bush contra venezuela
[Juan Forero] Estados Unidos considera endurecer su posición hacia Venezuela.
Mientras el presidente Hugo Chávez, de Venezuela, se orienta hacia un enfrentamiento mayor con Washington, el gobierno de Bush está considerando una política más dura, incluyendo canalizar dinero hacia fundaciones y grupos empresariales y políticos que se oponen al gobierno de izquierda, dijeron hoy funcionarios estadounidenses.
El gobierno de Bush ya ha empezado a urgir a los vecinos de Venezuela a que se distancien de Chávez y expresado preocupación sobre la libertad de prensa, la independencia del poder judicial y la simpatía del gobierno de Venezuela hacia grupos izquierdistas extranjeros, entre ellos las guerrillas colombianas.
Pero de momento no ha encontrado aliados en sus intentos de aislar al presidente venezolano, y muestra cada vez más su frustración por los estridentes estallidos y medidas antinorteamericanas de Chávez, que parecen destinadas a desafiar a Washington. El domingo, Chávez puso fin a 35 años de acuerdo de cooperación militar y ordenó acusar a cuatro instructores estadounidenses de fomentar los disturbios.
La acusación, que fue rechazada por funcionarios norteamericanos, fue el último golpe a las relaciones, que se han estropeado desde que Estados Unidos apoyara tácitamente el golpe que estado que derrocó brevemente a Chávez en abril de 2002. Desde entonces su poder ha crecido. Ganó las elecciones en agosto pasado y los precios récord del petróleo han proporcionado a su gobierno un enorme flujo de dinero, ya que el petróleo constituye el 15 por ciento de las importaciones norteamericanas.
Funcionarios norteamericanos que han preferido ignorar a Chávez durante gran parte del año pasado, ahora reconocen la necesidad de una estrategia de largo plazo para enfrentarse al presidente, que se supone que ganará un segundo mandato en las elecciones del próximo año.
Fuerzas especiales de varias agencias en Washington están trabajando en dar forma a un nuevo enfoque, que personeros norteamericanos dicen que se inclinará por una postura más dura. El apoyo de Estados Unidos a grupos que los partidarios de Chávez dicen que se oponen al gobierno ha sido una fuente de tensión en el pasado. Según los planes que están siendo considerados, dijeron funcionarios norteamericanos, ese apoyo puede aumentar.
"La conclusión a la que se está llegando en Washington es que una relación realista y pragmática, en la que podemos acordar estar en desacuerdo en algunos temas pero avancemos en otros, no parece posible", dijo un funcionario estadounidense que ayuda a orientar la política exterior en América Latina.
El funcionario agregó: "Hemos ofrecido una relación más pragmática, pero obviamente si ellos no quieren, podemos adoptar una posición de más confrontación".
Desde ya, los programas anti-narcóticos han sido afectados, observaron funcionarios norteamericanos, y las reuniones entre funcionarios de alto nivel de los dos países son mínimas.
"Lo que ocurre aquí es que se dieron cuenta de que esto se está deteriorando rápidamente y hay que prestarle más atención", dijo un asesor republicano en el Capitolio que trabaja en política exterior latinoamericana. "La actual política de hacer la vista gorda no está funcionando".
Estados Unidos, dijo, está especialmente preocupado porque Venezuela es uno de los cuatro proveedores de petróleo más importantes de Estados Unidos. "No lo podemos descartar", dijo el ayudante sobre Chávez. "Está sentado en una fuente de energía que es crucial para nosotros".
Un problema importante para Estados Unidos es que Washington tiene poca, si acaso, influencia en Caracas. El alto precio del petróleo permite que Venezuela no necesite préstamos ni otros tipos de ayuda que Estados Unidos pudiera usar como palanca.
Tampoco cuenta el gobierno de Bush con demasiado apoyo en América Latina, donde presidentes de izquierda gobiernan ahora dos tercios del continente. La ministro de Asuntos Exteriores Condoleezza Rice expresará su preocupación por Venezuela en una gira por cuatro países en esta región esta semana. Analistas políticos dicen que tendrá dificultades en encontrar apoyo.
