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zimbabue corre hacia la ruina


[Michael Wines] La inflación es tan grande que las operaciones de contabilidad no se pueden realizar por falta de espacio para los ceros.
Bulawayo, Zimbabue. En las semanas previas a las elecciones parlamentarias de marzo, los líderes de este gastado país abrieron la despensa nacional, cortejando a los votantes con existencias de productos normalmente escasos, como la gasolina y el maíz, y una avalancha de dinero recién impreso.
Puede haber ayudado que el partido gobernante, el ZANU-PF del presidente Robert G. Mugabe, fuera confirmado en el poder por otros cinco años. Pero la prosperidad potemkinesca de Zimbabue se ha evaporado desde las elecciones, y ha sido remplazada por escasez y crecientes señales de colapso económico.
Aquí en la segunda ciudad del país, las colas de coches se extienden por medio kilómetro y más frente a las gasolineras sedientas de combustible, y los conductores pasan la noche en los asientos traseros de sus coches para no perder su lugar en la cola. La leche, el aceite de cocina y, sobre todo, el maíz, la comida típica nacional, son recuerdos lejanos en la mayoría de las tiendas. En una tienda de comestibles en el centro, tubos de la elogiada pasta dental norteamericana son guardados en una caja con cerrojo.
La moneda de Zimbabue, que en abril de 2002 se cambiaba en el mercado negro a 120 por dólar, subió a 6.200 por dólar en diciembre último, 12.000 el 1 de abril y 17.000 a principios de mayo. Hacia mediados de mayo un solo dólares americano correspondía a 25.000 dólares zimbabuenses, aunque la tasa de cambio se ha estabilizado en unos 20.000 dólares de ese país.
[El gobierno de Zimbabue mantuvo firmemente la tasa oficial de cambio de 6.100 dólares de Zimbabue por 1 dólar americano hasta el martes, cuando el banco central del país anunció una devaluación. Pero los gerentes comerciales aquí dicen que la nueva tasa oficial -9.000 por un dólar americano- no tendrá probablemente más que un breve impacto en la economía].
"No lo podemos controlar", dijo en una entrevista un fabricante de Bulawayo. "Cuando uno va cuesta abajo, uno puede pegar y pegar parches en las llantas, pero al final la llanta va a estallar de todos modos".
Ejecutivos empresariales entrevistados para este artículo rechazaron casi uniformemente ser identificados, por temor a que sus críticas de las medidas económicas puedan estropear sus escasas posibilidades de recibir asistencia oficial.
John Robertson, un crítico persistente y ex economista del gobierno, dijo que el gobierno parecía haber agotado sus reservas de la campaña de buena voluntad de antes de las elecciones parlamentarias y estaba ahora pagando la cuenta.
Durante años la economía de Zimbabue ha sido un asunto de chicles y fardos, con un 70 por ciento de desempleo, inflación de tres dígitos y una moneda que no es aceptada por ningún acreedor extranjero. La prosperidad ha estado retrocediendo desde fines de los años noventa, cuando los ataques del gobierno contra acreedores internacionales y su expropiación de granjas comerciales desencadenó una avalancha de reveses económicos.
Los descalabros económicos pasados han provocado revueltas por el precio de los alimentos, protestas por las colas de la gasolina y represiones oficiales. Esta vez el gobierno envió a la policía a sofocar los disturbios frente a tiendas y gasolineras, y empezó a detener a vendedores callejeros que venden abiertamente productos del mercado negro y monedas extranjeras a tasas ilegales.
Sin embargo algunos dicen que la actual crisis, quizás la peor desde que empezara a fundirse la economía, puede ser un punto de no retorno. Los principales problemas económicos de Zimbabue -la fuga de capitales, una terrible escasez de divisas extranjeras con las que pagar las importaciones y una galopante inflación- son ahora tan severos que están erosionando lo que queda de la infraestructura industrial y agrícola.
Las manufacturas se han reducido a un goteo, incapacitadas por la escasez de combustible y componentes importados. Los comercios se han visto obligados a hacer trueques y a participar en el mercado negro, lo que aumenta la inflación. Los llamados a la ayuda del gobierno han sido en su mayoría infructíferos. El gobierno está en quiebra.
"La escasez está ahora afectando a los industriales que no pueden entregar suficientes mercaderías para rellenar las estanterías de las tiendas", dijo Robertson en una entrevista en Harare, la capital.
Inicialmente el problema era que las fábricas no podían reunir suficientes materias primas para fabricar sus productos. "Ahora que hay escaseces más críticas, como el combustible", dijo, "que consigan los materiales es una cuestión académica, porque ahora tampoco pueden distribuir los productos. El resultado final de la escasez es que los precios suben".
En Harare, en la segunda semana de mayo, los rumores de que había llegado un embarque de azúcar originó una cola de un kilómetro de largo en un supermercado suburbano. Sin embargo, Robertson dijo que el problema no era tanto la escasez de azúcar como la de bolsas de polietileno para empaquetarlas.
La Coca-Cola está siendo racionada porque el gas usado para carbonatar es escaso y la embotelladora local no tiene divisas extranjeras para pagar el almíbar importado. Prácticamente todo lo que incluye acero es difícil de encontrar, debido a que la mayor parte del acero rolado es importando desde Sudáfrica, y los altos hornos sudafricanos imponen mayores precios a los clientes zimbabuenses.
