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policías en entredicho


[Matt Lait y Scott] Investigación en sus propios rangos. El Departamento de Policía de Los Angeles a menudo desorienta a los supervisores civiles sobre hechos claves en el uso que hacen los agentes de la fuerza letal.
El agente Jeff Nolte estaba al mando de una redada de narcóticos en un motel de Gardena, cuando un sospechoso de tráfico de cocaína lo apuntó con una escopeta. Nolte disparó dos veces "en inmediata defensa de su vida", hiriendo al sospechoso, Leonard Robinson, en las manos y desarmándolo.
Al menos, esa fue la historia que contó el Departamento de Policía de Los Angeles. No viendo razón para ponerla en duda, la Comisión de Policía determinó que el agente había actuado de acuerdo "al reglamento". Nolte fue oficialmente descartado como sospechoso.
Cuatro años más tarde, el juicio por derechos civiles de Robinson fue visto en tribunales, y emergió una historia muy diferente.
Evidencias no vistas por la Comisión mostraban que Robinson tenía las manos en el aire cuando Nolte abrió fuego. Robinson no estaba apuntando un arma contra el agente, concluyó el jurado. Estaba tratando de rendirse. Robinson recibió este año 2 millones de dólares por daños y perjuicios.
"No creo que ningún agente razonable haya creído que los disparos fueron justificados", dijo la juez de distrito Nora Manella, que presidió el juicio.
No era la primera vez que la Comisión de Policía fue engañada por el departamento que supervisa. Una y otra vez, el Departamento de Policía de Los Angeles LAPD ha entregado a sus supervisores civiles una versión del enfrentamiento incompleta y a menudo distorsionada, según concluyó una investigación de Times.
La comisión de cinco miembros -abogados, empresarios y líderes civiles nombrados por el alcalde- debe servir como el centinela público en los cuarteles de policía.
Investigar los tiroteos es una de sus responsabilidades más importantes, un modo de asegurar que los agentes que utilizan fuerza excesiva no pasen desapercibidos o no sean castigados.
Sin embargo, como guardián, la comisión opera con un serio handicap: Ha sido frecuentemente mantenida en la ignorancia sobre importantes aspectos de los tiroteos del LAPD.
Los informes sobre tiroteos del departamento normalmente omite información que pudiera provocar que la comisión cuestionara si los agentes habían actuado correctamente. Los testigos que contaron a los detectives que los policías dispararon sin mediar provocación, no es mencionada. Evidencias materiales que contradicen las versiones de los agentes de defensa personal han sido dejadas de lado.
El Times estudió docenas de tiroteos, comparándolos con la información presentada a la Comisión de Policía con documentos confidenciales del Departamento de Policía, documentos judiciales y otros.
En al menos 28 tiroteos, 15 de ellos fatales, la comisión determinó que el uso de la fuerza fue "reglamentario" -esto es, razonable y justificado- sin conocer la evidencia que indicaba la conclusión opuesta.
Algunos ejemplos:
-En 1999, los policía que buscaban la fuente de un tiroteo en Noche Vieja, mataron a disparos a un hombre del que dijeron que les había apuntado con una escopeta. Las evidencias de que los agentes habían disparado por error a un hombre desarmado fueron dejadas fuera del sumario de la investigación presentado a la comisión.
Abogados del ayuntamiento, confrontados más tarde con todas las evidencias, accedieron pagar a la familia del hombre una indemnización de 2.6 millones de dólares.
-En 1997, un automovilista bajo influencia de drogas apretó con la puerta de su coche el brazo de un agente y trató de escapar, arrastrando al agente. Entonces otro agente mató a balazos al chofer. El LAPD dijo que fue el único modo de salvar al agente atrapado.
Sin embargo, cuatro transeúntes -no mencionados en el sumario del LAPD- dijeron a los detectives que los agentes habían salido libremente del coche y estaban fuera de peligro cuando su colega mató al chofer.
-En 1996, los agentes hirieron a balazos a dos hombres de los que dijeron que habían abierto el fuego contra ellos desde el balcón de un edificio de apartamentos. El sumario del LAPD describió el incidente como un caso clarísimo de defensa propia. Desconocido por la comisión, los investigadores de la policía no encontraron evidencias que confirmaran la versión de los agentes, y una comisión interna del LAPD ha concluido que no fueron atacados.
