peleando en una jaula
[Michael Wilson] Boxeo en jaula vivo y en buena salud en el Midwest de Estados Unidos.
Sioux Falls, Dakota del Sur, Estados Unidos. Cuando rebobinen el video de la pelea en la jaula, la sangre brotará otra vez de la nariz de Gervis Fool Bull, los gritos serán absorbidos por el pecho colectivo de la sudorosa multitud, y el puñetazo rebotará contra el alto camionero de Iowa que lo lanzó, un hombre con un corte de mohicano, que creció peleando con su hermano gemelo en el depósito de chatarra del vecindario.
Pero para encontrar dónde empezó realmente esta pelea entre desconocidos, rebobinar significaría retroceder casi semanas, al Cuatro de Julio en el pueblo turístico junto al lago, Okoboki, Iowa, donde los gemelos andaban parrandeando, bebiendo, y apestados con los turistas.
"Mi meta esa noche era pegarle al turista más grande que pudiera encontrar", dijo Nate Hawn, de 20 años.
Escogió a un marine, dijo, y le pegó en la calle llena de gente. Se acercó un desconocido, y los Hawn se preguntaron si acaso quería un poco de lo mismo.
El hombre dijo que trabajaba para un promotor de peleas de jaula y que los tipos debían estar en Sioux Falls en unas semanas. "Nos dijo: Vosotros sois exactamente lo que andamos buscando'", dijo el hermano con el corte mohicano, Ryan Hawn.
Los hermanos llegaron el sábado a The Cage' [La Jaula], para una noche sin reglas de peleas de hombre a hombre, encerrados en una jaula de rejas al exterior aquí en W.H. Lyon Fairgrounds. En un deporte conocido por nombres intercambiables -lucha extrema, pelea sin reglas, pelea de jaula- los púgiles pueden usar el boxeo, el kickboxing, las artes marciales y las llaves de lucha libre, o cualquier combinación de estos. Sus detractores lo han llamado "pelea de gallos entre hombres", un brutal pseudo-deporte.
Nueva York prohibió la pelea de jaula en 1997, dos años después de que el fiscal de distrito de Brooklyn amenazó con presentar cargos de agresión si la pelea programada no se suspendía. Comisiones de atletismo en Pensilvania, Ohio y varios otros estados se han negado a permitir las peleas. Los casinos indios han continuado permitiendo las peleas, mientras que la mayoría de los fans han dependido de los canales de pago que emiten las batallas del Ultimate Fighting Championship y DVDs con títulos como Cage Rage 8: Knights of the Octagon'.
Pero en Sioux Falls y otras pequeñas ciudades y pueblos de las Grandes Praderas -Fargo, Dakota del Norte; Rochester, Minnesota; Marshfield, Wisconsin; Sioux City y Des Moines- la pelea de jaula está volviendo, convocando a cientos, incluso miles de espectadores a las ferias, pequeños gimnasios y, lo que más inquieta a los funcionarios del ayuntamiento, los estacionamientos de bares.
El 4 de junio, los promotores montaron una jaula en el lote de gravilla al lado de Sidewinder, un bar de moteros en Sioux Falls, y organizaron 17 peleas en un Summer Slam'. Hay una pelea de jaula anunciada para el 13 de agosto en un bar en la ciudad de Yankton.
"Es como el grupo más firme", dijo Jarod Stevens, 25, un musculoso y pecoso pelirrojo que trabaja en un negocio de Hummer, alistándose para su primera pelea el sábado en Sioux Falls. "Es probar algo para ti mismo, que eres suficientemente hombre como para participar y hacerlo bien, espero".
Al final de la noche, Stevens estará aplicándose una bolsa de cielo contra un chichón azuloso en la frente. Y será uno de los más afortunados de las 11 peleas durante 2 horas en las que participan hombres que entrenan diariamente y se describen a sí mismos como matones de la calle. Ex convictos pelearán en la misma ficha que un oficial de rehabilitación de la Penitenciaría de Dakot del Sur, al que se han acercado varios de sus colegas para aprender unas llaves nuevas, en caso de que las cosas se pongan feas en el trabajo. Tres hombres serán derrotados por knock-out, y la noche terminará inundada por las brillantes y giratorias luces de una ambulancia.
