suecos contra la cia
[Craig Whitlock] Nuevos documentos suecos muestran acciones de la CIA. Pesquisa determina que la entrega' de sospechosos de terrorismo es ilegal.
Estocolmo, Suecia. El avión a reacción Gulfstream V, de la CIA, aterrizó en un pequeño aeropuerto al oeste de aquí justo antes de las nueve de la noche una gélida noche de diciembre de 2001. Una media docena de agentes, con sus caras cubiertas con capuchas, descendieron del avión y cruzaron a toda prisa la pista para tomar bajo su custodia a dos detenidos, sospechosos de ser musulmanes radicales de Egipto.
En la comisaría de policía del aeropuerto, agentes suecos observaron cómo los operativos de la CIA sacaban tijeras y rápidamente cortaban en pedazos las ropas de los prisioneros, incluyendo su ropa interior, de acuerdo a documentos oficiales suecos recientemente liberados y a declaraciones de testigos oculares. Examinaron las bocas y oídos de los hombres y su pelo antes de vestir al par con chandales y ponerles capuchas en la cabeza. Luego los sospechosos fueron llevados encadenados al avión, donde fueron amarrados a colchones en el piso en la parte de atrás de la cabina.
Así empezó una operación que la CIA llama de "entrega extraordinaria", el traslado forzoso y altamente secreto de sospechosos de terrorismo a sus países natales u otros donde puedan ser interrogados con menos garantías jurídicas.
La práctica ha generado crecientes críticas de grupos de defensa de las libertades cívicas; en Suecia, un investigador parlamentario que dirigió una pesquisa de 10 meses sobre el caso concluyó recientemente que los operativos de la CIA violaron las leyes suecas al someter a los prisioneros a "tratamientos degradantes e inhumanos" y por ejercer atribuciones policiales en suelo sueco.
"Si esas medidas hubieran sido tomadas por agentes suecos, yo los habría procesado sin ninguna duda por abuso de la autoridad pública y probablemente habría exigido una sentencia de prisión", dijo en una entrevista el investigador, Mats Melin. Dijo que no formularía cargos contra los operativos de la CIA porque sólo estaba autorizado a investigar a funcionarios de gobierno suecos, pero no excluyó la posibilidad de que otros fiscales suecos lo puedan hacer.
Los hechos básicos de la entrega de Estocolmo fueron conocidos el año pasado; este artículo se basa en documentos liberados recientemente de la investigación parlamentaria, que proporcionan elaborados detalles sobre una operación que normalmente se habría realizado completamente fuera de la vista de la opinión pública y sobre las deliberaciones oficiales que la precedieron.
La policía secreta sueca dijo que fueron tomados de sorpresa por la rapidez y precisión de los agentes de la CIA esa noche. Los investigadores concluyeron que en lo esencial los suecos se mantuvieron aparte y dejaron que los americanos controlaran la operación, movilizándose silenciosamente y comunicándose con ademanes, dicen los documentos.
"Puedo decir que fuimos sorprendidos cuando el equipo que descendió del avión nos pareció muy profesional, que obviamente lo habían hecho antes", dijo Arne Andersson, subdirector de la policía nacional de seguridad sueca, a investigadores del gobierno.
A las 9:47 de la noche, menos de una hora tras su llegada al Aeropuerto de Bromma, el avión despegó en un vuelo de cinco horas hacia El Cairo, donde los prisioneros, Ahmed Agiza y Muhammad Zery, fueron entregados a funcionarios de seguridad egipcios.
La CIA no ha reconocido que jugó un papel en la expulsión de los dos hombres. Un portavoz de la agencia en Washington se negó a hacer comentarios para este artículo, y funcionarios de la embajada norteamericana en Estocolmo se negaron a responder preguntas.
Funcionarios de la CIA han declarado que han usado la entrega durante años después de perseguir a sospechosos terroristas en todo el mundo. Dicen que el gobierno norteamericano recibe garantías de un trato humano de los países adonde son llevados los sospechosos. Grupos de derechos humanos dicen que esas promesas, hechas por gobiernos con largos historiales de tortura, no tienen valor alguno.
