te estamos vigilando
[Geoffrey R. Stone] El estado vigila y controla cada vez más el ir y venir cotidiano de los ciudadanos.
Vivimos en una sociedad cada vez más conveniente. Usamos tarjetas de crédito, compramos libros por Amazon, reservamos billetes de avión en Expedia, compramos antigüedades en eBay, sacamos dinero de cajeros automáticos y buscamos trabajo en Monster. Usamos llaves tarjetas para abrir el cuarto del hotel, pases EZ para pagar en el peaje y GPS para orientarnos. Enviamos correos electrónicos, rellenamos recetas y satisfacemos necesidades sexuales en internet, y pagamos electrónicamente.
Estas conveniencias generan datos. En los viejos' tiempos no dejábamos una huella electrónica fácilmente accesible de nuestras compras, conversaciones, visitas y transacciones. Dábamos por sentado el anonimato y privacidad de nuestras vidas día a día. Nada más. Hoy, somos constantemente identificados, supervisados, estudiados, clasificados y trazados por una amplia gama de instituciones y organizaciones -privadas y públicas. Como detalla Robert O'Harrow Jr. en su No Place to Hide, es peor de lo que alguna vez imaginamos. En su revelador libro, O'Harrow deja claro que los estadounidenses deben pensar seriamente en estos temas ahora, antes de que sea demasiado tarde.
O'Harrow revela un mundo moderno lleno de negocios privados aparentemente inocuos, agencias de gobierno y programas de software con nombres oscuros como ChoicePoint, Acxiom, Matrix, DARPA, Seisint, HOLe y NORA. Sin que lo sepamos, estas instituciones y tecnologías compilan incesantemente información sobre nuestros nombres, direcciones, matrículas de coches, número de la seguridad social, religión, ingresos, miembros de la familia, orientación sexual, amigos, compras, hipotecas, cuentas bancarias, transacciones con tarjetas de crédito, créditos, pases de estacionamiento, antecedentes criminales y condenas, visitas en internet, correspondencia electrónica, preferencias de lectura de diarios y revistas, llamadas telefónicas, vacaciones, huellas dactilares, seguros, imagen facial, DNA, recetas y cerveza preferida. Los ordenares han hecho posible lo que hace 20 años era ciencia ficción.
¿Cómo se obtiene esa información? En su mayor parte, la proporcionamos nosotros mismos, aunque inconscientemente, cada vez que hacemos algo. En los últimos años, con la ayuda de sistemas de computación cada vez más sofisticados y avances en inteligencia artificial, estas instituciones y organizaciones han acumulado billones de datos sobre ciudadanos estadounidenses, que los comparten con otros o se venden unos a otros y al gobierno. Como observa O'Harrow "los datos personales se han transformado en una mercancía que es comprada y vendida como tripas de puerco".
¿Por qué hacen compañías y agencias esto? Por usted, por supuesto. Al reunir y compartir esos datos, le protegen de robos y mal uso de su tarjeta de crédito, permiten a los mercaderes ofrecerle precisamente el tipo de productos que satisfacen sus gustos y necesidades, se aseguran de que los otros pasajeros no sean terroristas, localizan a niños extraviados y padres gorrones, ayudan a la policía a capturar contrabandistas y asesinos y, en general, nos procuran una sociedad más segura. Y, de hecho, hacen todas esas cosas.
Así que ¿cuál es el problema? ¿Debería preocuparnos que no haya dónde esconderse? ¿Qué peligros nos plantea esta sociedad más conveniente y segura? En esta escalofriante historia, O'Harrow identifica los riesgos e ilustra vívidamente con convincentes experiencias de la vida real.
Primero, existe el simple riesgo del error. Los datos en esos sistemas, de acuerdo a Ole Poulsen, uno de los creadores de HOLe, están "llenos de errores y ruidos e información equivocada". Como resultado, a los individuos se les pueden negar seguros, créditos, empleo, el derecho a abordar un avión e incluso el derecho a votar cuando el sistema entrega información errónea. Y, como demuestra convincentemente O'Harrow, se puede transformar en una pesadilla.