"Siempre digo: ¿Dónde están los reglamentos?'", dijo Vernon Brown, 37, ex reportero de televisión que se incorporó al ayuntamiento de Sioux Falls el año pasado y es un opositor de la pelea de jaula. "No dejan de fastidiarme con una hoja impresa de internet que dice: está prohibido sacar los ojos, meter los dedos en la boca o en cualquier orificio corporale".
No cree que el deporte sea prohibido. Su principal preocupación, dijo, son los espectadores de una potente mezcla de violencia, alcohol y floja seguridad.
Se espera que una medida para mantener las peleas alejadas de los bares y que hace de los promotores, responsables por las lesiones de los púgiles, se discuta en el ayuntamiento en agosto.
Esta no es la Sioux Falls que Money Magazine declaró el mejor lugar para vivir en el país en 1992, ni la Sioux Falls que ha atraído al Citibank y a la Automatic Data Processing Inc., una tranquila, segura ciudad portuaria de 141.000 habitantes, adonde llegan en promedio 8 personas al día y se presenta un espectáculo de rayos láser todas las noches.
En esta Sioux Falls la gente tiene 19 y 20 y 21 años y andan buscando algo que hacer, cualquier cosa excepto uno de los programas para la juventud en uno de los 65 parques de la ciudad o todavía otro show de rayos más. El eterno ritual del paseo en una plaza del centro llamado "el nudo", fue prohibido hace dos años, cuando agentes de policía empezaron a imponer multas al tercer avistamiento nocturno del mismo coche.
"En realidad, no hay mucho que hacer en Sioux Falls", dijo Anna Anderson, 21, una ama de llaves de ropa negra y las uñas pintadas haciendo juego para su primera pelea del sábado. "La gente debería dejar de quejarse. Hay un montón de gente que quiere pelear, así que pueden venir aquí y pelear y no causarle problemas a nadie. Nadie sale con lesiones graves, pero si ocurre, que se jodan".
Casi la mitad de los púgiles en las ferias son de la localidad. Los más dedicados se reúnen en la Suite A de una hilera de oficinas de Active Mixed Martial Arts, donde se enseña yiu-yitsu brasileño.
El dueño del gimnasio y maestro, Aaron Hullinger, 33, no traería a sus hijos a una pelea de jaula. "No me gusta el ambiente que hay aquí", dijo. Pero no le impide adiestrar a sus púgiles para que ganen. "El objetivo de aprender yiu-yitsu es no caer en la jaula", dijo, "pero si eso es lo que quieres hacer, mejor aprendes yiu-yitsu".
Uno de los púgiles con más experiencia es Lee Lohff, 23, un policía del ejército que fue enviado dos veces a Afganistán, que a pesar de su modesto peso de 76 kilos, piensa que las competencias que valen la pena son escasas.
"Nosotros somos limpios, tenemos trabajo, vamos a la escuela", dijo, "y estos tipos que son los más duros de sus pandillas de moteros", pero no tienen ningún adiestramiento. "Es frustrante".
En realidad, el primer púgil en aparecer el sábado por la mañana para pesarse está fumando y bebiendo una lata de Budweiser: Fred Christian, 40, que se presenta a sí mismo como Dog. Su coleta es canosa, y su torso tatuado empieza a aflojarse. Esta debe ser su primera pelea. "Esto es algo completamente nuevo", dijo. "Pero está alarmado por una pregunta en los formularios -"Esto es exigido por los cuerpos de policía, ¿qué significa?", pregunta- y finalmente se retira.
Otros púgiles llegan más sobrios que Dog, pero no con más experiencia en la jaula.
Stevens, el del negocio de Hummer: "Yo no soy uno de esos tipos que se echa para atrás de una pelea. Me han quebrado seis costillas. Me han dejado con knockout fulminante en un concierto".
Para cuando el guitarrista de la banda de heavy-metal empieza a rasgar The Star Spangled Banner' [La Bandera de las Estrellas Centelleantes] poco después de las 9 de la noche, varios cientos de espectadores se han reunido alrededor del ring y en las gradas, la mayoría en la veintena y sus novias. Un dejota trepa a la jaula y agradece a los auspiciadores: Budweiser, Outlaw Tattoos, Bullet Proof Graphics, Sioux Empire Tint.
El promotor de los púgiles es Chris Christianson, 31, de Sioux Falls, que ha levantado su negocio con una o dos peleas al mes desde el otoño pasado. Coge el micrófono y agradece a todos por venir a pesar de la "controversia". Su hermana de 21, en un corpiño de encaje, es una de las dos muchachas que entran a la jaula entre asalto y asalto, mostrando un número en una tarjeta.
