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más nazis atrapados


[Matt O'Connor] A medida que mueren los nazis, otros criminales serán investigados y perseguidos en Estados Unidos.
Los vecinos sólo tienen palabras amables que decir sobre Osyp Firishchak, un carpintero jubilado del Lado Norte de Chicago, pero el ministerio de Justicia dice que jugó un papel en uno de los capítulos más siniestros de la historia.
El lunes Firishchak, 86, debe presentarse al juicio en Chicago por acusaciones de que hace más de 60 años formaba parte de una unidad de la policía ucraniana controlada por los nazis que transportó a decenas de miles de judíos a la muerte en campos de concentración y trabajos forzados.

El gobierno están tratando de despojarle de su nacionalidad estadounidense y eventualmente expulsarlo del país.
El juicio se produce en un momento decisivo para la unidad de búsqueda de nazis del ministerio de Justicia, la Oficina de Investigaciones Especiales, cuando remodela sus objetivos y recursos para una nueva misión.
Su mandato se acerca su fin a medida que desaparecen los objetivos de la Segunda Guerra Mundial y la OIS recibió en diciembre nueva vida cuando una revisión de inteligencia amplió su autoridad para perseguir a violadores de derechos humanos en todo el mundo que posean en la actualidad la ciudadanía norteamericana.
Pero Eli Rosenbaum, director de la OSI durante una década, dijo que no tenía intención de abandonar la persecución de los nazis que ha sido la única responsabilidad de la oficina hasta hace algunos meses.
"A menudo la gente expresa sorpresa cuando se enteran de que hoy todavía estamos persiguiendo a algunos", dijo Rosenbaum en una entrevistas en su oficina en Washingto, D.C. "Y siempre me ha sorprendido que se sorprendan, porque difícilmente hay un adulto americano que no conozca a alguien que haya peleado en esa guerra y que esté vivo todavía".
A fines de los años ochenta, la oficina estaba reduciendo sus esfuerzos a medida que se agotaban sus pistas en investigaciones, pero la caída de la Unión Soviética y del bloque de Europa del Este abrieron el acceso a archivos detrás de la antigua Cortina de Hierro, incluyendo archivos militares requisados a los alemanes.
En mayo, un juez federal en Milwaukee revocó la ciudadanía de Josias Kumpf, un obrero de una fábrica de embutidos de Chicago jubilado que vive ahora en Racine, y marcó la 100 persecución lograda en su más de un cuarto de siglo de existencia, dijo Rosenbaum. Más de 20 de esas personas buscadas eran del área de Chicago, más que cualquier otro área del país, muestran archivos de la OIS.
Casi 20 casos están pendientes en tribunales en todo el país, incluyendo una apelación en Chicago de Joseph Wittje, un albañil retirado de Bensenville, de la decisión del juez el año pasado de revocar su ciudadanía por custodiar prisioneros en un campo de concentración cerca de Berlín. Y más de 50 casos más siguen bajo investigación, dijo Rosenbaum.
En sólo el segundo juicio de este tipo en la última década en un tribunal de distrito de Chicago, el ministerio de Justicia está intentando convertir el de Firishchak en su logro número 101.
Numerosos documentos requisados descubiertos en archivos ucranianos establecen que Firishchak trabajó durante la Segunda Guerra Mundial como un policía armado en la Primera Comisaría de la Policía Auxiliar Ucraniana en Lviv, Polonia, durante la ocupación nazi, entre octubre de 1941 y octubre de 1943, de acuerdo a documentos judiciales del gobierno.
En una declaración ante las autoridades, Firishchak reconoció su firma en siete de esos documentos que supuestamente lo vinculan a la policía ucraniana, dijo el gobierno.
Entre marzo de 1942 y junio de 1943, con la asistencia de la Policía Auxiliar Ucraniana, prácticamente todos los más de 100.000 judíos que habían sido antes reunidos en un gueto de Lviv fueron detenidos y transportados a lugares donde serían asesinados, incluyendo el campo de concentración de Belzec y a campos de trabajos forzados, dice el gobierno.