Segundo, existe el riesgo de la exposición pública. Nosotros consideramos esta información como privada. Pero los hackers pueden fácilmente hacerse con ella y utilizarla para humillarnos, chantajearnos o hacerse pasar por nosotros. La Comisión Federal de Comercio informa que en un año normal, 10 millones de norteamericanos son víctimas de robos de identidad, que resulta en cheques rechazados, negación de crédito, acoso de acreedores, seguros anulados y acusaciones falsas de conducta criminal.
Tercero, existe el riesgo de que el gobierno use esta información no sólo para detectar a terroristas, sino también para reprimir la disidencia e imponer conformidad. En los años noventa, esta tecnología fue desarrollada principalmente por compañías privadas para permitir a los vendedores identificar a los consumidores. Después del 11 de septiembre de 2001, sin embargo, el FBI, la CIA, la NSA, los ministerios de Justicia y de Seguridad Interior buscaron agresivamente acceso de estas bases de datos comerciales, creando una vasta asociación entre instituciones públicas y privadas para el intercambio de estas informaciones. Además, la Ley Patriótica sacó ventajas de la mentalidad de crisis de después del 11 de septiembre y autorizó un amplio rango de vigilancia y recabamiento de datos gubernamental previamente limitados. Aunque el objetivo explícito de estas actividades es nuestra seguridad, la historia enseña que una vez que el gobierno tiene esa información, la usará inevitablemente para perseguir y silenciar a los que cuestionan sus políticas.
Finalmente, O'Harrow advierte que esas invasiones masivas de nuestra privacidad e intrusión en nuestro anonimato corriente puede alterar la fábrica de nuestra sociedad. Una vez que entendamos que cada movimiento que hacemos es trazado, observado, apuntado y relacionado con otros, ¿conservaremos nuestro sentido esencial de autonomía individual y dignidad personal? ¿Puede florecer la libertad en una sociedad semejante? ¿Es este el largo tiempo esperado 1984, el Mundo Feliz del siglo 21, o de algún modo seguiremos viviendo y haciendo negocios como de costumbre?
Geoffrey R. Stone es profesor de derecho de la cátedra Harry Kalven Jr. de la Universidad de Chicago y autor de 'Perilous Times: Free Speech in Wartime from the Sedition Act of 1798 to the War on Terrorism' [Tiempos Peligrosos: Libertad de Opinión en Tiempos de Guerra desde la Ley contra la Sedición de 1798 hasta la Guerra contra el Terrorismo].
Libro reseñado
No Place to Hide. Behind the Scene of Our Emerging Surveillance Society.
Robert O' Harrow Jr.
Free Press. 348 pp. $26
19 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh
Estas conveniencias generan datos. En los viejos' tiempos no dejábamos una huella electrónica fácilmente accesible de nuestras compras, conversaciones, visitas y transacciones. Dábamos por sentado el anonimato y privacidad de nuestras vidas día a día. Nada más. Hoy, somos constantemente identificados, supervisados, estudiados, clasificados y trazados por una amplia gama de instituciones y organizaciones -privadas y públicas. Como detalla Robert O'Harrow Jr. en su No Place to Hide, es peor de lo que alguna vez imaginamos. En su revelador libro, O'Harrow deja claro que los estadounidenses deben pensar seriamente en estos temas ahora, antes de que sea demasiado tarde.
O'Harrow revela un mundo moderno lleno de negocios privados aparentemente inocuos, agencias de gobierno y programas de software con nombres oscuros como ChoicePoint, Acxiom, Matrix, DARPA, Seisint, HOLe y NORA. Sin que lo sepamos, estas instituciones y tecnologías compilan incesantemente información sobre nuestros nombres, direcciones, matrículas de coches, número de la seguridad social, religión, ingresos, miembros de la familia, orientación sexual, amigos, compras, hipotecas, cuentas bancarias, transacciones con tarjetas de crédito, créditos, pases de estacionamiento, antecedentes criminales y condenas, visitas en internet, correspondencia electrónica, preferencias de lectura de diarios y revistas, llamadas telefónicas, vacaciones, huellas dactilares, seguros, imagen facial, DNA, recetas y cerveza preferida. Los ordenares han hecho posible lo que hace 20 años era ciencia ficción.