El siguiente en el ring es Bruce Hoyer, 23, que era una jugador de fútbol americano hasta que una violenta entrada le desprendió una de sus retinas, dejándolo ciego del ojo derecho y prácticamente inmovilizado. Tiene un cinturón azul de yiu-yitsu brasileño. Es el referí.
La primera pelea dura lo que dura leer sobre ella: dos hombres se dan un par de puñetazos y caen retorciéndose y jadeando en la lona, hasta que uno inmoviliza al otro con una dolorosa llave, quizás dando puñetazos en la nuca de su oponente con la mano libre. El púgil debajo golpea dos veces la lona: Me rindo. Sería la norma de la mayoría de las 11 peleas. Encontrar púgiles y llevarlos a la jaula toma más tiempo que las peleas.
Una excepción es una pelea que presenta a David Adamyan, 22, un inmigrante ucraniano que no ha entrenado, mal aparejado con uno de los estudiantes estrella de yiu-yitsu, Paul Willman, 22. En los primeros segundos, Willman vuela sobre el novato, le pega en la cara dos veces. Los ojos de Adamyan se ponen blancos y se le doblan las piernas. No se mueve sino hasta que el referí lo ayuda, temblando, a ponerse de pie. Lo examinan dos paramédicos y una enfermera.
"No sé lo que pasó", dijo Adamyan más tarde, fumando un cigarrillo. "Fue simplemente bum, no supe nada más".
Hawn, el mohicano, gana por abandono después de pegarle en la nariz a Fool Bull con su puño o rodilla, las dos salpicadas de la sangre del hombrón.
La última pelea termina en un knockout. El perdedor parece estar tan mal que alguien llama al 911, pero cuando llegan los bomberos y los paramédicos, se levanta y pasa arrastrando los pies junto a la ambulancia, hacia su coche deportivo.
Cerca de la jaula mirando las peleas estaba Damien Alexander, 30, el hombre que se acercó a los gemelos Hawn en Iowa a invitarles a venir a pelear. Pensando en esa noche, dice que no recuerda haber visto a ninguno de ellos pegándole a un marine, pero algo lo hizo acercarse a ellos.
Tal como lo ve, la pelea de jaula está destinada a despegar en Sioux Falls. "¿Sabes lo que tenemos? Un montón de bares y un parque", dijo. "Eso es bueno".
28 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh
Pero para encontrar dónde empezó realmente esta pelea entre desconocidos, rebobinar significaría retroceder casi semanas, al Cuatro de Julio en el pueblo turístico junto al lago, Okoboki, Iowa, donde los gemelos andaban parrandeando, bebiendo, y apestados con los turistas.
"Mi meta esa noche era pegarle al turista más grande que pudiera encontrar", dijo Nate Hawn, de 20 años.
Escogió a un marine, dijo, y le pegó en la calle llena de gente. Se acercó un desconocido, y los Hawn se preguntaron si acaso quería un poco de lo mismo.
El hombre dijo que trabajaba para un promotor de peleas de jaula y que los tipos debían estar en Sioux Falls en unas semanas. "Nos dijo: Vosotros sois exactamente lo que andamos buscando'", dijo el hermano con el corte mohicano, Ryan Hawn.
Los hermanos llegaron el sábado a The Cage' [La Jaula], para una noche sin reglas de peleas de hombre a hombre, encerrados en una jaula de rejas al exterior aquí en W.H. Lyon Fairgrounds. En un deporte conocido por nombres intercambiables -lucha extrema, pelea sin reglas, pelea de jaula- los púgiles pueden usar el boxeo, el kickboxing, las artes marciales y las llaves de lucha libre, o cualquier combinación de estos. Sus detractores lo han llamado "pelea de gallos entre hombres", un brutal pseudo-deporte.
Nueva York prohibió la pelea de jaula en 1997, dos años después de que el fiscal de distrito de Brooklyn amenazó con presentar cargos de agresión si la pelea programada no se suspendía. Comisiones de atletismo en Pensilvania, Ohio y varios otros estados se han negado a permitir las peleas. Los casinos indios han continuado permitiendo las peleas, mientras que la mayoría de los fans han dependido de los canales de pago que emiten las batallas del Ultimate Fighting Championship y DVDs con títulos como Cage Rage 8: Knights of the Octagon'.
