otro lado oscuro de la guerra
[Jeffrey Fleishman] Denuncias ofrecen mirada en otro lado oscuro de la guerra contra el terrorismo.
Ulm, Alemania. Khaled el-Masri dice que su extraño y violento viaje al vacío empezó en un autobús en la noche vieja de 2003.
Cuando volvió a la ciudad cinco meses después, sus amigos no creyeron en la odisea que contó. Masri fue secuestrado en Macedonia, golpeado por hombres enmascarados que le vendaron la vista, le inyectaron drogas y lo llevaron a Afganistán, donde fue encarcelado e interrogado por agentes secretos norteamericanos. Dijo que fue finalmente liberado en las montañas de Albania.
"Una persona me dijo que no contara esta historia porque es tan extraña que nadie me creería", dijo Masri, ciudadano alemán nacido en el Líbano.
Un fiscal de Munich ha iniciado una investigación y tiene intenciones de interrogar a funcionarios norteamericanos sobre la denuncia del vendedor de coches desempleado de que fue injustamente identificado como un militante islámico. La historia de Masri, si es verídica, ofrecería una rara mirada de primera mano en la desaparición de un hombre en una dimensión oculta de la guerra contra el terrorismo de Bush.
Desde los atentados del 11 de septiembre, las autoridades norteamericanas han usado centros de detención y cárceles en el extranjero para retener o interrogar a sospechosos de terrorismo, como en Bahía Guantánamo, Cuba. Muchos de los estimados 9.000 prisioneros bajo custodia militar norteamericana fueron capturados en Iraq, pero otros, como Masri, fueron según se dice secuestrados en otro país, entregados a las autoridades norteamericanas en Afganistán o en otras partes y detenidos durante meses.
Un portavoz de la CIA se negó a comentar el caso de Masri, pero funcionarios de la Casa Blanca, el ministerio de Justicia y la CIA han insistido durante largo tiempo que las leyes estadounidenses permiten esas operaciones encubiertas. Dicen que los funcionarios norteamericanos ha asegurado en todos los casos que no han sido torturados.
"No somos canallas en esta agencia sobre esos asuntos", dijo un ex funcionario de la CIA familiarizado con la práctica. "Todos estos programas se han aplicado bajo estricta supervisión, y ha salvado vidas".
El gobierno alemán está investigando las acusaciones de Masri.
"No tengo indicios de que Masri no esté contando la verdad", dijo en una entrevista reciente Martin Hofmann, el fiscal de Munich. Análisis de pelo -que puede detectar desnutrición y si alguien ha pasado algún tiempo en alguna parte del mundo- sugiere que Masri fue maltratado y pudo haber sido en Afganistán a principios de 2004, dijo su abogado, Manfred Gnjidic.
"No puedo acusar de secuestro a un país", dijo Hofmann. "Ahora las decisiones deben ser tomadas por las autoridades alemanas superiores. Teniendo en cuenta la naturaleza políticamente explosivo de este caso, creo que puede ser resuelto expeditamente".
Las acusaciones de Masri se producen en un momento delicado para Washington y Berlín. El presidente Bush y el canciller alemán Gerhard Schroeder se reunieron el mes pasado para ayudar a remendar los vínculos en la secuela de la oposición alemana a la invasión norteamericana de Iraq. Funcionarios alemanes están preocupados de que el posible secuestro de uno de sus ciudadanos, pero no quieren poner en peligro la cooperación con Washington en la guerra contra el terrorismo. También está la pregunta sobre qué papel, si alguno, jugó la inteligencia alemana en la desaparición de Masri.
Masri, un hombre corpulento con el pelo negro peinado hacia atrás, puede haber tenido problemas debido a su nombre y lugar de culto.
Su mezquita, la Casa Multicultural en Ulm, ha estado bajo vigilancia de las autoridades alemanas como un refugio de ulemas y extremistas radicales. Algunos de sus fieles se alistaron con militantes en Chechenia, la república separatista rusa. Reda Seyam, sospechoso de ser miembro de Al Qaeda, que fue arrestado después del atentado con bomba contra una discoteca en Bali, Indonesia, y más tarde dejado en libertad, pasó un tiempo en la mezquita de Ulm y una vez tomó prestado un coche que pertenecía a la esposa de Masri.