Bernard C. Parks, jefe de policía de 1997 a 2002 y ahora miembro del ayuntamiento y candidato a alcalde, se negó a ser entrevistado para este artículo.
Su sucesor, William J. Bratton, dijo que los cambios provocados en 1999 por el escándalo de Rampart habían resultado en mejores investigaciones de los tiroteos e informes más sinceros a la comisión. Pero dijo que no estaba satisfecho.
En agosto, Bratton reorganizó la unidad que investiga tiroteos en los que hay agentes implicados -la segunda revisión en los últimos cuatro años. En una entrevista dijo que estaba determinado a "ir donde nos lleve la verdad" en la investigación de tiroteos.
"Nosotros estaremos siempre en camino", dijo Bratton. "No llegaremos nunca a destino".
David S. Cunningham III, un abogado que es presidente de la Comisión de Policía, dijo que los miembros de la comisión reconocen la necesidad de leer los informes del LAPD con más escepticismo y están investigando los tiroteos con más ahínco que nunca.
"Tenemos polis investigando a polis", dijo. "Siempre habrá un prejuicio. ¿Puede ese juicio conducir a conclusiones poco confiables? A veces".
Gerald L. Chaleff, antiguo presidente de la comisión y ahora principal asesor de Bratton, dijo que el patrón de omisiones en los sumarios del LAPD sugerían un colapso de la supervisión civil del departamento.
"De hecho, si estuviéramos siendo engañados o dependiendo de información incompleta, entonces no habríamos sido capaces de hacer nuestro trabajo y el sistema no estaría funcionando de ninguna manera", dijo Chaleff. "Obviamente, no me gusta para nada".

Faltaba Algo
Los policías no tuvieron otra opción que disparar contra Terry Taylor. Cuando los agentes gritaron: "¡Policía!" y le ordenaron que dejara caer su escopeta, no obedeció. En lugar de eso, les apuntó con el arma.
Este fue el informe entregado por el LAPD basado en declaraciones de los agentes.
Pero faltaba algo. Declaraciones de testigos y evidencias materiales indicaban que Taylor no tenía ninguna escopeta en las manos. El peso de los hechos -de los hechos completos- fue que la policía cometió un trágico error.
Ocurrió justo después de la medianoche del 1 de enero de 1999. Taylor y un grupo de amigos y parientes estaban celebrando el año nuevo en su casa en Los Angeles del Sur.
Sin que lo supieran los festejadores, un grupo de agentes de la Comisaría de la Calle 77 se estaba acercando al bungalow con las armas en la mano. Estaban ahí para "una misión de control de un tiroteo" y habían oído los disparos de celebración en el vecindario. Estaban tratando de localizar la fuente.
Los agentes Andrew Luong y Michael Menegio vieron a Taylor y a otros dos hombres parados en un patio en la parte de atrás de la casa. De acuerdo al sumario del LAPD, Taylor, 35, tenía una escopeta en las manos. Luong y Menegio dijeron que abrieron el fuego cuando él desoyó sus avisos y apuntó el arma contra ellos.
Taylor cayó sobre el umbral de la puerta de entrada del patio. Una bala de 9 milímetros de una pistola Luong había perforado su corazón.
Taylor, padre de cinco hijos, había sido un pintor antes de que su espalda mala lo dejara incapacitado. Su esposa, Reda, comenzó a trabajar en el Correo y él se transformó en un padre de casa. Sus hijos lo llamaban "Míster Mamá". Ahora lo miraban desangrarse a muerte en el suelo de la salita.
Cuando once meses después el caso fue examinado por comisión, el LAPD no dijo que pudiera haber dudas sobre el tiroteo.
Un sumario de la investigación del departamento, firmado por el entonces jefe Parks, dijo que "los agentes creyeron razonablemente que el sospechoso representaba una amenaza directa de lesiones corporales graves o la muerte".
Los miembros de la comisión determinaron que el tiroteo era "reglamentario".
Entretanto, la familia de Taylor había iniciado un juicio por derechos civiles. En los archivos del LAPD el abogado Samuel Paz encontró evidencias que ponen el tiroteo bajo una luz enteramente diferente.
El hermanastro de la víctima, Charles Anderson, dijo a los investigadores de la policía que él -no Taylor- tenía la escopeta. Anderson dijo que no estaba cargada, que tenía el cañón rajado y era inoperable para cuando llegó la policía.