Pero en Sioux Falls y otras pequeñas ciudades y pueblos de las Grandes Praderas -Fargo, Dakota del Norte; Rochester, Minnesota; Marshfield, Wisconsin; Sioux City y Des Moines- la pelea de jaula está volviendo, convocando a cientos, incluso miles de espectadores a las ferias, pequeños gimnasios y, lo que más inquieta a los funcionarios del ayuntamiento, los estacionamientos de bares.
El 4 de junio, los promotores montaron una jaula en el lote de gravilla al lado de Sidewinder, un bar de moteros en Sioux Falls, y organizaron 17 peleas en un Summer Slam'. Hay una pelea de jaula anunciada para el 13 de agosto en un bar en la ciudad de Yankton.
"Es como el grupo más firme", dijo Jarod Stevens, 25, un musculoso y pecoso pelirrojo que trabaja en un negocio de Hummer, alistándose para su primera pelea el sábado en Sioux Falls. "Es probar algo para ti mismo, que eres suficientemente hombre como para participar y hacerlo bien, espero".
Al final de la noche, Stevens estará aplicándose una bolsa de cielo contra un chichón azuloso en la frente. Y será uno de los más afortunados de las 11 peleas durante 2 horas en las que participan hombres que entrenan diariamente y se describen a sí mismos como matones de la calle. Ex convictos pelearán en la misma ficha que un oficial de rehabilitación de la Penitenciaría de Dakot del Sur, al que se han acercado varios de sus colegas para aprender unas llaves nuevas, en caso de que las cosas se pongan feas en el trabajo. Tres hombres serán derrotados por knock-out, y la noche terminará inundada por las brillantes y giratorias luces de una ambulancia.
"Siempre digo: ¿Dónde están los reglamentos?'", dijo Vernon Brown, 37, ex reportero de televisión que se incorporó al ayuntamiento de Sioux Falls el año pasado y es un opositor de la pelea de jaula. "No dejan de fastidiarme con una hoja impresa de internet que dice: está prohibido sacar los ojos, meter los dedos en la boca o en cualquier orificio corporale".
No cree que el deporte sea prohibido. Su principal preocupación, dijo, son los espectadores de una potente mezcla de violencia, alcohol y floja seguridad.
Se espera que una medida para mantener las peleas alejadas de los bares y que hace de los promotores, responsables por las lesiones de los púgiles, se discuta en el ayuntamiento en agosto.
Esta no es la Sioux Falls que Money Magazine declaró el mejor lugar para vivir en el país en 1992, ni la Sioux Falls que ha atraído al Citibank y a la Automatic Data Processing Inc., una tranquila, segura ciudad portuaria de 141.000 habitantes, adonde llegan en promedio 8 personas al día y se presenta un espectáculo de rayos láser todas las noches.
En esta Sioux Falls la gente tiene 19 y 20 y 21 años y andan buscando algo que hacer, cualquier cosa excepto uno de los programas para la juventud en uno de los 65 parques de la ciudad o todavía otro show de rayos más. El eterno ritual del paseo en una plaza del centro llamado "el nudo", fue prohibido hace dos años, cuando agentes de policía empezaron a imponer multas al tercer avistamiento nocturno del mismo coche.
"En realidad, no hay mucho que hacer en Sioux Falls", dijo Anna Anderson, 21, una ama de llaves de ropa negra y las uñas pintadas haciendo juego para su primera pelea del sábado. "La gente debería dejar de quejarse. Hay un montón de gente que quiere pelear, así que pueden venir aquí y pelear y no causarle problemas a nadie. Nadie sale con lesiones graves, pero si ocurre, que se jodan".
Casi la mitad de los púgiles en las ferias son de la localidad. Los más dedicados se reúnen en la Suite A de una hilera de oficinas de Active Mixed Martial Arts, donde se enseña yiu-yitsu brasileño.
El dueño del gimnasio y maestro, Aaron Hullinger, 33, no traería a sus hijos a una pelea de jaula. "No me gusta el ambiente que hay aquí", dijo. Pero no le impide adiestrar a sus púgiles para que ganen. "El objetivo de aprender yiu-yitsu es no caer en la jaula", dijo, "pero si eso es lo que quieres hacer, mejor aprendes yiu-yitsu".