En un viaje reciente a Brasil el ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld expresó públicamente su preocupación por Chávez. Días después, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, en una reunión en Venezuela con Chávez y los presidentes de Colombia y Argentina, dijo mordazmente: "No aceptamos las difamaciones e insinuaciones contra un compañero".
"Venezuela tiene derecho a ser un país soberano, a tomar sus propias decisiones", agregó.
Por su parte, Chávez, que es famoso por sus discursos enmarañados y a menudo escandalosos, se ha mostrado cada vez más beligerante, usando su posición antinorteamericana para reforzar su apoyo popular. Ha acusado a Estados Unidos de planear una invasión, y ha amenazado con cortar las ventas de petróleo, lanzando insultos sexualmente teñidos contra la ministro Rice.
Mientras otros funcionarios venezolanos enfatizan que la venta de petróleo a Estados Unidos no cesará nunca, los nuevos lazos energéticos entre Venezuela y China han preocupado a Washington, como también la reciente reunión de Chávez con el presidente Mohammad Khatami, de Irán, que ha declarado que "tiene todo el derecho" a desarrollar su programa de energía atómica.
Chávez está también formando una milicia popular que dice que tendrá eventualmente dos millones de miembros y tiene planes de comprar 100.000 rifles de asalto AK-47 a Rusia y aviones de guerra en Brasil.
"Todos los gobiernos reconocen el carácter democrático del gobierno de Venezuela, su vocación pacífica, y quieren tener relaciones con Venezuela, con sólo una excepción, la de Estados Unidos", dijo Alí Rodríguez, ministro de Asuntos Exteriores de Venezuela, en una entrevista. "Han hecho lo posible por aislar a Venezuela, pero ningún gobierno está con ellos. Han fracasado y es porque no hay razón alguna para aislar a Venezuela".
En realidad, muchos de los países más grandes de América Latina no ven las ventajas de enfrentarse con Chávez, ni apoyan el aislamiento de Cuba. Venezuela proporciona petróleo por debajo de los precios de mercado y tiene numerosos acuerdos económicos lucrativos con decenas de países. Muchos tampoco quieren ganarse la enemistad de sus propios electorados izquierdistas, que son partidarios de Chávez.
"Los otros países no quieren verse involucrados en una polémica entre Venezuela y Estados Unidos", dijo Jennifer L. McCoy, una experta venezolana de la Universidad del Estado de Georgia que encabezó el año pasado la misión de observadores de las elecciones del Centro Carter en Caracas. "Es una estrategia contraproducente, que podría resultar en una reacción latinoamericana negativa si fueran obligados a tomar posiciones".
Muchos demócratas influyentes en el Congreso también se oponen a una política más agresiva. "Creo que causa más distanciamiento", dijo el parlamentario Bill Delahunt, demócrata de Massachusetts y miembro del Comité de la Cámara para las Relaciones Internacionales, que se ha reunido varias veces con Chávez. "Uno no puede eludir el hecho de que Chávez es un presidente elegido democráticamente".
Pero los asesores de política exterior del gobierno de Bush dicen que los esfuerzos por remendar las relaciones con Venezuela han fracasado en gran parte.
El embajador norteamericano, William Brownfield, que asumió en Caracas en septiembre, gastó infructíferos meses antes de conseguir una reunión con Rodríguez. Las peticiones de reuniones con otros ministros e incluso con funcionarios de nivel medio con normalmente ignoradas y Venezuela ha cancelado docenas de programas de intercambio con Estados Unidos.
La opción que los funcionarios de gobierno creen cada vez más que tienen, es responder de manera mucho más asertiva y pública a las políticas de Venezuela que no son del agrado de Estados Unidos, en el mejor de los casos con ayuda de otros países e instituciones respetadas como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
"No deberíamos tener miedo de decir que está suprimiendo las libertades, en absoluto", dijo al Comité de Relaciones Exteriores del Senado en febrero Robert B. Zoellick, ahora subsecretario de estado.
Funcionarios del ministerio de Asuntos Exteriores de Venezuela dicen que todavía tienen la esperanza de las relaciones puedan mejorar. "Para tener relaciones sanas con Estados Unidos no ponemos más que una condición", dijo la vice-ministro Mari Pili Hernández, que se ocupa de las relaciones con Washington. "Se llama respeto".