Los detectives lo desafiaron enérgicamente, según muestran las transcripciones de una entrevista. Lo obligaron a confesar que había mentido y que Taylor sostenía el arma. Le dijeron que como ladrón en libertad bajo palabra, podría ser enviado de vuelta a prisión por posesión de arma de fuego.
Anderson mantuvo su historia, y la evidencia la confirma.
El agente Menegio había dicho a los detectives que el pistolero que estaba parado en el patio llevaba una camiseta blanca. Testigos dijeron que Anderson llevaba una camiseta blanca esa noche.
En cuanto a Taylor, la fotografía de un pesquisidor lo mostraba con una camisa verde oscuro de manga larga -un regalo de navidad de su esposa.
La versión que dio la policía del incidente contradice otra evidencia clave: la sangre que brotó del cuerpo de Taylor cuando la bala salió por debajo de su axila derecha. Unas gotas cayeron en la culata de la escopeta.
El sumario del LAPD dijo que el análisis de la sangre salpicada que hizo el departamento confirmaba que Taylor sostenía el arma -y apuntando con el cañón hacia los agentes- cuando le dispararon.
Sin embargo, a medida que se fue conociendo el juicio por derechos civiles, tanto expertos del ayuntamiento como de la familia de Taylor dijeron que eso no podía ocurrir.
Richard H. Fox, un experto en evidencias para los demandantes, dijo en un informe que el patrón de las gotas de sangre mostraban que el arma estaba a 30 o 45 centímetros del cuerpo de Taylor -y que no estaba apuntando a los agentes.
Eso era consistente con la declaración de Anderson de que él tenía el arma, parado detrás de Taylor cuando los dos caminaban hacia la puerta de atrás.
Ronald Raquel, criminalista del LAPD, dijo durante una declaración que el arma tenía que haber estado entre 15 y 30 centímetros del lado de Taylor.
Paz, abogado de la familia, le preguntó entonces a Raquel sobre la foto del LAPD de la reconstitución del incidente que mostraba a un hombre con una escopeta a su lado, en una clásica postura de disparo. Paz mostró a Raquel una por una las nueve fotografías y le preguntó si Taylor pudo haber tenido el arma como se dice cuando le dispararon.
Raquel replicó las nueves veces: "No".
Cuando Paz hizo una vista anticipada de su caso con los abogados del ayuntamiento, decidieron no correr el riesgo de un juicio por jurado. El ayuntamiento firmó un acuerdo por 2.6 millones de dólares.
Luong, ahora en el Departamento de Policía del Parque Buena, defendió sus acciones.
"Creo de corazón que hice lo correcto", dijo en una entrevista. "Hice lo que creí que tenía que hacer para defender mi vida y la de mi compañero".
Menegio se negó a hacer comentarios.
Años antes, Paz había obtenido un acuerdo por 5.5 millones de dólares para un encargado del Coliseo de Los Angeles al que disparó un agente de policía y lo dejó paralizado de la cintura para abajo.
Ese tiroteo, como el de Taylor, había sido declarado "reglamentario". En ambos casos, dijo Paz, se había basado en evidencias recogidas por el LAPD para mostrar que sus agentes dispararon sin motivo.
"Si hay algún mensaje en esto, es", dijo, "que si yo puedo hacer esto, ¿por qué no podrían ellos?"

Responsable Sólo Ante Sí Mismo
La práctica de sanear los informes de tiroteos ha persistido durante sucesivos alcaldes y jefes de policía. Refleja una enraizada resistencia a la supervisión civil en el LAPD que data de hace décadas.
Durante gran parte de su historia, el departamento sólo era responsable ante sí mismo cuando se trataba del uso de fuerza por sus agentes. Después de un tiroteo, la policía investiga a sus agentes en el más estricto silencio. Los hallazgos son rara vez hechos públicos.
La Comisión de Policía, establecida en los años 20 para fijar los objetivos del departamento y supervisar al jefe, no jugaron ningún papel, o muy poco, en la investigación de los tiroteos.
Eso cambió después de la muerte de Eulia Mae Love en 1979. Love, 39, viuda de Los Angeles del Sur, estalló de ira cuando un empleado de la compañía de gas la amenazó con cortar los servicios si no le abonaba una cuenta impaga de 22 dólares. Ella persiguió al hombre con una pala. Los trabajadores de la compañía volvieron más tarde con refuerzos policiales.