¿Cómo se obtiene esa información? En su mayor parte, la proporcionamos nosotros mismos, aunque inconscientemente, cada vez que hacemos algo. En los últimos años, con la ayuda de sistemas de computación cada vez más sofisticados y avances en inteligencia artificial, estas instituciones y organizaciones han acumulado billones de datos sobre ciudadanos estadounidenses, que los comparten con otros o se venden unos a otros y al gobierno. Como observa O'Harrow "los datos personales se han transformado en una mercancía que es comprada y vendida como tripas de puerco".
¿Por qué hacen compañías y agencias esto? Por usted, por supuesto. Al reunir y compartir esos datos, le protegen de robos y mal uso de su tarjeta de crédito, permiten a los mercaderes ofrecerle precisamente el tipo de productos que satisfacen sus gustos y necesidades, se aseguran de que los otros pasajeros no sean terroristas, localizan a niños extraviados y padres gorrones, ayudan a la policía a capturar contrabandistas y asesinos y, en general, nos procuran una sociedad más segura. Y, de hecho, hacen todas esas cosas.
Así que ¿cuál es el problema? ¿Debería preocuparnos que no haya dónde esconderse? ¿Qué peligros nos plantea esta sociedad más conveniente y segura? En esta escalofriante historia, O'Harrow identifica los riesgos e ilustra vívidamente con convincentes experiencias de la vida real.
Primero, existe el simple riesgo del error. Los datos en esos sistemas, de acuerdo a Ole Poulsen, uno de los creadores de HOLe, están "llenos de errores y ruidos e información equivocada". Como resultado, a los individuos se les pueden negar seguros, créditos, empleo, el derecho a abordar un avión e incluso el derecho a votar cuando el sistema entrega información errónea. Y, como demuestra convincentemente O'Harrow, se puede transformar en una pesadilla.
Segundo, existe el riesgo de la exposición pública. Nosotros consideramos esta información como privada. Pero los hackers pueden fácilmente hacerse con ella y utilizarla para humillarnos, chantajearnos o hacerse pasar por nosotros. La Comisión Federal de Comercio informa que en un año normal, 10 millones de norteamericanos son víctimas de robos de identidad, que resulta en cheques rechazados, negación de crédito, acoso de acreedores, seguros anulados y acusaciones falsas de conducta criminal.
Tercero, existe el riesgo de que el gobierno use esta información no sólo para detectar a terroristas, sino también para reprimir la disidencia e imponer conformidad. En los años noventa, esta tecnología fue desarrollada principalmente por compañías privadas para permitir a los vendedores identificar a los consumidores. Después del 11 de septiembre de 2001, sin embargo, el FBI, la CIA, la NSA, los ministerios de Justicia y de Seguridad Interior buscaron agresivamente acceso de estas bases de datos comerciales, creando una vasta asociación entre instituciones públicas y privadas para el intercambio de estas informaciones. Además, la Ley Patriótica sacó ventajas de la mentalidad de crisis de después del 11 de septiembre y autorizó un amplio rango de vigilancia y recabamiento de datos gubernamental previamente limitados. Aunque el objetivo explícito de estas actividades es nuestra seguridad, la historia enseña que una vez que el gobierno tiene esa información, la usará inevitablemente para perseguir y silenciar a los que cuestionan sus políticas.
Finalmente, O'Harrow advierte que esas invasiones masivas de nuestra privacidad e intrusión en nuestro anonimato corriente puede alterar la fábrica de nuestra sociedad. Una vez que entendamos que cada movimiento que hacemos es trazado, observado, apuntado y relacionado con otros, ¿conservaremos nuestro sentido esencial de autonomía individual y dignidad personal? ¿Puede florecer la libertad en una sociedad semejante? ¿Es este el largo tiempo esperado 1984, el Mundo Feliz del siglo 21, o de algún modo seguiremos viviendo y haciendo negocios como de costumbre?
Geoffrey R. Stone es profesor de derecho de la cátedra Harry Kalven Jr. de la Universidad de Chicago y autor de 'Perilous Times: Free Speech in Wartime from the Sedition Act of 1798 to the War on Terrorism' [Tiempos Peligrosos: Libertad de Opinión en Tiempos de Guerra desde la Ley contra la Sedición de 1798 hasta la Guerra contra el Terrorismo].
Libro reseñado
No Place to Hide. Behind the Scene of Our Emerging Surveillance Society.
Robert O' Harrow Jr.
Free Press. 348 pp. $26
19 de febrero de 2005
©washington post
©traducción mQh
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