Blogia
mQh

la amenaza neo-nazi


[Nicholas D. Kristof] El conocido columnista del New York Times pide menos la complacencia de las autoridades hacia grupos racistas y neo-nazis.
Antes de que el ‘reverendo doctor' Matt Hale, el líder racista blanco, fuera arrestado por tratar de asesinar a una juez federal, y mucho antes de que la juez volviera a casa la semana pasada para encontrar asesinados a su marido y madre, almorcé con él.
Hale, un hombre inteligente, articulado y maligno, despotricó contra los "traidores a la raza" cuando picoteaba su ensalada de frutas: "El matrimonio interracial es anti-natura. Es una forma de bestialidad".
"¿Si?", repliqué. "Dicho sea de paso, mi esposa es una china-americana".
Se produjo un embarazoso silencio.
Hale fue condenado el año pasado por encargar el asesinato de la juez del distrito federal Joan Humphrey Lefkow. Ahora la policía está investigando si hay algún vínculo entre Hale o sus partidarios y los asesinatos. Algunos partidarios de la supremacía blanca celebraron los asesinatos, pero Hale ha negado enfáticamente toda implicación.
La posibilidad de que los extremistas llevaran a cabo los asesinatos en venganza o para intimidar causa escalofríos en nuestro sistema judicial, porque si es así, entonces es un ataque contra el poder judicial mismo. En toda la historia de Estados Unidos sólo tres jueces han sido asesinados, pero los tres asesinatos tomaron lugar después de 1978 y todos en sus casas.
Las amenazas a jueces y fiscales federales han aumentado agudamente desde que comenzaran a ser tabuladas hace 25 años, pero el ataque contra la familia de la juez Lefkow, si estuvo relacionado con su trabajo, llevaría esas amenazas a un nuevo nivel. ¿Quién querrá ser juez si eso pone en peligro las vidas de sus seres queridos?
Cualquiera sean las circunstancias de esos asesinatos, Hale abre una espantosa ventana en un nicho de Estados Unidos sobre el que pocos de nosotros sabemos algo. Desde el 11 de septiembre de 2001 nos hemos concentrado casi exclusivamente en la amenaza del terrorismo de musulmanes extranjeros, pero tenemos una buena reserva de Osamas criados en casa.
Yo entrevisté a Hale en 2002 porque había oído que él se transformaría en un personaje clave de la comunidad del odio norteamericana, reclutando seguidores para montar una máquina de mercadeo normal de alta tecnología. Durante el almuerzo en East Peoria, Illinois, describió cómo cuando iba a la escuela de niño se había transformado en racista después de ver a unas niñas blancas besar a unos niños negros.
"Sentí náuseas", me dijo, seriamente.
Hale dijo que los ataques contra traidores a la raza y "gente de barro" eran comprensibles, pero una pérdida de tiempo. "Suponga que alguien se echa a la calle y mata a diez negros esta noche", dijo, encogiéndose de hombros. "Bueno, todavía quedan millones".
Lo que más me preocupaba sobre Hale no eran sus ideas extremistas, sino sus evidentes capacidades de organización y talento para inspirar a sus partidarios. Cuando en 1999 se le negó la licencia para ejercer de abogado debido a sus opiniones racistas, un partidario se volvió loco y disparó contra 11 personas: todas negras, asiáticas o judías.
Después del atentado con bomba en Oklahoma City, las autoridades policiales estadounidenses reprimieron con bastante efectividad a los racistas domésticos y los cabecillas de sus milicias. Pero Mark Potok, del Centro de Ayuda Jurídica del Sur, que sigue a 760 grupos de odio con unos 100.000 miembros, observa que después del 11 de septiembre la policía se ha concentrado abrumadoramente en los árabes.
Los federales tienen razón en estar especialmente alarmados por Al Qaeda. Pero también necesitamos vigilar más a los supremacistas blancos, neo-nazis y milicias. Después de todo, algunos tienen más armas de destrucción masiva que Saddam.
Hace dos años, por ejemplo, un tejano de una milicia, William Krar, fue atrapado con 25 ametralladoras y otras armas, un cuarto de millón de rondas de municiones, 60 granadas y suficiente cianuro de sodio para matar a cientos de personas.
Fuimos demasiado complacientes con Al Qaeda y los terroristas extranjeros antes del 11 de septiembre. Y ahora somos demasiado complacientes con las amenazas domésticas.
Hale me entregó algunos de los evangelios de su iglesia, incluyendo la ‘Biblia del Hombre Blanco' -lo que me causó vergüenza cuando fui escogido al azar para un chequeo de seguridad en el aeropuerto y los contenidos de mi bolsa fueron depositados sobre una mesa. Entonces, incluso aunque los controladores creían aparentemente que yo era un neo-nazi con folletos violentos y racistas, me dejaron abordar sin más problemas.
Esa ‘Biblia del Hombre Blanco' dice: "No necesitamos a judíos, ni negros ni otra ‘gente de barro'... Tenemos el credo combativo de re-afirmar el triunfo de la voluntad del Hombre Blanco demostrado tan históricamente por el más grande de todos los líderes blancos: Adolfo Hitler. Así, ¡luchemos hoy, ahora! ¡Ya no hay excusas, no hay alternativas, hombre blanco! ¡Se trata de luchar o morir!"
Así que no tenemos que ir a Arabia Saudí para encontrar a extremistas religiosos violentos empapados en el odio hacia todo lo que Estados Unidos representa. Despertad, están aquí.

Se puede escribir al autor a: nicholas@nytimes.com

10 de marzo de 2005
©new york times
©traducción mQh

1 comentario

14wotan88 -

dejate de payasadas y culturizate




serranismo esoterico