Después de un punto muerto, Love lanzó un cuchillo de cocina a los dos agentes. Ellos vaciaron sus revólveres, matándola instantáneamente. El jefe de policía Daryl F. Gates declaró que los oficiales habían actuado intachablemente, diciendo que habían disparado en defensa propia. Unos manifestantes marcharon al Centro Parker, el cuartel general del LAPD.
La comisión inició una investigación y concluyó que la policía había matado a Love innecesariamente. La comisión descubrió, entre otras cosas, que los agentes habían disparado al menos un balazo más cuando Love yacía herida en el suelo.
Desde entonces la comisión ha revisado todos los tiroteos policiales para determinar si se justificaba el uso de la fuerza. Si no es así, los agentes pueden ser reprendidos, suspendidos y, en raros casos, despedidos.
El manual del LAPD dice que los agentes deben disparar sólo "cuando parezca razonablemente necesario" para protegerse a sí mismos u otros de la muerte o heridas graves. Al decidir si un tiroteo es consistente con esa política, la comisión depende de la investigación del propio departamento.
Especialmente importante son los sumarios de las investigaciones conocidos como "15-2". Estos informes, normalmente de cuatro a ocho páginas de largo, deben señalar los hechos importantes, la recomendación del jefe a la comisión y su argumentación.
En más de un 80 por ciento de los tiroteos desde 1985, el primer año para el que se dispone de archivos, la comisión concluyó que las acciones de los agentes eran "reglamentarias", como recomendadas por el jefe.
Una señal de que la comisión no siempre recibe toda la historia es que muchos tiroteos que juzga "reglamentarios" resultan más tarde en considerables sentencias por la justicia civil contra el uso excesivo de la fuerza del LAPD -o en cuantiosos acuerdos legales con las víctimas de disparos o miembros de sus familias.
El Times concluyó que desde 1985 101 tiroteos en que hay agentes implicados han resultado en indemnizaciones o acuerdos. El total cuesta a los contribuyentes 68.5 millones de dólares.
Setenta y siete de esos tiroteos -más de tres cuartos- fueron juzgados "reglamentarios".
Para entender por qué, los periodistas examinaron documentos judiciales y archivos confidenciales de la policía sobre 17 tiroteos que terminaron en pagos legales de medio millón de dólares o más.
En 15 de los casos, evidencias en conflicto con los informes de los agentes no fueron incluidas en el sumario entregado a la comisión. Los tiroteos ocurrieron el más reciente en 2002, el más antiguo en 1986.
Examinando otros tiroteos "reglamentarios", los periodistas descubrieron otros 13 casos más -que resultaron en pagos legales más pequeños o ninguno- en los que importante información había sido dejado de lado en el sumario.
Desde 1999 los miembros de la comisión reciben copias de los archivos completos del LAPD sobre tiroteos, así como los sumarios. Pero los archivos completos son tan voluminosos y misteriosos que poco sirven a los comisionados, que rara vez indagan en ellos. Pueden tener docenas o incluso cientos de páginas sobre un solo tiroteo, la mayor parte altamente técnicas -conclusiones de la autopsia, análisis balísticos, informes toxicológicos.
"Podía leer un archivo de investigación 30 veces, y no podrías detectar algo como lo hace alguien que ha estado en este negocio hace 20 años", dijo el miembro de la comisión Rick J. Caruso, un urbanista de propiedades inmobiliarias. "Para eso están los sumarios ejecutivos".
El despacho del inspector general del LAPD, creado en 1996 como respuesta a la paliza de Rodney King, debe ayuda a la comisión a estudiar los tiroteos. Pero con una enorme cantidad de otras tareas, el despacho ha tenido poco tiempo para escudriñar los sumarios o analizar los archivos de las investigaciones a la búsqueda de información escondida.
A menudo los hechos completos sobre un tiroteo salen a luz años después de las acciones de la comisión, cuando un abogado particular, pensando en los archivos del LAPD para un pleito, descubre evidencias que no eran conocidas por los miembros de la comisión.
Incluso cuando esos casos resultan en caros veredictos de jurado o acuerdos, la comisión no revisa sus dictámenes anteriores de acciones "reglamentarias" -o tratar de determinar por qué el LAPD dejó la información fuera de los sumarios.
