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refugiados iraquíes abruman siria


[Scott Wilson] Los emigrantes que huyeron de la violencia abarrotan escuelas y el mercado de la vivienda.
Aleppo, Siria. Sabbah Zaker tenía una pequeña y vigorosa empresa de construcción en la ciudad iraquí de Mosul, y aunque no aprobaba la invasión norteamericana, aceptó el verano pasado un contrato por 10.000 dólares para renovar escuelas y clínicas de salud en su multi-étnica ciudad natal. Pocos meses después, su nombre empezó a aparecer en las paredes de su vecindario con advertencias de los rebeldes de que no colaborara con los norteamericanos.
Zaker, cristiano, se había angustiado pensando si dejar o no Iraq desde agosto, cuando una serie de atentados con bomba hicieron estremecer Mosul y Bagdad. Las pintadas decidieron por él, y el septiembre pasado envió a uno de sus cuatro hijos a esta ciudad en el norte de Siria para que encontrara un lugar donde pudiera vivir la familia. Zaker, su esposa y sus hijos duermen ahora en el piso de un apretado apartamento frente a una iglesia.
"Mi gente me odiaba, y yo no sabía lo que estaba pasando con ellos", dijo Zaker, 52, que lleva una corbata fuertemente apretada este domingo, a pesar de que no tiene dónde ir. "Si la situación continúa así en Iraq, se vendrán más todavía. Y el dinero se está acabando".
Aunque preocupaciones regionales y globales sobre la frontera siria con Iraq, de 720 kilómetros, se han concentrado fundamentalmente en los árabes extranjeros que la cruzan para incorporarse a la resistencia, un creciente número de iraquíes como Zaker se están trasladando en la dirección opuesta. Funcionarios de Naciones Unidas dicen que están presenciando el éxodo que habían esperado hace 22 meses. cuando Estados Unidos y sus aliados invadieron, y el gobierno sirio y agencias internacionales de ayuda dicen que desde la invasión norteamericana han llegado al país 700.000 iraquíes de grupos étnicos, religiosos y económicos diversos. El flujo ha aumentado en los últimos cuatro meses.
El primer goteo de iraquíes ricos, que funcionarios norteamericanos dicen que pueden estar financiado a la resistencia, ha sido seguido por una ola más grande sobre todo de chiíes y cristianos -grupos que son blanco de la violencia cotidiana. Funcionarios de Naciones Unidas dicen que muchos son médicos, profesores, empresarios y licenciados universitarios, la elite intelectual con la que los funcionarios en Washington habían esperado reconstruir Iraq. A medida que se establecen en los viejos edificios de piedra del barrio cristiano aquí y en los barrios bajos al sur de Damasco, a unas 300 kilómetros de aquí, los enclaves están viviendo alquileres desatados, escuelas atiborradas, aumento de la delincuencia y problemas sanitarios.
"No podemos seguir así", dijo Abdelhamid Ouali, representante del Alto Comisionado para los Refugiados de Naciones Unidas en Siria. "La situación es terrible. Estamos obligados a hacer algo".
Con el objetivo de ayudar a los iraquíes que huían sin alentarles a huir, la agencia de Naciones Unidas arregló "un estatuto de protección provisional" que impedía que los iraquíes fueran deportados pero sin hacer uso de la ayuda financiera y de reubicación que se destina a los refugiados reconocidos. Hace casi dos años, la agencia montó grandes campamentos de tiendas y clínicas sanitarias para miles de personas. Las instalaciones fueron almacenadas cuando no se materializó inmediatamente el éxodo masivo que se esperaba.
"¿Qué pasó? La gente ha empezado a llegar ahora, y no podemos hacer nada por ellos. Es un desastre", dijo Ouali, que está preparando un proyecto de 700.000 dólares para ayudar al gobierno sirio a ayudar a los iraquíes.
No lejos de la Rotonda de los Iraquíes, un círculo de tráfico en el hormigueante barrio Sitti Zeinab, del Cairo, un niño gritaba en el anochecer el otro día llamando a pasajeros para llenar el autobús de la noche hacia Bagdad. En el restaurante Bagdadí, un tugurio de kebab y showarma las mesas están casi siempre llenas.
"Gracias a Dios que durante la dictadura para nosotros las condiciones eran muy duras, y son todavía más duras ahora que los norteamericanos están aquí", dijo Abu Jaffar Khazimi, 35, que huyó con su familia de la sureña ciudad iraquí de Nayaf, en septiembre. "Así que nos hemos acostumbrado a no necesitar ningún lujo".
Khazimi es el representante en Siria de Moqtada Sáder, el clérigo chií rebelde de Nayaf. Como otros muchos iraquíes aquí, Khazimi huyó de Nayaf y de su casa en ruinas poco después de que la milicia de Sáder acordara en el otoño una tregua con las fuerzas norteamericanas que puso fin a semanas de conflictos.
Desde su llegada no ha podido encontrar matrícula para sus hijos en las escuelas públicas. Hace un año, un apartamento de dos habitaciones costaba 110 dólares al mes; ahora, un alquiler cuesta el doble. Algunas de las crecientes tensiones sectarias en Iraq también se sienten aquí. Mientras algunos partidarios del Partido Baaz de Saddam Hussein, que era fundamentalmente sunní, han atacado a clérigos y líderes políticos chiíes, otros han encontrado refugio en Damasco, dijo Khazimi.
