héroe de los pobres
[Michelle García] Sobrevivió un golpe de estado y un referéndum. Es el héroe de los pobres de Venezuela.
Caracas, Venezuela. Las chabolas se despeñaron, aniquilando a las familias que habían construido sus casas en la colina. Carlos Henríquez, entonces un niño, recuerda vívidamente las imágenes de los mortíferos corrimientos de tierra y lodo y el sentimiento de que el gobierno no había protegido a los pobres.
En los años que siguieron, hubo más ejemplos de indiferencia oficial, dijo Henríquez, ahora de 22, de constitución delgada y cara de niño. Los jóvenes se rezagaban en la escuela, se volvían apáticos y entraban a la vida en las sombrías carreras de la calle. Y sentía que al gobierno no le importaba.
Pero hace poco, bajo lo que el presidente Hugo Chávez llama su "revolución bolivariana", llamada así por el líder de la independencia del siglo 19, Simón Bolívar, el gobierno venezolano ha ofrecido escuelas secundarias y educación universitaria a los adultos que se quedaron atrás.
"Ahora esos vecindarios se están estabilizando. Esta revolución está llevando entusiasmo a la gente", dijo Henríquez, hijo de un artista que vende carteles revolucionarios en las aceras de la capital. "Antes, no tenían ninguna esperanza".
Planea seguir los pasos de su padre y asiste a Misión Ribas, una escuela secundaria para adultos. "La gente anda buscando modos de avanzar y seguir avanzando", dijo, junto a su exhibición de carteles. "La gente estaba esperando eso, y llegó".
Chávez, cuya inclinación por una ideología revolucionaria roja y populista y encendida retórica lo han convertido en un héroe en este país rico en petróleo, gobierna con el mandato auto-proclamado de cumplir el sueño bolivariano, que incluye la unión de los numerosos países latinoamericanos. Durante décadas, una diminuta elite política y económica dirigió al país y cosechó su riqueza petrolera. Pero eso ha cambiado con Chávez, y sus partidarios dicen que ahora Venezuela les pertenece.
En el escenario mundial, Chávez lanza a menudo mordaces observaciones contra el presidente Bush, al que ha apodado ‘Míster Peligro’. Chávez, elegido la primera vez en 1998, sobrevivió un golpe en 2002 que contaba al menos con el apoyo tácito de Estados Unidos y un referéndum para destronarlo en 2004. Los críticos lo acusan de acaparar poder, perseguir a los opositores e instigar enfrentamientos con el gobierno de Estados Unidos.
Pero sus partidarios nacionales son apasionados y suman varios millones. Los chavistas, como se conoce a sus partidarios, dicen que por primera vez en los 47 años de débiles intentos de democracia en el país, ahora tienen un presidente que fomenta la inclusión social y el orgullo en la cultura e historia del país.
Un momento inspirado por Chávez ocurrió la semana pasada cuando artesanos indígenas de la región amazónica y la frontera con Guyana se reunieron en una tienda blanca tras viajar aquí para vender sus productos en el Foro Social Mundial, una cumbre de activistas de izquierdas.
Los tejedores de palmeras y los artesanos de joyas dijeron que fue una rara oportunidad de mostrar su cultura nativa. Pero los organizadores del foro olvidaron construir puestos para los vendedores y los artesanos se quedaron sin trabajo.
"Cada vez que venimos a Caracas, es difícil encontrar un lugar para vender", dice Danielo Garzea, 23, de la tribu piaroa, de un área cerca de la frontera con Colombia. Después de horas de rezongar de indignación, el grupo propuso un plan.
"Se nos ocurrió una idea brillante -pedir un mercado aquí en la ciudad, de modo que no vuelva a ocurrir", dijo Garzea, que lleva corto su puntiagudo pelo negro y exhibe sus joyas artesanales colgando de su brazo.
Antes de que Chávez asumiera el cargo, Garzea y otros indios no tenían protección legal contra la discriminación y no tenía una voz política. En la sociedad eran desplazados hacia roles ornamentales. El presidente, que proclama sus ancestros indígenas, concedió tierras ancestrales a los pueblos nativos, plenos derechos de ciudadanía, reconocimiento y protección en la nueva constitución del país.
"Con Chávez abrimos los ojos", dijo Garzea al día siguiente, parado debajo del toldo rojo del puesto de los vendedores. "Antes no era posible pensar, explorar, imaginar. Ahora podemos".
Después de que Chávez ganara el referéndum en 2004, los partidos de oposición se dispersaron debido a las luchas internas. Las críticas se escuchan en gran parte en los medios de comunicación tradicionales, que cubren agresivamente los errores, reales o percibidos, de Chávez.
Uno de los abusos de poder más escandalosos, dicen sus críticos, es la lista -la lista de votantes en la petición que pedían un referéndum. La lista fue publicada en sitios en la red de un grupo de oposición y de un miembro pro-Chávez de la Asamblea Nacional. Los críticos de Chávez dicen que el gobierno ha estado utilizando la lista para eliminar a los opositores de los proyectos y trabajos del gobierno.
