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glass, fabricante de mentiras


[Rodrigo González] La increíble historia del periodista que inventó sus noticias. La olla podrida del alguna vez considerado niño prodigio de la influyente revista The New Republic se destapó en 1998, al descubrirse que 27 de sus 41 artículos eran parcial o totalmente falsos. Tras cinco años de silencio, Glass publicó una novela acerca de esta experiencia y Hollywood produjo la película ‘El precio de la verdad'.
Hacia el comienzo de ‘El precio de la verdad' (2003), la interesante película sobre el caso del periodista Stephen Glass, el protagonista le habla a un grupo de estudiantes sobre cómo es eso de trabajar en The New Republic, donde él es la máxima estrella. "Te pagan poco, los horarios son inhumanos, pero sientes la satisfacción de escribir en una revista que influye en los tipos más importantes del país", comenta Glass ante la mirada atenta de sus jóvenes admiradores. Una chica particularmente atractiva lo observa con embeleso y escribe en su cuaderno el título de un reportaje de Glass que describía, con gran detalle, las fiestas de alcohol y drogas de un grupo de miembros juveniles del Partido Republicano.
Sí. Todo el mundo alrededor del orgulloso Glass lo recuerda por aquel magnífico artículo. Sin embargo, sólo el autor de la nota sabía la verdad: casi todo el reportaje era una mentira. Lo sorprendente es que nadie se hubiese dado cuenta.
Esta es sólo una parte de la vida profesional de quien fuera alguna vez el periodista más admirado de la prestigiosa revista norteamericana The New Republic y que en 1998 fue expulsado de dicha publicación, tras descubrirse que 27 de sus 41 historias contenían material totalmente inventado. La revelación apareció en la edición online de la revista Forbes, que chequeó los datos de un reportaje suyo sobre un hacker que habría logrado que una gran compañía computacional se rindiera a sus pies, pagándole lo que quisiera.
Rasgos Sicóticos
Fundada en 1914, The New Republic se ganó pronta fama como una de las publicaciones de análisis político más lúcidas de Estados Unidos. Durante la década de los 90 -y pese a no tener una gran circulación- se ufanaba de su influencia directa en los más importantes círculos del país. Fue, de hecho, la revista de cabecera de Bill Clinton en el Air Force One, el avión presidencial.
Fue a mediados de dicha década que Glass entró a la revista como colaborador, tras estudiar en la Universidad de Pensilvania. Su primera misión fue escribir un artículo sobre una desconocida legislación de la ciudad de Washington. En ese momento, pensó que su nota necesitaba algo de maquillaje. O sea, unas gotas de ficción. Ni el propio periodista sospechaba que, junto con su primera nota, nacía un mentiroso profesional.
Si bien este caso fue eclipsado hace poco por el de Jayson Blair, periodista de The New York Times que originó escándalo al saberse que más de 35 de sus notas eran ficticias, la situación de Glass es hoy particulamernte atractiva. Sobre todo, tras quedar de manifiesto -gracias a una película, y antes de ello a un libro de su propia autoría- los rasgos sicóticos del periodista, quien defendió sus inventos hasta último minuto, incluso cuando todas las evidencias se sumaban en su contra.
Precisamente los rasgos sicológicos de Glass -personificado por Hayden Christensen en ‘El precio de la verdad'- están entre los fuertes del filme. Hay una escena en que su editor, Chuck Lane (Peter Sarsgaard), lo acorrala, llevándole a un lugar donde se originaban los supuestos hechos de su nota. Glass se defiende: acusa a su jefe de poner en duda su honorabilidad periodística. Ello, pese a que el reportero estrella se ha contradicho repetidamente respecto de los números telefónicos de las fuentes consultadas. Lane, por su parte, posee pruebas más que concluyentes que tiene frente a sí a un estafador profesional, capaz de poner en jaque el prestigio de su respetada publicación.
El Novelista
El año pasado, cinco años después de destaparse el escándalo, volvió a la luz pública con la publicación de su novela ‘El fabulador' (The Fabulist), cuya trama mezcla la experiencia en The New Republic con un posterior reencuentro con sus raíces judías en los barrios suburbanos de Washington.
A propósito de esta novela y de la película -con la que Glass no quiso tener vínculo alguno, a diferencia de Chuck Lane-, el periodista fue entrevistado por 60 Minutos, de CBS. "Pensaba que debía tener las frases perfectas para mis artículos y las inventaba. Sabía que estaban mal y que tenía que cambiarlas, pero finalmente no lo hacía y las notas salían así, falsas", explicó hace un año y medio al popular espacio de TV.
"Simplemente me encantaba la electricidad que mis artículos generaban en la gente. Me encantaba ir a las conferencias de prensa y ver a los otros periodistas comentando lo buenas que eran mis notas", agregó en el mismo programa, donde, además, se deshizo en disculpas y muestras de arrepentimiento por sus reiteradas faltas a la ética. Para mayor efecto, comentó que se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico y señaló que "mentí para ganar estima", dando a entender que sólo buscaba el reconocimiento de sus pares.
Esta victimización, por otro lado, le ha valido varias críticas a su novela: su protagonista, más que un desvergonzado mentiroso, es un conejillo de Indias, un producto de las circunstancias. Al parecer, Glass es un incorregible y sigue siendo deshonesto hasta en sus novelas.
28 de noviembre de 2004
2 de diciembre de 2004
©la tercera

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