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sabuesos para mujeres


[Janet Malcolm] ‘In the Company of Cheerful Ladies' [En Compañía de Señoras Alegres]: el sexo más débil.
Una de las muchas rarezas de la primera entrega de la serie ‘Nº1 Ladies' Detective Agency' de Alexander McCall Smith es su descarado sexismo. McCall Smith trata al sexo más débil -los hombres- con compasiva condescendencia. "Niños, hombres, son todos lo mismo", dice una catequista cuando se entera de que un niño ha estado mostrándose a sí mismo ante una niña en el asiento a su lado. "Creen que tienen algo especial y están muy orgullosos por ello. No saben lo ridículo que es". Otro personaje femenino observa lacónicamente, en otro contexto: "Todos somos humanos, especialmente los hombres". Ella es la Muy Querida Ramotswe (conocida como Mma Ramotswe), la majestuosamente gorda, brillantemente sensible y sobrenaturalmente buena y amable detective privado en torno a la que gira la serie, contra el trasfondo de la joven república de Botswana. "La Miss Marple de Botswana", dice sobre ella el texto de la sobrecubierta. Pero esto es un error. Mma Ramotswe se parece tan poco al personaje de Christie como sus libros a los misterios de Christie. Los libros del primer número de ‘Nº1Ladies' Detective Agency' no son misterios de ninguna manera. No ocurren asesinatos en ellos y tienen poco suspense. Cuando se le pregunta qué hace la agencia, Mma Makutsi, la ayudante de Mma Ramotswe, replica (como lo haría un psicoanalista): "La mayor parte del tiempo ayudamos a gente a descubrir cosas que ya saben".
La catequista amonesta al niño que exhibió su pene siguiéndolo sigilosamente y golpeándole en la cabeza con una biblia. McCall Smith, de igual modo, usa la Biblia para capturar la atención del lector. Las lacónicas y veloces historias del Viejo Testamento son los textos primordiales para los clarísimos casos de Mma Ramotswe, cuyas soluciones tienen un aire de mítica inexorabilidad. En su clásico estudio ‘El arte de la narrativa bíblica', Robert Alter identifica las ‘escenas típicas' de la Biblia hebrea -especialmente que el compromiso matrimonial ha de hacerse junto a una fuente- y el ‘No. 1 Ladies' Detective Agency' está organizado con un repertorio similar de piezas.
Una de las más cargadas toma lugar en un orfelinato e incluye una torta de frutas. Mma Potokwane, la mandona directora del orfelinato, sirve la torta a gente de la que quiere obtener favores; nadie que coma de la torta la podrá rehusar. En el quinto libro de la serie, ‘The Full Cupboard of Life', McCall Smith explica en detalle la referencia que ha planeado tenebrosamente sobre la escena: "Tal como usó Eva una manzana para atrapar a Adán, usó Mma Potokwane la torta de frutas. Torta de frutas, manzanas; realmente no tenía importancia. ¡Oh, idiotas, débiles hombres!"
Pero para que no parezca que McCall Smith mismo es un autor idiota y débil, escribiendo rebuscadas parábolas, fuerza la escena a un extremo que ilustra la cualidad que es quizás la principal razón del atractivo de estos libros: su alegría. En el sexto y último libro, ‘In the Company of Cheerful Ladies', McCall Smith traslada la escena de la torta a la sala de espera de un famoso cirujano de Johanesburgo al que Mma Potokwane ha llevado -sin cita previa- a un huérfano con un pie deforme. Cuando aparece el cirujano, Mma Potokwane saca la primordial torta de fruta de su bolsa y la coloca en "las sorprendidas manos del hombre" -y él, por supuesto, después de aceptar una segunda rebanada, no puede hacer otra cosa que acceder, desarmado, al huérfano. Y al final del cuento, Mma Potokwane reporta que "él tampoco cambió nada. Dijo que la torta de fruta era suficiente pago".
