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conflictos sobre torturas


[Bradley Graham] A pesar de leyes y cursos, policía iraquí continúa torturando a detenidos.
Bagdad, Iraq. Antes de partir de Iraq en febrero la Primera División de Caballería compiló una lista de más de 100 acusaciones de maltratos de los detenidos en los seis meses previos -no a manos de tropas estadounidenses, sino de soldados y agentes de policía iraquíes.
La Tercera División de Infantería, que ha quedado desde entonces a cargo de la región de Bagdad, ha recibido 28 acusaciones semejantes más, 15 de las cuales han sido verificadas, dijeron abogados de la división.
Estos archivos militares norteamericanos previamente desconocidos, que documentan los maltratos iraquíes de los detenidos, a menudo con fotos mostrando a prisioneros amoratados o cortados, subrayan lo que comandantes americanos han llamado una preocupación de alta prioridad. A medida que la policía y fuerzas armadas iraquíes asumen mayores responsabilidades en lucha contra los insurgentes, oficiales norteamericanos dicen que han advertido repetidas veces a las autoridades iraquíes -en cartas formales de los comandantes y en encuentros cara a cara en centros de detención y otros sitios- contra la práctica de maltratar a los prisioneros.
Estos encuentros han provocado fricciones entre las fuerzas norteamericanas e iraquíes, con iraquíes que a veces ponen en duda las exigencias de trato humano de combatientes enemigos que ellos mismos no respetan las leyes de la guerra. Oficiales norteamericanos dicen que advierten regularmente a los iraquíes que la incapacidad de poner fin a las conductas abusivas podría teñir la imagen de los nuevos servicios de seguridad, corriendo el riesgo de perder el apoyo de la opinión pública iraquí y poniendo en peligro la ayuda extranjera norteamericana y otra.
En privado los comandantes norteamericanos también manifiestan preocupación de que sus tropas sean empujadas a una guerra sucia iraquí, especialmente ahora que este año hay varios miles de asesores militares incrustados en unidades iraquíes, colocándolos en posición de presenciar acciones ilegales o ser acusados de consentirlas. Las fuerzas armadas norteamericanas han gastado todo el año pasado tratando de salir de la sombra de los maltratos a manos de soldados norteamericanos en la cárcel de Abu Ghraib y otros centros de detención en Iraq, Afganistán y Bahía Guantánamo, Cuba.
En una carta el mes pasado a las tropas que se preparan para actuar como asesores de unidades iraquíes, el general del ejército George Casey, el oficial norteamericano de más alto rango en Iraq, dijo que una de sus principales misiones sería asegurarse de que las tropas iraquíes comprendieran y cumplieran con las normas propias de tratamiento de los detenidos.
"Es muy importante que no hagamos nunca la vista gorda con los abusos, pensando que lo que hacen los iraquíes con sus prisioneros es un ‘asunto de los iraquíes'", escribió Casey, de acuerdo a una copia de la carta accesible a Washington Post. "Ni podemos hacer la vista gorda con esas transgresiones".
El 29 de abril el teniente general John Vines, comandante táctico norteamericano, emitió una orden requiriendo que las fuerzas norteamericanas prevengan, cuando sea posible, todo maltrato por parte de fuerzas iraquíes e informen todo incidente de abuso en la cadena de mando.
"No esperamos que nuestros soldados hagan una investigación formal, pero sí esperamos que obtengan la información básica -qué unidad iraquí lo hizo, los nombres de los soldados implicados, los testigos- y tomen declaraciones y fotos lo mejor que puedan", dijo un abogado del staff de Vines que habló a condición de conservar el anonimato.
El abogado dijo que los miembros del staff del comando no se habían concentrado en cómo abordar el problema de los maltratos iraquíes de prisioneros sino hasta que llegaron en febrero y recibieron los archivos confidenciales compilados por el Primero de Caballería. Esos documentos revelaron una gama de métodos utilizados. Un índice de materias, mostrado en el Post, mencionaba "agresión con puños, palos, cuerdas y armas" y "agresiones con cables eléctricos". También decía que "las descargas eléctricas y la asfixia" se usaban "consistentemente para obtener confesiones".
"Una vez que lo vimos, empezamos a pensar sobre qué era necesario hacer, y, francamente, todavía estamos trabajando en ello", dijo el abogado.
El tratamiento que dan los iraquíes a los detenidos ha sido criticado por grupos de derechos humanos. Un informe de 94 páginas de Human Rights Watch de enero concluyó que los maltratos por parte de la policía y fuerzas de inteligencia iraquíes se habían transformado en "rutina y lugar común". Basándose en investigaciones entre julio y octubre del año pasado, el estudio encontró "pocos indicios" de cualquier medida seria "para implementar las leyes existentes y poner fin" a los maltratos.
