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país cautivado por novela


[Héctor Tobar] Escrita por un ex empleado bancario, la novela detalla la fácil riqueza acumulada por los que tenían conexiones en el auge de los años noventa.
Buenos Aires, Argentina. En la era de ‘pizza y champaña' en Argentina, un montón de gente se hizo rica. Enrique N'Haux, un importante funcionario del Banco de la Nación del país, no fue uno de ellos.
Sus amigos lo ven haciendo malabaraes en su ciudad natal, Córdoba, en un viejo coche, viviendo en un apartamento modesto, y no lo entienden: Es lo mismo que ver a un oso polar en el Sahara.
En la Argentina de los años noventa, durante el fuerte auge en que trabajó N'Haux para el gobierno, un trabajo como el suyo era una licencia para robar. La gente con nombramientos políticos entró a un mundo de llamativo consumo. Podías timbrar y firmar unos pocos documentos que no debías, y pagarte un nuevo coche o unas vacaciones en Florida.
Ahora está tratando de recuperar las oportunidades perdidas con una novela, ‘Maquiavelo no conoció a los argentinos', su relato desde dentro de las extorsiones y sobornos que veía a su alrededor.
"Mi imaginación corruptible no estaba entonces tan desarrollada", dijo N'Haux en una presentación de su libro aquí. "Yo no quería un apartamento en la Quinta Avenida en Nueva York. Sólo quería comprar un par de casas para vivir del alquiler". Pero aunque se hizo con algunos ‘bonos' secretos que no merecía, tampoco lo logró.
Ahora su suerte cambió. El libro de N'Haux salió justo cuando se exponen en procedimientos legales los excesos del gobierno en los años noventa. La primera edición de ‘Maquiavelo no conoció a los argentinos' se vendió en un día este mes. Se han lanzado dos ediciones más.
"Este libro nos ha permitido ver cosas que no queríamos ver, cosas que teníamos que haber visto hace un buen tiempo", dijo Patricia Bullrich, ex ministro del Trabajo. "Se trata de qué ocurre con un individuo que llega al poder en una sociedad con instituciones débiles que operan al margen de la ley".
Aunque es una novela, ‘Maquiavelo no conoció a los argentinos' ha sido clasificada como evidencia por un juez instructor que denuncia que funcionarios del gobierno del ex presidente Carlos Menem se enriquecieron a sí mismos con 466 millones de dólares de primas por debajo de la mesa.
En su libro, N'Haux descrice cómo el dinero para las primas fue retirado de cuentas reservadas que pertenecían a las fuerzas armadas y el servicio de inteligencia.
En los últimos meses, la ex ministro de gobierno María Julia Alsogaray, en juicio por cargos de corrupción, dio una explicación similar sobre cómo se efectuaban esos pagos.
N'Haux escribe que el dinero se distribuía subrepticiamente el primer día de cada mes por un "subordinado leal" del entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo.
"El subordinado leal llegaba a la Casa Rosada", la Casa Blanca argentina, con una pequeña fortuna en una mochila, escribe N'Haux.
Gran parte de ‘Maquiavelo no conoció a los argentinos' detalla la carrera de un economista ficticio conocido como "el Hombre Honesto Arrepentido", un modesto e idealista conservador en su primer trabajo para el gobierno.
El personaje es una apenas velada careta de N'Haux, que trabajó durante cinco años como asesor de los directores del Banco de la Nación.
Como otros muchos economistas en el gobierno de Menem, N'Haux era un protegido de Cavallo, el gurú de las reformas económicas ‘neo-liberales' de Argentina.
Cavallo quería transformar Argentina en un modelo de la eficiencia del mercado libre. Él y Menem privatizaron servicios estatales, eliminaron las restricciones para la inversión extranjera y permitieron que el dólar estadounidense circulara como segunda moneda nacional.
Como parte de su proyecto de integrar a Argentina al Primer Mundo, Cavallo era partidario de la transparencia del gobierno. Y al principio, como cuenta N'Haux en su libro, los tecnócratas que Cavallo introdujo en el gobierno eran conocidos por su austeridad. Otros en el gobierno los apodaban "los mormones".
Finalmente también fueron engullidos por las ansias de rapiña que invadió a la oficialidad argentina, dice N'Haux, cuando millones de dólares en sobornos y primas fluyeron hacia sus despachos.
En la novela, el Hombre Honesto Arrepentido retrocede ante las violaciones de la ley que observa a su alrededor. Trata de informar a un burócrata implicado en misteriosos negocios. Un patrón todopoderoso llamado Mingo promete "ocuparse del problema". (Mingo es en la realidad el apodo de Cavallo). Pocas semanas después, el burócrata es ascendido.
El ficticio Hombre Honesto Arrepentido empieza a aceptar lentamente el "cínico realismo" que hay a su alrededor. Empieza a estudiar al teórico político italiano Niccolo Machiavelli, que escribió hace cinco siglos que los que se aferran a principios idealistas "aprenden el camino de la auto-destrucción más bien que de la auto-preservación".
Muchos argentinos toleraron la corrupción porque todo parecía marchar bien durante el auge de los noventa. Un dicho popular resumía lo que pensaba la gente de sus líderes: "Roban, pero hacen lo que tienen que hacer".
Fue sólo en 2001, cuando la economía se derrumbó y el gobierno se atascó en imposibles deudas, que un nuevo dicho recorrió el país: "¡Échenlos a todos!"
N'Haux dejó el gobierno en 1995. Crisis personales terminaron pronto con sus ahorros.
"Mis amigos y vecinos me decían cosas como: ‘Enrique, ¿cómo es que has sido del gobierno durante cinco años y no tienes un centavo?'", contó N'Haux en una entrevista.
"‘Todos los demás se hicieron ricos'. Cuando oyes esto suficientes veces, empiezas a creer que eres un estúpido".

29 de mayo de 2005
©los angeles times
©traducción mQh

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