Rabbi Gary Greenebaum, antiguo presidente de la comisión, dijo que él siempre se sintió incómodo en tener que depender de los sumarios, pero no vio otra alternativa.
"Era para mí la parte más frustrante de mi trabajo", dijo. "Nunca creí que nos contaban toda la historia".

Una Historia Muy Diferente
Ciertamente no lo hicieron en el caso de Leonard Robinson, el sospechoso de tráfico de drogas que fue disparado en las manos -evidentemente cuando las tenía alzadas.
Robinson, obrero metalúrgico incapacitado de Louisiana estaba en la habitación 312 del Executive Inn en Gardena cuando agentes anti-narcóticos del LAPD echaron su puerta abajo el 18 de junio de 1997.
Un informante había contado a la policía que Robinson estaba vendiendo cocaína en el cuarto. Robinson, entonces de 51, trabajaba en la seguridad del motel a cambio de un descuento en su alquiler y estaba armado, agregó el informante.
El agente Nolte, con un casco y un chaleco antibalas, echó a correr por un pasillo y se enfrentó al sospechoso. De acuerdo al sumario del LAPD, Robinson blandía una escopeta, tenía el cañón levantado y la apuntaba al agente.
Nolte hizo dos disparos con su propia escopeta calibre 12. Las balas que impactaron en las manos de Robinson, "lo obligaron a soltar" su arma, dice el sumario.
En tribunales Robinson contó una historia muy diferente.
Interrogado por su abogado, Jim Epstein, Robinson declaró que él estaba en cama cuando oyó un tumulto al otro lado de la puerta. Dijo que cogió su escopeta, pensando que alguien intentaba entrar a robar, pero dejó caer el arma en su regazo cuando oyó los gritos de: "¡Policía!"
"Me eché hacia atrás y levanté las manos", dijo Robinson.
Describió cómo el primer impacto de la escopeta de Nolte le perforó su mano derecha. "Entonces", dijo Robinson, "volvió a apuntarme" y disparó de nuevo.
La palma derecha de Robinson estaba salpicada de restos de pólvora. Su dedo derecho estaba destrozado. Su dedo índice había sido volado.
Un médico declaró que Robinson debe haber sangrado profusamente. Sin embargo, en la escopeta no se encontraron tejidos y sólo unas pocas motas de sangre en el arma que supuestamente estaba sosteniendo. Tampoco presentaba el arma el más mínimo daño de los dos impactos del arma de Nolte.
Un jurado del Distrito Judicial que oyó la demanda por derechos civiles en 2001 y concedió a Robinson una indemnización por daños y perjuicios de 1 millón de dólares. Cuando los abogados del ayuntamiento apelaron el veredicto, los jueces de la Corte de Apelaciones del 9º Distrito dijeron que el argumento de Nolte de defensa propia simplemente era inverosímil.
"¿Cómo no sufrió el arma que el tipo tenía en las manos ningún daño y no quedaron huellas de tejidos ni sangre en el arma -mientras que las manos de Robinson estaban completamente destrozadas?", preguntó un juez durante una vista el año pasado.
Retó al abogado del ayuntamiento, Amy Jo Field, a reconciliar el informe de Nolte con las evidencias.
"No creo que pueda, su Señoría", dijo.
Más tarde, el ayuntamiento accedió a pagar a Robinson un total de 12 millones de dólares por un veredicto de jurado y a llegar a un acuerdo por una segunda denuncia por detención arbitraria.
Nolte, que sigue en el cuerpo, se negó a ser entrevistado.
Dean Hansell, un abogado que estaba en la Comisión de Policía cuando aprobó las acciones de Nolte, dijo que no estaba consciente de que había evidencias que contradecían la versión del agente".
"Si hay algo que pudiera socavar lo que dijo el agente, esa es información que la comisión espera tener", dijo. "Claramente, habría sido enormemente importante para nosotros".
Interrogado sobre las omisiones en el sumario del LAPD, el Subdirector de Policía George Gascon, dijo: "Hay múltiples explicaciones posibles, y todas se derivan de gente muy mala en el departamento que está ocultando los hechos a gente muy pobre o muy incompetente...
"Probablemente la verdad está en el medio".