En un giro de aumenta la posibilidad de confusión de identidades, los servicios de inteligencia de Estados Unidos clasificaron a Khaled el-Masri como un sospechoso operativo terrorista con lazos con Osama bin Laden. Ese Masri, del que se cree que está todavía fugitivo, supuestamente convenció a varios de los secuestradores del 11 de septiembre de 2001, incluyendo a Mohamed Atta, para seguir adiestramiento en los campos de bin Laden en Afganistán.
Esos factores pueden haber convergido cuando Masri estaba en un bus en vísperas de noche vieja.
Masri, padre de cuatro hijos, dijo que estaba teniendo problemas con su familia y decidió escapar de su pequeño apartamento para pasar una cortas vacaciones en Macedonia. Este informe causa dudas entre algunos funcionarios alemanes, pero Masri insiste en que necesitaba tiempo para alejarse de su mujer.
El tenor de su viaje cambió hacia las tres de la tarde, cuando su pasaporte fue confiscado después de que el bus cruzara la frontera serbia hacia Macedonia. Tres horas más tarde, dijo Masri, estaba esperando que le devolvieran los documentos cuando "llegaron dos tipos de paisano y con pistolas y me preguntaron si tenía conexiones con organizaciones islámicas. Les dije que no. Me interrogaron hasta las 10 de la noche, y luego me subieron a un coche".
Masri dijo que fue llevado a un hotel en la capital, Skopje, y fue custodiado por equipos de macedonios de tres hombres que trabajaban en turnos. Dijo que pidió ver a un funcionario de la embajada alemana, pero nadie apareció. Trató de huir, dijo, pero fue amenazado con armas.
Al séptimo día de su confinamiento, dijo, un hombre lo fotografió y tomó sus huellas dactilares. Otro hombre, al que Masri describe como el "gran patrón", le ofreció un trato.
"El gran patrón me dijo los días que habían pasado", dijo. "Me dijo que si confesaba que pertenecía a Al Qaeda, me deportarían a Alemania. Yo me negué. Siguieron haciéndome preguntas sobre mi vida. ¿Cuántas veces rezaba? ¿Bebía alcohol? ¿Pertenecía a la Hermandad Musulmana? ¿Conocía a extremistas? Me hicieron todas las preguntas en inglés. No me dejaron llamar a mi esposa".
Masri dijo que había contado a los interrogadores que asistía a la mezquita de Ulm para rezar pero no tenía conexiones con extremistas. Dijo que fue entonces acusado de tener un pasaporte falso y de ser un egipcio que había estado en Afganistán. Se le negó la ayuda de un abogado, dijo, y empezó una huelga de hambre cuando llevaba 13 días en el hotel.
Diez días después, el 23 de enero, un hombre con una cámara de video le dijo a Masri que se parara junto a una pared y le ordenó que dijera que estaba en buenas condiciones físicas y que estaba siendo trasladado al aeropuerto para zarpar hacia Alemania, dijo Masri. Le vendaron los ojos y fue subido a un coche.
"En el trayecto pude oír el ruido de los aviones. Me llevaron a un cuarto. Cerraron la puerta detrás de mí y me golpearon durante un minuto. Pusieron sus armas contra mi espalda y me desnudaron. Oí el click de una cámara. Durante un momento me sacaron la venda. Había siete u ocho hombres vestidos de negro y con máscaras. Traté de quedarme con mis calzoncillos, pero me los arrancaron. Me pusieron pañales y un chandal azul oscuro con las piernas y las mangas cortadas".
Dijo que fue llevado a un avión con las manos atadas a la espalda y con grilletes en sus pies. "Me pusieron tapones en los oídos y un saco en la cabeza. Me echaron al suelo y me inyectaron algo. Perdí la conciencia. En algún momento olí el tipo de alcohol que usan en los hospitales. Recibí otra inyección".
