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rescatando novias en pakistán


[Declan Walsh] Diplomáticos británicos rescatan novias involuntarias.
Provincia de Punjab, Pakistán. La mujer de 21 años se lanzó hacia la libertad cruzando el dormido villorrio, corriendo por un camino de arena y encaminándose hacia el todoterrenos que la esperaba.
Con la valija hecha a toda prisa, un diplomático británico trotaba detrás de la mujer, seguidos por un guardia de seguridad con una pistola oculta en su traje. Las puertas se cerraron y el vehículo se alejó a toda prisa, esquivando a burros, tractores, y un grupo de niños curiosos.
A medida que el remoto villorrio se perdía en la distancia, la joven, nacida en Gran Bretaña de inmigrantes paquistaníes, contó cómo la habían golpeado, amenazado con una pistola, y obligada a casarse con un extraño. "No puedo confiar en mi familia, nunca más. La próxima vez me matarán", dijo.
Según diplomáticos occidentales, cada año cientos de jóvenes mujeres occidentales vuelven a la tierra natal de sus padres en Pakistán para pasar unas vacaciones que empiezan inocentemente pero terminan en la pesadilla de los matrimonios forzados. La mayoría de las víctimas provienen de Gran Bretaña, que tiene una larga historia de inmigración de Pakistán, aunque algunas son del norte de Europa y un puñado de Estados Unidos.
Enfrentados a una avalancha de casos semejantes, diplomáticos británicos en Pakistán han formado un ‘equipo de rescate’ diplomático para localizar a las novias involuntarias, sacarlas a toda velocidad hacia la seguridad, y enviarlas de vuelta a Gran Bretaña. La pionera iniciativa ha introducido a los funcionarios británicos al complejo mundo del choque cultural y los traumas personales.
"Haremos todo lo que sea necesario para liberarlas", dijo Jon Turner, un funcionario consular que forma parte del equipo británico de cuatro miembros que realizó el año pasado en Pakistán 105 misiones de rescate. Entre estas se encontraba el caso de una mujer de 18 años que había sido prometida a un primo en Cachemira y a una farmacéutica veinteañera nacida en Gran Bretaña que fue retornada de regreso a Gran Bretaña antes de que tuviera lugar su boda concertada.
Un corresponsal del Globe pudo hace poco observar la operación en la oriental provincia de Punjab, a condición de que no revelar las identidades ni de la mujer ni sus parientes, ni la ubicación exacta de los acontecimientos.
Los matrimonios forzados son el horrible reverso de los matrimonios concertados, una extendida y apreciada tradición en el sudeste asiático. En los matrimonios concertados los padres normalmente ayudan a su hijo o hija a elegir a un candidato conveniente -a menudo a lo largo de las líneas de clase social, educación o riqueza-, pero dejan la decisión última en manos de los hijos.
Pero el matrimonio forzado no es consentido, sino un contrato social brutalmente impuesto. El problema es extendido en la región, dijo Khalida Salimi, de Struggle for Change, una organización femenina paquistaní.
"Estas es una sociedad patriarcal donde las mujeres y los niños son considerados posesiones de los hombres. Ellas no tienen nada que decir’, dijo.
Diplomáticos británicos contaron cómo se desarrolla normalmente la celada.
Las mujeres, usualmente de 18 a 24, son empujadas por sus padres para que viajen a Pakistán con razones inocuas -pasar las vacaciones de verano, visitar a una abuela enferma o más frecuentemente asistir a la boda de un primo. Pero entonces las semanas se convierten en meses, los pasaportes se ‘extravían’, y se cancelan los vuelos de vuelta a casa.
Aparecen misteriosos pretendientes a la puerta de calle de sus parientes. Hay agitadas conversaciones sobre bodas. Las mujeres caen en cuenta de una terrible verdad: La única boda que se está planeando es la de ellas.
Parece no haber escapatoria. Sus primos observan cada uno de sus movimientos, y las mujeres no se pueden movilizar fácilmente en los pequeños pueblos de Pakistán: incluso caminar sola hacia una parada de buses puede despertar sospechas. Pero existe una esperanza poco convencional de escape: el equipo de rescate de la embajada británica.
Turner, el funcionario consular, dijo que a menudo un pariente o un novio en Gran Bretaña da la señal de alarma. El número de contacto de las mujeres desaparecidas -usualmente de un celular- llega al escritorio de Turner en Islamabad, la capital paquistaní. Siguen días y a veces semanas de preparativos secretos, y se fija la fecha del rescate.
El gobierno paquistaní apoya indirectamente a los rescatadores proporcionándoles asistencia policial local; también participa un guardia armado de la embajada. El elemento de sorpresa es crucial, dijo Turner, para impedir que los parientes saquen a toda prisa a la mujer por la salida de atrás antes de que llegue el equipo.
Finalmente, el equipo de Turner golpea a la puerta. Lo que sigue a menudo es una desgarradora experiencia para todos los involucrados, admite.
Parientes nerviosos imploran a las mujeres que se queden, recurriendo a menudo a chantaje emocional.
