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ataques de precisión en bagdad


[James Glanz] Ataques de los insurgentes para interrumpir el suministro de petróleo, gasolina, crudo, agua y electricidad han alcanzado un grado de coordinación y sofisticación no visto antes, dijeron funcionarios iraquíes y estadounidenses.
Bagdad, Iraq. El nuevo esquema, dice, muestra que los insurgentes poseen un profundo conocimiento de la compleja red de oleoductos, cables de potencia y embalses que nutren a Bagdad, la capital iraquí.
La oscura insurgencia es un movimiento fraccionado compuesto de distintos grupos de combatientes sunníes, chiíes y extranjeros, algunos de ellos coordinados y otros no. Pero el cambio en el esquema de ataques sugiere que una rama de la resistencia está llevando a cabo un plan sistemático para destruir la capacidad de Bagdad de proporcionar servicios básicos para sus seis millones de habitantes e impedir que el nuevo gobierno pueda operar.
Un nuevo análisis de algunos de esos funcionarios muestra que la elección de objetivos y la coordinación de los ataques de sabotaje ha evolucionado en los últimos meses, cambiando de objetivos económicos a lo que es prácticamente un asedio de la capital.
En una clara ilustración del cambio, de los más de 30 ataques de sabotaje contra la infraestructura petrolera este año, no se reportó ningún incidente que afecte los oleoductos de crudo en el sur que son la principal fuente de ingresos de Iraq. En lugar de eso, los ataques se han dirigido contra oleoductos y gaseoductos que alimentan a las centrales eléctricas y refinerías y proporcionan combustible para el transporte en Bagdad y el norte.
En una indicación de lo cuidadosamente elegidos que son los objetivos y del conocimiento de la resistencia sobre el funcionamiento de la infraestructura, el sabotaje a menudo interrumpe la vida de los iraquíes, haciéndoles dependientes de generadores callejeros para paliar la oscuridad y hacer funcionar televisores y radios, dejándoles sin combustible para cocinillas y calentadores, e incluso impidiendo que beban agua.
Este patrón general del sabotaje y su conocimiento técnico sugiere la intervención de los mismos funcionarios que se ocupaban de la infraestructura del país durante el largo régimen de Saddam Hussein, dicen actuales funcionarios iraquíes.
La única conclusión razonable, dijo Aiham Alsammarae, el ministro iraquí de la electricidad, es que las operaciones de sabotaje están siendo dirigidas por antiguos miembros de los ministerios mismos, posiblemente ayudados por simpatizantes remanentes.
"Saben lo que están haciendo", dijo Alsammarae. "Sigo diciendo al gobierno que su servicio de inteligencia es mucho mejor que el del gobierno".
Sabah Kadhim, un importante funcionario del ministerio iraquí del Interior, dijo que creía que los sabotajes son parte de un plan mayor, de dos fases, que incluye las operaciones terroristas que han matado a tantos iraquíes en los últimos dos años.
El nuevo patrón de sabotajes, dijo, sienta los fundamentos del caos -una población profundamente resentida, la apariencia de un gobierno inefectivo, la paralización de importantes negocios y actividades industriales. El segundo lado -los atentados kamikaze y los secuestros-, dijo, se dirigen en gran medida a sembrar la discordia entre grupos étnicos y religiosos.
"Y creo que ellos, honestamente, tienen más posibilidades con los primeros que con los segundos", dijo Kadhim.
Cualquiera sea la fuente del plan, muestra claros signos de estar controlado centralmente, dicen funcionarios iraquíes y estadounidenses.
"Hay una organización, una especie de sala de comando de operaciones", dijo el martes en una entrevista Thamir Ghadhban, el ministro iraquí del petróleo. En su área de responsabilidad, Ghadhban dijo: "El plan de los saboteadores es aislar Bagdad de las fuentes de crudo y productos del petróleo".
"Y, en gran medida, lo han logrado", dijo.
Ghadhban apoyó sus afirmaciones con un mapa que mostraba que en noviembre, diciembre y enero, en ataques ampliamente dispersos, los insurgentes atacaron simultáneamente los tres oleoductos de crudo que llegan a la refinería de Doura en Bagdad. La refinería es el mayor productor del país de gasolina, queroseno y otros productos refinados del petróleo.
Durante ese período, se hicieron más de 20 ataques contra un conjunto de grandes oleoductos que llevan cosas como petróleo, queroseno, gasolina y otros combustibles a Bagdad desde los campos de petróleos y refinerías del norte.
En contraste, en la misma región, el mapa muestra que un oleoducto de crudo de crucial importancia económica -el que lleva el petróleo para la exportación- no fue atacado ni una sola vez.
El mapa fue preparado por su ministerio catalogando las coordinadas exactas, fechas y naturaleza de los ataques y combinando esa información con un detallado esquema de la red de oleoductos, depósitos de combustible, carreteras y refinerías en y en torno a Bagdad.
Esos ataques causaron serias interrupciones, incluyendo severos cortes de gasolina. Y Ghadhban dijo que cuando él trató de suplir los cortes transportando el combustible en camiones cisternas, los saboteadores atacaron los convoyes y los puentes por los que tenían que pasar para llegar a Bagdad.
