benedicto xvi
Prensa liberal preocupada por inclinaciones antimusulmanas de nuevo Papa.
Debido a que casi todos los cardenales que se reunieron para elegir al nuevo Papa fueron nombrados por Juan Pablo II, probablemente no es tan sorprendente que hayan elegido a alguien tan cercano como posible al difunto pontífice. El cardenal José Ratzinger, el nuevo Papa Benedicto XVI, trabajó en estrecha asociación con su predecesor y compartía la posición de una firme defensa de la doctrina católica ortodoxa. Por supuesto, no hay razón para esperar ningún cambio de la iglesia en asuntos como el control de la natalidad, el celibato sacerdotal o la homosexualidad. Son temas relacionados con la fe, y se dejan propiamente a los fieles. Sin embargo, en materias públicas tenemos todos razón para preocuparnos de las opiniones del líder de más de mil millones de católicos.
Por ejemplo, como cardenal, el nuevo Papa se insertó a sí mismo el año pasado en el debate sobre si permitir o no el ingreso de Turquía en la Unión Europea. Fue citado diciendo que integrar a Turquía, un país predominantemente musulmán de 70 millones de personas, diluiría la cultura de lo que él considera un continente cristiano y que Turquía en realidad debería permanecer junto a otros países musulmanes. En una época en que hay pocas cosas más importantes que la reconciliación del mundo islámico con el Occidente no-musulmán, sería extremadamente inquietante si el Papa se transforma en una innecesaria brecha. También se desviaría del legado de Juan Pablo II, el que, a pesar de su conservadurismo doctrinario, fue un hombre conocido por su acercamiento a gente de otros credos.
Como su predecesor, Benedicto XVI no es italiano, pero continúa una antigua tradición de Papas europeos en una época en que el catolicismo crece cada vez más fuera de Europa. Su futuro parece estar en el hemisferio sur, especialmente en los países en desarrollo de Asia y África, donde el Papa Juan Pablo II era querido por su cálida y paternal personalidad.
Al menos como cardenal, Benedicto XVI era más cortés que carismático. Es un logrado políglota que habla 10 idiomas, un teólogo de gran estatura y un hombre que ha tenido una carrera académica tanto como eclesiástica. Todos los que oyeron su homenaje en el funeral del último Papa se quedaron impresionados por su elocuencia y devoción a Juan Pablo. Es posible que los cardenales que lo han elegido esperan proteger a la iglesia de corrupciones doctrinales en momentos en que más y más fieles viven en lugares donde las congregaciones habitualmente adaptan su religión a las costumbres y creencias locales.
El nuevo Papa, 78, probablemente no reinará demasiado como causar el impacto de su predecesor. Pero la iglesia ha elegido en el pasado a hombres que eran supuestamente transicionales y que se convirtieron en agentes de extensos cambios. El bien amado Papa Juan XXIII fue un ejemplo reciente. Y en una era cargada con los peligros de hoy, cualquiera que ocupe el trono de San Pedro obtiene un abrumador poder para hacer el bien y la responsabilidad de prevenir el mal. Hoy, el mundo sólo puede desear al Papa Benedicto XVI fortaleza e inspiración cuando asuma el extraordinario peso del liderazgo espiritual, moral y político.
20 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
Por ejemplo, como cardenal, el nuevo Papa se insertó a sí mismo el año pasado en el debate sobre si permitir o no el ingreso de Turquía en la Unión Europea. Fue citado diciendo que integrar a Turquía, un país predominantemente musulmán de 70 millones de personas, diluiría la cultura de lo que él considera un continente cristiano y que Turquía en realidad debería permanecer junto a otros países musulmanes. En una época en que hay pocas cosas más importantes que la reconciliación del mundo islámico con el Occidente no-musulmán, sería extremadamente inquietante si el Papa se transforma en una innecesaria brecha. También se desviaría del legado de Juan Pablo II, el que, a pesar de su conservadurismo doctrinario, fue un hombre conocido por su acercamiento a gente de otros credos.
Como su predecesor, Benedicto XVI no es italiano, pero continúa una antigua tradición de Papas europeos en una época en que el catolicismo crece cada vez más fuera de Europa. Su futuro parece estar en el hemisferio sur, especialmente en los países en desarrollo de Asia y África, donde el Papa Juan Pablo II era querido por su cálida y paternal personalidad.
Al menos como cardenal, Benedicto XVI era más cortés que carismático. Es un logrado políglota que habla 10 idiomas, un teólogo de gran estatura y un hombre que ha tenido una carrera académica tanto como eclesiástica. Todos los que oyeron su homenaje en el funeral del último Papa se quedaron impresionados por su elocuencia y devoción a Juan Pablo. Es posible que los cardenales que lo han elegido esperan proteger a la iglesia de corrupciones doctrinales en momentos en que más y más fieles viven en lugares donde las congregaciones habitualmente adaptan su religión a las costumbres y creencias locales.
El nuevo Papa, 78, probablemente no reinará demasiado como causar el impacto de su predecesor. Pero la iglesia ha elegido en el pasado a hombres que eran supuestamente transicionales y que se convirtieron en agentes de extensos cambios. El bien amado Papa Juan XXIII fue un ejemplo reciente. Y en una era cargada con los peligros de hoy, cualquiera que ocupe el trono de San Pedro obtiene un abrumador poder para hacer el bien y la responsabilidad de prevenir el mal. Hoy, el mundo sólo puede desear al Papa Benedicto XVI fortaleza e inspiración cuando asuma el extraordinario peso del liderazgo espiritual, moral y político.
20 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
0 comentarios