Los dos egipcios dijeron más tarde a abogados, parientes y diplomáticos suecos que fueron sometidos a descargas eléctricas y otras formas de tortura poco después de su retorno forzado a su país.
Agiza, médico, fue condenado por una corte militar egipcia y condenado a 15 años de prisión después de un juicio que duró seis horas. Fue acusado de ser el líder de la Yihad Islámica de Egipto, un grupo radical que el gobierno norteamericano ha clasificado como organización terrorista. Él y sus abogados han reconocido que él trabajó durante un tiempo con Ayman Zawahiri, un colega egipcio y líder ideológico de Al Qaeda, pero que cortó sus relaciones con el grupo hace muchos años.
Zery fue dejado en libertad en octubre de 2003. Funcionarios egipcios notificaron el año pasado al gobierno sueco que ya no era un sospechoso. Su abogado dijo que seguía siendo vigilado.
El gobierno sueco mantuvo en secreto el papel de la CIA en el caso durante más de tres años. En 2004, después de informes no oficiales sobre la entrega, hizo públicos documentos que muestran que un avión norteamericano fue usado para transportar a los egipcios al Cairo, pero dijo que los detalles eran clasificados. No fue sino hasta marzo, cuando la comisión parlamentaria entregó sus hallazgos, que la participación directa de la CIA fue confirmada públicamente.
Las revelaciones causaron revuelo en Suecia, que ha sido durante mucho tiempo un declarado defensor de los derechos humanos en la esfera internacional. Un comité parlamentario debe iniciar audiencias sobre el manejo oficial de la expulsión.
Aunque el investigador parlamentario concluyó que la policía de seguridad sueca merecía "críticas extremadamente graves" por perder el control de la operación y por mostrarse "extraordinariamente sumisa ante los funcionarios americanos", ningún funcionario sueco ha sido acusado ni reprendido.
"Está claro que se violó la ley. Esto va contra la ley sueca y contra las leyes internacionales", dijo Anna Wigenmark, abogado del Comité de Helsinki para los Derechos Humanos, que ha trabajado a nombre de los sospechosos egipcios. Ella y otros partidarios de los derechos humanos dijeron que el tratamiento dado a Agiza y Zery violaba también la Convención Europea de Derechos Humanos.
"Es inaceptable que algo así pudiera ocurrir en territorio sueco y que sin embargo todavía no se haga nada sobre el asunto", dijo Wigenmark.
Antes de la expulsión los dos hombres vivieron en Suecia por extensos períodos y habían pedido asilo político.
El gobierno sueco ha revelado poco sobre por qué decidió súbitamente expulsarlos, tres meses después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Dijo solamente que la decisión fue tomada sobre la base de informaciones de inteligencia secretas, algunas provenientes de servicios extranjeros, indicando que los hombres constituían una amenaza para la seguridad. Funcionarios suecos se negaron a revelar las pruebas o a decir de dónde habían obtenido esa información.
Detalles frescos de la transferencia se encuentran en las más de 100 páginas de transcripciones de entrevistas con agentes de policía suecos que presenciaron la entrega en el aeropuerto de Estocolmo y con los comandantes de policía que supervisaron el caso, así como en otros documentos de la policía nacional de seguridad. Los documentos describen una héctica actividad para deportar a los acusados.
La policía de seguridad sueca quería detener a los hombres y los puso en un vuelo a El Cairo inmediatamente para evitar dar a sus abogados la posibilidad de presentar un recurso de amparo ante la corte.
Los ministros del gobierno sueco convocaron rápidamente a una reunión, el 18 de diciembre de 2001, para aprobar formalmente la expulsión. Pero la policía de seguridad fue incapaz de alquilar un avión para llevar a los egipcios al Cairo, lo que se hizo al día siguiente. Funcionarios policiales, preocupados de un posible retraso nocturno, pidieron ayuda a la CIA, de acuerdo a los documentos.
