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pandillas seducen a jóvenes


[David Cho] Fatal tiroteo en Fairfax simboliza nuevas preocupaciones.
Johnny y Luzmila Campos abandonaron su apartamento en Arlington después de que su hijo mayor se hiciera miembro de una violenta pandilla de latinos. Tenían muchas esperanzas de llevar una vida tranquila en el condado de Fairfax cuando se mudaron a Sheldon Drive en su diminuto coche hace unos cinco años.
El fin de semana pasado, su hijo más joven, Anthony, 15, estaba sentado en la escalinata de un apartamento cercano con dos amigos cuando fueron atacados. Los amigos sobrevivieron, pero Anthony murió casi instantáneamente. La policía cree que los pandilleros lo confundieron con un rival debido a su ropa.
"Nos mudamos aquí para escapar de las pandillas", dijo Luzmila Campos, 40. "Siempre hablaba con Tony diciéndole que no se metiera en una pandilla".
Anthony no era un pandillero, pero su muestra ilustra un nuevo tipo de amenaza en la región. Pandillas étnicas tales como Mara Salvatrucha o MS-13, y los Southside Locos han atraído en los últimos años a cientos de niños de hasta 9 años en los últimos años, dicen detectives. Y eso les ha dado influencia para propagar el temor y extender su alcance en uno de los barrios más afluentes de la zona, donde padres como los Campos deben luchar para mantener seguros a sus hijos.
Debido a que las víctimas de su violencia y los blancos de su reclutamiento son tan jóvenes, las pandillas están llevando sus guerras no sólo a las calles suburbanas sino también a escuelas primarias y secundarias y en clubes de jóvenes. Incluso en Fairfax, que es conocido por sus buenas escuelas y baja tasa de homicidios, la policía cree que las pandillas están presente en todas las escuelas secundarias. Al este de Fairfax, que la pandilla MS-13 reclama como su territorio, decenas de niños en Culmore se ven obligados a buscar refugio después de la escuela en el Boys & Girls Club en el sótano de una iglesia.
La muerte de Anthony eleva en Virginia del Norte a 12 la cifra de asesinatos relacionados con las pandillas en los últimos cuatro años, la mayoría cometidos por miembros de la MS-13. La policía dice que la MS-13, con unos 2.000 miembros, es la más grande de las pandillas del área. En agosto, pandilleros de la MS-13 rodeadon a José Escobar, 22, en el ayuntamiento de Prince William, y lo apuñalaron en el cuello y en el brazo izquierdo y le dispararon al pecho.
En el verano de 2003, se encontró el cuerpo de Brenda Paz cerca de unas zarzas en la ribera del Río de Shenandoah. Su garganta estaba tan cortada que fue casi decapitada. Paz, 17, estaba ayudando a las autoridades en su investigación de varios miembros de la MS-13. Su novio ordenó su asesinato desde la celda de su prisión.
En entrevistas, pandilleros han dicho que se unieron a la MS-13 cuando eran jóvenes e impresionables, y ahora no se pueden salir. La vida en las pandillas les ha arruinado sus posibilidades de seguir en la escuela. Muchos fueron obligados a cometer delitos como robos, asaltos con machetes y vandalismo a temprana edad.
"El problema es que los jóvenes son imprevisibles y notoriamente irracionales en su conducta", dijo Paul J. McNulty, fiscal para el Distrito Este de Virginia, cuyo despacho ha trabajado con las autoridades locales para terminar con el problema. "Y eso representa un reto en sí mismo, para que no piensen que están llevando una gran vida".
Para los cinco hermanos Guzmán que viven en un apartamento del primer piso en Vista Drive en el condado de Fairfax, la MS-13 está literalmente en la puerta de la casa.
Los pandilleros han garrapateado "MS-13" en el pasillo justo al lado de su puerta. Algunos niños en los edificios de ladrillo rojo en Culmore viven en apartamentos hacinados con parientes y extraños que lucen tatuajes de MS-13 en sus brazos. Otros, cuando pasan por las calles de los patios, deben soportar risas y abucheos de pandilleros sentados en sus bicicletas y asomándose por la ventana en ropa interior.
Los niños Guzmán, de 3 a 12 años, apenas tienen espacio para jugar en el diminuto apartamento de tres habitaciones que comparten con sus padres y un tío. El piso de su dormitorio está cubierto de pared a pared de colchones y la familia, de ocho, comparten un retrete. Los hermanos no salen a la calle solos por la noche. Una vez vieron un apuñalar a alguien justo debajo de la ventana de su dormitorio.
"Enviarlos a casa al final del día es un castigo para estos chicos", dice Wonhee Kang, que dirige el Boys & Girls Club en el sótano de la Iglesia Unida Metodista de Culmore como un refugio para ellos. "Yo no culpo a los padres por querer alejarse de esta comunidad por la seguridad de sus hijos. En realidad yo me pongo contento cuando se marchan".
Culmore es la sede de la pandilla juvenil de más rápido crecimiento, Silva Loco Salvatrucha, de la MS-13, de acuerdo a pandilleros y detectives.
"Silva es una banda grande y son todos de Virginia del Norte. Es su casa", dijo un miembro de la MS-13. "Pero no es una pandilla respetada -ha sido siempre una desgracia para la MS. Son jóvenes y estúpidos. Sólo quieren estar arriba. Quieren ser grandes... Pero muchos de ellos son nada más que palabras ".
Sin embargo, los Silva hacen la vida difícil a Kang y a los niños que asisten a su club. Casi todas las casas del vecindario han sido pintadas con graffiti de las pandillas. Kangs le dice a los niños que no miren y que eviten hablar con pandilleros.