Documentos de aviación mostrados por Los Angeles Times enseñan que un avión registrado con una compañía norteamericana aterrizó en el aeropuerto de Skopje a las 8:51 de la tarde, el 23 de enero de 2004. El número de registro del avión era N313P y estaba registrado con los Servicios de Transporte Premier Executive, una firma de Massachusetts con conexiones con la CIA. No entregaba los números de teléfono de la compañía ni sus directores.
El avión salió de Skopje más de tres horas después, y su destino -revelado primero por el programa de televisión alemán Frontal 21'- era Kabul, la capital afgana, con una parada en Bagdad.
Cuando fue sacado del avión, dijo Masri, fue puesto en la maletera de un coche para un trayecto de unos 10 minutos. "Desperté en una celda chica y sucia", dijo. "Era como el cuarto de un sótano con una pequeña ventana. Había textos en árabe y en farsi en la pared, de otros prisioneros. Fue entonces que supe que estaba en Afganistán".
Su celda estaba en un pabellón con otras cinco celdas, dijo, agregando que los otros reclusos incluían a tres saudíes, dos tanzanos, un paquistaní que había estado viviendo en Estados Unidos y un yemení.
Masri dijo que mientras estaba en Afganistán no fue torturado, pero fue fotografiado desnudo. Un doctor que hablaba inglés y que llevaba vaqueros y una camisa a cuadros, y que fue identificado por un intérprete como norteamericano, le sacó una vez sangre, dijo, agregando: "Me quejé al doctor sobre el agua sucia en mi celda y dijo: "Eso no es problema nuestro, es problema de los afganos".Masri dijo que un interrogador, un hombre con acento libanés, le dijo: "Estás en un país donde no hay leyes y nadie sabe dónde estás. ¿Sabes lo que significa?"
Durante los meses siguientes, dijo Masri, el ciclo fue el mismo. Lo sacaban de la celda varios minutos al día. Algunas noches, dijo, hombres con máscara lo llevaban a un cuarto donde era interrogado de 30 minutos a 2 horas. Dos de sus interrogadores, dijo, se identificaron a sí mismos como norteamericanos. Dijo que los americanos lo interrogaron diez veces. También fue interrogado algunas veces por un hombre que hablaba alemán que se identificó a sí mismo como Sam.
"Las preguntas eran siempre las mismas", dijo Masri. "Querían saber sobre la mezquita y el centro de información islámica en Ulm. Me preguntaron si conocía a Mohamed Atta. Pero las preguntas nunca eran sobre actos específicos... Yo seguí insistiendo en ver a autoridades alemanas. Estuve 37 días en huelga de hambre.
"Al día 35 perdí la conciencia. Al 37 el doctor norteamericano volvió el director norteamericano de la cárcel. Me dijeron que parara mi huelga de hambre. Yo estaba amarrado a una silla y me echaron la cabeza hacia atrás y me pusieron un tubo en la nariz y me echaron un líquido que parecía chocolate".
Un poco más tarde, el 28 de mayo de 2004, dijo Masri, fue sacado de su celda y vendado. Dijo que fue subido a un avión y lo llevaron a Tirana, la capital albanesa. Masri dijo que cuando el avió aterrizó le entregaron su pasaporte, subido a una furgoneta y conducido durante tres horas por las montañas. Fue echado fuera y la furgoneta desapareció. "Caminé 500 metros. Yo tenía el pelo largo y barba. Llegué a un puesto de control y pregunté dónde estaba", dijo Masri. "Un guardia me dijo que estaba en la frontera albano-macedonia. Luego me dijo que yo estaba ilegalmente en el país porque no tenía un sello de entrada en mi pasaporte. Dijo: Pareces un terrorista'. Le conté mi historia y se rió".
Los guardias lo subieron a una furgoneta y lo llevaron a través de las montañas al Aeropuerto Madre Teresa en Tirana. Dijo que fue subido a un avión que aterrizó en Frankfurt, Alemania. Horas más tarde llegó a Ulm. Su apartamento estaba vacío, excepto las cuentas impagas. Su esposa y cuatro hijos no estaban; se habían mudado al Líbano cuando no retornó en los meses siguientes.
"Nadie dijo: Lo lamento, fue un error'", dijo Masri. "Ahora quiero saber qué pasó y por qué pasó. Quiero que los responsables sean castigados".