José Antonio Montenegro, taxista, culpó a la lista de la desaparición de su compañía de construcción. Montenegro dijo que varios meses después de firmar la petición, su solicitud de un préstamo del gobierno fue rechazada cuando su nombre apareció en la lista.
"¿Sabes cuántos abogados están conduciendo taxis?", dice, mientras melancólicas baladas estadounidenses resuenan en el estereo de su coche. "Los profesionales no tienen futuro porque firmaron contra Chávez".
Calixto Ortega, miembro del partido político de Chávez y presidente de una comisión parlamentaria sobre seguridad nacional dijo que el partido no aprueba el uso de la lista, agregando que la discriminación política viola la constitución nacional. Pero dijo que a veces los líderes del partido consultaban la lista.
"Cuando hubo momentos en que el estado corría peligro, tenías que tomar precauciones", dijo Ortega. "No sabías si ya había pasado, así que era importante para la estabilidad saber qué estaba pensando la gente".
Sin embargo, en muchas partes de Caracas el entusiasmo por la revolución bolivariana y su carismático líder es tan grande que hombres y mujeres pueden llegar a llorar. Sin un asomo de exageración, los chavistas puntúan sus juramentos de lealtad con gritos de "¡Revolución o Muerte!"
En 2002, casi se cumple era promesa para Escarlett Castro, una madre soltera de tres niños y supervisora de una compañía de arquitectura de paisajes. Tenues cicatrices son aún visibles en la espalda de Castro. Ahí es donde la rozó la bala de un agente de policía después del intento de golpe en 2002, cuando Castro se unió a los manifestantes frente a Miraflores, el palacio presidencial, para pedir el retorno de Chávez.
"Queríamos llegar a Miraflores, y no pensábamos retirarnos sino hasta que volviera el presidente", dijo, con la voz entrecortada, mientras subía por su atiborrado vecindario pegado contra la ladera de un cerro, para llegar a su humilde casa con una sola ventana.
"Chávez es el hombre que hemos estado esperando todo este tiempo".
"Triunfamos", dijo Castro, que tiene una larga cabellera negra y lleva un brillante rouge en los labios. "Tienen que tomar en cuenta que la verdad siempre, siempre triunfa, especialmente cuando es la gente humilde la que la posee".
Algunos de los partidarios de Chávez enfatizan la distinción entre el deseo de los venezolanos pobres y trabajadores de determinar su propio futuro y la voluntad de su presidente. Geomar Hernández, 26, dice que aplaude a Chávez, pero se eriza con la palabra ‘chavista’.
"Yo no soy chavista, soy venezolano", dice Hernández, estudiante universitario. "Tenemos que creer en el país. Los presidentes son circunstanciales; sus posiciones cambian".
En los años que siguieron, hubo más ejemplos de indiferencia oficial, dijo Henríquez, ahora de 22, de constitución delgada y cara de niño. Los jóvenes se rezagaban en la escuela, se volvían apáticos y entraban a la vida en las sombrías carreras de la calle. Y sentía que al gobierno no le importaba.
Pero hace poco, bajo lo que el presidente Hugo Chávez llama su "revolución bolivariana", llamada así por el líder de la independencia del siglo 19, Simón Bolívar, el gobierno venezolano ha ofrecido escuelas secundarias y educación universitaria a los adultos que se quedaron atrás.
"Ahora esos vecindarios se están estabilizando. Esta revolución está llevando entusiasmo a la gente", dijo Henríquez, hijo de un artista que vende carteles revolucionarios en las aceras de la capital. "Antes, no tenían ninguna esperanza".
Planea seguir los pasos de su padre y asiste a Misión Ribas, una escuela secundaria para adultos. "La gente anda buscando modos de avanzar y seguir avanzando", dijo, junto a su exhibición de carteles. "La gente estaba esperando eso, y llegó".
Chávez, cuya inclinación por una ideología revolucionaria roja y populista y encendida retórica lo han convertido en un héroe en este país rico en petróleo, gobierna con el mandato auto-proclamado de cumplir el sueño bolivariano, que incluye la unión de los numerosos países latinoamericanos. Durante décadas, una diminuta elite política y económica dirigió al país y cosechó su riqueza petrolera. Pero eso ha cambiado con Chávez, y sus partidarios dicen que ahora Venezuela les pertenece.
En el escenario mundial, Chávez lanza a menudo mordaces observaciones contra el presidente Bush, al que ha apodado ‘Míster Peligro’. Chávez, elegido la primera vez en 1998, sobrevivió un golpe en 2002 que contaba al menos con el apoyo tácito de Estados Unidos y un referéndum para destronarlo en 2004. Los críticos lo acusan de acaparar poder, perseguir a los opositores e instigar enfrentamientos con el gobierno de Estados Unidos.
Pero sus partidarios nacionales son apasionados y suman varios millones. Los chavistas, como se conoce a sus partidarios, dicen que por primera vez en los 47 años de débiles intentos de democracia en el país, ahora tienen un presidente que fomenta la inclusión social y el orgullo en la cultura e historia del país.
