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ejecución en londres


[Alan Cowell] Disparos en vagón del metro sacude a londinenses. Sospechoso ejecutado a sangre fría frente a pasajeros.
Londres, Reino Unido. Eran alrededor de las 10 de la mañana de un asoleado y veraniego viernes cuando Londres cruzó una línea impensable en su actual guerra contra el terrorismo.
En una ciudad donde la mayoría de los agentes de policía no llevan armas, la consternación que causó la muerte de un hombre en un vagón del metro era palpable. Planteó dudas sobre las normas policiales a la hora de disparar, encendió la incertidumbre entre musulmanes y e hizo más profunda la ansiedad una ciudad que, en estos días, que parece estar bajo sitio.

La policía declaró que habían perseguido a un hombre, descrito como de apariencia sudasiática, desde una casa en Stockwell que era vigilada. El hombre llevaba abultadas ropas en un caluroso día de verano, dijeron testigos.
El hombre saltó por encima de un torniquete y corrió hacia un vagón, con agentes de paisano detrás de él. La policía dijo que el hombre no obedeció la orden de alto, así que los agentes gritaron a los pasajeros que se agacharan y buscaran cobertura.
El hombre tropezó en el vagón y un pasajero, Mark Whitby, dijo a la BBC: "Lo miré a la cara. Parecía confundido, como un conejo arrinconado, un zorro arrinconado. Estaba aterrado, y tropezó. La policía le estaba persiguiendo".
Los agentes "no estaban a más de un metro en ese momento", dijo Whitby, "y tropezó y lo empujaron al suelo, y el policía que estaba más cerca de mí tenía una automática negra en la mano izquierda".
El agente con el arma "la apuntó hacia abajo y le disparó cinco tiros", dijo Whitby.
Los disparos resonaron más allá de los sombríos confines de la estación de Stockwell, en un miserable barrio en el sur de Londres. Es el primer tiroteo del que se tenga memoria. Entre 1997 y septiembre de 2004, la policía abrió el fuego en 20 ocasiones, matando a 7 personas e hiriendo a 11, de acuerdo a la Policía Metropolitana. Las estadísticas no especifican dónde ocurrió el tiroteo.
Aunque la mayoría de los agentes de policía de Londres no llevan armas, desde el 11 de septiembre de 2001 los londinenses se han acostumbrado a ver unidades especiales armadas, que han recibido adiestramiento anti-terrorista.
Las reglas policiales exigen que los agentes avisen si tienen la intención de disparar y "asegurarse de que su respuesta sea proporcionada y apropiada a las circunstancias y consistente con el objetivo legítimo en mente". Se supone que los agentes deben disparar para inmovilizar, pero informes de televisión dijeron el viernes que la orden de disparar a matar había sido autorizada para impedir atentados suicidas.
Incluso mientras los londinenses absorbían las noticias sobre el tiroteo, se desarrolló un debate sobre si estaba justificado.
Aunque no hay información disponible sobre la identidad del hombre ni su grupo étnico, muchos musulmanes temen que los británicos los acusen a ellos. "La policía debe haber tenido una buena razón para matar a balazos a ese hombre, pero ahora tienen que explicar por qué", dijo Inayat Bunglawala, portavoz del Consejo Musulmán de Gran Bretaña.
Un sitio en la red del diario The Guardian publicó acalorados argumentos sobre la acción policial. "Espero que hayan matado a un terrorista", escribió un participante. Otros defendieron a la policía. "No se puede culpar a la policía en estos días", dijo Kash Johnson, un chef de 44 años. "¿Si tenía la mano en el gatillo, qué otra cosa podía hacer?"
El viernes noche la gente recorría las calles y bares de Stockwell, tratando de poner en orden sus emociones confusas, a menudo contradictorias.
"Creo que es repugnante que lo hayan matado", dijo Carol Marriner, 41, ama de casa. "Quizás volvía tarde a su casa. Yo entiendo la situación política, pero pueden haber matado a un inocente".
