encuentran en museo cocodrilo bípedo
[Carl Zimmer] Sorpresivo hallazgo de pariente de cocodrilos.
Científicos del Museo de Historia Natural estadounidense han descubierto un fósil en Nuevo México que parece ser un dinosaurio de 1 metro 82 centímetros de largo y dos patas junto a los huesos de un tiranosaurio o un velociraptor. Pero en realidad es un antiguo pariente de los cocodrilos y caimanes de hoy.
El descubrimiento es un sorprendente ejemplo de cómo diferentes animales pueden evolucionar una y otra vez el mismo tipo de cuerpo.
Durante casi 60 años, el fósil de 210 millones de años había estado escondido a plena vista. Estaba alojado en una losa de roca excavada en Nuevo México por un equipo dirigido por Edward Colbert, paleontólogo del museo.
El sitio, llamado Cantera del Rancho Fantasma, es famoso por el descubrimiento en él de cientos de fósiles de un dinosaurio temprano, el celofisis. El celofisis mantuvo al doctor Colbert ocupado durante décadas, y dejó varias losas de roca sin abrir en el museo.
"Siempre recogemos más de lo que estudiamos", dijo Mark Norell, presidente de paleontología.
En 2005, uno de los estudiantes graduados de Norell, Sterling Nesbitt, empezó a abrir las losas. Una contenía una pelvis y un tobillo. Era claro que los huesos no pertenecían a un dinosaurio. Mostraban rasgos distintivos que sólo se encuentran en cocodrilos y caimanes vivos, así como en sus parientes extintos. Eso ya transformaba el hallazgo en excitante, porque representaba uno de los fósiles conservados de animales parecidos a los cocodrilos más antiguos.
Nesbitt revisó las páginas de la libreta de notas de Colbert para determinar qué losas habían estado junto a la pelvis y el tobillo. Cuando los abrió, encontró casi todos los huesos restantes del esqueleto.
Quedó rápidamente en claro que el fósil era diferente de cualquiera de las especies de proto-cocodrilos conocidas.
"Supe de inmediato que era algo extraordinario", dijo Nesbitt.
El reptil andaba en sus patas traseras, y mantenía su cola erecta. Tenía los brazos pequeños, su cuello largo, y enormes ojos. Era desdentado y sus mandíbulas se encontraban cubiertas por un duro tejido, como el pico de un pájaro. Aunque el fósil estaba más claramente relacionado con caimanes y cocodrilos, mostraba una misteriosa similitud a los dinosaurios que evolucionaron 80 millones de años más tardes, conocidos como ornitomímidos. La semejanza se extiende a otros detalle sutiles, con las bolsas de aire en las vértebras de los dos animales.
Nesbitt y Norell bautizaron al fósil como Effigia okeeffeae. Effigia quiere decir ‘fantasma’, refiriéndose a las décadas que el fósil permaneció invisible a los científicos.
El nombre de la especie rinde homenaje a la artista Georgia O’Keeffe, que vivía cerca del sitio.
Un artículo sobre los resultados será publicado en The Proceedings of the Royal Society.
La efigia es un notable ejemplo de lo que los biólogos llaman convergencia, cuando dos linajes evolucionan el mismo plan corporal. Otros ejemplos de convergencia incluyen a mamíferos marsupiales relacionados con los canguros y zarigüeyas que se convirtieron en criaturas parecidas a leones y lobos.
"Cuando vi por primera vez el esqueleto, pensé no que podía estar relacionado a los cocodrilos", dijo el doctor Christhoper Brochu, experto en la evolución de cocodrilos en la Universidad de Iowa. "Pero entonces vi los tobillos y me dije: ‘Sí, es un cocodrilo’. Así que los ornitomímidos fueron convergentes con la efigia 80 millones de años después. No hay muchas maneras de hacer algo, y el resultado es esta convergencia".
Brochu dijo también que efigia ofrecía evidencias de que los antiguos parientes de los cocodrilos eran mucho más diversos y dominantes de lo que se pensaba.
Nesbitt y Norell han reexaminado huesos aislados que se suponen son de dinosaurios de la misma era y han concluido que eran en realidad parientes de los cocodrilos. "Estos animales parecidos a los cocodrilos dominaban el triásico tardío", dijo Nesbitt.
Esta diversidad empezó a desaparecer hacia unos 200 millones de años atrás. La extinción de effigia y otros cocodrilos puede haber permitido a los dinosaurios que ocuparan otros roles ecológicos. Las 23 especies de cocodrilos y caimanes de hoy ofrecen pocos indicios de su anterior gloria.