Un momento inspirado por Chávez ocurrió la semana pasada cuando artesanos indígenas de la región amazónica y la frontera con Guyana se reunieron en una tienda blanca tras viajar aquí para vender sus productos en el Foro Social Mundial, una cumbre de activistas de izquierdas.
Los tejedores de palmeras y los artesanos de joyas dijeron que fue una rara oportunidad de mostrar su cultura nativa. Pero los organizadores del foro olvidaron construir puestos para los vendedores y los artesanos se quedaron sin trabajo.
"Cada vez que venimos a Caracas, es difícil encontrar un lugar para vender", dice Danielo Garzea, 23, de la tribu piaroa, de un área cerca de la frontera con Colombia. Después de horas de rezongar de indignación, el grupo propuso un plan.
"Se nos ocurrió una idea brillante -pedir un mercado aquí en la ciudad, de modo que no vuelva a ocurrir", dijo Garzea, que lleva corto su puntiagudo pelo negro y exhibe sus joyas artesanales colgando de su brazo.
Antes de que Chávez asumiera el cargo, Garzea y otros indios no tenían protección legal contra la discriminación y no tenía una voz política. En la sociedad eran desplazados hacia roles ornamentales. El presidente, que proclama sus ancestros indígenas, concedió tierras ancestrales a los pueblos nativos, plenos derechos de ciudadanía, reconocimiento y protección en la nueva constitución del país.
"Con Chávez abrimos los ojos", dijo Garzea al día siguiente, parado debajo del toldo rojo del puesto de los vendedores. "Antes no era posible pensar, explorar, imaginar. Ahora podemos".
Después de que Chávez ganara el referéndum en 2004, los partidos de oposición se dispersaron debido a las luchas internas. Las críticas se escuchan en gran parte en los medios de comunicación tradicionales, que cubren agresivamente los errores, reales o percibidos, de Chávez.
Uno de los abusos de poder más escandalosos, dicen sus críticos, es la lista -la lista de votantes en la petición que pedían un referéndum. La lista fue publicada en sitios en la red de un grupo de oposición y de un miembro pro-Chávez de la Asamblea Nacional. Los críticos de Chávez dicen que el gobierno ha estado utilizando la lista para eliminar a los opositores de los proyectos y trabajos del gobierno.
José Antonio Montenegro, taxista, culpó a la lista de la desaparición de su compañía de construcción. Montenegro dijo que varios meses después de firmar la petición, su solicitud de un préstamo del gobierno fue rechazada cuando su nombre apareció en la lista.
"¿Sabes cuántos abogados están conduciendo taxis?", dice, mientras melancólicas baladas estadounidenses resuenan en el estereo de su coche. "Los profesionales no tienen futuro porque firmaron contra Chávez".
Calixto Ortega, miembro del partido político de Chávez y presidente de una comisión parlamentaria sobre seguridad nacional dijo que el partido no aprueba el uso de la lista, agregando que la discriminación política viola la constitución nacional. Pero dijo que a veces los líderes del partido consultaban la lista.
"Cuando hubo momentos en que el estado corría peligro, tenías que tomar precauciones", dijo Ortega. "No sabías si ya había pasado, así que era importante para la estabilidad saber qué estaba pensando la gente".
Sin embargo, en muchas partes de Caracas el entusiasmo por la revolución bolivariana y su carismático líder es tan grande que hombres y mujeres pueden llegar a llorar. Sin un asomo de exageración, los chavistas puntúan sus juramentos de lealtad con gritos de "¡Revolución o Muerte!"
En 2002, casi se cumple era promesa para Escarlett Castro, una madre soltera de tres niños y supervisora de una compañía de arquitectura de paisajes. Tenues cicatrices son aún visibles en la espalda de Castro. Ahí es donde la rozó la bala de un agente de policía después del intento de golpe en 2002, cuando Castro se unió a los manifestantes frente a Miraflores, el palacio presidencial, para pedir el retorno de Chávez.
"Queríamos llegar a Miraflores, y no pensábamos retirarnos sino hasta que volviera el presidente", dijo, con la voz entrecortada, mientras subía por su atiborrado vecindario pegado contra la ladera de un cerro, para llegar a su humilde casa con una sola ventana.
"Chávez es el hombre que hemos estado esperando todo este tiempo".
"Triunfamos", dijo Castro, que tiene una larga cabellera negra y lleva un brillante rouge en los labios. "Tienen que tomar en cuenta que la verdad siempre, siempre triunfa, especialmente cuando es la gente humilde la que la posee".
Algunos de los partidarios de Chávez enfatizan la distinción entre el deseo de los venezolanos pobres y trabajadores de determinar su propio futuro y la voluntad de su presidente. Geomar Hernández, 26, dice que aplaude a Chávez, pero se eriza con la palabra ‘chavista’.
"Yo no soy chavista, soy venezolano", dice Hernández, estudiante universitario. "Tenemos que creer en el país. Los presidentes son circunstanciales; sus posiciones cambian".
4 de febrero de 2006
©washington post
©traducción mQh
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