Los funcionarios de la CIA dijeron a los suecos que tenían un avión a reacción privado con autorización especial de seguridad que podía volar hacia El Cairo sin hacer escalas y sin previo aviso. Andersson, el comandante policial sueco a cargo del caso, caracterizó el ofrecimiento como "un favor de la CIA que nos permitió tener un avión con acceso directo en toda Europa y que podía ocuparse rápidamente de la operación".
A las 2:30 de la tarde del 18 de diciembre el avión de la CIA partió desde El Cairo a Estocolmo. Media hora más tarde, los ministros del gabinete sueco votaron la expulsión de Agiza y Zery.
A las 5 de la tarde la policía sueca había detenido a los hombres y los tenía esperando por el avión. Sin embargo, ya habían empezado a emerger los problemas.
Dos funcionarios no identificados de la embajada norteamericana informaron a los agentes suecos que en el avión no habría lugar para ellos para el vuelo de vuelta al Cairo. Los suecos se quejaron y finalmente les dieron dos asientos en el avión, pero los sentimientos de aspereza persistieron.
"Sentí que estaban metiéndose nuestro territorio", dijo a los investigadores una agente de seguridad sueca no identificada, de acuerdo a una transcripción de su entrevista.
Más conflictos surgieron después de que el avión hubiera aterrizado. Un agente sueco subió la escalinata del avión a saludar a la tripulación y se sorprendió al ver que los agentes -una media docena de americanos y egipcios- llevaban capuchas con una tela semi opaca en la cara, incluso aunque en el aeropuerto no había esencialmente nadie.
"Les dije que no era necesario que llevaran capuchas, porque allí no había nadie", recordó la agente en su declaración ante los investigadores. Los agentes extranjeros lo ignoraron.
La policía sueca dijo que también se quedaron perplejos ante una demanda de los agentes norteamericanos de que se les permitiera revisar a los prisioneros, aunque los dos ya habían sido revisados y estaban esposados. Los suecos cedieron después de que el capitán del avión dijo que se negaría a partir a menos que los americanos hicieran las cosas a su modo, muestran los documentos.
Los prisioneros fueron llevados a la comisaría de policía del aeropuerto, uno por uno, para ser chequeados. Un agente les cortó rápidamente la ropa con unas tijeras y examinó cada trozo de tela antes de echarlos en una bolsa de plástico. Otro agente examinó el pelo, boca y oídos de los detenidos, mientras un tercer agente tomaba fotografías desde atrás, de acuerdo a agentes suecos que presenciaron la operación.
Mientras los detenidos estaban ahí, desnudos e inmovilizados, fueron metidos en chandales grises, con las cabezas cubiertas por capuchas que, en palabras de un agente sueco, "cubrían todo, como grandes conos".
La policía sueca se asombró luego de que la operación de chequeo hubiera tomado menos de 10 minutos. "Eso me sorprendió", dijo un agente a los investigadores. "¿Cómo los vistieron tan rápido?"
Paul Forell, el agente de policía del aeropuerto que estaba de turno esa noche, agregó: "Todo fue muy rápido, profesional. Quiero decir, yo pensé que lo habían hecho antes".
Zery se quejó ante sus abogados más tarde que los agentes de la CIA lo calmaron inyectándole supositorios en su ano durante el chequeo y de que los dos detenidos fueran obligados a llevar pañales. Agentes de la policía sueca dijeron que no recordaban que los egipcios hubieran sido medicados a la fuerza.
Los investigadores encontraron un informe escrito por uno de los agentes suecos que decía que a Agiza y Zery "probablemente les suministraron un tranquilizante antes de despegar".
Aunque los investigadores dijeron que no podían probar que los prisioneros hubieran sido medicados forzosamente, esa técnica viola la ley sueca.
En una carta de enero a los investigadores parlamentarios, el nuevo director de la policía de seguridad, Klas Bergenstrand, dijo que la decisión de confiar en la CIA había sido un error.
