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ratones del graffiti


[Shadi Rahmi] Nuevas brigadas policiales luchan contra artistas callejeros en Nueva York.
Ray parece agente de policía. Pero es un escritor de graffiti, con una barba de chivo recortada y sienes plateadas, que lleva una chaqueta naranja robada a la Autoridad del Transporte de la Ciudad de Nueva York cuando se mete en los túneles del metro. Tiene un conjunto de llaves robado que dice que abre los vagones del metro, y se fanfarronea de haber escrito su nombre de graffiti PRIZ en los vagones del metro al menos unas 2.000 veces en los últimos 20 años.
A los 40, dice que no tiene intenciones de retirarse.
Pero si el teniente Steve Mona y otros 75 agentes de policías que componen la nueva unidad anti-graffiti de la Ciudad de Nueva York logran lo que quieren, Ray y otros llamados ‘escritores de graffiti' no tendrán más opción que dejarlo.
Si Ray se parece a un agente de policía, el teniente Mona, 45, parece un motero. Un armatoste de hombre con los brazos cubiertos de coloridos tatuajes, dirige la unidad de 10 meses de la Brigada Anti-Vandalismo de la ciudad, cuya única tarea es perseguir y arrestar a las miles de personas como Ray que garabatean, rayan, pintan con vaporizador o, usando ácido, queman sus frases en la propiedad privada y pública.
A diferencia de Ray, que encuentra belleza en su trabajo, el teniente Mona, un veterano de 18 años de la policía de tráfico cuyo mejor amigo, cuando era adolescente, era un escritor de graffiti, tiene un punto de vista rígido: "No soy un crítico de arte, soy poli. Sé lo que es un delito".
El debate sobre cómo erradicar mejor el graffiti ha durado más de tres décadas. En enero, el alcalde Michael R. Bloomberg anunció un amplio plan para combatir el graffiti, fusionando las unidades de anti-vandalismo del departamento de policía con la policía de tráfico. Los graffiti, dijo el alcalde en su discurso sobre el estado de la ciudad, es "una invitación a cometer delitos".
La nueva brigada está equipada con cámaras infrarrojas y digitales, una base de datos con miles de fichas y dossiers de los detenidos, y un libro que contiene los 100 o algo así "peores" reincidentes. La policía, dijo el teniente Mona, está intensificando sus esfuerzos.
Pero también Ray. Y otros como él que se están adaptando a la represión. Una docena de escritores de graffiti, que hablaron a condición de que sus nombres completos no aparezcan debido a que lo que hacen es un delito, dijo que escribir el nombre se ha convertido en algo que requiere mucho más planificación que antes.
Trazan los objetivos y fijan rutas de escape. Muchos salen exclusivamente de noche, prefiriendo los tejados y los edificios amurallados que no es probable que sean pintados tan rápidamente, si es que lo están. Intercambian datos online, y toman fotografías, o filman en video, sus trabajos, antes que volver para admirarlo.
Pero también reconocen una nueva sensación de paranoia. Debido a que cada lado en la guerra del graffiti llevan la cuenta del otro, los escritores están agudamente conscientes de que agentes de paisano están patrullando las calles y túneles del metro, tomando fotografías de los lugares más visitados, navegando los sitios de graffiti en la red, y dejándose caer en reuniones de escritores y fans.
"Cuando la ‘brigada de imbécile' empezó a reprimir por primera vez, un montón de gente tenía la idea de ‘Vamos a volver a pintarlo esta noche'", dijo Ray. "Así que, por supuesto, los atraparon".
Las detenciones por graffiti han subido en toda la ciudad al 88.9 por ciento desde enero, comparado con el mismo período del año pasado, de acuerdo a estadísticas policiales, un aumento que el teniente Mona atribuye a su unidad.
A pesar del creciente riesgo de detención, para muchos escritores de graffiti la Brigada Anti-Vandalismo de la Ciudad no es tanto un agente disuasivo como un "llamado a las armas", dijo Eric Felisbret, 42, el editor del sitio de graffiti en la web @149th Street. "Es un reto", dijo. "La mayoría de estos tipos no podrían ser detenidos con las manos en la masa en un contexto legal. De este modo, te da más energía, y más prestigio".
Para un escritor de graffiti más joven, como Harley, un vecino del East Village cuyo nombre es IMUNE, la nueva unidad no hará más que provocar un giro en el enfoque -mejor planificación y rutas de escape más arriesgadas que incluye saltar de un tejado a otro mientras se es perseguido por la policía, que se fanfarronea haber hecho ocho veces.