Desechando a los Testigos
Según el informe del LAPD, el agente Bruce Nelson no tenía otra opción que disparar. Un automovilista había golpeado con la puerta de su coche a un colega agente y lo estaba arrastrando por el suelo. Nelson disparó y mató al automovilista, Jonathan Horts, para salvar la vida de su colega.
Si hubieran conocido todos los hechos, los miembros de la comisión se habrían visto obligados a considerar un guión alternativo: que un encolerizado Nelson ejecutó a Horst, y la policía proveyó una explicación del hecho.
La noche del 28 de marzo de 1997, Horst, 33, pasó con luz roja en un semáforo en Los Angeles del Sur y la policía le dio caza durante 20 minutos. La policía finalmente arrinconó su Subaru Justy en un embarcadero de San Pedro.
Cuando el sargento Dennis Sebenick trataba de sacarlo del coche, Horst aplastó el brazo del agente con la puerta y apretó el acelerador. Sebenick fue arrastrado durante 90 metros hasta que el Subaru chocó contra un coche policial aparcado.
Nelson aceleró y disparó contra Horst. Según el informe del LAPD, Horts siguió conduciendo, así que Nelson apuntó y disparó dos veces. Sólo entonces, de acuerdo al sumario, soltó Horst la puerta del coche, liberando a Sebenick.
Horst, antiguo chef y artista aspirante que había adquirido un persistente hábito de drogas, murió momentos después por heridas de bala en el tórax. Los análisis de sangre indicaron que estaba bajo los efectos de la anfetamina.
Sebenick sufrió moretones en el brazo derecho.
"El agente Nelson creyó razonablemente que el sospechosos representaba un peligro inmediato de lesión corporal grave o la muerte del sargento Sebenick", dijo el sumario entregado por Parks.
La comisión determinó que el tiroteo fue "reglamentario".
Sin embargo, sin que se mencione en el sumario, había cuatro testigos que dijeron a los detectives que Sebenick no corría peligro cuando Nelson disparó.
Los testigos eran estibadores del muelle que estaba descargando un buque esa noche. Periodistas del Times oyeron las cintas grabadas y revisaron las transcripciones de las entrevistas con los testigos. Dijeron que tenían una buena imagen del incidente, ayudados por un foco desde un helicóptero del LAPD.
Ninguno de los trabajadores criticó la conducta de los agentes, y todos parecían comprender los peligros por los que había corrido la policía en someter a Horst. Sin embargo, los cuatro dijeron flemáticamente que Horst había sido matado después de que Horst hubiera dejado de ser una amenaza para Sebenick.
El estibador Ted Lucich dijo que Sebenick estaba a un lado del coche de Horst, siendo atendido por otros agentes, antes de que Nelson disparara.
"¿Eso fue antes de que disparara?", preguntó un detective.
"Sí", dijo Lucich.
Joel Vitalich dijo que vio acercarse a Sebenick al coche de Horst y quedarse enredado en la puerta.
Horst "anduvo unos 3 a 4.5 metros con el agente atrapado", dijo. "Cuando paró, dos agentes corrieron hacia el coche y sacaron al sargento... Entonces oí un bum, una pausa y bum-bum-bum".
Un tercer testigo, Edward Loy, dijo que vio a los agentes correr en ayuda de Sebenick antes de que Nelson disparara contra el automovilista.
"Yo oí los disparos después de que hubiera sido dominado", dijo Loy.
Sean Dover dijo a los detectives: "El agente que estaba colgando el coche de Horst se soltó o cayó... Y luego oí tres o cuatro disparos".
Los detectives no presionaron a los testigos para que dieran más informaciones sobre el momento en que disparó Nelson, muestran las cintas grabadas. De hecho, un investigador ofreció una justificación del tiroteo.
"Es algo que los agentes tenían que hacer, desafortunadamente, porque vieron a un hermano que estaba siendo agredido", dijo el detective Matthew Kuckowicz a uno de los estibadores. "Sabes, van a sospechar de nosotros en la prensa y otros grupos y ustedes son los que tienen que... eh, sabes".
Kuckowicz no accedió a comentar para este artículo. Nelson, que sigue en el cuerpo, tampoco quiso ser entrevistado.
Paul Mills, que entabló una demanda federal por derechos civiles contra el LAPD a nombre de los padres de Horst, dijo que no le sorprendía que las observaciones de los estibadores no estuvieran en el sumario.
