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campaña distorsiona logística de elecciones en iraq - ashraf khalil


Trabajadores de la comisión electoral y candidatos arriesgan sus vidas y limitan su visibilidad. Locales de votación siguen siendo secretos.
Bagdad, Iraq. Los partidos se han inscrito, se han formado alianzas y los llamados a postergar las elecciones han disminuido. Pasada la primera frenética fase de la histórica saga electoral en Iraq, los planificadores hacen frente a los problemas prácticos de montar unas elecciones creíbles de aquí a cuatro semanas.
Hasta ahora, la campaña fue casi un concepto teórico. La mayor parte del trabajo se realizó dentro de la fortaleza de la Zona Verde, y las remotas oficinas locales de la Comisión Electoral Independiente han tratado de pasar desapercibidas. La mayoría de los estimados 14 millones de votantes han sido inscritos automáticamente sin necesidad de que salgan de sus casas.
Ahora la planificación de la campaña se hará inevitablemente más visible -y también será un blanco más visible. Miles de empleadores temporales están siendo reclutados tan discretamente como posible. Trabajarán bajo la constante amenaza de atentados y tienen que ofrecer de alguna manera suficientes oportunidades de votación en el territorio sunní dominando por la resistencia, para alcanzar un resultado que sea aceptable para esa vital minoría.
Los organizadores también deben supervisar el transporte de 8.5 millones de urnas. Pero no se ha dado a conocer dónde estarán esas urnas el día de las elecciones.
La falta de seguridad en muchas carreteras hace que el transporte de esos elementos sea muy arriesgado. El domingo, un todoterrenos con dos terroristas kamikaze explotó junto a un autobús con tropas iraquíes en una carretera cerca de Balad, al noroeste de la capital, causando la muerte de 18 soldados. Así que los organizadores recurrirán a lo que un experto electoral llamó "una de las operaciones de puente aéreo más grandes en la región desde la primera Guerra del Golfo".
Será una perspectiva inquietante, incluso si los organizadores tienen todo en orden un mes antes de las elecciones. Pero los planificadores están preocupados de que los insurgentes simplemente ataquen los edificios, como en noviembre, cuando un edificio lleno de formularios de inscripción fue incendiado en Mosul.
¿Cuál es la solución? Están esperando órdenes para entregar los equipos durante los últimos diez días antes del 30 de enero.
"Todo se remite a la situación de seguridad", dijo el experto electoral, que tiene experiencia en Iraq. "Se puede ver en un montón de situaciones diferentes".
El equipo internacional que asesora a la comisión electoral es un grupo probado en el combate, con experiencia de países que suenan como un documental de zonas de conflicto: Indonesia, Kosovo, Camboya, Liberia y otros.
Pero el experto, que habló a condición de conservar el anonimato, dijo que las restricciones a sus movimientos en Iraq "no son comparables con ningún otro país". Viajar para supervisar los preparativos no es una alternativa y algunos organizadores son acompañados por guardias armados incluso dentro de la Zona Verde.
La posibilidad de un asesinato es algo que muchos empleadores electorales y candidatos dicen que han llegado a aceptar como una realidad de todos los días.
El grupo más vulnerable serán los 250.000 trabajadores temporales que están siendo contratados y adiestrados para la votación. Las actividades están siendo manejadas tan discretamente que incluso algunos partidos y candidatos no han oído más que rumores sobre ellas.
"Hemos oído que están contratando a personas", dijo Sharif Ali bin Hussein, director del Movimiento Monarquía Constitucional. "Hay claramente secretos sobre la gente que trabajará para la comisión electoral, debido a preocupaciones de seguridad".
El silencio se ha transformado en un dolor de cabeza para algunos partidos, que no obtienen respuesta a preguntas básicas. Bin Hussein dijo que oyó que los candidatos se quejan de que en la sureña provincia de Basra, la oficina local de la comisión electoral es casi imposible de encontrar.
"Uno puede entender las preocupaciones con la seguridad, pero eso no hace las cosas más fáciles para las más de 100 listas de candidatos que quieren saber exactamente dónde estarán los locales de votación", dijo. "No queremos suponer dónde estarán".