Después de permitir que un periodista mirara en la pantalla de un ordenador el mapa y otros gráficos y cifras describiendo el patrón de sabotajes, Ghadhban se negó a proporcionar una copia, pero el análisis de su ministerio ha circulado entre otros funcionarios en Iraq, y uno de ellos accedió a entregar al New York Times una copia del mapa.
El petróleo y el transporte están lejos de ser las únicas infraestructuras atacadas por los insurgentes con el objetivo de aislar Bagdad y hacer sufrir privaciones a sus habitantes.
A mediados de enero, una bomba impactó las tuberías de agua de una planta de tratamiento que proporciona el 65 al 70 por ciento del agua potable de la ciudad. Impactó justo en el lugar donde provocaría un colapso de la presión del agua en casi todo el sistema. La mayoría de los habitantes de Bagdad se quedaron con poco o nada de agua corriente durante más de una semana.
Ataques contra objetivos cuidadosamente escogidos son también la principal razón de que el rendimiento del tendido nacional de electricidad de Iraq bajara recientemente hasta la cantidad que producía antes de la invasión norteamericana de abril de 2003, a pesar de los billones de dólares gastados en proyectos con el objetivo de reparar las centrales eléctricas y los tendidos, y agregando enormes generadores nuevos.
Y aunque el rendimiento general ha alcanzado recientemente los niveles de preguerra, ese limitado éxito ha sido puntuado por repetidos cortes causados por averías, sabotaje y otros problemas.
Con todo su conocimiento y aparentemente insaciable odio de la gente que lleva ahora el gobierno, los insurgentes han transformado su versión inicialmente genérica del sabotaje en una ciencia más refinada, dijo Gal Luft, director ejecutivo del Instituto para el Análisis de la Seguridad Global en Washington, que sigue estrechamente la infraestructura petrolera de Iraq.
Los ataques persiguen ahora "prolongar la destrucción", dijo Luft. Los insurgentes alcanzan ese objetivo atacando puntos críticos del sistema de oleoductos y centrándose en instalaciones que son difíciles de reparar o hacer -incluso tomando en cuenta los repuestos que ahora escasean en las bodegas iraquíes, dijo.
Los insurgentes han explotado hábilmente lo que Luft llama la "relación de pollos y huevos" entre el combustibles y la electricidad: sin petróleo no hay electricidad, y sin electricidad, el petróleo no puede ser extraído ni refinado. Así que un ataque en un área de la infraestructura puede estropear otras áreas.
Con todas esas posibilidades a su disposición, los insurgentes han abandonado el objetivo de volar los oleoductos que transportan el petróleo para la exportación, dijo.
"Creo que es un enfoque muy diferente", dijo Luft. "Lo principal es aislar el área de Bagdad y asegurarse de que no llegue suficiente petróleo a las refinerías".
Ese esquema no ha pasado desapercibido a los funcionarios militares norteamericanos y del gobierno. "Creo que hay un plan regional para Bagdad", dijo el teniente coronel Joseph P. Schweitzer, del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, el que antes de iniciar una nueva misión esta semana pasó siete meses como director del Centro de Actividades de Reconstrucción, una organización paraguas para obras en la infraestructura militar y civil de Iraq.
"Es una partida de ajedrez", dijo el coronel Scheweitzer. "Este es un enemigo listo, y flexible".
Dijo que dudaba de que el plan fuera unificado en todo el país, pero que había observado esquemas que proporcionaban claves para combatir a la resistencia. "Es algo que estamos estudiando intensamente", dijo. "Hemos llegado a algunas conclusiones, y estamos tomando medidas".
Pero un portavoz de la fuerzas dirigidas por los norteamericanos en Iraq, el coronel Robert A. Potter de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, dijo en una declaración enviada por correo electrónico: "Sería especulativo aceptar o negar que esos ataques sean aleatorios o específicamente planeados para provocar efectos específicos".
Cualquiera sea el guión que estén siguiendo los insurgentes, sus ataques han sido prolíficos, dijo Ghadhban, el ministro del petróleo. Su ministerio registró 264 actos de sabotajes contra la infraestructura petrolera en 2004 y más de 30 este año hasta la fecha, dijo.
Ninguna táctica específica puede impedir lo que es de hecho un sitio del importante sistema de circulación del país, dijo Ghadhban. Pero ya ha pedido contratos para un enorme sistema de protección que incluirá vallas a ambos lados de los oleoductos a lo largo de miles de kilómetros en el desierto, con cámaras de vigilancia infrarrojas, sensores, vigilancia aérea y una ágil fuerza de seguridad.
Que Ghadhban tenga alguna posibilidad de llevar a cabo su plan es otro asunto. Aunque obtuvo un escaño en la nueva asamblea nacional, la escasez de gasolina, justa o injustamente, han dañado su imagen pública en esta temporada política.
"Si soy elegido, continuaré, claro que sí", dijo Ghadhban. "Y creo que lo haremos mejor".

22 de febrero de 2005
26 de febrero de 2005
©new york times
©traducción mQh

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