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nueva cara del terrorismo


[Elaine Sciolino] Los terroristas ya no vienen de fuera de Europa.
Londres, Reino Unido. Un atentado fue mortífero, el otro no. Pero considerados juntos, los dos ataques terroristas que impactaron Londres en julio subrayan una nueva, más amenazadora cara del terrorismo en Europa.
Transciende fronteras étnicas y causas nacionales, funde el fervor ideológico con la delincuencia común y está enraizado en gran parte dentro del país objetivo.
Modificar las suposiciones sobre la naturaleza de la amenaza terrorista, también complica los intentos de idear estrategias para combatirlo.
Aunque algunos funcionarios de la inteligencia y de la policía dijeron que empezaron a reconocer la mutante amenaza en la época de los atentados contra los trenes en Madrid en marzo de 2004, los atentados de Londres han reforzado la lección de que, según se dice, el Al Qaeda centralizado del 11 de Septiembre ya no existe.
"Estamos viendo una amenaza terrorista que cambia constantemente", dijo Pierre de Bousquet, director del servicio secreto nacional francés, conocido como DST, en una entrevista en París. "A menudo los grupos no son homogéneos sino una variedad de tendencias".
"Islamitas intransigentes se están mezclando con delincuentes comunes", agregó. "Gente de diferentes orígenes y nacionalidades están trabajando juntos. Algunos han nacido en Europa o tienen doble nacionalidad, lo que les facilita viajar. Las redes son mucho menos estructuradas de lo que creíamos. Quizás son las mezquitas las que los reúnen, quizás es la cárcel, quizás es el barrio. Y eso hace mucho más difícil identificarlos y erradicarlos".
En el caso de los atentados de Londres el 7 de julio, que causaron la muerte a 56 personas, incluyendo a los cuatro terroristas, tres de los atacantes eran paquistaníes nacidos en Gran Bretaña, el cuarto un ciudadano británico y convertido al islam, nacido en Jamaica.
El atentado dos semanas después, en el que las cuatro bombas no llegaron a explotar, fue ejecutado por un misterioso equipo que la policía dice que incluía a un residente en Gran Bretaña nacido en Somalia, un etíope que se hacía pasar aparentemente por refugiado somalí para obtener residencia legal en Gran Bretaña y nacido en Eritrea cuyos conocidos dicen que se radicalizó en la cárcel. La nacionalidad y condición legal del cuarto candidato a terrorista no han sido reveladas.
Sin embargo, la policía dice que no han encontrado evidencias concluyentes que asocien los dos atentados, aunque los explosivos usados en ambos casos, así como otros elementos de los incidentes, parecen similares.
Ninguno de los identificados hasta el momento como participantes en los atentados es veterano de las guerras en Chechenia o Iraq, y la mayoría de ellos son demasiado jóvenes como para haberse adiestrado en campamentos de Al Qaeda en Afganistán, que fueron destruidos en 2001. Pueden haber aprendido las técnicas para hacer bombas y estrategias terroristas en casa, dicen detectives y funcionarios de inteligencia, aunque los funcionarios advierten que no conocen el alcance exacto de la red de apoyo detrás de los atentados o estuvo implicado algún cerebro extranjero.
El más importante funcionario antiterrorista británico mismo anticipó lo que estaba pasando hace un año atrás. En un discurso poco señalado en una conferencia en Florencia en junio de 2004, Peter Clarke, señaló el "completo cambio, la recalibración" que estaba llevando a cabo Gran Bretaña en la investigación de la nueva amenaza.
La cambiante naturaleza de la amenaza quedó en evidencia a principios del año pasado con la Operación Grieta, una de las operaciones antiterroristas más importantes de Gran Bretaña, dijo Clarke. Setecientos agentes de policía han frustrado lo que creían que era una trama para montar una enorme bomba con la intención de colocarla en algún lugar de Londres. En más de dos docenas de allanamientos policiales se requisaron más de media tonelada de fertilizante de nitrato de amonio, que puede ser usado para hacer bombas, y se detuvo a ocho británicos paquistaníes.
"Antes de esto existía la idea de que la amenaza terrorista internacional era algo que venía de fuera", dijo Clarke en el discurso. "Que venía de Magreb. De Oriente Medio. De Chechenia. De Afganistán. Sin embargo, estos individuos eran todos ciudadanos británicos".
"Los parámetros han cambiado completamente", dijo.
"Si matamos a uno o dos jefes", agregó, "son remplazados rápidamente y la red se reforma enseguida".
Calificó la tendencia nacional como "profundamente inquietante". Igualmente preocupante, agregó, era que el "conspirador clave" en la conspiración descubierta por Operación Grieta sólo tenía 22 años, y los otros 18 y 19.
Una evaluación oficial confidencial del gobierno británico de la emergente amenaza de jóvenes radicales musulmanes británicos, preparado el año pasado para el primer ministro Tony Blair, concluye que la pobreza no es una indicación de radicalismo, que estudiantes y jóvenes profesionales de familias trabajadoras y de clase media "también han participado en política extremista e incluso en terrorismo". Esos reclutas, advierte el informe, "pueden tener la capacidad de campañas de proselitismo más amplias y más complejas".
