos en la administración. Se llaman a sí mismas líderes de un nuevo combate feminista, que busca posiciones para mujeres que tienen poca experiencia laboral propia, pero que han trabajado duro y fielmente a la sombra de sus poderosos maridos.
María del Carmen Ramírez García, esposa del gobernador del estado de Tlaxcala, ganó un dura batalla legal contra el izquierdista Partido Democrático Popular Revolucionario, que trató de revocar su candidatura para suceder a su marido.
En el sureño estado de Quintana Roo, la esposa del gobernador dijo que se presentaría a las elecciones para alcalde en Cancún el próximo año. También está la campaña de la mujer conocida como la otra Marta de México: la primera dama del estado de Nayarit, Marta Elena García de Echevarría.
Nayarit es una escarpada región cercenada por tres cordilleras, controlada durante largo tiempo por hacendados tabacaleros y ganaderos. Echevarría se llama a sí misma la defensora de los pobres.
"No lo hago por mí", dijo durante una pausa en su héctica agenda pública. "La gente me lo está pidiendo, y no puedo defraudarlos".
Luego se inclina para enfatizar un punto. "¿Piensa que debo contentarme de cuidar a mis nietos y a mi marido?"
En realidad, nadie cree eso, especialmente los que hayan pasado un día con Echevarría. Ha asumido su rol de primera dama como jefe del departamento de bienestar del estado, y se ha encargado de su gestión. El departamento ha remodelado los parques y ampliado el programa de becas escolares, abierto cientos de nuevos clubes sociales para los viejos y refugios para niños maltratados y abandonados.
Eso ha ayudado a transformar a Echevarría en una de las figuras más populares del estado.
En una reciente exposición de los trabajos del departamento, carpinteros y electricistas mostraron equipos de vanguardia que les había donado el gobierno para montar sus talleres en casa. Hombres y mujeres minusválidos celebraron las donaciones de aparatos y muebles para la cocina comunitaria.
Había indios cora en atuendos bordados a mano que siguieron cursos de formación para poner al día sus artesanías tradicionales con nuevos colores y motivos. Había amas de casa que habían formado cooperativas para producir quesos hechos en casa y bollos de banana para los programas de almuerzo escolares.
Fue un mitin de campaña que duró siete días en el centro de Tepic. Uno de esos días, Echevarría pasó por el vestíbulo de la exposición vestida con un traje de real morado con una cruz incrustada de ametista colgando de su cuello. Iba rodeada de admiradores y gente que pedía favores.
"Dicen que el gobernador no se casó con una esposa", dijo Heriberto Mayorquín Segundo, que estaba en la multitud. "Dicen que se casó con un ángel".
Otro hombre se aproximó a ella y bajó su voz, como si estuviera conspirando alguna subversión. "¿Cuándo va a lanzar su campaña?", preguntó. "Usted sabe que estamos listos".
Echevarría bajó su voz y puso una tímida sonrisa. "Estamos en camino".
Las clases parlanchinas llaman a las esposas como la señora Echevarría oportunistas políticos que amenazan con transformar la joven democracia del país en una dinastía. Después de la revolución, los mexicanos trataron de protegerse de las dictaduras prohibiendo que los presidentes y gobernadores pudieran ser re-elegidos. Pero no hay leyes que prohíban la sucesión marital, y muchos la ven como una laguna jurídica.
"Lo hacen puede no ser ilegal, pero es inmoral", dijo Sara Sefchovich, una historiadora que ha escrito extensamente sobre las primeras damas de México. "La democracia no gira solamente sobre reglas escritas: también gira sobre ideales éticos".
Rossana Fuentes-Berain, una analista política y editora ejecutiva de la revista Foreign Affairs en español, dijo: "Esto es nepotismo, no feminismo. No tiene nada que ver con la transferencia de poder de hombres a mujeres".
Una tormenta política el verano pasado obligó a la señora Sagahún, descrita como la Evita de México, a anunciar que no se presentaría a las elecciones presidenciales de 2006. Sin embargo, hay indicios de que no ha abandonado completamente el proyecto, y muchos especulan que lo intentará con algún cargo menor. Se supone que sus líderes harán lo posible para negarle la candidatura del partido.
"Su problema es que no tienen a nadie tan popular como Marta Elena", dijo Cuauhtémoc Navarrete, un asesor de Echevarría. "Al PAN le va a costar mucho negarle esa oportunidad".
Echevvaría es hija de las clases acomodadas, que se casó con uno de los hombres más elegibles del estado. Su marido, Antonio Echevarría Domínguez, amplió sus importantes negocios familiares como distribuidor de Coca-Cola.
Ella dijo que nunca fue a la escuela secundaria porque estaba fuera de la ciudad y su padre era "muy celoso y sobre-protector" como para permitir que sus hijas asistieran. Admite que no tiene experiencia política formal, ni experiencia de primera mano con los sufrimientos de la gente que dice que representa. Pero sí sabe cómo ejercer poder, porque ha visto cómo se hace desde muy cerca toda su vida.
"No creo que haya una escuela donde enseñen cómo ser un gobernador", dijo Echevarría. "Y si hubiera una, yo no iría a ella".
En una laberíntica entrevista sobre su vida y sus ambiciones, Echevarría dijo que no la amilanaba la oposición contra su candidatura entre la elite política. Cuando le pregunté si con su candidatura México volvería a la época en que los presidentes elegían a sus sucesores, se mostró categórica.
Ella fue elegida por el pueblo, replicó. "Si la gente quiere que sea su gobernadora, votarán por mí", dijo. "Si no, votarán contra mí. ¿No es eso democracia?"
11 de octubre de 2004
29 de octubre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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