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sombrío panorama del conflicto iraquí


[Eric Schmitt y Edward Wong] Lúgubres pronósticos. Las milicias chiíes constituyen peligro tan grande como el terrorismo.
Washington, Estados Unidos. Un informe interno de la embajada de Estados Unidos y el comando militar en Bagdad entrega una sobria instantánea provincia por provincia de la situación política, económica y de seguridad en Iraq, clasificando la estabilidad general de 6 de las 18 provincias como "grave" y "muy grave". El informe es un contrapunto a algunas optimistas declaraciones recientes de importantes políticos y oficiales militares estadounidenses.
El informe, de diez páginas de breves párrafos titulado ‘Evaluación de la estabilidad en las provincias', destaca el cambio en la naturaleza de la guerra en Iraq tres años tras el derrocamiento de Saddam Hussein. Advierte sobre las fricciones religiosas y étnicas en muchas regiones, incluso en aquellas provincias descritas generalmente por funcionarios estadounidenses como no violentas.
Hay alertas sobre el creciente poder de los partidos políticos chiíes respaldados por Irán, varios de los cuales contaron con Estados Unidos para llegar al poder, y milicias rivales en el sur. Los autores también señalan la grieta en el norte como una importante preocupación, con las dos etnias luchando por el poder en Mosul, donde la violencia es desenfrenada, y Kirkuk, cuyos campos petroleros son esenciales para hacer arrancar el crecimiento económico en Iraq.
Los patrones de conflicto trazados por el informe confirman que las divisiones étnicas y religiosas se han afianzado en gran parte del país, aunque las bajas americanas mensuales hayan descendido. Esas indicaciones, consideradas junto con informes recientes sobre migraciones masivas desde las áreas mixtas sunní-chiíes, muestran que Iraq está sufriendo un proceso de parcelación de hecho a lo largo de líneas étnicas y religiosas, con enfrentamientos -a veces políticos, a veces violentos- en esas áreas mixtas donde confluyen grupos diferentes.
El informe, el primero en su especie, fue escrito en Bagdad en un período de seis semanas por un grupo civil y militar conjunto que buscaba proporcionar una evaluación de fondo de las condiciones en las que deberán operar los nuevos equipos de reconstrucción que serán desplegados en las provincias, dijo Daniel Speckhard, el embajador estadounidense en Bagdad, que supervisa los proyectos de reconstrucción.
Los redactores incluyeron a funcionarios de la sección política de la embajada estadounidense, agencias de reconstrucción y el comando militar norteamericano en Bagdad, dijo Speckhard. Los autores también recibieron información de agentes del ministerio de Relaciones Exteriores en las provincias, dijo.
El informe era parte de una sesión informativa periódica sobre Iraq que realiza el Departamento de Estado para el Congreso, y ha sido presentado a funcionarios en el Capitolio, incluyendo a muchos altos funcionarios americanos; el informe no ha circulado ampliamente en el ministerio de Defensa ni en el Consejo Nacional de Seguridad, dijeron allá portavoces.
Una copia del informe, que no es confidencial, fue proporcionado al New York Times por un funcionario de gobierno en Washington que se opone al modo en que se está dirigiendo la guerra y dijo que la evaluación confidencial proporcionaba una visión más realista sobre la estabilidad en Iraq, que los recientes descripciones de altos oficiales militares. Está datado al 31 de enero de 2006, tres semanas antes del atentado con bomba contra la venerada mezquita chií en Samarra, que desencadenó represalias que han terminado con la vida de cientos de iraquíes. Actualizaciones recientes del informe son menores y dejan sus conclusiones prácticamente intactas, dijo Speckhard.
El tenor general de los comentarios del gobierno de Bush sobre Iraq ha sido optimista. El jueves el presidente Bush afirmó en un discurso que su estrategia estaba dando frutos, a pesar de la creciente violencia en Iraq.
El vice-presidente Dick Cheney, en el programa de televisión de la CBS News, ‘Face the Nation', propuso el mes pasado que las opiniones positivas del gobierno eran un mejor reflejo de la situación en Iraq que las noticias en los medios de comunicación.
"Creo que tiene menos que ver con las declaraciones que hemos hecho, que creo eran básicamente correctas y reflejan la realidad", dijo Cheney, "que con el hecho de que hay una constante especie de percepción, si se quiere, que se crea cuando la noticia valiosa es un atentado con coche bomba en Bagdad".
En sus comentarios públicos, la Casa Blanca y el Pentágono han utilizado las estadísticas diarias sobre ataques como una medición de la estabilidad de las provincias. El general de división Rick Lynch, un importante portavoz militar en Bagdad, dijo a los periodistas hace poco que 12 de las 18 provincias sufrían "menos de dos ataques por día".
El general Peter Pace, presidente del Comando Conjunto del Estado Mayor, dijo en el programa de NBC News ‘Meet the Press' el 5 de marzo que la guerra en Iraq estaba "yendo muy, muy bien", aunque pocos días después reconoció que afrontaba serias dificultades.
En entrevistas y discursos recientes, algunos funcionarios del gobierno han empezado a describir serios problemas que plagan la aventura americana aquí. El embajador estadounidense Zalmay Khalilzad ha estado en primer plano diciendo que la invasión de Iraq abrió una "caja de Pandora" y el viernes advirtió que una guerra civil aquí engulliría a todo Oriente Medio.
El sábado Khalilzad y el general George W. Casey Jr., el más alto comandante militar en Iraq, emitió una declaración elogiando algunos de los objetivos políticos y de seguridad alcanzados en Iraq, pero también pidió advirtió que "a pesar de los progresos, todavía queda mucho por hacer".