26 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
El gobierno de Bush ya ha empezado a urgir a los vecinos de Venezuela a que se distancien de Chávez y expresado preocupación sobre la libertad de prensa, la independencia del poder judicial y la simpatía del gobierno de Venezuela hacia grupos izquierdistas extranjeros, entre ellos las guerrillas colombianas.
Pero de momento no ha encontrado aliados en sus intentos de aislar al presidente venezolano, y muestra cada vez más su frustración por los estridentes estallidos y medidas antinorteamericanas de Chávez, que parecen destinadas a desafiar a Washington. El domingo, Chávez puso fin a 35 años de acuerdo de cooperación militar y ordenó acusar a cuatro instructores estadounidenses de fomentar los disturbios.
La acusación, que fue rechazada por funcionarios norteamericanos, fue el último golpe a las relaciones, que se han estropeado desde que Estados Unidos apoyara tácitamente el golpe que estado que derrocó brevemente a Chávez en abril de 2002. Desde entonces su poder ha crecido. Ganó las elecciones en agosto pasado y los precios récord del petróleo han proporcionado a su gobierno un enorme flujo de dinero, ya que el petróleo constituye el 15 por ciento de las importaciones norteamericanas.
Funcionarios norteamericanos que han preferido ignorar a Chávez durante gran parte del año pasado, ahora reconocen la necesidad de una estrategia de largo plazo para enfrentarse al presidente, que se supone que ganará un segundo mandato en las elecciones del próximo año.
Fuerzas especiales de varias agencias en Washington están trabajando en dar forma a un nuevo enfoque, que personeros norteamericanos dicen que se inclinará por una postura más dura. El apoyo de Estados Unidos a grupos que los partidarios de Chávez dicen que se oponen al gobierno ha sido una fuente de tensión en el pasado. Según los planes que están siendo considerados, dijeron funcionarios norteamericanos, ese apoyo puede aumentar.
"La conclusión a la que se está llegando en Washington es que una relación realista y pragmática, en la que podemos acordar estar en desacuerdo en algunos temas pero avancemos en otros, no parece posible", dijo un funcionario estadounidense que ayuda a orientar la política exterior en América Latina.
El funcionario agregó: "Hemos ofrecido una relación más pragmática, pero obviamente si ellos no quieren, podemos adoptar una posición de más confrontación".
Desde ya, los programas anti-narcóticos han sido afectados, observaron funcionarios norteamericanos, y las reuniones entre funcionarios de alto nivel de los dos países son mínimas.
"Lo que ocurre aquí es que se dieron cuenta de que esto se está deteriorando rápidamente y hay que prestarle más atención", dijo un asesor republicano en el Capitolio que trabaja en política exterior latinoamericana. "La actual política de hacer la vista gorda no está funcionando".
Estados Unidos, dijo, está especialmente preocupado porque Venezuela es uno de los cuatro proveedores de petróleo más importantes de Estados Unidos. "No lo podemos descartar", dijo el ayudante sobre Chávez. "Está sentado en una fuente de energía que es crucial para nosotros".
Un problema importante para Estados Unidos es que Washington tiene poca, si acaso, influencia en Caracas. El alto precio del petróleo permite que Venezuela no necesite préstamos ni otros tipos de ayuda que Estados Unidos pudiera usar como palanca.
Tampoco cuenta el gobierno de Bush con demasiado apoyo en América Latina, donde presidentes de izquierda gobiernan ahora dos tercios del continente. La ministro de Asuntos Exteriores Condoleezza Rice expresará su preocupación por Venezuela en una gira por cuatro países en esta región esta semana. Analistas políticos dicen que tendrá dificultades en encontrar apoyo.
En un viaje reciente a Brasil el ministro de Defensa Donald H. Rumsfeld expresó públicamente su preocupación por Chávez. Días después, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, en una reunión en Venezuela con Chávez y los presidentes de Colombia y Argentina, dijo mordazmente: "No aceptamos las difamaciones e insinuaciones contra un compañero".