Las buenas comedias necesitan canallas y McCall Smith entrega su comedia feminista con una especialmente escalofriante en la forma de Note Mokoti, un trompetista sociopático con el que Mma Ramotswe cometió, cuando era una joven mujer, el error de casarse. Este hombre no es idiota ni débil; es fuerte y malo. Le pega a Mma Ramotswe de forma regular, a veces con tanta violencia que tiene que ir al hospital a que le pongan puntos. La abandona después de la muerte del hijo recién nacido y desaparece de su vida -y de la serie. Pero sigue siendo un presencia siniestra, el criterio de prueba de la capacidad que tienen los hombres de reducir a las mujeres a un primitivo temor e indefensión. En el nuevo libro, reaparece y amenaza con destruir la exitosa carrera y feliz segundo matrimonio de Mma Ramotswe.
Por supuesto, al final Note es derrotado (no diré cómo), pero su reaparición profundiza la sensación de la seriedad de estos libros ligeros y fortalece nuestro vínculo con la heroína. No solamente es la hija de Obed Ramotswe, un hombre de exquisita virtud -son los pervertidos de la débil e idiota mayoría tanto en el lado bueno como malo de las cosas- de la que ella hereda su propia postura moral y también los recursos para montar su agencia de detectives. McCall Smith no la representa de manera realista. Aunque menciona repetidas veces su gordura (complexión tradicional, la llama) y la diminuta furgoneta blanca que conduce y el té de hierbas que bebe, vemos más de ella desde la majestuosa distancia con que miramos a los personajes de la Biblia, que desde un primer plano novelístico más íntimo. Sin embargo, en contraste con las más bien sanguinarias heroínas feministas de la Biblia (Judith y Jael, por ejemplo), Mma Ramotswe es un instrumento de la justicia completamente benigno. No se venga de los hombres que yerran (y de las ocasionales mujeres que también lo hacen), sino los atrapa. Su impulso es siempre perdonar al pecador y encontrar algún modo más bondadoso de exigir compensación.
"Es una buena detective y una buena mujer", escribe McCall Smith sobre su heroína en el primer libro, y agrega: "Una buena mujer en un buen país". La bondad de Botsuana es crucial para la empresa de McCall Smith, y la fuente de gran parte de su comicidad. McCall Smith sigue la tradición satírico-literaria en la que se nos señala una cultura ‘primitiva' para mostrar el ridículo primitivismo de la sociedad occidental. Pero, como lo sabe McCall Smith, la bondad de Botsuana, un antiguo protectorado británico que obtuvo su independencia en 1966, tiene un carácter híbrido. La belleza natural intacta del país y los modos amables y tranquilos de su gente son sólo parte de lo que hace de Botsuana el paraíso de África. Después de la independencia, Botsuana se transformó rápidamente en uno de los países más prósperos y avanzados -y occidentalizados- de África. (La prosperidad es en gran parte el resultado del descubrimiento de diamantes).
McCall Smith asume valerosamente la tarea de distinguir entre las cosas buenas y malas que han llegado desde Occidente a Botsuana. Entre las cosas irrefutablemente buenas, por ejemplo, se encuentran los anti-depresivos que salvan a J.L.B. Matekoni, un talentoso mecánico de automóviles y el transcendentemente bueno futuro esposo de Mma Ramotswe, de una demoledora depresión clínica; y entre las cosas irrefutablemente malas está la moda de la delgadez, que dice a señoras de complexión tradicional que una rebanada de la torta de fruta de Mma Potokwane tiene 700 calorías. Para ilustrar la brillante ecuanimidad con la que McCall Smith coloca a una cultura contra la otra, he aquí una conversación entre Mma Potokwane y J.L.B. Matekoni que toma lugar en ‘Tears of the Giraffe', el segundo libro de la serie. Mma Potokwane ha estado hablando por teléfono con un tendero que demora irritantemente en acceder a donar aceite de cocina al orfelinato.
"Alguna gente es lenta en dar", observa, y continúa: "Es algo que tiene que ver con cómo fueron criados por sus madres. He leído sobre este problema en un libro. Hay un doctor llamado Freud que es muy famoso y ha escrito muchos libros sobre esa gente".