"A mi juicio, está claro que algunas de las medidas adoptadas después de que los egipcios llegaran al aeropuerto de Bromma, fueron excesivas en relación con los peligros reales", escribió Bergenstrand. "Por mi parte, yo habría encontrado raro que se usara un avión extranjero con personal de seguridad extranjero".
21 de mayo de 2005
©washington post
©traducción mQh
En la comisaría de policía del aeropuerto, agentes suecos observaron cómo los operativos de la CIA sacaban tijeras y rápidamente cortaban en pedazos las ropas de los prisioneros, incluyendo su ropa interior, de acuerdo a documentos oficiales suecos recientemente liberados y a declaraciones de testigos oculares. Examinaron las bocas y oídos de los hombres y su pelo antes de vestir al par con chandales y ponerles capuchas en la cabeza. Luego los sospechosos fueron llevados encadenados al avión, donde fueron amarrados a colchones en el piso en la parte de atrás de la cabina.
Así empezó una operación que la CIA llama de "entrega extraordinaria", el traslado forzoso y altamente secreto de sospechosos de terrorismo a sus países natales u otros donde puedan ser interrogados con menos garantías jurídicas.
La práctica ha generado crecientes críticas de grupos de defensa de las libertades cívicas; en Suecia, un investigador parlamentario que dirigió una pesquisa de 10 meses sobre el caso concluyó recientemente que los operativos de la CIA violaron las leyes suecas al someter a los prisioneros a "tratamientos degradantes e inhumanos" y por ejercer atribuciones policiales en suelo sueco.
"Si esas medidas hubieran sido tomadas por agentes suecos, yo los habría procesado sin ninguna duda por abuso de la autoridad pública y probablemente habría exigido una sentencia de prisión", dijo en una entrevista el investigador, Mats Melin. Dijo que no formularía cargos contra los operativos de la CIA porque sólo estaba autorizado a investigar a funcionarios de gobierno suecos, pero no excluyó la posibilidad de que otros fiscales suecos lo puedan hacer.
Los hechos básicos de la entrega de Estocolmo fueron conocidos el año pasado; este artículo se basa en documentos liberados recientemente de la investigación parlamentaria, que proporcionan elaborados detalles sobre una operación que normalmente se habría realizado completamente fuera de la vista de la opinión pública y sobre las deliberaciones oficiales que la precedieron.
La policía secreta sueca dijo que fueron tomados de sorpresa por la rapidez y precisión de los agentes de la CIA esa noche. Los investigadores concluyeron que en lo esencial los suecos se mantuvieron aparte y dejaron que los americanos controlaran la operación, movilizándose silenciosamente y comunicándose con ademanes, dicen los documentos.
"Puedo decir que fuimos sorprendidos cuando el equipo que descendió del avión nos pareció muy profesional, que obviamente lo habían hecho antes", dijo Arne Andersson, subdirector de la policía nacional de seguridad sueca, a investigadores del gobierno.
A las 9:47 de la noche, menos de una hora tras su llegada al Aeropuerto de Bromma, el avión despegó en un vuelo de cinco horas hacia El Cairo, donde los prisioneros, Ahmed Agiza y Muhammad Zery, fueron entregados a funcionarios de seguridad egipcios.
La CIA no ha reconocido que jugó un papel en la expulsión de los dos hombres. Un portavoz de la agencia en Washington se negó a hacer comentarios para este artículo, y funcionarios de la embajada norteamericana en Estocolmo se negaron a responder preguntas.
Funcionarios de la CIA han declarado que han usado la entrega durante años después de perseguir a sospechosos terroristas en todo el mundo. Dicen que el gobierno norteamericano recibe garantías de un trato humano de los países adonde son llevados los sospechosos. Grupos de derechos humanos dicen que esas promesas, hechas por gobiernos con largos historiales de tortura, no tienen valor alguno.
Los dos egipcios dijeron más tarde a abogados, parientes y diplomáticos suecos que fueron sometidos a descargas eléctricas y otras formas de tortura poco después de su retorno forzado a su país.