"Es el procedimiento clásico del LAPD de... desechar a los testigos de fuera de la policía porque pueden decir algo poco favorable sobre los agentes", dijo.
El ayuntamiento puso fin a la denuncia por un acuerdo de 99.999,99 dólares. Esto es un centavo menos que la suma que hubiera requerido la aprobación del Consejo del Ayuntamiento -y sometió el tiroteo a una investigación adicional.

Ráfaga de Cambios
En los últimos años, el LAPD ha estado bajo renovadas presiones para investigar los tiroteos de manera más rigurosa y revelar los resultados más completamente. La muerte de Margaret Mitchell proporcionó una parte del estímulo por los cambios.
Mitchel, 55, una mujer sin casa y mentalmente enferma, estaba empujando su carro de compras cerca de la Calle 4 con Avenida de La Brea el 21 de mayo de 1999 cuando el agente Edward Larrigan paró para investigar si el carro era robado. Larrigan disparó contra Mitchel, de 1.55 metros, en defensa propia cuando ella lo atacó con un destornillador.
Cuando hubo protestas, la comisión dio el inusual paso de revisar las transcripciones de las entrevistas grabadas de los detectives con los testigos. Funcionarios del LAPD dijeron que los transeúntes confirmaron la declaración de Larrigan. Sin embargo, las transcripciones mostraban que algunos de los testigos dijeron que Mitchel no había atacado al agente. Los comisionados declararon que el tiroteo "no fue reglamentario".
El escándalo de Rampart, marcado por revelaciones de agentes anti-pandillas habían rutinariamente hecho caer en trampas a sospechosos y encubierto ataques injustificados, se agregó a la presión por una reforma.
Una ráfaga de cambios fue el resultado, algunos insertados en un acuerdo mutuo de 2000 entre el ayuntamiento y el ministerio de Justicia. El LAPD deberá entregar a la comisión más información sobre las balaceras, incluyendo transcripciones de las declaraciones de los testigos. Al redactar los sumarios, el departamento deberá incluir evidencia que arrojen dudas sobre los informes de los agentes.
Aunque impresionantes en el papel, los cambios no han garantizado que los miembros de la comisión revisan los hechos completos y sin barnices.
Eso era evidente en el caso de Jason Mitchell.

No Había Motivos para Disparar
La mañana del 11 de junio de 2002, dos agentes de patrulla hicieron parar a Michel en West 65 Place en Los Angeles del Sur. Dijeron que había cortado el tráfico cuando hizo un precipitado giro a la izquierda desde la Western Avenue.
El agente Anthony Pérez hizo un chequeo por ordenador y se enteró de que el permiso de conducir de Mitchel estaba suspendido. Pérez le dijo que por ley tenía que requisar su furgoneta negra Ford F150.
Mitchell, 33, un peluquero, dijo que había ido al tribunal y arreglado todos los problemas en torno a su permiso.
"Tengo esa información en mi casa", dijo, de acuerdo a una cinta hecha por la grabadora en el bolsillo de la camisa de Pérez. "Vivo a dos calles de aquí".
Pérez dijo que no importaba.
"¿Qué quieres que haga?", preguntó Mitchell.
"Nada", dijo Pérez. "No hay nada que usted pueda hacer ahora".
Momentos más tarde, aparentemente preocupado de que Mitchell pudiera escapar, Pérez se subió al estribo de la furgoneta, metió la mano por la ventanilla del lado del conductor y trató de retirar la llave del encendido.
Mitchell protestó, luego echó marcha atrás y arrancó, con Pérez agarrado a la puerta. Mitchell torció por la calle y rozó a un coche aparcado. Luego la furgoneta subió por un bordillo de la acera y se acercó a toda velocidad hacia una casa.
Pérez, todavía en el estribo, temía que Mitchell intentara aplastarlo contra la casa, de acuerdo al LAPD. Sacó su pistola calibre 45 y disparó dos veces contra Mitchell, matándolo.
Más tarde el departamento reprendió a Pérez por errores tácticos y dijo que no debió subirse nunca al estribo en primer lugar. Sin embargo, funcionarios de policía dijeron que tuvo motivos para disparar, porque su vida estaba en peligro.