"‘¿Está en Johanesburgo?'", preguntó J.L.B. Matekoni.
"‘No lo creo, dijo Mama Potokwane. "Es un libro de Londres. Pero es muy interesante. Dice que todos los niños están enamorados de sus madres".
"‘Eso es natural'", dijo J.L.B. Matekoni. "‘Por supuesto los niños aman a sus madres. ¿No deberían?'
"Mama Potokwane se encogió de hombros. ‘Estoy de acuerdo contigo. No veo dónde está lo malo de que un niño ame a su madre'.
"‘Entonces ¿por qué se preocupa el doctor Freud?', continuó J.L.B. Matekoni. ‘Seguramente se alarmarían si los niños no amaran a sus madres'.
"Mama Potokwane miró pensativa. ‘Sí. Pero él estaba muy preocupado sobre los niños y creo que trató de impedirlo'.
"‘Eso es ridículo', dijo J.L.B. Matekoni. ‘Seguramente tiene mejores cosas que hacer con su tiempo'".
El pasaje es un tour de force de ironía de doble filo. La amable mofa de McCall Smith se aplica por igual a la inocencia africana y a la astucia occidental. "No lo creo", de Mama Potokwane, es digna de Twain.
En su nuevo libro, Arcadia muestra indicios de deterioro. En la escena inicial, Mma Ramotswe está sentada en la terraza de un café en la ciudad capital de Gaborone y presencia, en rápida sucesión, tres ejemplos de flagrante conducta antisocial. Primero ve a una mujer que está aparcando abollar otro coche y escapar. Luego ve a una mujer robar un brazalete a un vendedor callejero mientras este le da la espalda. Y finalmente a ella misma le roban: cuando corre saliendo del café para atrapar al ladrón de sus joyas, la para una camarera que la acusa de tratar de marcharse sin pagar la cuenta y exige dinero de soborno para no llamar a la policía. Gaborone como Gomorra.
Después del incidente del coche abollado, Mma Ramotswe medita que "no era verdad que esas cosas no ocurrieran en la vieja Botsuana -podía- pero sí era indudablemente verdad que era mucho más probable que ocurrieran ahora". Sus meditaciones continúan: "Esto era lo que pasaba cuando las ciudades crecían y la gente se transforma en extraña una de otra; también sabía que era una consecuencia de una creciente prosperidad, la que, curiosamente, parecía extraer de la gente toda la codicia y egoísmo". Unas páginas más tarde, en una escena en una iglesia, se nos recuerda otra amenaza para el paraíso africano. El ministro habla de "esta cruel enfermedad que acecha a África - que, de hecho, acecha a Botsuana más cruelmente que a cualquier otro país: Botsuana tiene una de las tasas de contagio del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, casi el 40 por ciento de la población adulta.
No leí esta cifra en la serie de McCall Smith sino de un artículo de Helen Epstein en el número de febrero de 2004 de la revista Discover. La "cruel enfermedad" no es un tema explícito de los libros de ‘No. 1 Ladies' Detective Agency'. McCall Smith ni siquiera nombra el azote. Sin embargo, a un nivel subterráneo, su comedia sexual y la tragedia del sida se yuxtaponen. La actividad sexual a través de la cual se propaga el sida es la misma actividad que sostiene a los libros. El sexo está en ellos en todas partes.
Un gran porcentaje de las clientes de la Agencia de Detectives para Mujeres Nº1 son mujeres que quieren saber si sus maridos las engañan. (Lo hacen invariablemente). Cuando Mma Ramotswe entrevista a una cliente, "entre ellas fluyó una breve corriente de comprensión. Todas las mujeres en Botsuana son víctimas de la irresponsabilidad de los hombres. En esos días prácticamente no había hombres que se casaran con una mujer y se asentaran para criar a los hijos; hombres de ese tipo parecían ser una cosa del pasado". El caso toma un giro característicamente cómico. Después de que Mma Ramotswe atrapa personalmente a al marido y muestra a la cliente la conclusiva prueba de una fotografía en la que él aparece besando a la detective en su sofá, la cliente pierde los estribos. "¡Puta gorda! ¡Te crees detective! ¡No eres más que una ninfómana, como todas esas chicas de los bares!". Pero la comedia sólo subraya la falta de gracia del priapismo que tiene cogida a la Botsuana de McCall Smith.