Pero, dijo Lois Cowley, 17, estudiante: "Uno de mis amigos estaba en el metro y francamente prefiero que maten a ese tipo a que vuelen a mis amigos. La muerte es muy poco para él. La policía hizo lo que tenía que hacer".
Benjamin Rogers, 18, estudiante: "Dispararle cinco veces es excesivo. Podrían haberle herido y saltarle encima. El agente que disparó debe ser despedido".
Zane Growns, 27, un estudiante de periodismo que vio a los agentes dando caza al hombre en la estación, dijo: "En tiempos de guerra, la gente usaba el metro como refugio, un lugar para protegerse. Ahora la guerra está en el metro". El metro fue usado como refugio contra las bombas durante los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial.
"Ahora tendremos que decirnos: Tuve suerte de no estar en ese vagón, tuve suerte de no estar en ese bus, tuve suerte de no haber estado ahí cuando ocurrió", dijo. "Esto cambia la cara de Londres".
En los 15 días que han pasado desde que cuatro terroristas suicidas se cobraran 52 vidas, además de las suyas propias, el aplomo de Londres ha estado oscilando entre las bravuconadas y el aturdimiento a medida que los cordones policiales cierran áreas y calles. Pero la idea de ver a policías armados arremeter en un vagón de metro y matar a balazos a un sospechoso frente a los pasajeros, era hasta el viernes impensable.
El momento define el precio que tiene que pagar Londres por defenderse -aunque no está claro si el hombre ultimado el viernes tenía o no que ver con los atentados.
"Llevaba una gorra de béisbol y una especie de gruesa chaqueta, una chaqueta de invierno, un especie de chaqueta forrada", dijo Whitby. "Puede haber tenido algo escondido en la chaqueta, no sé. Pero parecía fuera de lugar con este tipo de tiempo, con este tiempo caluroso y húmedo".
"Era grande, rechoncho. No tenía armas ni nada de eso. No llevaba nada. Francamente, ni siquiera llevaba un bolso".
Después del tiroteo, dijo Growns, "todo el mundo bajó del vagón -la gente tenía pánico, pero la policía también".
"Te podías dar cuenta de que eso era todo, eso era lo que había pasado".
Fue un momento que dejó a algunos londinenses, especialmente musulmanes, preguntándose si la nueva posición de su ciudad en el frente de la campaña contra el terrorismo no romperá su tejido social, aunque no se sabe nada públicamente sobre el muerto.
Nakib Islam, 19, estudiante musulmán de la secundaria, dijo: "Tengo miedo que haya un contragolpe más fuerte" contra los musulmanes. Estaba hablando después de que una alarma de bomba en una mezquita al este de Londres resultara ser falsa.
"La gente que se ve como yo" somos sospechosos, dijo Islam. "Ya no llevo mi mochila cuando me subo al metro". Las mochilas se han transformado en emblemas de los terroristas desde las imágenes del 7 de julio, y uno de los sospechosos de los ataques del jueves fue visto entrando a una estación de trenes acarreando una mochila bastante grande.
En toda la ciudad, los londinenses han absorbido el shock de la segunda serie de atentados en dos semanas.
"Me pregunto por qué es Londres tan diferente a Nueva York y Madrid. ¿Por qué siguen aquí?", dijo Patricia Mitchell, 35, un empleada de un centro de llamadas. "Me pregunto si acaso es un blanco muy fácil. Pareciera que Londres tiene más gente y más público en el transporte. Pero estoy completamente sorprendida. Pensé que habría un atentado en Londres, y después en otra ciudad".
En un tren hacia el este, por la línea de Bakerloo, Karla Neilson, 36, analista informática, también meditaba sobre su ciudad.
"Pienso dónde me siento, y miro a la gente más que antes", dijo. "Hoy estuve un poco nerviosa, más nerviosa que hace dos semanas. Después de la primera bomba, pensé, oh, ya pasó. Y ahora me doy cuenta de que siguen".

Hélène Fouquet, Jonathan Allen, Karla Adam, Pamela Kent y Souad Mekhennet contribuyeron a este reportaje.

23 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh


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