Sin embargo, los organizadores saben no pueden mantener secretas las identidades de los empleados o la ubicación de los locales de votación durante demasiado tiempo. Una vez que se publique esa información, será sólo una cuestión de tiempo antes de que los insurgentes ataquen. La dura realidad es que algunos candidatos y trabajadores de la comisión electoral no sobrevivirán las elecciones.
La amenaza quedó clara el mes pasado cuando tres empleados de la oficina de la comisión en Bagdad fueron emboscados y matados en la calle de Haifa, un notorio tramo del centro de Bagdad dominado por los insurgentes.
El experto electoral dijo que los asesinatos mismos no eran tan impresionantes como sus brutales detalles. Los empleados viajaban con guardias armados, pero fueron dominados por un enorme pelotón de pistoleros, sacados de sus coches y ejecutados frente a los conductores que pasaban a una hora pique. Los cuerpos quedaron en la calle durante horas, ya que los residentes ni siquiera los cubrieron por temor a ser atacados ellos mismos. Sin embargo, dijo, del personal de la comisión de Bagdad no ha renunciado ni un solo miembro.
Los candidatos tienen que vérselas con sus propios problemas logísticos cargados de violencia. Estos giran en torno a cómo dar a conocer sus nombres y mensajes en un ambiente donde las preocupaciones por la seguridad hacen casi imposible dirigirse al público.
"Somos blancos móviles en las calles", dijo Ahmad Shyaa Barak, antiguo miembro del difunto Consejo de Gobierno Iraquí y ahora candidato del Movimiento por una Sociedad Democrática.
Barak, economista y abogado, dijo que la práctica normal de una campaña de reunirse y saludar al público se ha visto severamente limitada en grandes partes de Iraq. No puede realizar reuniones públicas y la mayor parte de las veces se reúne con grupos invitados y chequeados de profesores universitarios, activistas y líderes cívicos.
La semana pasada, la sede bagdadí de un importante partido religioso chií, el Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Iraq, fue impactada por un coche-bomba que mató a nueve personas.
Saad Jawad, presidente de la oficina política del partido, reconoció que el temor a los atentados es "un gran obstáculo para la campaña, y para las elecciones mismas". El partido ha colgado carteles y banderas en vecindarios y ciudades tranquilas, pero Jawad señaló que la capacidad de hacer campaña puerta a puerta o realizar grandes mítines era no existente en algunas áreas.
Sin embargo, otros partidos fanfarronean de su capacidad para operar más ampliamente. Bin Hussein, un sunní cuyo título de ‘sharif' lo denota como descendiente del profeta Maoma, dijo que él hace campaña en áreas que otros candidatos evitan.
En un viaje reciente por Basra, un provincia en gran parte chií, Bin Hussein dijo que había realizado mítines en Zubayr, un enclave sunní, a pesar de las advertencias de la policía local.
"Todo salió muy bien", dijo. "No permitimos que nadie limite nuestros movimientos".
Bin Hussein, primo del último rey de Iraq, Faisal II, que fue depuesto y ejecutado en 1958, reclama ser una de las últimas voces de lo que llama las "provincias centrales": el Triángulo Sunní, donde la hostilidad hacia la presencia norteamericana y el gobierno interino es más intensa.
La reciente retirada del Partido Islámico Iraquí en protesta por el rechazo a postergar las elecciones, sólo aumentó su atractivo como la voz de los sunníes, dijo Bin Hussein. La inmunidad comparativa de la que parece gozar se deriva de un par de factores: no está contaminado por el gobierno debido al rechazo de su partido de formar parte del Consejo de Gobierno y a lo que llama "una posición blanda sobre la resistencia".
"La solución militar no ha dado resultados en un año y medio", dijo. "El único camino es, como siempre, un diálogo de negociación".
Pero la inmunidad de Bin Hussein también tiene límites. Reconoce que debido a los riesgos, sus mítines públicos son "más cercanos a lo que los estadounidenses considerarían mítines locales, de 100 a 500 personas".
"Hay un montón de locos sueltos, y debemos tener cuidado", dijo. "Si alguien quiere forrarse con TNT... no hay nadie que pueda impedirlo".

Robin Fields contribuyó a este reportaje.

3 de enero de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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