Kang no había oído hablar nunca de la MS-13 cuando empezó su club en el sótano de la iglesia en 1994. Era la directora del coro, formada clásicamente por la iglesia. Entonces su pastor le pidió que dirigiera un campamento de verano para los niños del vecindario.
"Yo pensaba que era algún tipo de escuela", dijo. "Al principio no sabía en lo que me estaba metiendo".
Pronto se enteró de los riesgos cuando miembros de la MS-13 empezaron a molestar a los niños cuando se marchaban al campamento. Como si para recordarles que era su territorio, la pandilla pintaba a veces con graffiti el apartamento frente a la iglesia.
Kang decidió seguir en el trabajo después de enterarse que los alumnos no tenían un lugar seguro donde ir, ni siquiera sus casas eran seguras.
Santo Guzmán, que trabaja en la cocina de un restaurante y tiene otros trabajos, dijo que ella se quiere mudar pero teme que no le alcance, con sus cinco hijos, para pagar un apartamento en otro lugar. Una salita invadida por las cucarachas guarda todos los muebles de la familia: dos sillas plegables de metal, un vieja mesa de madera, y una televisión. La ropa de los niños están desparramadas por todas partes porque no tienen un tocador en el dormitorio.
Casi todos los niños de Kang comparten apartamentos con otras familias de inmigrantes o de jornaleros. La familia de una niña de 11 comparte un apartamento de dos dormitorios con varios desconocidos que trabajan como jornaleros. Uno de ellos tiene tatuajes de la MS-13. Para ir al baño -hay sólo uno en el apartamento- le pide a su madre que la acompañe.
La madre de otra niña de 11 en el club de Kang dijo que lo que le da miedo es que los pandilleros de la MS-13 son apenas más grandes que su hija.
"Me siento tranquila cuando está en el club de Kang y cuando está en casa", dijo la madre, que trabaja hasta las 7 todas las noches limpiando casas. Habló a condición de mantener el anonimato por temor a represalias de las pandillas. "Por la noche no la dejó salir afuera".
El club de Kang ha sido como un imán para los niños de Culmore. Unos 50 niños se aparecieron para el primer día. En 2002 se afilió a los Boys & Girls Clubs de Estados Unidos y alcanzó a tener 200 niños, la mayoría de los que asisten a la escuela primaria y secundaria.
Kang mantiene siempre cerradas las puertas de la iglesia, y exige que los niños llevan tarjetas de identificación de plástico. Colocó alambres de púa como una valla que separe su santuario del territorio de la MS-13. Ha atrapado a unos alumnos de la primaria haciéndose tatuajes falsos con tinta china en sus manos con la leyenda "MS-13".
Unos tres años después de que los Campos se mudaran al condado de Fairfax, los miembros de una nueva pandilla llamada los Southside Locos empezaron a pasar el tiempo en las calles del vecindario. La mayoría son adolescentes jóvenes. Anthony trabó amistad con algunos de ellos en la escuela y empezó a salir con ellos los fines de semana.
Aunque nunca se hizo miembro, Anthony empezó a vestirse como ellos. "No podías ver la diferencia", dijo Juan Sánchez, 16, un amigo y compañero de escuela de Anthony.
Llevaba casi siempre un jersey negro de los Oakland Raiders, que es popular entre los pandilleros debido a que es negro, dijeron amigos y familiares. Todos sus amigos en la Escuela Secundaria Annandale llevaban ropas similares: jerseyes con pantalones abombados que se doblan sobre botas de piel curtida Timberland. En el verano, lucen camisas de franela azules o negras y se abrochan solamente el botón superior.
"Todos se visten así; incluso yo me visto así", dijo el hermano de Anthony, Johnny Jr., que trabaja con su padre como un técnico de una bolera. "Ese es el clásico estilo de la mafia. Yo no creo que eso desaparezca porque la sociedad no lo quiera".
Johnny Campos Jr., 23, dijo nunca se preocupó de que Anthony se metiera a una pandilla porque su hermano era tímido, tranquilo y odiaba los enfrentamientos. "Él vio lo que me pasó a mí, vio el sufrimiento de mis padres", dijo. "Se mantenía limpio".
Sin embargo, Anthony y sus amigos disfrutaban del rap gangsta, imitaban el modo de hablar de los pandilleros y su estilo. "Es cool. No sé por qué. Todo el mundo lleva esa ropa", dijo Sánchez.
La vida en la pandilla tiene un cierto atractivo. Parece ser sinónimo de dureza y de ser cool.
El 21 de enero, a eso de las ocho y media, Anthony salió con dos amigos, de edades de 15 y 13, a dar una vuelta por un 7-Eleven. Uno de los amigos era el hermano de un conocido miembro de los Southside Locos, aunque él mismo no es pandillero, dijeron varios amigos. Mientras estaban sentados en las escalinatas de un apartamento, dos hombres se aproximaron a ellos. Sin avisar uno sacó una pistola y disparó contra los tres adolescentes, dijo la policía. Anthony murió a causa de sus heridas, luego de que dos balas se alojaran en su pecho. Los otros quedaron heridos, pero sobrevivieron.
Detectives han dicho que el pistolero probablemente confundió a Anthony con otro pandillero rival debido a su pinta.
Esta semana, esas ropas fueron dobladas pulcramente y extendidas sobre la mesa familiar de los Campos, rodeadas de rosas blancas, cirios, estatuillas de Jesús y viejas fotografías -un acto conmemorativo de la familia.
Su padre dijo que pasó las últimas noches en la cama de Anthony, llorando hasta dormir.
"Todo lo que sabemos es que estaba en el lugar equivocado a la hora equivocada", dijo, con las manos en la cabeza. "Es tranquilo. No sé qué pasó. Estaba sentado allí y luego paso esto: le dispararon".

30 de enero de 2005
8 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh

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