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ruleta rusa de edwards bello


[Andrés Gómez Bravo] Jorge Edwards reconstruye la exagerada vida de su tío en su última novela, ‘El inútil de la familia'. Mezclando situaciones reales y ficticias, tomadas de sus altamente autobiográficas novelas, el escritor y Premio Cervantes relata la arriesgada existencia del autor de ‘El roto' y ‘La chica del Crillón'. Desclasado, jugador enfermizo, cliente de prostíbulos, feroz crítico de su época, dilapidó su fortuna y acabó suicidándose a los 80 años. "Joaquín fue un gran fracaso, un fracaso con grandeza, porque nunca llegó a ser el escritor que quería ser", afirma su sobrino.
A principios de los años 80, Jorge Edwards se encontró con Jorge Luis Borges en Buenos Aires. El escritor argentino quiso saber de Joaquín Edwards Bello y el chileno -sobrino del gran cronista criollo- le contó de su trágico final, la parálisis y el suicidio. Borges comentó que recordaba el título de una de sus novelas. "'El roto' ¿no?" . Y también el nombre del protagonista. "Esmeraldo ¿no?" Y ante los monosílabos afirmativos de Edwards, remató: "Es mucho ¿no?"
Fue mucho y fue poco, piensa hoy Jorge Edwards. Su vida fue excesiva y pasó de la riqueza a la pobreza, de los refinados hoteles y casinos de Francia a oscuras pensiones de Santiago. El primer cronista nacional, el tábano de la sociedad de su época, como lo llamó Gabriela Mistral: ateo, renegado de su clase, jugador, cliente frecuente de prostíbulos, simpatizante obrero, acabó disminuido físicamente, aislado y pegándose un tiro en 1968. Quiso ser un gran novelista, pero no estuvo a la altura de sus metas.
"Joaquín fue un gran fracaso, un fracaso con grandeza, porque nunca llegó a ser el escritor que quería ser, no fue Zola ni Eça de Queiroz, pero al final la literatura lo salvó", dice Jorge Edwards.
El autor de ‘Persona non grata' y Premio Cervantes rescata la exagerada vida de su tío en su última novela, ‘El inútil de la familia', editada por Alfaguara.

Líos De Familia
Mezclando hechos reales y ficticios, tomados de las novelas de Edwards Bello, altamente autobiográficas, Edwards reconstruye la historia de este escritor ‘maldito', cuya mayor obra sea acaso la construción de su propio personaje.
Nacido a fines del siglo XIX en Valparaíso, descendiente de Andrés Bello y miembro de uno de los clanes más poderosos del país, Joaquín -hijo único de un ingeniero que murió joven y de una mujer ‘media literaria'- renunció a su destino en las leyes o los negocios y apostó por la literatura. Y esa apuesta lo alejó de su clase.
"Cuando en mi familia hablaban de él, decían el inútil de Joaquín, el vago de Joaquín, el degenerado de Joaquín. Lo detestaban y él los detestaba", dice.
El primer hito en el quiebre familiar fue la publicación de ‘El inútil' (1910), una novela que el crítico de El Mercurio -el cura Omer Emeth- calificó de "lo peor de lo peor" y que escandalizó a la sociedad de la época. "Hay un adulterio escabroso en la novela y se pensó que aludía a una señora muy conocida. Además, el protagonista se declara socialista y ateo, lo que no era poco en ese entonces".
Huyendo del escándalo, Joaquín se refugió en Río de Janeiro, primera estación en sus viajes, que lo llevaron a Madrid, donde se casó por primera vez, y a París.
Pero así como tuvo una relación odiosa con sus parientes ricos, sufrió en la relación con su hijo, al que excluyó de los derechos de su obra en beneficio de su hijastro Daniel Cádiz, hijo de su segunda esposa, Marta Albornoz.
"El hijo era medio delincuente, falsificador, y pasó la mitad de su vida en la cárcel", dice Edwards, quien en su novela relata que aquél asaltó a su padre para pagar deudas.

Todo O Nada
Edwards Bello vivió como si estuviera en una casa de juegos. Dilapidó su fortuna en casinos y garitos de toda clase. Especuló en la banca y fue un fanático del hipódromo. "Joaquín dijo no tengo suficiente plata y me voy a jugar el todo o nada. En un texto dice, 'o doblo o me dedico a escribir artículos de diarios'. Y eso fue lo que hizo", cuenta su sobrino.
La suerte no lo acompañaba y vivía endeudado. "Hay unas cartas que escribe a un señor dueño de una pensión, unas cartas re tristes, y le dice 'tenga paciencia, yo le voy a pagar, lo que pasa es que los diarios no me pagan a mí'. Ya era popular, un escritor conocido, pero vivía arruinado".
Enemigo de los políticos -coqueteó con el ibañismo y los radicales-, enamorado de las mujeres populares -"le encantaban las verduleras, esas mujeres grandes y tetonas"-, el hombre furibundo y huraño, Premio Nacional de Literatura y Periodismo, vivió asediado por el fantasma de la miseria y la soledad tras sufrir el ataque cerebral que lo dejó semiparalítico.
Así, piensa Edwards, su suicidio fue el último tiro de su ruleta rusa.

Quién Es...
J. Edwards Bello
Premio Nacional de Literatura, Chile.
Nace en Valparaíso, en 1887.
En 1910 publica ‘El inútil', su primera novela, que genera un escándalo social. Edwards Bello escapa a Brasil hasta que se calman las aguas.
En 1920 edita su primera obra importante, ‘El roto', ambientada en las inmediaciones de la Estación Central.
En 1928 comienza a escribir crónicas en el diario La Nación. Sus columnas son seguidas con fascinación, durante 35 años, por un gran número de lectores.
Su obra narrativa la completan ‘El chileno en Madrid' (1928); ‘Valparaíso, ciudad del viento' (1931) y ‘La chica del Crillón' (1935), entre otros títulos.
Recibe el Premio Nacional de Literatura 1943 y el de Periodismo 1959.
El 19 de febrero de 1968, a las 8.30, se suicida en su casa con un revólver Colt calibre 38.

7 de noviembre de 2004
25 de noviembre de 2004
©la tercera

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