Aunque no acusa Firishchak de participar directamente en las atrocidades, el gobierno alegó que participó en búsqueda de siete hombres de la localidad asignados a la Primera Comisaría que no se habían presentado al servicio el 9 de agosto de 1942. Al día siguiente, al menos cuatro de esos hombres participaron en el inicio de la ‘Gran Operación' en la que miles de judíos fueron detenidos y entregados para su "re-asentamiento", dijo el gobierno.
Entre los testigos del gobierno estará el doctor Dieter Pohl, un historiador alemán que intentará explicar las evidencias documentales, y William Weiss, un superviviente del gueto judío de Lviv.
Documentos del tribunal indican que Firishchak declarará en su propia defensa, negando que haya servido en la policía ucraniana de Lviv.
Uno de los abogados de Firishchak, James Maher, se negó a comentar el caso. Firishchak no pudo ser localizado, pero cuando el ministerio de Justicia inició el intento de despojarlo de la ciudadanía a fines de 2003, adoptó una actitud desafiante.
"¿No crees que en el mundo hay más problemas que yo?", dijo a Chicago Tribune. "No tengo nada que ocultar. Contaré mi versión ante el tribunal".
Vecinos de Firishchak y Wittje, algunos de los cuales son ellos mismos veteranos de la Segunda Guerra Mundial, se han mostrado muy críticos de los esfuerzos del gobierno por expulsarlos del país cuando son octogenarios. De acuerdo a vecinos, Wittje, 86, tiene mala salud y está confinado a una silla de ruedas.
Richard Day, vecino de Wittje desde 1957, dijo que escribió una carta al presidente Bush criticando la demanda judicial como un derroche de recursos del gobierno.
"La gente no debe ser acusada de las acciones de sus gobiernos, y creo que es lo que ha pasado en este caso", dijo Day, 78, veterano de la Marina norteamericana. "Cuando eres un individuo, te dicen lo que tienes que hacer. No veo su hoja de servicio como diferente a la mía".
Abogados de muchos de los nazis acusados han hecho críticas similares. Charles Nixon, un abogado de Chicago que ha defendido varios casos en los últimos años, dijo que la ley es deficiente porque la OSI no tiene que probar la comisión de un crimen de guerra para despojar a alguien de su ciudadanía y deportarlo.
En la entrevista, Rosenbaum se eriza cuando se le recuerda que hace dos años el cazador de nazis Simon Wiesenthal dijo que su trabajo había terminado y que los pocos nazis que quedaban eran "demasiado viejos y frágiles como para soportar un juicio".
Observando que Wiesenthal estaba en sus noventa, Rosembaum dijo: "No creo que él esté tan al tanto de las cosas como lo estaba en años anteriores".
Rosenbaum defendió la persecución de guardias de campos de concentración y agentes de policía auxiliares, llamándolos nazis "prácticos" que fueron un engranaje vital en la guerra nazi.
No perseguir a nazis de bajo nivel sería una bofetada en la cara de los supervivientes del Holacausto que viven en Estados Unidos, dijo Rosembaum. El intento envía un mensaje a los futuros perpetradores de crímenes contra la humanidad que el mundo civilizado perseguirá "si es necesario por el resto de tu vida", dijo Rosembaum.
Dada la extensión de su mandato, la OSI está coordinado con el ministerio de Seguridad Nacional para investigar a violadores de derechos humanos que ahora están viviendo en Estados Unidos como ciudadanos estadounidenses.
Rosenbaum dijo que no estaba claro si el personal de 28 miembros de la OSI sería aumentado para encargarse de las nuevas responsabilidades, pero de momento casi 20 sospechosos están siendo investigados por asesinatos en Ruanda, la antigua Yugoslavia y otros lugares.
Cuando la OSI trató por primera vez de determinar dónde concentrar sus esfuerzos, los colaboradores intercambiaron mensajes de email con sugerencias sobre en qué países concentrarse. Pero pronto quedó claro que sería más fácil hacer un listado de países donde no se han cometido violaciones de derechos humanos, dijo Rosembaum.
"La historia humana es violenta", dijo Rosembaum. "No hay ninguna señal de que la humanidad dejará de cometer crímenes en masa. El futuro nos dirá dónde debemos concentrarnos".

Se puede escribir al autor a: mo'connor@tribune.com

1 de agosto de 2005
©chicago tribune
©traducción mQh

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