Las organizaciones extremista han montado puestos en los campos universitarios y, si se les prohíbe, simplemente los levantan de nuevo usando nombres diferentes, dice el documento, cuyo contenido fue revelado por primera vez en el Sunday Times. El documento divide a los jóvenes extremistas en dos categorías generales. La primera es la "estudiantes avanzados" y los que "tienen diplomas y calificaciones técnico-profesionales en ingeniería" o en tecnología de la información. La segunda es la de los "fracasados, con pocas o ninguna calificación y a menudo con antecedentes criminales".
En especial, dice el informe, "los musulmanes tienden, más que otros grupos religiosos, a carecer de calificaciones (más de 2 quintos no tienen) y a estar en el paro y económicamente inactivos, y están sobre-representados en las áreas pobres".
La idea de que la amenaza terrorista es crecientemente interna y transciende tanto las líneas étnicas como lazos directos a la conspiración de Al Qaeda ha sido bien recibida en Paquistán, que ha sido acusado de no hacer lo suficiente para erradicar los restos de Al Qaeda. Tres de los cuatro terroristas en el primer atentado de Londres eran de origen paquistaní y al menos pasaron un tiempo en Pakistán.
"Cuando ocurrieron los primeros atentados y todo el mundo se concentró en Pakistán, dijimos; ‘Puede estar cometiendo un error si aplica ese punto de vista unifocal'", dijo Maleeha Lodhi, la embajadora paquistaní en Gran Bretaña, en una entrevista. "Es mucho más complejo de lo que cree la gente. Lo que estamos viendo es algo muy mortífero y no tiene nada que ver con la etnicidad".
"Estamos viendo a un montón de grupos locales que parecen tener actividades aleatorias, sin vínculos operacionales, y ni siquiera por inspiración", dijo. "Algunos pueden decir que son de Al Qaeda, otros no, y así engañan a todo el mundo".
Los primeros atentados reflejaron algunos de los mismos elementos encontrados en los atentados de Londres. Primero fue Casablanca, luego Madrid.
En mayo de 2003, una docena de hombres jóvenes, pobres y sin educación, todos nacidos y criados en la misma villa miseria de Casablanca, Marruecos, atacaron cinco lugares, cuatro de ellos escogidos aparentemente por sus vínculos judíos. Murieron 42 personas, incluyendo a los terroristas.
"Fueron tipos locales pensando en términos globales", dijo Olivier Roy, autor del libro ‘Globalized Islam'.
"No atacaron ningún símbolo del gobierno marroquí", agregó. "Organizaron sus acciones desde una perspectiva global. No estoy seguro de que los paquistaníes implicados en los primeros atentados de Londres tengan algo que ver con Pakistán".
Los atentados contra los trenes en Madrid en marzo del año pasado representaron más de una fusión. Mientras que la mayoría de los implicados eran marroquíes, algunos eran de otros países. Algunos de los atacantes era musulmanes radicalizados, otros eran delincuentes comunes.
Los miembros veteranos del equipo, y el sospechoso de ser el jefe local de la célula, era un tunecino que aspiraba a ser un modelo de ropa, pero se convirtió en un exitoso agente inmobiliario antes de radicalizarse.
Entre los conspiradores de Madrid había nativos españoles, sin conexión con la yihad global, incluyendo a un ex minero que fue detenido y acusado de haber robado y manipulado los explosivos usados en la operación y un chico de 16 apodado ‘El Gitano' que fue sentenciado a seis años en un centro de detención juvenil en noviembre pasado después de declararse culpable de transportar los explosivos. En la búsqueda del cerebro de los atentados de Madrid, las autoridades españolas se han concentrado en varios sospechosos extranjeros, incluyendo a un sirio y un egipcio.
En Londres, los detectives están tratando de determinar si las células implicadas en los atentados son nacionales o si tenían alguna relación operacional con una red más amplia.
Los detectives dicen que mientras creen que la amenaza terrorista en Europa es más nacional, la inspiración es, crecientemente, Iraq. En los últimos meses, varios países europeos han descubierto células de gente nacida en Europa preparándose para viajar a Iraq a pelear junto a la resistencia.
En una entrevista publicada el viernes en el diario Le Parisien, el ministro del Interior Nicolas Sarkozy, de Francia, dijo que al menos siete franceses han muerto mientras luchaban con la resistencia en Iraq.
La naturaleza siempre cambiante de la amenaza ha transformando en cada vez más difícil el reto, en Gran Bretaña y otros lugares, de presentar una estrategia para su combate. Funcionarios policiales y de la inteligencia reconocen que todavía están demasiado concentrados en amenazas conectadas directamente a grupos radicales de grupos étnicos identificables, tanto nacionales como internacionales, y no han hecho demasiado sobre las fusiones internas.
En una carta confidencial al informe británico de 2004 sobre el contraterrorismo, Sir Andrew Turnbull, el ministro de gabinete y uno de los asesores más cercanos a Blair, dijo que la meta de la estrategia británica era "prevenir el terrorismo atacando sus causas, trabajar juntos para resolver conflictos regionales apoyando al islam moderado y las reformas y para reducir el apoyo a los terroristas influyendo en problemas sociales y económicos relevantes".
Pero, agregó, "sin entender la naturaleza del problema, uno sólo puede identificar tentativamente respuestas posibles en términos generales".

Hélène Fouquet contribuyó a este artículo.

1 de agosto de 2005
©new york times
©traducción mQh

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