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paraíso en prisión de oklahoma


[Lawrence Downes] La bendición de Lono: una visión del paraíso en una cárcel de Oklahoma.
Después de una noche de lluvia, la mañana llegó el domingo clara y suave al centro de Oklahoma. En un fangoso patio de una cárcel cerca de Watonga, una diminuta ciudad rodeada de campos de trigo y pastizales, un grupo de hombres saludaron al sol y rezaron a Lono, el dios hawaiano de la agricultura, la fertilidad y la paz.
Los cien reclusos estaban silenciosos como una fotografía. Seguían a un director para cantar y orar en el idioma hawaiano, saludando al día y pidiendo sabiduría y compasión. Hicieron una procesión en el patio. Algunos iban vestidos como sus ancestros hawaianos, en túnicas parecidas a las togas debajo de los brazos al descubierto. Otros llevaban los azules uniformes de los presos.
Separados de casa por densas bandas de alambre de púa, a mil 600 kilómetros del continente y la mitad del Océano Pacífico, no era probable que los reclusos de la Penitenciaría de Diamondback revivieran un credo religioso que ha estado eclipsado en Hawai desde la época de los misioneros. Pero ahí estaban, marcando el fin de makahiki, un antiguo festival de tres meses ajustado a la salida y puestas de las Pléyades.
Las incongruidades se acumulan, profundas y misteriosas: estos reclusos, muchos de los cuales no son devotos de ninguna fe en particular, han encontrado a Dios -más bien, a sus dioses- en un prisión privada de mediana seguridad en el país de los indios cheyene y arapaho después de haber sido encerrados por atracos, tráfico de drogas y otras felonías. Han sido ayudados no sólo por maestros religiosos locales, organizaciones comunitarias y abogados, sino también por pastores voluntarios de la Iglesia Unida de Cristo, una orden cuyas raíces incluyen a los misioneros congregasionalistas que hicieron lo posible por destruir la religión hawaiana hace dos siglos.
La ceremonia del domingo ocurre después de una lucha de dos años. La Compañía de Prisiones de Estados Unidos, que gestiona Diamondback, se negó a dar permiso a los reclusos para reunirse y realizar liturgias por deferencia a funcionarios del estado en Hawai que habían expresado dudas sobre si la religión hawaiana aún existía.
Funcionarios dijeron que las reuniones podían ser una fachada para reuniones de pandillas o asuntos de drogas. En 2003 la Compañía Jurídica Nativa Hawaiana, un grupo sin fines de lucro en Honolulu, inició un juicio ante un tribunal federal a nombre de 33 reclusos hawaianos de Diamondback, acusando a los funcionarios de violar sus derechos constitucionales y la Ley de Uso Religioso de Tierras y Personas Institucionalizadas, una ley de la era de Clinton que trató de inclinar la balanza a favor de las prácticas religiosas en conflictos en prisiones y decisiones de zonificación.
Un juez federal ordenó a la prisión que permitiera en el otoño pasado realizar el ritual de apertura makahiki, y los ritos de clausura el domingo, el servicio hawaiano más grande hasta la fecha. Casi se ha llegado a un compromiso sobre el juicio, dijo ayer el abogado de los reclusos, Andrew Sprenger. Expresó confianza en que los hawaianos serán pronto libres de reunirse y practicar su fe como otros reclusos, no sólo en Oklahoma sino también en otros estados donde Hawai tiene reclusos: Arizona, Mississippi, Minnesota y Colorado.
Será una victoria tanto para la libertad de credo como para la cultura hawaiana. El cristianismo sigue siendo la religión dominante entre nativos hawaianos, pero tradiciones más antiguas han persistido, transmitidas por medio de narrativas y canciones. Desde hace algunas décadas Hawai vive un renacimiento de la música, danza y lengua tradicionales. El renacimiento de la religión hawaiana abarca a las tres.
Los escépticos señalan la contradicción entre adorar a Cristo y la multiplicidad de dioses hawaianos -además de Lono, también están Kane, Ku, Kanaloa, la diosa de los volcanes Pele, una miríada de otras deidades y semidioses, y un vivo mundo espiritual. Pero muchos hawaianos -incluso sus líderes religiosos tradicionales, kumu- no ven el problema. La religión hawaiana enfatiza la conexión primaria con la familia, la comunidad y la tierra -valores a nivel visceral inscritos en la antigua historia y cultura de la isla. Una capa de monoteísmo cristiano no la dañaría, dicen los hawaianos -ni la cambiaría. La liturgia de los presos fue escrita con ayuda de John Keola Lake -el kumu en residencia de la Universidad de Chaminade, una institución católica de Honolulu.
Kaleihau Kamauu, un preso que ayudó a organizar el Grupo Nativo Hawaiano de Espiritualidad y Cultura de Diamondback antes de ser devuelto a la prisión de Oahu, asistía de niño a templos católicos y mormones. Recuerda que los custodios de la prisión le dijeron que podía practicar la religión que quisiese, provisto que practicara una. Se opuso. "No voy a decir algo en lo que ya no creo", dijo en una conferencia telefónica ayer. "Voy a decir lo que soy".
Para Kamauu la religión tradicional ayuda a restaurar un sentido de ho'oponopono o rectitud a hombres que sufren de una disrupción del balance espiritual, familiar y con sus comunidades. Su grupo, dice, impone reglas estrictas de asistencia y respeto, y rechaza a las pandillas, el alcohol, las drogas y la violencia.
Ese es el espíritu que anima a grupos como Ohana Ho'opakele, una organización de defensa de los reclusos con sede en Hawai que envió a un coordinador espiritual para guiar el servicio de Oklahoma, y la Iglesia Unida de Cristo, cuyos pastores han estado ayudando a Kamauu y otros fieles. La reverenda Rosemary McCombs Maxey, una pastora voluntaria de origen muscogi y una de las auspiciadoras del grupo de Diamondback, viajó desde el otro lado del estado para estar ahí el domingo. Los ritos, según los describió, eran realizados con la intensidad de un encuentro fundamentalista, casi con monástica sobriedad y recato.
El domingo por la noche los reclusos se reunieron por última vez. Cantaron y danzaron una solemne hula. Bebieron ‘awa, una bebida ceremonial, y comieron poi. Cantaron. Habían pensado terminar desmantelando la akua loa, una estructura de papier-maché con una efigie de Lono, pero la música se alargó demasiado.
A las nueve de la noche, luego de que pasaran las dos horas y media acordadas, se dijo a los hombres que dejaran de hacer lo que estaban haciendo y volvieran a sus celdas.

15 de febrero de 2005
19 de febrero de 2005
©new york times
©traducción mQh

1 comentario

monica -

desearia informacion sobre aprendizaje ritual,meditacion de ho'oponopono,soy un paticular, vivo en buenos aires argentina