Agiza, médico, fue condenado por una corte militar egipcia y condenado a 15 años de prisión después de un juicio que duró seis horas. Fue acusado de ser el líder de la Yihad Islámica de Egipto, un grupo radical que el gobierno norteamericano ha clasificado como organización terrorista. Él y sus abogados han reconocido que él trabajó durante un tiempo con Ayman Zawahiri, un colega egipcio y líder ideológico de Al Qaeda, pero que cortó sus relaciones con el grupo hace muchos años.
Zery fue dejado en libertad en octubre de 2003. Funcionarios egipcios notificaron el año pasado al gobierno sueco que ya no era un sospechoso. Su abogado dijo que seguía siendo vigilado.
El gobierno sueco mantuvo en secreto el papel de la CIA en el caso durante más de tres años. En 2004, después de informes no oficiales sobre la entrega, hizo públicos documentos que muestran que un avión norteamericano fue usado para transportar a los egipcios al Cairo, pero dijo que los detalles eran clasificados. No fue sino hasta marzo, cuando la comisión parlamentaria entregó sus hallazgos, que la participación directa de la CIA fue confirmada públicamente.
Las revelaciones causaron revuelo en Suecia, que ha sido durante mucho tiempo un declarado defensor de los derechos humanos en la esfera internacional. Un comité parlamentario debe iniciar audiencias sobre el manejo oficial de la expulsión.
Aunque el investigador parlamentario concluyó que la policía de seguridad sueca merecía "críticas extremadamente graves" por perder el control de la operación y por mostrarse "extraordinariamente sumisa ante los funcionarios americanos", ningún funcionario sueco ha sido acusado ni reprendido.
"Está claro que se violó la ley. Esto va contra la ley sueca y contra las leyes internacionales", dijo Anna Wigenmark, abogado del Comité de Helsinki para los Derechos Humanos, que ha trabajado a nombre de los sospechosos egipcios. Ella y otros partidarios de los derechos humanos dijeron que el tratamiento dado a Agiza y Zery violaba también la Convención Europea de Derechos Humanos.
"Es inaceptable que algo así pudiera ocurrir en territorio sueco y que sin embargo todavía no se haga nada sobre el asunto", dijo Wigenmark.
Antes de la expulsión los dos hombres vivieron en Suecia por extensos períodos y habían pedido asilo político.
El gobierno sueco ha revelado poco sobre por qué decidió súbitamente expulsarlos, tres meses después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos. Dijo solamente que la decisión fue tomada sobre la base de informaciones de inteligencia secretas, algunas provenientes de servicios extranjeros, indicando que los hombres constituían una amenaza para la seguridad. Funcionarios suecos se negaron a revelar las pruebas o a decir de dónde habían obtenido esa información.
Detalles frescos de la transferencia se encuentran en las más de 100 páginas de transcripciones de entrevistas con agentes de policía suecos que presenciaron la entrega en el aeropuerto de Estocolmo y con los comandantes de policía que supervisaron el caso, así como en otros documentos de la policía nacional de seguridad. Los documentos describen una héctica actividad para deportar a los acusados.
La policía de seguridad sueca quería detener a los hombres y los puso en un vuelo a El Cairo inmediatamente para evitar dar a sus abogados la posibilidad de presentar un recurso de amparo ante la corte.
Los ministros del gobierno sueco convocaron rápidamente a una reunión, el 18 de diciembre de 2001, para aprobar formalmente la expulsión. Pero la policía de seguridad fue incapaz de alquilar un avión para llevar a los egipcios al Cairo, lo que se hizo al día siguiente. Funcionarios policiales, preocupados de un posible retraso nocturno, pidieron ayuda a la CIA, de acuerdo a los documentos.
Los funcionarios de la CIA dijeron a los suecos que tenían un avión a reacción privado con autorización especial de seguridad que podía volar hacia El Cairo sin hacer escalas y sin previo aviso. Andersson, el comandante policial sueco a cargo del caso, caracterizó el ofrecimiento como "un favor de la CIA que nos permitió tener un avión con acceso directo en toda Europa y que podía ocuparse rápidamente de la operación".