"Todos piensan que los cocodrilos son fósiles vivos que no han cambiado desde el triásico", dijo Brochu. "Pero eso es un sin sentido".
El descubrimiento es un sorprendente ejemplo de cómo diferentes animales pueden evolucionar una y otra vez el mismo tipo de cuerpo.
Durante casi 60 años, el fósil de 210 millones de años había estado escondido a plena vista. Estaba alojado en una losa de roca excavada en Nuevo México por un equipo dirigido por Edward Colbert, paleontólogo del museo.
El sitio, llamado Cantera del Rancho Fantasma, es famoso por el descubrimiento en él de cientos de fósiles de un dinosaurio temprano, el celofisis. El celofisis mantuvo al doctor Colbert ocupado durante décadas, y dejó varias losas de roca sin abrir en el museo.
"Siempre recogemos más de lo que estudiamos", dijo Mark Norell, presidente de paleontología.
En 2005, uno de los estudiantes graduados de Norell, Sterling Nesbitt, empezó a abrir las losas. Una contenía una pelvis y un tobillo. Era claro que los huesos no pertenecían a un dinosaurio. Mostraban rasgos distintivos que sólo se encuentran en cocodrilos y caimanes vivos, así como en sus parientes extintos. Eso ya transformaba el hallazgo en excitante, porque representaba uno de los fósiles conservados de animales parecidos a los cocodrilos más antiguos.
Nesbitt revisó las páginas de la libreta de notas de Colbert para determinar qué losas habían estado junto a la pelvis y el tobillo. Cuando los abrió, encontró casi todos los huesos restantes del esqueleto.
Quedó rápidamente en claro que el fósil era diferente de cualquiera de las especies de proto-cocodrilos conocidas.
"Supe de inmediato que era algo extraordinario", dijo Nesbitt.
El reptil andaba en sus patas traseras, y mantenía su cola erecta. Tenía los brazos pequeños, su cuello largo, y enormes ojos. Era desdentado y sus mandíbulas se encontraban cubiertas por un duro tejido, como el pico de un pájaro. Aunque el fósil estaba más claramente relacionado con caimanes y cocodrilos, mostraba una misteriosa similitud a los dinosaurios que evolucionaron 80 millones de años más tardes, conocidos como ornitomímidos. La semejanza se extiende a otros detalle sutiles, con las bolsas de aire en las vértebras de los dos animales.
Nesbitt y Norell bautizaron al fósil como Effigia okeeffeae. Effigia quiere decir ‘fantasma’, refiriéndose a las décadas que el fósil permaneció invisible a los científicos.
El nombre de la especie rinde homenaje a la artista Georgia O’Keeffe, que vivía cerca del sitio.
Un artículo sobre los resultados será publicado en The Proceedings of the Royal Society.
La efigia es un notable ejemplo de lo que los biólogos llaman convergencia, cuando dos linajes evolucionan el mismo plan corporal. Otros ejemplos de convergencia incluyen a mamíferos marsupiales relacionados con los canguros y zarigüeyas que se convirtieron en criaturas parecidas a leones y lobos.
"Cuando vi por primera vez el esqueleto, pensé no que podía estar relacionado a los cocodrilos", dijo el doctor Christhoper Brochu, experto en la evolución de cocodrilos en la Universidad de Iowa. "Pero entonces vi los tobillos y me dije: ‘Sí, es un cocodrilo’. Así que los ornitomímidos fueron convergentes con la efigia 80 millones de años después. No hay muchas maneras de hacer algo, y el resultado es esta convergencia".
Brochu dijo también que efigia ofrecía evidencias de que los antiguos parientes de los cocodrilos eran mucho más diversos y dominantes de lo que se pensaba.
Nesbitt y Norell han reexaminado huesos aislados que se suponen son de dinosaurios de la misma era y han concluido que eran en realidad parientes de los cocodrilos. "Estos animales parecidos a los cocodrilos dominaban el triásico tardío", dijo Nesbitt.
Esta diversidad empezó a desaparecer hacia unos 200 millones de años atrás. La extinción de effigia y otros cocodrilos puede haber permitido a los dinosaurios que ocuparan otros roles ecológicos. Las 23 especies de cocodrilos y caimanes de hoy ofrecen pocos indicios de su anterior gloria.
"Todos piensan que los cocodrilos son fósiles vivos que no han cambiado desde el triásico", dijo Brochu. "Pero eso es un sin sentido".
26 de enero de 2006
©new york times
©traducción mQh
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camila -