Miembros del nuevo gobierno iraquí han asegurado a los comandantes norteamericanos en conversaciones privadas de que estaban al tanto del problema y dedicidos a resolverlo, de acuerdo a varios oficiales norteamericanos. Pero portavoces de los ministerios de Defensa e Interior dijeron esta semana que no estaban al tanto de ningún informe militar norteamericano específico tratando los abusos de prisioneros por fuerzas iraquíes.
El tema ha ganado en urgencia en los últimos meses a medida que las fuerzas de seguridad iraquíes se expandían y empezaban a realizar operaciones contra-insurgentes por su cuenta. Los prisioneros hechos en las operaciones dirigidas por fuerzas americanas son todavía enviados a centros de detención norteamericanos. Pero los insurgentes capturados en redadas dirigidas por iraquíes terminan ahora a menudo siendo detenidos por los iraquíes y sometidos a veces a severos interrogatorios.
Fuerzas iraquíes reciben algo de instrucción en derechos humanos y leyes de conflictos armados en los programas norteamericanos de adiestramiento básico, y soldados estadounidenses están proporcionando asesoría adicional a los responsables de las prisiones. Pero la asesoría ha tendido a ser general y carece de muchos de los detalles del manual de terreno para el tratamiento de prisioneros que fueron revisados hace poco por el ejército norteamericano.
"Les hemos dado recomendaciones", dijo el capitán Jacob Lilly, asesor jefe para operaciones con detenidos de la Tercera Infantería. "Pero no han sido tan detalladas".
Según órdenes emitidas por Vines, los informes sobre abusos iraquíes documentados por tropas norteamericanas deben ser revisados por los comandantes de división, luego pasado a Vines y Casey y enviados a las autoridades provinciales o nacionales iraquíes.
A veces los comandantes norteamericanos se involucran personalmente. Este mes, por ejemplo, el teniente general del ejército David H. Petraus, que dirige el proyecto para desarrollar las fuerzas de seguridad iraquíes, entregó lo que testigos describieron como una serie advertencia a los miembros de la Unidad de Delitos Graves, el equivalente del FBI en el país.
El aviso ocurrió después de un incidente en la comisaría de policía de Rusafa en Bagdad durante una visita de fuerzas norteamericanas y un equipo policial de enlace internacional. Al oír los gritos en un cuarto del segundo piso, el grupo investigó y encontró a un general de división iraquí y dos comisarios de policía con un detenido que estaba "gritando y brincando de un pie a otro", de acuerdo al informe norteamericano. El detenido había sido "interrogado sobre el robo de dinero" del sistema bancario iraquí, dijo el informe.
El general iraquí reconoció que el detenido había sido golpeado un par de veces "para obtener más información", dijo el informe. Al revisar la habitación, los visitantes estadounidenses encontraron dos mangueras de plástico, un largo rodillo con una cuerda y una generador a manivela con una abrazadera para cables", dijo el informe.
El grupo visitó a un general iraquí de dos estrellas en la comisaría para hablar sobre el asunto, pero el general "no respondió", dijo el informe. Volviendo al cuarto de interrogatorios, los miembros del grupo vieron al detenido que estaba siendo nuevamente interrogado y observa que "había cambiado su historia acerca de qué le había pasado". Entonces sacaron al detenido de la comisaría "por su propia seguridad", dice el informe.
Petraeus, según los participantes en la reunión, dijo a los miembros de la Unidad de Delitos Graves que esos maltratos podían en entredicho sus operaciones al socavar el prestigio público e internacional de sus operaciones. "No se puede permitir que en el nuevo Iraq se maltrate a la gente como lo hacía Saddam", dijo.
El jefe de la Unidad de Delitos Graves dijo a los oficiales norteamericanos que el incidente está siendo investigado y que los hallazgos serán dados a conocer al ministro del Interior.
En clases y en conversaciones sobre el tratamiento de detenidos, los soldados iraquíes a menudo rechazan la idea de que las convenciones internacionales de derechos humanos se apliquen a los insurgentes, dijeron varios oficiales.
"Una de las preguntas más frecuentes que nos hacen, es: ‘¿Por qué tenemos que tratarlos de manera huminitaria, cuando su único objetivo es matarnos?'", dijo el coronel William Hudson, abogado de la Tercera División de Infantería.
Lilly estuvo de acuerdo. "La primera pregunta que nos hacen los interrogadores iraquíes es: ‘¿Cómo voy a romper a estos tipos si no puede usar fuerza física?'", dijo.

Naseer Nouri contribuyó a este reportaje.

21 de mayo de 2005
©washington post
©traducción mQh

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