A las 2:30 de la tarde del 18 de diciembre el avión de la CIA partió desde El Cairo a Estocolmo. Media hora más tarde, los ministros del gabinete sueco votaron la expulsión de Agiza y Zery.
A las 5 de la tarde la policía sueca había detenido a los hombres y los tenía esperando por el avión. Sin embargo, ya habían empezado a emerger los problemas.
Dos funcionarios no identificados de la embajada norteamericana informaron a los agentes suecos que en el avión no habría lugar para ellos para el vuelo de vuelta al Cairo. Los suecos se quejaron y finalmente les dieron dos asientos en el avión, pero los sentimientos de aspereza persistieron.
"Sentí que estaban metiéndose nuestro territorio", dijo a los investigadores una agente de seguridad sueca no identificada, de acuerdo a una transcripción de su entrevista.
Más conflictos surgieron después de que el avión hubiera aterrizado. Un agente sueco subió la escalinata del avión a saludar a la tripulación y se sorprendió al ver que los agentes -una media docena de americanos y egipcios- llevaban capuchas con una tela semi opaca en la cara, incluso aunque en el aeropuerto no había esencialmente nadie.
"Les dije que no era necesario que llevaran capuchas, porque allí no había nadie", recordó la agente en su declaración ante los investigadores. Los agentes extranjeros lo ignoraron.
La policía sueca dijo que también se quedaron perplejos ante una demanda de los agentes norteamericanos de que se les permitiera revisar a los prisioneros, aunque los dos ya habían sido revisados y estaban esposados. Los suecos cedieron después de que el capitán del avión dijo que se negaría a partir a menos que los americanos hicieran las cosas a su modo, muestran los documentos.
Los prisioneros fueron llevados a la comisaría de policía del aeropuerto, uno por uno, para ser chequeados. Un agente les cortó rápidamente la ropa con unas tijeras y examinó cada trozo de tela antes de echarlos en una bolsa de plástico. Otro agente examinó el pelo, boca y oídos de los detenidos, mientras un tercer agente tomaba fotografías desde atrás, de acuerdo a agentes suecos que presenciaron la operación.
Mientras los detenidos estaban ahí, desnudos e inmovilizados, fueron metidos en chandales grises, con las cabezas cubiertas por capuchas que, en palabras de un agente sueco, "cubrían todo, como grandes conos".
La policía sueca se asombró luego de que la operación de chequeo hubiera tomado menos de 10 minutos. "Eso me sorprendió", dijo un agente a los investigadores. "¿Cómo los vistieron tan rápido?"
Paul Forell, el agente de policía del aeropuerto que estaba de turno esa noche, agregó: "Todo fue muy rápido, profesional. Quiero decir, yo pensé que lo habían hecho antes".
Zery se quejó ante sus abogados más tarde que los agentes de la CIA lo calmaron inyectándole supositorios en su ano durante el chequeo y de que los dos detenidos fueran obligados a llevar pañales. Agentes de la policía sueca dijeron que no recordaban que los egipcios hubieran sido medicados a la fuerza.
Los investigadores encontraron un informe escrito por uno de los agentes suecos que decía que a Agiza y Zery "probablemente les suministraron un tranquilizante antes de despegar".
Aunque los investigadores dijeron que no podían probar que los prisioneros hubieran sido medicados forzosamente, esa técnica viola la ley sueca.
En una carta de enero a los investigadores parlamentarios, el nuevo director de la policía de seguridad, Klas Bergenstrand, dijo que la decisión de confiar en la CIA había sido un error.
"A mi juicio, está claro que algunas de las medidas adoptadas después de que los egipcios llegaran al aeropuerto de Bromma, fueron excesivas en relación con los peligros reales", escribió Bergenstrand. "Por mi parte, yo habría encontrado raro que se usara un avión extranjero con personal de seguridad extranjero".
21 de mayo de 2005
©washington post
©traducción mQh
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