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confesiones cautivan a iraquíes


[Thanassis Cambanis] Lucha por la opinión usa programa de televisión como campo de batalla. Después del show, algunos detenidos son asesinados por policía iraquí.
Bagdad, Iraq. El terriblemente popular nuevo impacto de la televisión presenta un desfile nocturno de hombres, la mayoría con el rostro magullado, que confiesan todo tipo de actos terroristas y criminales.
‘El Terrorismo en Manos de la Justicia', es la nueva y lograda herramienta de propaganda del gobierno iraquí; las confesiones televisadas, dice la policía, persiguen desacreditar a la resistencia armada y destacar el éxito del gobierno en la represión de las bandas.
Si se trata de mostrar un nuevo, bravo Iraq, el programa de televisión recuerda fuertemente al viejo, podrido Iraq. Parte ‘El Show de Oprah Winfrey' y parte ‘Cops' [Policías] -con un fuerte aroma al represivo régimen de Saddam Hussein-, el programa se emite seis noches a la semana en la red estatal Iraqiya.
Desde su debut hace un mes, ‘Terrorismo' se ha transformado en un tema fijo en cafés y salas de estar iraquíes.
Funcionarios del gobierno iraquí fanfarronean que el programa ha arruinado la imagen de la guerra santa en el país, retratando a la resistencia como un grupo de delincuentes callejeros y matones que atacan por una paga a las fuerzas de seguridad norteamericanas e iraquíes.
También hace surgir un montón de preguntas sobre el tratamiento que da Iraq a los sospechosos y sobre la fiabilidad de sus confesiones.
Las caras magulladas e hinchadas y hundidos hombros de muchos de los sospechosos sugiere que han sido golpeados o torturados. Las claras confesiones de atentados terroristas se ajustan a veces tan precisamente que parecen poco plausibles. Y los sospechosos son presentados al público sin ningún procedimiento jurídico que los proteja, y son considerados culpables, sin decir ni una palabra sobre la ley como un arma en el arsenal contra el terrorismo. Funcionarios norteamericanos han eludido preguntas sobre el programa emitido por Iraqiya, una red todavía gestionada por un contratista estadounidense contratado por funcionarios de la ocupación norteamericana hace casi un año.
Sin embargo, no cabe duda de la popularidad y amplio alcance del programa. Los hombres debaten en los cafés los detalles de algunos miembros de bandas vistos en ‘Terrorismo'. Otros interrumpen los soliloquios sobre familiares recientemente asesinados para declarar: "Espero ver en la televisión a sus asesinos". El programa quiere llegar a los iraquíes que ven a los insurgentes como musulmanes nobles y patrióticos.
Políticos poderosas han condenado el programa: Mohsen Abdul Hamid, director del Partido Islámico Iraquí, un partido sunní que recibe el apoyo de árabes, tribus y la resistencia nacionalistas, llamó a una rueda de prensa hace poco para acusar al programa de emitir mentiras, indignado no porque un miembro de su partido fuera presentado como terrorista, sino porque el hombre hubiera confesado que bebía alcohol y que no rezaba.
El metraje es proporcionado por el ministerio del Interior y montado por Iraqiya. Después de la invasión norteamericana, la Autoridad Provisional de la Coalición reinició la red de televisión estatal iraquí como la Red de Comunicación Iraquí y la rebautizó como el principal canal estatal ‘Iraqiya'.
El coronel Adnan Abdurahman, el funcionario policial iraquí a cargo de la producción de confesiones filmadas para el programa, envía a un equipo toda vez que comandos de la policía hacen detenciones. La semana pasada, su equipo filmó confesiones en Mosul, Bakuba y Bagdad.
"Antes, la gente iraquí veía a la resistencia como luchando contra la ocupación", dijo Abdurahman. "Pero cuando la gente vio el programa, y los detalles de sus acciones, los insurgentes se transformaron en despreciables a los ojos de la sociedad iraquí. No son una resistencia. Ninguno de ellos dice que está luchando contra los norteamericanos. Están matando a miembros de la Guardia Nacional Iraquí y de la policía, todos iraquíes".
En el montaje de presentación del programa, suena la canción de ‘1492: Conquista del Paraíso', de Vangelis, sobre imágenes de miembros encapuchados de Tawhid y Yihad a punto de ejecutar a un rehén norteamericano con un uniforme naranja, un cadáver lleno de sangre, y finalmente dos niños iraquíes sonriendo, sosteniendo letreros de papel que dicen: "No al terrorismo".
Luego un policía de las fuerzas especiales, con uniforme de camuflaje y una boina roja, alaba el trabajo de "nuestros valientes y nobles hermanos de la policía iraquí".
¿Quiénes son los que cometen atentados y emboscadas día a día que han matado a cientos de civiles, policías iraquíes, y soldados?