"Les dicen: ‘A tu padre le dará un ataque al corazón, tu madre se matará’, o ‘Deshonrarás a tu familia’", dijo.
A menudo las víctimas se sienten atormentadas entre el alivio de ser rescatadas y el remordimiento por traicionar a sus familias. "Casi siempre se sienten culpables", dijo Turner.
Después, las mujeres son llevadas a toda prisa hacia Islamabad y alojadas en un refugio administrado por Struggle for Change. Los diplomáticos emiten un pasaporte de emergencia, les prestan dinero para el billete de avión y días después llevan a las mujeres al aeropuerto.
Pero en un país donde donde los ‘asesinatos por honor’ son corrientes, el peligro de que los parientes traten de atacar a las jóvenes antes de que dejen el país sigue estando presente. En los casos de alto riesgo, las mujeres se pueden ocultar con un chal, salir a través de aeropuertos regionales, o ser escoltadas hasta el avión por funcionarios de la embajada.
El rescate de la joven en Punjab fue relativamente simple. Una hora más tarde, la escuálidad mujer estaba sentada en un café en la Grand Trunk Road -una ruta histórica que atraviesa el oriente de Pakistán- con Turner y Ghazala Shah, un funcionario paquistaní de la Alto Comisariado británico. Comiendo una hamburguesa de pollo y disfrutando de su libertad, responsabilizó de sus problemas a su padre. Nacido en Pakistán y empleado como taxista en una ciudad del norte de Inglaterra, era "un poco anticuado", dijo.
"No le gustaba la ropa inglesa; una vez me quemó mis vaqueros. No le gustaba que las chicas salieran". Sobre todo, no le gustaba su novio, el que, aunque también era inglés-paquistaní, no era considerado un buen partido.
En febrero último, dijo, su padre la envió a cinco semanas de vacaciones a casa de un primo al oriente de Punjab. Cuatro meses más tarde, estaba casada con un arquitecto local de 23 años.
En la fiesta de la boda la entristecidad joven lloró amargamente mientras sus parientes la cargaban de joyas de oro, una tradición de las bodas paquistaníes. "Mi familia pensó que yo estaba triste porque los dejaría", recordó. "Pero yo solamente quería irme de ahí".
Previsiblemente, la vida matrimonial fue un desastre. Su nueva familia se escandalizó cuando ella se negó a dormir con su nuevo marido, dijo.
La mujer nacida en Gran Bretaña resentía las restricciones del Pakistán rural, donde las mujeres llevan siempre pañuelos de cabeza y soportan la interminable rutina de cocinar y limpiar. Ella añoraba las hamburguesas, las patatas fritas, y los vaqueros; empezó a disputarse con sus parientes políticos.
Pocas semanas después de la boda le dijo a su marido que estaba enamorada de otro hombre. Fue un error.
Dijo que su padre -que había tomado vacaciones en Inglaterra- y su tío la golpearon y exigieron la dirección de su novio británico en Gran Bretaña. Su tío le ordenó que le entregara su celular. Cuando ella se negó a hacerlo, él sacó una pistola.
"Me apuntó a la cabeza. Me dijo: ‘No mereces vivir’", dijo.
La mujer se había contactado telefónicamente con su novio, y él le contó la historia a un asistente social en Inglaterra. Poco después, el número de teléfono de la joven aterrizó en el escritorio de Turner en Islamabad.
Diplomáticos británicos han realizado rescates en India y Bangladesh, así como en África y Oriente Medio, pero ningún otro país se acerca a la magnitud del problema como Pakistán, dicen. Otras embajadas occidentales en Pakistán están observando cuidadosamente el programa británico como una guía para combatir los matrimonios forzados.
La cónsul general de Estados Unidos en Islamabad, Zandra Flemister, dijo que los funcionarios norteamericanos habían tratado tres casos desde marzo. No fueron misiones de rescate -las mujeres fueron capaces de viajar por sí solas a la capital-, pero la embajada les proporcionó documentos de viaje de emergencia y les prestó dinero para el viaje de retorno.
Comenzar una nueva vida después de semejante pesadilla no es cosa fácil. Las mujeres rescatadas de matrimonios forzados a menudo se encuentran aisladas de sus familias y sin apoyo económico.
Ahora de regreso en el centro de Inglaterra, la mujer que fue liberada del pueblo de Punjab dijo que estaba viviendo con un subsidio de desempleo del gobierno británico. Su enemistado marido paquistaní se niega a darle el divorcio y estaba buscando asesoría legal.
Después de la euforia inicial de su retorno, su relación con su novio estaba bajo presión. Esta vez, era su madre de él para que no aprobaba el matrimonio.
Y los intentos de reconciliarse con su padre habían fracasado. "No acepta lo que hice", dijo.
Dijo que se sentía presionada por dos culturas y países a 6 mil 500 kilómetros de distancia.
"Pakistán es difícil, estar aquí es difícil", dijo. "No importa qué haga, siempre hay alguien que se siente ofendido".

 

2 de enero de 2006

©globe

©traducción mQh

2 comentarios

clara -

esta informacion no es util para un trabajo

nestor zuñiga -

que poca madre pinches locos fanaticos