Nunca fue acusado de delito alguno.
Bob Drogin en Washington contribuyó a este reportaje.
12 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
Cuando volvió a la ciudad cinco meses después, sus amigos no creyeron en la odisea que contó. Masri fue secuestrado en Macedonia, golpeado por hombres enmascarados que le vendaron la vista, le inyectaron drogas y lo llevaron a Afganistán, donde fue encarcelado e interrogado por agentes secretos norteamericanos. Dijo que fue finalmente liberado en las montañas de Albania.
"Una persona me dijo que no contara esta historia porque es tan extraña que nadie me creería", dijo Masri, ciudadano alemán nacido en el Líbano.
Un fiscal de Munich ha iniciado una investigación y tiene intenciones de interrogar a funcionarios norteamericanos sobre la denuncia del vendedor de coches desempleado de que fue injustamente identificado como un militante islámico. La historia de Masri, si es verídica, ofrecería una rara mirada de primera mano en la desaparición de un hombre en una dimensión oculta de la guerra contra el terrorismo de Bush.
Desde los atentados del 11 de septiembre, las autoridades norteamericanas han usado centros de detención y cárceles en el extranjero para retener o interrogar a sospechosos de terrorismo, como en Bahía Guantánamo, Cuba. Muchos de los estimados 9.000 prisioneros bajo custodia militar norteamericana fueron capturados en Iraq, pero otros, como Masri, fueron según se dice secuestrados en otro país, entregados a las autoridades norteamericanas en Afganistán o en otras partes y detenidos durante meses.
Un portavoz de la CIA se negó a comentar el caso de Masri, pero funcionarios de la Casa Blanca, el ministerio de Justicia y la CIA han insistido durante largo tiempo que las leyes estadounidenses permiten esas operaciones encubiertas. Dicen que los funcionarios norteamericanos ha asegurado en todos los casos que no han sido torturados.
"No somos canallas en esta agencia sobre esos asuntos", dijo un ex funcionario de la CIA familiarizado con la práctica. "Todos estos programas se han aplicado bajo estricta supervisión, y ha salvado vidas".
El gobierno alemán está investigando las acusaciones de Masri.
"No tengo indicios de que Masri no esté contando la verdad", dijo en una entrevista reciente Martin Hofmann, el fiscal de Munich. Análisis de pelo -que puede detectar desnutrición y si alguien ha pasado algún tiempo en alguna parte del mundo- sugiere que Masri fue maltratado y pudo haber sido en Afganistán a principios de 2004, dijo su abogado, Manfred Gnjidic.
"No puedo acusar de secuestro a un país", dijo Hofmann. "Ahora las decisiones deben ser tomadas por las autoridades alemanas superiores. Teniendo en cuenta la naturaleza políticamente explosivo de este caso, creo que puede ser resuelto expeditamente".
Las acusaciones de Masri se producen en un momento delicado para Washington y Berlín. El presidente Bush y el canciller alemán Gerhard Schroeder se reunieron el mes pasado para ayudar a remendar los vínculos en la secuela de la oposición alemana a la invasión norteamericana de Iraq. Funcionarios alemanes están preocupados de que el posible secuestro de uno de sus ciudadanos, pero no quieren poner en peligro la cooperación con Washington en la guerra contra el terrorismo. También está la pregunta sobre qué papel, si alguno, jugó la inteligencia alemana en la desaparición de Masri.
Masri, un hombre corpulento con el pelo negro peinado hacia atrás, puede haber tenido problemas debido a su nombre y lugar de culto.
Su mezquita, la Casa Multicultural en Ulm, ha estado bajo vigilancia de las autoridades alemanas como un refugio de ulemas y extremistas radicales. Algunos de sus fieles se alistaron con militantes en Chechenia, la república separatista rusa. Reda Seyam, sospechoso de ser miembro de Al Qaeda, que fue arrestado después del atentado con bomba contra una discoteca en Bali, Indonesia, y más tarde dejado en libertad, pasó un tiempo en la mezquita de Ulm y una vez tomó prestado un coche que pertenecía a la esposa de Masri.