"Venezuela tiene derecho a ser un país soberano, a tomar sus propias decisiones", agregó.
Por su parte, Chávez, que es famoso por sus discursos enmarañados y a menudo escandalosos, se ha mostrado cada vez más beligerante, usando su posición antinorteamericana para reforzar su apoyo popular. Ha acusado a Estados Unidos de planear una invasión, y ha amenazado con cortar las ventas de petróleo, lanzando insultos sexualmente teñidos contra la ministro Rice.
Mientras otros funcionarios venezolanos enfatizan que la venta de petróleo a Estados Unidos no cesará nunca, los nuevos lazos energéticos entre Venezuela y China han preocupado a Washington, como también la reciente reunión de Chávez con el presidente Mohammad Khatami, de Irán, que ha declarado que "tiene todo el derecho" a desarrollar su programa de energía atómica.
Chávez está también formando una milicia popular que dice que tendrá eventualmente dos millones de miembros y tiene planes de comprar 100.000 rifles de asalto AK-47 a Rusia y aviones de guerra en Brasil.
"Todos los gobiernos reconocen el carácter democrático del gobierno de Venezuela, su vocación pacífica, y quieren tener relaciones con Venezuela, con sólo una excepción, la de Estados Unidos", dijo Alí Rodríguez, ministro de Asuntos Exteriores de Venezuela, en una entrevista. "Han hecho lo posible por aislar a Venezuela, pero ningún gobierno está con ellos. Han fracasado y es porque no hay razón alguna para aislar a Venezuela".
En realidad, muchos de los países más grandes de América Latina no ven las ventajas de enfrentarse con Chávez, ni apoyan el aislamiento de Cuba. Venezuela proporciona petróleo por debajo de los precios de mercado y tiene numerosos acuerdos económicos lucrativos con decenas de países. Muchos tampoco quieren ganarse la enemistad de sus propios electorados izquierdistas, que son partidarios de Chávez.
"Los otros países no quieren verse involucrados en una polémica entre Venezuela y Estados Unidos", dijo Jennifer L. McCoy, una experta venezolana de la Universidad del Estado de Georgia que encabezó el año pasado la misión de observadores de las elecciones del Centro Carter en Caracas. "Es una estrategia contraproducente, que podría resultar en una reacción latinoamericana negativa si fueran obligados a tomar posiciones".
Muchos demócratas influyentes en el Congreso también se oponen a una política más agresiva. "Creo que causa más distanciamiento", dijo el parlamentario Bill Delahunt, demócrata de Massachusetts y miembro del Comité de la Cámara para las Relaciones Internacionales, que se ha reunido varias veces con Chávez. "Uno no puede eludir el hecho de que Chávez es un presidente elegido democráticamente".
Pero los asesores de política exterior del gobierno de Bush dicen que los esfuerzos por remendar las relaciones con Venezuela han fracasado en gran parte.
El embajador norteamericano, William Brownfield, que asumió en Caracas en septiembre, gastó infructíferos meses antes de conseguir una reunión con Rodríguez. Las peticiones de reuniones con otros ministros e incluso con funcionarios de nivel medio con normalmente ignoradas y Venezuela ha cancelado docenas de programas de intercambio con Estados Unidos.
La opción que los funcionarios de gobierno creen cada vez más que tienen, es responder de manera mucho más asertiva y pública a las políticas de Venezuela que no son del agrado de Estados Unidos, en el mejor de los casos con ayuda de otros países e instituciones respetadas como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
"No deberíamos tener miedo de decir que está suprimiendo las libertades, en absoluto", dijo al Comité de Relaciones Exteriores del Senado en febrero Robert B. Zoellick, ahora subsecretario de estado.
Funcionarios del ministerio de Asuntos Exteriores de Venezuela dicen que todavía tienen la esperanza de las relaciones puedan mejorar. "Para tener relaciones sanas con Estados Unidos no ponemos más que una condición", dijo la vice-ministro Mari Pili Hernández, que se ocupa de las relaciones con Washington. "Se llama respeto".
26 de abril de 2005
©new york times
©traducción mQh
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