Harley, 19, es un patinador con cara de bebé con pelo color de arena que empezó a escribir su nombre hace seis años. Dijo que había sido detenido seis veces en tres años -dos veces este año. El tiempo más largo que pasó en el calabozo fue de 43 horas, dijo, y le han pasado dos veces una multa de 200 dólares. Pero él y sus amigos siguen escribiendo ilegalmente.
"A un montón de mis amigos no les preocupa la brigada", dijo Harley. "Pero definitivamente las cosas no son como eran".
Desde su última detención, Harley empezó a pintar murales legales más a menudo, en los costados de los camiones. Otros escritores de graffiti están pidiendo permiso a dueños de locales para pintar sus puertas o las paredes de los edificios.
Una tarde de sábado hace poco en Brooklyn Sur, Ray y su socio escritor, un hombre de voz suave de 42 años conocido como Stan1, están pintando un mural legalmente con vaporizador a un costado de un edificio de ladrillos de propiedad de un guardabosques de la ciudad cuando un robusto agente de la unidad anti-graffiti para y pide que le muestre una prueba de que cuentan con permiso para pintar ahí. Examina una carta del marshal y se aleja.
Parado en una escalera de metal, un lata de vaporizador naranja Krylon en la mano, Ray sacude su cabeza. "La gente está acostumbrada a ver el graffiti como algo que ofende a la vista", dijo. "Pero un montón de gente que está haciendo murales hoy son artistas".
Ray, de hecho, es un empleado del ayuntamiento, con un diploma de bellas artes. Para él, el graffiti es una "comezón" que, dice, abandonará sólo "cuando desaparezca la pasión". Es imitado por escritores la mitad de su edad; algunos lo llaman "dinosaurio". Y a medida que el graffiti se incorpora a la escena convencional, más de sus colegas están exhibiendo su trabajo en galerías de arte o en publicidad. Algunos incluso desalientan el graffiti ilegal.
Lee Quiñones, 45, por ejemplo, ahora es un muralista de graffiti legal. Todavía adorado por sus fans por pintar 10 vagones en una noche en 1977 con su equipo de escritores, los Fabulosos Cinco [Fabulous 5ive], Quiñones dijo que a pesar de las acusaciones de que se han "vendido" de parte de escritores que rehuyen el mercado comercial, alienta a los adolescentes a aprovechar toda oportunidad de "legitimarse".
"Es hora de moverse, de seguir adelante", dijo.
Al teniente Mona no le han gustado nunca los graffiti, incluso aunque uno de los mejores amigos era un escritor de graffiti. "Siempre me ha molestado", dijo. "Me hacía sentirme inseguro. La teoría era que lo mejor que se podía esperar de un vagón del metro cubierto de graffiti, era que la gente sintiera que no había nadie controlando. En el peor de los casos, que sintieran que los delincuentes lo controlaban todo".
En su oficina en la sede de la Brigada Anti-Vandalismo de la Ciudad, un edificio de ladrillos en una estación de depósito de Brooklyn, donde el silencio es interrumpido por el estruendo del tren F, que pasa por la estación de metro más cercana de Avenue X, cuelga una señal de tráfico falsa que dice "Boulevard Graffiti Libre". Agentes de paisano de la unidad salen a patrullar a pie, en bicicletas y coches, y revisan túneles del metro y barrios.
La unidad es una de las iniciativas anti-graffiti más caras del país, dice el teniente Mona. Tenientes de policía de cada una de las comisarías de la ciudad, proyectos de vivienda social y distritos de tráfico deben ahora informar mensualmente sobre sus avances en la represión del graffiti.
La meta del teniente Mona es que las calles de la ciudad sean fregadas tan limpiamente como los vagones del metro -y espera que sigan así. "El éxito sería que la gente dijera: ‘Recuerdo cuando' sobre las calles, como hacen ahora con el metro", dijo.
Sacar del servicio los vagones empapados de graffiti para limpiarlos es una práctica que comenzó en 1989 bajo el alcalde Edward I. Koch. La limpieza de los vagones se facilitó con la introducción de modelos de acerco inoxidable. Frustrados por la naturaleza temporal de sus lonas, más escritores de graffiti se están mudando a la superficie -donde les espera la brigada anti-graffiti.
"Es riesgo es mayor, ahora es menos preciso", dijo Stan1, que pinta ilegalmente en vagones y calles. "Pero para mí, se trata del desafío. Yo soy competitivo, así que voy a seguir haciendo lo que hago. Y supongo que ellos harán lo mismo".

6 de agosto de 2005
©new york times
©traducción mQh


2 comentarios

laura -

hola yo quisiera que si me podes diseñar mi nombre "laura" en un graffiti para hacerme un tatu gracias

JULIAN MUÑOZ -

EL ARTE NO ES UN CRIMEN