En un giro de aumenta la posibilidad de confusión de identidades, los servicios de inteligencia de Estados Unidos clasificaron a Khaled el-Masri como un sospechoso operativo terrorista con lazos con Osama bin Laden. Ese Masri, del que se cree que está todavía fugitivo, supuestamente convenció a varios de los secuestradores del 11 de septiembre de 2001, incluyendo a Mohamed Atta, para seguir adiestramiento en los campos de bin Laden en Afganistán.
Esos factores pueden haber convergido cuando Masri estaba en un bus en vísperas de noche vieja.
Masri, padre de cuatro hijos, dijo que estaba teniendo problemas con su familia y decidió escapar de su pequeño apartamento para pasar una cortas vacaciones en Macedonia. Este informe causa dudas entre algunos funcionarios alemanes, pero Masri insiste en que necesitaba tiempo para alejarse de su mujer.
El tenor de su viaje cambió hacia las tres de la tarde, cuando su pasaporte fue confiscado después de que el bus cruzara la frontera serbia hacia Macedonia. Tres horas más tarde, dijo Masri, estaba esperando que le devolvieran los documentos cuando "llegaron dos tipos de paisano y con pistolas y me preguntaron si tenía conexiones con organizaciones islámicas. Les dije que no. Me interrogaron hasta las 10 de la noche, y luego me subieron a un coche".
Masri dijo que fue llevado a un hotel en la capital, Skopje, y fue custodiado por equipos de macedonios de tres hombres que trabajaban en turnos. Dijo que pidió ver a un funcionario de la embajada alemana, pero nadie apareció. Trató de huir, dijo, pero fue amenazado con armas.
Al séptimo día de su confinamiento, dijo, un hombre lo fotografió y tomó sus huellas dactilares. Otro hombre, al que Masri describe como el "gran patrón", le ofreció un trato.
"El gran patrón me dijo los días que habían pasado", dijo. "Me dijo que si confesaba que pertenecía a Al Qaeda, me deportarían a Alemania. Yo me negué. Siguieron haciéndome preguntas sobre mi vida. ¿Cuántas veces rezaba? ¿Bebía alcohol? ¿Pertenecía a la Hermandad Musulmana? ¿Conocía a extremistas? Me hicieron todas las preguntas en inglés. No me dejaron llamar a mi esposa".
Masri dijo que había contado a los interrogadores que asistía a la mezquita de Ulm para rezar pero no tenía conexiones con extremistas. Dijo que fue entonces acusado de tener un pasaporte falso y de ser un egipcio que había estado en Afganistán. Se le negó la ayuda de un abogado, dijo, y empezó una huelga de hambre cuando llevaba 13 días en el hotel.
Diez días después, el 23 de enero, un hombre con una cámara de video le dijo a Masri que se parara junto a una pared y le ordenó que dijera que estaba en buenas condiciones físicas y que estaba siendo trasladado al aeropuerto para zarpar hacia Alemania, dijo Masri. Le vendaron los ojos y fue subido a un coche.
"En el trayecto pude oír el ruido de los aviones. Me llevaron a un cuarto. Cerraron la puerta detrás de mí y me golpearon durante un minuto. Pusieron sus armas contra mi espalda y me desnudaron. Oí el click de una cámara. Durante un momento me sacaron la venda. Había siete u ocho hombres vestidos de negro y con máscaras. Traté de quedarme con mis calzoncillos, pero me los arrancaron. Me pusieron pañales y un chandal azul oscuro con las piernas y las mangas cortadas".
Dijo que fue llevado a un avión con las manos atadas a la espalda y con grilletes en sus pies. "Me pusieron tapones en los oídos y un saco en la cabeza. Me echaron al suelo y me inyectaron algo. Perdí la conciencia. En algún momento olí el tipo de alcohol que usan en los hospitales. Recibí otra inyección".
Documentos de aviación mostrados por Los Angeles Times enseñan que un avión registrado con una compañía norteamericana aterrizó en el aeropuerto de Skopje a las 8:51 de la tarde, el 23 de enero de 2004. El número de registro del avión era N313P y estaba registrado con los Servicios de Transporte Premier Executive, una firma de Massachusetts con conexiones con la CIA. No entregaba los números de teléfono de la compañía ni sus directores.