Dos testigos contaron una historia diferente. Los mecánicos de coches Dudley Latham y Errol Banket estaban parados frente a su garaje. Dijeron que Pérez disparó contra Mitchell después de que la furgoneta hubiera chocado contra una cochera y se detuviera. Los dos dijeron que Pérez no corría peligro cuando disparó.
"Después de chocar contra el edificio, el agente retrocedió, sacó la pistola y disparó", dijo Latham al detective del LAPD, Brian Carr.
"No había motivos para disparar", dijo Banket al mismo detective en otra entrevista.
Para procesar los informes contradictorios, el LAPD contrató a una firma consultora, Biodynamics Engineering Inc. de Pacific Palisades, para reconstruir el incidente usando la grabación de Pérez y otras evidencias. La firma escribió un informe de 13 páginas y produjo un video generado por ordenador, los dos indicando que la historia de Pérez era consistente con las evidencias.
El sumario que el jefe Batton que presentó a la comisión en mayo de 2003 decía que la reconstrucción "refutó las percepciones de los testigos de que el agente Pérez se bajó de la furgoneta después de que esta parara y entonces hizo los disparos".
Eso era más de lo que Biodynamics estaba dispuesta a ir. En la primera página del informe, la firma dice que los hallazgos no tenían "por intención probar o no" el informe de Pérez. Los autores también reconocieron que no podían determinar al escuchar las cintas exactamente en qué momento había disparado Pérez -antes o después de que la furgoneta se detuviera.Parrid Ward, uno de los autores, dijo en una entrevista que la evidencia podía ser interpretada como mostrando que Pérez disparó contra Mitchell después de que la furgoneta chocara, como habían dicho dos testigos.
Había otro problema con el sumario. A pesar de las promesas después de Rampart, no contaba toda la historia.
El informe decía que Mitchell tenía dos heridas de bala -una en la cabeza y una en el cuello. Revisando el archivo de la investigación completo del LAPD, Carl Douglas, abogado de los padres de Mitchell, encontró un documento de un pesquisidor que describía una tercera herida de bala -en el dedo del corazón de la mano izquierda.
Douglas dijo a los abogados del ayuntamiento que si el caso iba a tribunales, él podría decir que Mitchell fue herido cuando levantaba sus brazos en un gesto de entrega. En junio, el ayuntamiento pagó 1.25 millones dólares para cerrar el caso.
Un mes después, periodistas del Times preguntaron al LAPD por qué el sumario no mencionaba la herida en el dedo. Funcionarios policiales dijeron que no se habían dado cuenta de que era una herida de bala. Reabrieron luego la investigación, contactaron al pesquisidor y confirmaron que la herida había sido causada por un impacto de bala.
Pero al final funcionarios del LAPD decidieron aferrarse a su versión original de que el tiroteo estaba justificado. Lo hicieron sin presentar informaciones nuevas a la Comisión de Policía, que había determinado hace tiempo que el tiroteo había sido "reglamentario".
El padre de Mitchell, Don Matthews, es un teniente de la oficina del sheriff del condado de Los Angeles. Dijo que al principio él y su esposa, Judy, confiaron en que la policía haría una investigación objetiva.
Ya no.
"Dejan escalar un incidente de tráfico rutinario hasta el punto que alguien muere", dijo. "Toda la investigación del LAPD tenía por objetivo justificar las acciones de los agentes, no descubrir los hechos".

Capas de Escrutinio
Tiroteos en los que están implicados agentes son supuestamente los más estrechamente vigilados de todas las acciones policiales.

Procedimientos del LAPD:
Paso 1: Detectives especialmente adiestrados van a la escena, recogen evidencias e interrogan a los agentes de policía y testigos. Más tarde deben escribir un informe detallado.
Paso 2: La Comisión Revisora del Uso de la Fuerza, una comisión de funcionarios de alto rango del LAPD estudia el caso y decide si los agentes actuaron "reglamentariamente". Si no, la comisión puede someterlos a un re-adiestramiento o a medidas disciplinarias.
Paso 3: El jefe de policía modifica o acepta los hallazgos de la comisión.
Paso 4: Agentes escriben un sumario de cuatro a ocho páginas sobre el incidente, con las recomendaciones del jefe.
Paso 5: La Comisión de Policía delibera a puertas cerradas y toma una decisión final.

12 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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