Uno de los púgiles con más experiencia es Lee Lohff, 23, un policía del ejército que fue enviado dos veces a Afganistán, que a pesar de su modesto peso de 76 kilos, piensa que las competencias que valen la pena son escasas.
"Nosotros somos limpios, tenemos trabajo, vamos a la escuela", dijo, "y estos tipos que son los más duros de sus pandillas de moteros", pero no tienen ningún adiestramiento. "Es frustrante".
En realidad, el primer púgil en aparecer el sábado por la mañana para pesarse está fumando y bebiendo una lata de Budweiser: Fred Christian, 40, que se presenta a sí mismo como Dog. Su coleta es canosa, y su torso tatuado empieza a aflojarse. Esta debe ser su primera pelea. "Esto es algo completamente nuevo", dijo. "Pero está alarmado por una pregunta en los formularios -"Esto es exigido por los cuerpos de policía, ¿qué significa?", pregunta- y finalmente se retira.
Otros púgiles llegan más sobrios que Dog, pero no con más experiencia en la jaula.
Stevens, el del negocio de Hummer: "Yo no soy uno de esos tipos que se echa para atrás de una pelea. Me han quebrado seis costillas. Me han dejado con knockout fulminante en un concierto".
Para cuando el guitarrista de la banda de heavy-metal empieza a rasgar The Star Spangled Banner' [La Bandera de las Estrellas Centelleantes] poco después de las 9 de la noche, varios cientos de espectadores se han reunido alrededor del ring y en las gradas, la mayoría en la veintena y sus novias. Un dejota trepa a la jaula y agradece a los auspiciadores: Budweiser, Outlaw Tattoos, Bullet Proof Graphics, Sioux Empire Tint.
El promotor de los púgiles es Chris Christianson, 31, de Sioux Falls, que ha levantado su negocio con una o dos peleas al mes desde el otoño pasado. Coge el micrófono y agradece a todos por venir a pesar de la "controversia". Su hermana de 21, en un corpiño de encaje, es una de las dos muchachas que entran a la jaula entre asalto y asalto, mostrando un número en una tarjeta.
El siguiente en el ring es Bruce Hoyer, 23, que era una jugador de fútbol americano hasta que una violenta entrada le desprendió una de sus retinas, dejándolo ciego del ojo derecho y prácticamente inmovilizado. Tiene un cinturón azul de yiu-yitsu brasileño. Es el referí.
La primera pelea dura lo que dura leer sobre ella: dos hombres se dan un par de puñetazos y caen retorciéndose y jadeando en la lona, hasta que uno inmoviliza al otro con una dolorosa llave, quizás dando puñetazos en la nuca de su oponente con la mano libre. El púgil debajo golpea dos veces la lona: Me rindo. Sería la norma de la mayoría de las 11 peleas. Encontrar púgiles y llevarlos a la jaula toma más tiempo que las peleas.
Una excepción es una pelea que presenta a David Adamyan, 22, un inmigrante ucraniano que no ha entrenado, mal aparejado con uno de los estudiantes estrella de yiu-yitsu, Paul Willman, 22. En los primeros segundos, Willman vuela sobre el novato, le pega en la cara dos veces. Los ojos de Adamyan se ponen blancos y se le doblan las piernas. No se mueve sino hasta que el referí lo ayuda, temblando, a ponerse de pie. Lo examinan dos paramédicos y una enfermera.
"No sé lo que pasó", dijo Adamyan más tarde, fumando un cigarrillo. "Fue simplemente bum, no supe nada más".
Hawn, el mohicano, gana por abandono después de pegarle en la nariz a Fool Bull con su puño o rodilla, las dos salpicadas de la sangre del hombrón.
La última pelea termina en un knockout. El perdedor parece estar tan mal que alguien llama al 911, pero cuando llegan los bomberos y los paramédicos, se levanta y pasa arrastrando los pies junto a la ambulancia, hacia su coche deportivo.
Cerca de la jaula mirando las peleas estaba Damien Alexander, 30, el hombre que se acercó a los gemelos Hawn en Iowa a invitarles a venir a pelear. Pensando en esa noche, dice que no recuerda haber visto a ninguno de ellos pegándole a un marine, pero algo lo hizo acercarse a ellos.
Tal como lo ve, la pelea de jaula está destinada a despegar en Sioux Falls. "¿Sabes lo que tenemos? Un montón de bares y un parque", dijo. "Eso es bueno".
28 de julio de 2005
©new york times
©traducción mQh
0 comentarios