McCall Smith no conecta los puntos. Nunca habla explícitamente sobre cómo se transmite "la cruel enfermedad". Pero uno tiene sólo que mirar a la Botsuana de verdad (donde ha vivido McCall Smith) para darse cuenta de qué habla. En un segundo artículo sobre el tema en el New York Times Magazine, Epstein escribe fríamente sobre la promiscuidad que es el agente de la epidemia de sida en África. Ella atribuye la alta tasa de HIV en Botsuana a una suerte especial de promiscuidad: las relaciones sexuales prolongadas con más de una pareja, en gran parte iniciadas por hombres, que son un rasgo fijo de la vida en el país. Observa que un programa de "reducción de parejas" o de "aumento de la fidelidad" en Uganda, donde esas relaciones son también comunes, provocaron un marcado cambio en la tasa de contagio del HIV; de momento Botsuana carece de un plan semejante.
Los principales personajes de McCall Smith -Mma Ramotswe, Obed Ramotswe, J.L.B. Matekoni, Mma Makutsi, Mma Potokwane- difícilmente necesitan una reducción de relaciones. McCall Smith escribe tan convincentemente sobre su bondad que no nos damos cuenta de inmediato de su ausencia de sexualidad. Pero hay una especie de castidad que los envuelve que está en conspicuo contraste con la hipersexualidad de la sociedad en general. En el primer libro de la serie, Mma Ramotswe articula lo que se ha hecho implícito. Rechazó la primera propuesta de J.L.B. Matekoni, y teme perderlo como amigo. "¿Por qué el amor -y el sexo- complican tanto la vida? Para nosotros sería mucho más simple no prestarles atención. El sexo no jugaba ningún papel en su vida ahora y eso era un gran alivio... Qué terrible ser hombre, y tener el sexo en la mente todo el tiempo, como se supone que son los hombres. ¡Había leído en una de sus revistas que el hombre promedio piensa en el sexo unas 60 veces al día!" Más tarde Mma Ramotswe acepta la mecánica transcendentalmente amable y finalmente se casa con él, pero no nos quedamos con la impresión de que tenga mucho que ver con el sexo. El magnetismo sexual del trompetista sociópata no le llevó sino sufrimientos. Matekoni, que claramente no es un hombre que piensa 60 veces al día en el sexo, le procura una paternal compañía. Es suficiente para ella.
En una repetición de la escena de la torta, Mma Ramotswe y Mma Potokwane le dan a la alegoría de la transgresión todavía otro giro cómico. Mientras comen en la oficina de Mma Potokwane la mágica confitura, Mma Ramotswe le pregunta a su amiga si come muchas tortas, y Mma Potokwane responde:
"‘No, yo no. Yo no como demasiadas tortas'. Se detiene y mira nostálgicamente su plato ahora vacío. ‘A veces me gustaría comer más tortas. Eso es verdad. A veces me tienta'.
"Mama Ramotswe suspiró. ‘A todas nos tienta, Mma. Cuando se trata de tortas, todas nos tentamos'.
"‘Eso es verdad', dijo Mma Potokwane, triste. ‘Hay muchas tentaciones en esta vida, pero la torta es probablemente una de las mayores'".
La serie ‘No. 1 Ladies' Detective Agency' es una confitura literaria de tal elegante delicia que uno piensa que no puede ser más que bueno. Afortunadamente, ya que los textos no son tortas, el placer que uno puede derivar de estos seis libros no tiene fin.

Los úlitmos libros de Janet Malcolm son ‘Reading Chekhov' y ‘The Crime of Sheila McGough'.

24 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh

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