¿CUMPLIRÁ IRÁN SUS COMPROMISOS?
¿Respetará Irán sus compromisos de no construir armas nucleares? Europa debe ponerse más firme, dice el New York Times.
Nadie sabe si Irán está realmente dispuesto a renunciar a sus ambiciones de poseer armas nucleares, pero su compromiso del lunes a congelar sus operaciones de enriquecimiento de uranio e invitar de vuelta a inspectores internacionales es un paso adelante hacia el buen sentido nuclear.
La crucial concesión fue lograda por el Reino Unido, Francia y Alemania con la ayuda de la amenaza de la fecha límite antes de referir las actividades nucleares de Irán al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Irán no estará completamente libre de la amenaza hasta que no se comprometa a acuerdos de más larga duración, incluyendo el término definitivo de enriquecimiento de uranio y la ratificación de un acuerdo que permitirá a los inspectores internacionales pagar visitas de inspección sin aviso previo. Sólo entonces proporcionará Europa algunos alicientes económicos como parte de un acuerdo final. Si Teherán no cumple con el acuerdo, como lo hizo con el anterior, Europa debería estar dispuesta a imponer severas medidas económicas, incluyendo posiblemente la prohibición de invertir en la industria petrolífera iraní.
La preocupación nuclear más inmediata es el plan piloto de Irán para el enriquecimiento del uranio en Natanz. Las centrífugas que hay allí pueden ser usadas tanto para producir uranio enriquecido para bombas atómicas como para fabricar combustible para reactores. Cualquier país que construya y opere esas plantas ha iniciado la fase más importante en el camino hacia la fabricación de armas nucleares.
Irán ahora ha accedido a detener provisionalmente el enriquecimiento, a congelar todas las obras en la planta de Natanz y a renunciar a los planes para convertir uranio sólido en gas, con que suministrar a las centrífugas para el enriquecimiento. También ha aceptado renunciar, de momento, al otro conocido método para fabricar combustible para bombas, en el que se usa plutonio en lugar de uranio. Y ha acordado respectar métodos de inspección más rigurosos, que su Parlamento aún no ha ratificado.
A cambio, Europa se ha comprometido -también provisionalmente- a no presentar el asunto ante el Consejo de Seguridad, y si Irán cumple su parte, a reiniciar negociaciones sobre un tratado de comercio preferente.
El hecho de que Irán haya aceptado estos términos tras varios días de duda sugiere fuertemente que incluso los partidarios de la línea dura, que ahora dominan Teherán, son susceptibles a los argumentos económicos. Algunos de ellos entienden claramente que sin un incremento del comercio internacional y de la inversión para generar más empleos para una fuerza laboral en rápido crecimiento, el control de los mullahs se puede ver debilitado.
Desafortunadamente, este acuerdo hace poco más que reinstalar, y apenas ampliado, el congelamiento al que Irán se había comprometido el año pasado. Por eso el mundo necesita un acuerdo permanente, vinculante y verificable en el que Irán se comprometa a abandonar el enriquecimiento de combustible nuclear y su reprocesamiento.
De momento, no hay ninguna garantía de que Irán no continúe en secreto sus experimentos de enriquecimiento de uranio en alguna instalación secreta, como asegura ahora un grupo de la resistencia. La Agencia Internacional de Energía Atómica dejó en claro esta semana que no puede descartar esta posibilidad. Pero con una Europa todavía reticente a presentar el problema iraní al Consejo de Seguridad, y Rusia y China que probablemente vetarán cualquier intento de imponer sanciones una vez que se trate el tema, el nuevo acuerdo parecer ser la mejor opción disponible.
Seguir por este imperfecto camino no debe significar que Irán mantenga a los diplomáticos europeos en ascuas indefinidamente mientras se prepara secretamente para construir armas nucleares. Irán tiene una larga historia de eludir los compromisos del tratado de no proliferación nuclear, y Europa tiene una larga historia negándose a fijar límites. En los meses que vienen, ambos necesitan demostrar mayor sabiduría.
17 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
La crucial concesión fue lograda por el Reino Unido, Francia y Alemania con la ayuda de la amenaza de la fecha límite antes de referir las actividades nucleares de Irán al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Irán no estará completamente libre de la amenaza hasta que no se comprometa a acuerdos de más larga duración, incluyendo el término definitivo de enriquecimiento de uranio y la ratificación de un acuerdo que permitirá a los inspectores internacionales pagar visitas de inspección sin aviso previo. Sólo entonces proporcionará Europa algunos alicientes económicos como parte de un acuerdo final. Si Teherán no cumple con el acuerdo, como lo hizo con el anterior, Europa debería estar dispuesta a imponer severas medidas económicas, incluyendo posiblemente la prohibición de invertir en la industria petrolífera iraní.
La preocupación nuclear más inmediata es el plan piloto de Irán para el enriquecimiento del uranio en Natanz. Las centrífugas que hay allí pueden ser usadas tanto para producir uranio enriquecido para bombas atómicas como para fabricar combustible para reactores. Cualquier país que construya y opere esas plantas ha iniciado la fase más importante en el camino hacia la fabricación de armas nucleares.
Irán ahora ha accedido a detener provisionalmente el enriquecimiento, a congelar todas las obras en la planta de Natanz y a renunciar a los planes para convertir uranio sólido en gas, con que suministrar a las centrífugas para el enriquecimiento. También ha aceptado renunciar, de momento, al otro conocido método para fabricar combustible para bombas, en el que se usa plutonio en lugar de uranio. Y ha acordado respectar métodos de inspección más rigurosos, que su Parlamento aún no ha ratificado.
A cambio, Europa se ha comprometido -también provisionalmente- a no presentar el asunto ante el Consejo de Seguridad, y si Irán cumple su parte, a reiniciar negociaciones sobre un tratado de comercio preferente.
El hecho de que Irán haya aceptado estos términos tras varios días de duda sugiere fuertemente que incluso los partidarios de la línea dura, que ahora dominan Teherán, son susceptibles a los argumentos económicos. Algunos de ellos entienden claramente que sin un incremento del comercio internacional y de la inversión para generar más empleos para una fuerza laboral en rápido crecimiento, el control de los mullahs se puede ver debilitado.
Desafortunadamente, este acuerdo hace poco más que reinstalar, y apenas ampliado, el congelamiento al que Irán se había comprometido el año pasado. Por eso el mundo necesita un acuerdo permanente, vinculante y verificable en el que Irán se comprometa a abandonar el enriquecimiento de combustible nuclear y su reprocesamiento.
De momento, no hay ninguna garantía de que Irán no continúe en secreto sus experimentos de enriquecimiento de uranio en alguna instalación secreta, como asegura ahora un grupo de la resistencia. La Agencia Internacional de Energía Atómica dejó en claro esta semana que no puede descartar esta posibilidad. Pero con una Europa todavía reticente a presentar el problema iraní al Consejo de Seguridad, y Rusia y China que probablemente vetarán cualquier intento de imponer sanciones una vez que se trate el tema, el nuevo acuerdo parecer ser la mejor opción disponible.
Seguir por este imperfecto camino no debe significar que Irán mantenga a los diplomáticos europeos en ascuas indefinidamente mientras se prepara secretamente para construir armas nucleares. Irán tiene una larga historia de eludir los compromisos del tratado de no proliferación nuclear, y Europa tiene una larga historia negándose a fijar límites. En los meses que vienen, ambos necesitan demostrar mayor sabiduría.
17 de noviembre de 2004
©new york times
©traducción mQh
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