El avión salió de Skopje más de tres horas después, y su destino -revelado primero por el programa de televisión alemán Frontal 21'- era Kabul, la capital afgana, con una parada en Bagdad.
Cuando fue sacado del avión, dijo Masri, fue puesto en la maletera de un coche para un trayecto de unos 10 minutos. "Desperté en una celda chica y sucia", dijo. "Era como el cuarto de un sótano con una pequeña ventana. Había textos en árabe y en farsi en la pared, de otros prisioneros. Fue entonces que supe que estaba en Afganistán".
Su celda estaba en un pabellón con otras cinco celdas, dijo, agregando que los otros reclusos incluían a tres saudíes, dos tanzanos, un paquistaní que había estado viviendo en Estados Unidos y un yemení.
Masri dijo que mientras estaba en Afganistán no fue torturado, pero fue fotografiado desnudo. Un doctor que hablaba inglés y que llevaba vaqueros y una camisa a cuadros, y que fue identificado por un intérprete como norteamericano, le sacó una vez sangre, dijo, agregando: "Me quejé al doctor sobre el agua sucia en mi celda y dijo: "Eso no es problema nuestro, es problema de los afganos".Masri dijo que un interrogador, un hombre con acento libanés, le dijo: "Estás en un país donde no hay leyes y nadie sabe dónde estás. ¿Sabes lo que significa?"
Durante los meses siguientes, dijo Masri, el ciclo fue el mismo. Lo sacaban de la celda varios minutos al día. Algunas noches, dijo, hombres con máscara lo llevaban a un cuarto donde era interrogado de 30 minutos a 2 horas. Dos de sus interrogadores, dijo, se identificaron a sí mismos como norteamericanos. Dijo que los americanos lo interrogaron diez veces. También fue interrogado algunas veces por un hombre que hablaba alemán que se identificó a sí mismo como Sam.
"Las preguntas eran siempre las mismas", dijo Masri. "Querían saber sobre la mezquita y el centro de información islámica en Ulm. Me preguntaron si conocía a Mohamed Atta. Pero las preguntas nunca eran sobre actos específicos... Yo seguí insistiendo en ver a autoridades alemanas. Estuve 37 días en huelga de hambre.
"Al día 35 perdí la conciencia. Al 37 el doctor norteamericano volvió el director norteamericano de la cárcel. Me dijeron que parara mi huelga de hambre. Yo estaba amarrado a una silla y me echaron la cabeza hacia atrás y me pusieron un tubo en la nariz y me echaron un líquido que parecía chocolate".
Un poco más tarde, el 28 de mayo de 2004, dijo Masri, fue sacado de su celda y vendado. Dijo que fue subido a un avión y lo llevaron a Tirana, la capital albanesa. Masri dijo que cuando el avió aterrizó le entregaron su pasaporte, subido a una furgoneta y conducido durante tres horas por las montañas. Fue echado fuera y la furgoneta desapareció. "Caminé 500 metros. Yo tenía el pelo largo y barba. Llegué a un puesto de control y pregunté dónde estaba", dijo Masri. "Un guardia me dijo que estaba en la frontera albano-macedonia. Luego me dijo que yo estaba ilegalmente en el país porque no tenía un sello de entrada en mi pasaporte. Dijo: Pareces un terrorista'. Le conté mi historia y se rió".
Los guardias lo subieron a una furgoneta y lo llevaron a través de las montañas al Aeropuerto Madre Teresa en Tirana. Dijo que fue subido a un avión que aterrizó en Frankfurt, Alemania. Horas más tarde llegó a Ulm. Su apartamento estaba vacío, excepto las cuentas impagas. Su esposa y cuatro hijos no estaban; se habían mudado al Líbano cuando no retornó en los meses siguientes.
"Nadie dijo: Lo lamento, fue un error'", dijo Masri. "Ahora quiero saber qué pasó y por qué pasó. Quiero que los responsables sean castigados".
Nunca fue acusado de delito alguno.
Bob Drogin en Washington contribuyó a este reportaje.
12 de abril de 2005
©los angeles times
©traducción mQh
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