"Es lo que llamo una economía de cadena", dijo un fabricante de productos básicos de acero de Bulawayo. "La Compañía A fabrica partes para la Compañía B, y la Compañía B fabrica una parte de la Compañía C, y así, hasta que la Compañía F elaborar el producto final. Lo que está pasando es que los eslabones se están rompiendo".
Ese industrial ofrece una línea de 25 productos. Sólo cuatro de ellos están siendo producidos, porque no puede encontrar pintura, abrasivos y abrazaderas para hacer los otros. "Son todos importados", dijo sobre las materias primas, "y si no hay divisas extranjeras, mi abastecedor no puede comprarlas para vendérmelas".
El problema inmediato de Zimbabue es que se le acabaron las divisas extranjeras. Pero eso es sólo una pieza de dominó en una larga cadena que amenaza con enterrar a la economía.
Las exportaciones agrícolas eran el principal soporte económico. Pero en los últimos cinco años la repartición de unas 5.000 granjas comerciales entre gente sin tierra y campesinos han provocado el colapso de la agricultura comercial. Eso ha destruido los negocios que la sostenían, desde ventas de tractores -el país necesita 50.000 y tiene menos de 400 en buen estado- hasta elementos de irrigación.
Eso sólo profundizó la caída en picado de las exportaciones: la producción de tabaco en Zimbabue, por ejemplo, se ha reducido en dos tercios en cinco años, y la calidad, renombrada en el pasado en el mundo, es tan pobre que los compradores son escasos.
La caída de las exportaciones hicieron más caras las monedas extranjeras, provocando una subida exorbitante de las tasas de cambio. Pero el gobierno en general ha preferido imprimir más moneda en lugar de reajustar el valor de su moneda; el suministro de moneda de Zimbabue subió un 226 por ciento en 2004.
El resultado ha sido una hiperinflación y un floreciente mercado negro de monedas y artículos. A su vez, la hiperinflación y las tasas de cambio artificiales han desbaratado la producción de oro, la más importante industria de exportación del país. La producción cayó en un 18 por ciento en el primer trimestre de 2005.
[La última devaluación del gobierno del dólar de Zimbabue impuso tasas de cambio especiales, más altas, para las exportaciones de oro y algodón, las dos importantes industrias a punto de derrumbarse con la crisis actual. La pérdida de cualquiera de las dos disminuiría todavía más los ingresos de moneda extranjera; el derrumbe de la industria del algodón hundiría a la industria textil de Zimbabue.
[Las tasas de cambio más altas son en realidad subsidios, que cuestan al gobierno el equivalente de cientos de millones de dólares americanos. Interrogado sobre cómo obtuvo el gobierno el dinero para subsidiar esas dos industrias, el economista Robertson dijo: "Mi impresión es que lo imprimen".
[El gobierno declaró el viernes que destinaría más dinero para la importación de trigo, esperando evitar lo que algunos expertos dicen que es una hambruna en ciernes cuando la cosecha que termina en mayo -y, según todos los informes, un deprimente fracaso- haya sido consumida.
[Zimbabue necesita 1.6 millones de toneladas de trigo al año, y los funcionarios dicen que tienen la intención de comprar 1.2 millones de toneladas. Pero las importaciones de maíz de África del Sur, el único abastecedor de importancia de Zimbabue, totalizaron apenas 37.500 toneladas el mes pasado, todavía muy lejos de la demanda. No está claro dónde encontrará el gobierno las divisas extranjeras que necesita para comprar granos en el extranjero].
Desesperado por las divisas extranjeras que necesita para importar suministros cruciales, ahora el gobierno exige que todos los negocios cambien un 25 por ciento de sus ingresos en moneda extranjera a la tasa de cambio oficial. La medida golpea a las empresas con un doble maleficio: tienen menos moneda extranjera con la que comprar materias primas importadas, y deben subir los precios para compensar sus pérdidas actuales.
Esa parece ser una fórmula para crear más escasez y más inflación, y pocos empresarios estarían en desacuerdo.
Tony Rowland, presidente de Zimplow, de Balawayo, emplea a 400 personas para fabricar arados animales de acero rolado en una de las pocas funciones de Zimbabue. Para cubrir los precios constantemente al alza del acero nacional, reinvierte sus beneficios en algo que aumenta con la inflación: pernos y tuercas.
"Me he transformado en un vendedor de acero", dijo. "Tuve que ampliar mi empresa a cosas que están más allá de mi rama para mantenerme a flote". Si fuera obligado a vender y comprar a la tasa de cambio oficial, dijo, "moriría antes de nacer".
Rowland y otros dicen que incluso devaluaciones parciales de la moneda por el gobierno no revivirán la economía ni salvarán a las empresas, y que un reajuste económico que reflejara la realidad impondría penurias inaceptables sobre los ciudadanos corrientes que ya han soportado demasiadas.
"Algo tendrá que ceder", dijo otro industrial de Bulawayo, un importante exportador. "El problema es que las decisiones que hay que tomar son tan drásticas, y afectarían de tal manera a la gente corriente, que no serán tomadas nunca. No en el ambiente actual de todos modos".
Los zimbabuenses están tratando de sobrevivir. En Harare, el presidente de una importante compañía de productos de consumo dijo hace poco que había guardado entre los trastos su software de contabilidad hasta que los programadores puedan adaptar a sus exigencias una versión turca. El problema: las hojas de cálculos no admiten el torrente de cerros que requieren transacciones que ahora suman billones, incluso trillones, de dólares zimbabuenses.
"Se nos acabaron los ceros", dijo.

21 de mayo de 2005
©new york times
©traducción mQh

1 comentario

Tesne -

luego de leer esta nota, pienso en que habrán hecho los africanos para tener tantos problemas.