Speckhard, el embajador que supervisa la reconstrucción, dijo que el informe no era tan pesimista como podría sugerir la evaluación. "Realmente, lo que muestra es que hay una provincia que sigue siendo un importante reto", dijo. "Pero hay varias otras donde se ha trabajado bastante. Y hay otras partes del país que están mucho mejor".
Pero los resúmenes del informe sobre las provincias ofrecen algunas noticias sorprendentemente sombrías. La fórmula utilizada por el informe para sopesar la estabilidad toma en cuenta la gobernabilidad, la seguridad y los problemas económicos. La provincia de Basra, rica en petróleo, donde las tropas británicas han estado patrullando con relativa calma durante gran parte de los últimos tres años, está considerada ahora como "grave".
El informe define "grave" como teniendo "un gobierno no completamente formado o que no puede suplir las necesidades de sus habitantes; un desarrollo económico estancado con un alto índice de desempleo y una situación de seguridad marcada por una rutina de incidentes violentos, asesinatos y extremismo".
Las bajas británicas han estado aumentando en Basra en los últimos meses, con ataques atribuidos a insurgentes chiíes. Hay un "alto nivel de actividades de las milicias, incluyendo la infiltración de las fuerzas de seguridad locales", dice el informe. "El contrabando y las actividades criminales continúan como siempre. Los ataques de intimidación y los asesinatos están a la orden del día".
El informe dice que el desarrollo económico en la región, durante largo tiempo uno de las más pobres del país, es "obstaculizado por la debilidad del gobierno".
La ciudad de Basra ha sido ampliamente descrita como retrocediendo hacia una mini-teocracia, con funcionarios de gobierno y de seguridad leales a líderes religiosos chiíes, implementando edictos que prohíben el consumo de alcohol y ordenando a las mujeres el uso de pañuelos de cabeza. Los coches de la policía y los puestos de control son a menudo decorados con carteles o pegatinas de Moqtada al-Sáder, el clérigo rebelde, o de Abdul-Aziz al-Hakim, un clérigo cuyo partido es muy cercano a Irán. Ambos líderes cuentan con considerables milicias propias.
El partido de Hakim controla los consejos provinciales de ocho de las nueves provincias sureñas, así como el ayuntamiento de Bagdad.
En un mapa con codificación de colores incluido en el informe, la provincia de Anbar, la extensa franja del desierto occidental que es el corazón de la resistencia sunní, está pintada de rojo, es decir, "muy grave". Las seis provincias clasificadas como "graves" -Basra, Bagdad, Diyala y otras tres al norte- son naranja. Ocho provincias consideradas "moderadas" están en amarillo, y las tres provincias kurdas son verdes, i.e. "estables".
La designación de seguridad "muy grave", dice el informe, quiere decir una provincia que tiene un "gobierno que no funciona", o que sólo está "representado por un líder fuerte"; una "economía que no tiene infraestructura ni conducción de gobierno para su desarrollo y que es un contribuyente importante a la desestabilidad"; y "una situación de seguridad marcada por altos niveles de actividad de fuerzas anti-iraquíes, asesinatos y extremismo".
La evaluación más asombrosa es quizás la de las nueve provincias sureñas, ninguna de las cuales es clasificada como "estable". El gobierno de Bush a menudo subraya la relativa ausencia de violencia en esas regiones.
Por ejemplo, el informe considera "moderadas" las dos provincias en el centro del poder religioso chií, Nayaf y Karbala, y señala la creciente presencia política iraní allá. En Nayaf "la influencia iraní en el gobierno provincial es preocupante", dice el informe. Tanto el gobernador como el ex gobernador de Nayaf son funcionarios del partido religioso de Hakim, fundado en Irán a principio de los años ochenta. El informe también observa que "hay una creciente tensión entre la milicia de Mahdi y el Cuerpo Báder, que podría escalar" -refiriéndose a los ejércitos privados de Sáder y Hakim, que han tenido enfrentamientos antes.
El informe señala dos puntos positivos para Nayaf. El gobierno provincial es capaz de mantener la estabilidad de la provincia y suple las necesidades de la gente, dice, y el turismo religioso ofrece un potencial para el crecimiento económico.
Pero los insurgentes todavía logran penetrar ocasionalmente el apretado círculo de seguridad. Un coche bomba explotó el jueves cerca de la mezquita con cúpula dorada del Imán Alí, matando al menos a diez personas e hiriendo a decenas más.
Inmediatamente al norte, la provincia de Babil, una importante área estratégica junto a Bagdad, también tiene "una fuerte influencia iraní evidente en el ayuntamiento", dice el informe. Hay "un conflicto étnico al norte de Babil" y "la delincuencia es un importante factor dentro de la provincia". Además, "el desempleo sigue siendo alto".
Durante toda la guerra los comandantes estadounidenses han tratado repetidas veces de pacificar el norte de Babil, un área agrícola con una virulenta insurgencia sunní, pero han tenido poco éxito. En el sur de Babil la nueva amenaza son los milicianos chiíes que están operando desde bastiones chiíes como Nayaf y Karbala y empezando a tener conflictos entre ellos.
El general Qais Hamza al-Maamony, comandandante de la fuerza policial de ocho mil hombres de Babil, dijo que sus agentes no están todavía preparados para intervenir entre las milicias en guerra, si fuese necesario -como muchos temen que ocurrirá. "Tendrían demasiado miedo como para meterse en el medio", dijo en una entrevista.
Si las tropas estadounidense abandonaran Babil, dijo, "habría guerra civil al día siguiente".

Eric Schmitt informó desde Washington y Edward Wong desde Baghdad. Jeffrey Gettleman contribuyó desde Hilla, Iraq, y Abdul Razzaq al-Saiedi desde Baghdad.

9 de abril de 2006
©new york times
©traducción mQh
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