"Evitan muchas reuniones de iraquíes", dijo Khazimi. "Los conocemos. Y deberíamos hacerles la guerra".
Después de pedir durante más de un año al gobierno sirio que aumentara su vigilancia de la frontera, el secretario de estado Richard L. Armitage dijo durante una visita a Damasco el mes pasado que la situación había mejorado. Las nuevas reglas hacen difícil que hombres jóvenes entren a Iraq a través de Siria, pero la frontera sigue abierta para los que salen de Iraq.
Las críticas norteamericanas se han dirigido hacia los iraquíes que ya están aquí, especialmente a los ricos que llegaron primero y a los que la comunidad diplomática llama "refugiados con Mercedes". Funcionarios de Naciones Unidas y diplomáticos occidentales dicen que el grupo, menos del 10 por ciento del total de iraquíes que viven aquí, consiste de funcionarios de alto nivel del Partido Baaz y otros partidarios de Hussein. Con pasaportes y conexiones políticos, entran y salen con relativa facilidad.
Pero diplomáticos occidentales dicen que al gobierno sirio le conviene demostrar a los iraquíes que no está ayudando a la resistencia. Peter Ford, el embajador británico en Siria, dijo que el problema es "todavía más urgente que la amenaza que representan los yihadistas", los soldados de infantería de la resistencia. Su dinero y su capacidad organizativa, dijo, crean más violencia en Iraq, lo que empuja a más iraquíes hacia Siria.
"Pero pueden ir demasiado lejos y hacer aquí las cosas peor para ellos mismos", dijo Ford. "Cuando importas gente, importas también sus problemas".
El gobierno sirio niega proteger a ex partidarios de Hussein, y los funcionarios señalan que los gobiernos sirio e iraquí, dominados por partidos pan-arabistas rivales durante décadas, estuvieron frecuentemente de punta cuando Hussein estaba en el poder. Siria apoyó a Irán contra Iraq en su larga guerra de los ochenta, y los baazistas iraquíes han trabajado con militantes islámicos aquí en esa época para derrocar al gobierno.
"Estados Unidos está descubriendo lo difícil que es ahora establecer la ley y el orden en Iraq, así que lo más fácil de hacer es echarle la culpa a la intervención extranjera", dijo el ministro de Información Mehdi Dakhlallah. "Todos los que conozcan la relación entre los baazistas iraquíes y los sirios sabe que eso no podría pasar nunca. La mayoría de los baazistas iraquíes aquí están sentenciados, no protegidos".
Muchos sirios han comenzado a quejarse de los efectos de la llegada de iraquíes, sobre todo por las escuelas atiborradas y el aumento de los alquileres. Los iraquíes más ricos han comprado terrenos en los suburbios occidentales de Damasco, construyendo grandes casas y haciendo subir el precio de la propiedad inmobiliaria en un 50 por ciento el año pasado. Un abogado que trabaja en círculos gubernamentales dijo que el presidente Bashar firmará pronto una orden que prohibirá que los iraquíes puedan comprar tierras aquí.
"Si se les deja continuar", dijo un vendedor sirio de coches de segunda mano que busca una propiedad que comprar en Damasco, "comprarán la mitad de Siria".
Esta antigua ciudad, que tenía iglesias antes de las mezquitas que ahora las superan, se ha transformado en un santuario de unos 15.000 cristianos iraquíes. Las iglesias sirias ortodoxas y caldeanas, que proporcionan pequeñas cantidades de ayuda y utilizan una red de negocios para ayudar a encontrar trabajo a los hombres que llegan, son normalmente la primera parada de las familias iraquíes.
"Pueden haber sido ricos", dijo el reverendo Joseph Shabo, un sacerdote sirio ortodoxo, "cuando llegaron. Pronto no tienen nada".
A pesar de sus reservas, Zaker y sus dos hijos en edad de trabajar han sido incapaces de encontrar trabajo. Samir, 27, llegó este mes con un diploma en química de la Universidad de Mosul. Ghaith, 22, que llegó el año pasado, está a mitad de camino de una maestría en ciencias de la computación. Han golpeado en puertas y colocado anuncios en diarios buscando trabajo. Nadie ha respondido.
No hay nada por lo que volver, incluso si la familia lo quisiera. Han llegado noticias de que su casa ha sido saqueada. De momento, la vida es un apartamento de dos cuartos, que cuesta 500 dólares al mes, y preocuparse de qué pasará cuando se acaben los ahorros.
"No somos pobres", dijo Samir. "Pero cuando gastas todo lo que tienes cada día, se pone caro".

4 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh

1 comentario

Carlos -

Soy lector de su útil e informativo blog, sin embargo el tipo de letra utilizado (gris sobre fondo blanco) dificulta la lectura, pese a que aumento el tamaño (ctrl + en Mozilla Firefox).
¿No podrían ajustar un poco el tipo de letra?