De acuerdo a las confesiones filmadas, la respuesta es, en lo fundamental: delincuentes.
Los combatientes mismos no se describen casi nunca como patriotas o guerreros sagrados; dicen que pelean a cambio de una paga. Muchos de ellos confiesan actos homosexuales, algo considerado especialmente vergonzoso en la cultura iraquí. Frecuentemente confiesan violaciones y pedofilia, y los cortos a menudo terminan con un interrogador fuera de pantalla recriminando al detenido por carecer de honor.
En un episodio reciente, supuestos miembros de una célula insurgente de Mahmoudiya -una ciudad al sur de Bagdad en el peligroso ‘Triángulo de la Muerte'-, confesó haber asesinado y violado a varios iraquíes.
Un hombre que se identificó a sí mismo como Azawi Hassan Azawi dijo que el líder de una célula criminal le indujo a secuestrar y matar a un niño, ofreciéndole a Azawi su hermana en matrimonio.
Otro, identificado como Hassan Mahdi Hassan al-Kafaji, dijo que era miembro de la milicia de los fedayines de Saddam. Después de la guerra se unió a la Tawhid y Yihad, el grupo yihadista dirigido por el terrorista jordano Abu Musab al-Zarqawi, como un asesino a sueldo; dijo que ingería anfetaminas antes de cada misión.
"Me pagan 100 o 150 dólares por cada persona que mato", dijo Kafaji.
Talal Ra'ad Ismail al-Abassi fue el siguiente; dijo que dirigía una célula insurgente en Mosul. De acuerdo al interrogador, Abassi había sido imán de una mezquita, pero había sido despedido por las autoridades religiosas durante Hussein por tener sexo con hombres en la mezquita.
Abassi dijo que su grupo había matado a una docena de "colaboracionistas" iraquíes -una vez que un líder puede reivindicar 10 asesinatos, se transforma en "emir" o príncipe- y ganaba 1.500 dólares al mes que eran pagados por financistas saudíes de la resistencia.
"No creo en la guerra santa en Iraq", dijo Abassi ante las cámaras. "Lo importante era que mi grupo matara suficiente gente para que yo me hiciera emir y pudiera ganar 1.500 dólares al mes".
En otro episodio, un grupo de hombres de Samarra se hizo responsable de una serie de ataques en los que murieron policías iraquíes e intérpretes de las fuerzas norteamericanas.
En rápida sucesión, los hombres contaron que se les pagó menos de 200 dólares por matar y mutilar a cinco combatientes peshmerga kurdos.
Qahtan Khalid, el último en aparecer ante las cámaras, estaba flaco y encorvado, su cara más magullada y hundida que el resto.
Dijo que era un agente de policía que había colaborado con los insurgentes en 10 asesinatos. "Me uní a ellos para que no me mataran", dijo.
Ayer, el padre de Khalid dijo al servicio de cable de Agence France-Presse que soldados de la policía del ministerio del Interior le habían entregado el cadáver de su hijo. El ministerio de Derechos Humanos iraquí ha iniciado una investigación.
Funcionarios norteamericanos e iraquíes dijeron que emitir las confesiones por televisión es completamente legal.
El informe sobre Derechos Humanos del ministerio de Relaciones Exteriores de 2004, que fue publicado hace dos semanas, observó que hay pendientes cientos de casos de tortura contra el gobierno iraquí. "Según se dice, confesiones obtenidas por interrogatorios y métodos coercitivos continuaron siendo el método preferido de las investigaciones policiales", dice el informe.
Mishan Jabouri, un político tribal sunní elegido a la nueva asamblea nacional el 31 de enero, dijo que tenía pruebas de que las confesiones eran falsas.
Un votante de Mosul escribió la semana pasada a Jabouri diciéndole que su hermano había aparecido en el programa del 22 de febrero y confesó el asesinato de cuatro personas. Pero los nombres de las víctimas que mencionó eran todos parientes que todavía viven.
"Todos esos muertos están vivos. Y están dispuestos a reunirse con usted, Excelencia", escribió Muthana Abdullah Khalil. "No sé por qué han obligado a mi hermano a confesar falsedades, pero estamos dispuestos a presentarle a los muertos vivos para probar nuestras acusaciones".
Abdurahman, el coronel de policía que proporciona el metraje de las confesiones, desechó las acusaciones. El sistema judicial castigará a todo policía que torture a sospechosos o extraiga confesiones falsas, dijo, eludiendo bruscamente las preguntas sobre el tratamiento de los detenidos.
"Nuestro trabajo es apreciado. Ese es el principal objetivo", dijo. "La gente quiere que se aplique a los que aparecen en el programa de televisión el más cruel de los castigos".

Anne Barnard y Sa'ad al-Izzi contribuyeron a este reportaje.

Se puede escribir a Thanassis Cambanis a: tcambanis@globe.com.

18 de marzo de 2005
©boston globe
©traducción mQh

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