ocaso de europa
[Fareed Zakaria] Impedir el ocaso de Europa implicaría aceptar más inmigrantes, lo que muchos países europeos -a excepción de España- no quieren hacer.
Las caricaturas y disturbios llegaron a primera plana en Europa la semana pasada, pero es un evento mucho menos inflamado, la publicación de un estudio académico, el que arroja más luces sobre el futuro del continente.La Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo [Organization for Economic Cooperation and Development] OCED, con sede en París, publicó el informe ‘Going for Growth’ [Optando por el crecimiento] que detalla las perspectivas económicas del mundo industrial. Tiene 160 páginas de extensión, y está escrito en una prosa blanda, cautelosa, académica. Pero la conclusión es clara: Europa está en serios problemas. En estos días todos hablamos sobre el surgimiento de Asia y el reto que significa para Estados Unidos, pero parece que la tendencia de mayores consecuencias en la próxima década será el ocaso económico de Europa.
Se ha observado a menudo que la Unión Europea UE tiene un producto interno bruto que es aproximadamente el mismo que el de Estados Unidos. Pero la UE tiene 170 millones de personas más. Su producto interior doméstico per cápita es un 25 por ciento más bajo que el de Estados Unidos, y, todavía más importante, la brecha se ha estado ensanchando en los últimos 15 años. Si la tendencia actual continua, dice el principal economista de la OCED, en 20 años el ciudadano estadounidense promedio será dos veces más rico que el francés o alemán promedio. (Gran Bretaña es una excepción en la mayor parte de estas mediciones, ubicándose en algún lugar entre la Europa continental y Estados Unidos).
La gente ha sostenido que los europeos simplemente otorgan más valor al ocio y, como consecuencia, son más pobres pero tienen una mejor calidad de vida. Eso está bien si aceptas una reducción del 10 por ciento de los salarios y prefieres tener almuerzos y vacaciones más largas. Pero si sólo estás la mitad de bien que Estados Unidos, eso se traducirá en asistencias sanitarias más pobres y una menor calidad de vida. Dos investigadores suecos, Fredrik Bergstrom y Robert Gidehag, observan en una monografía publicada el año pasado que un "40 por ciento de las familias suecas serían clasificadas como familias de bajo ingresos en Estados Unidos". En muchos países europeos, el porcentaje sería todavía mayor.
En marzo de 2000, los jefes de estado de la UE acordaron hacer de la UE "la economía de conocimiento más competitiva y dinámica hacia el 2010". Hoy, el objetivo parece un chiste. El informe de la OCED analiza el progreso de las reformas país por país, y todas las principales economías del continente sacaron malas notas. Toda vez que algún político hace pequeños, titubeantes intentos de reforma, las huelgas y protestas paralizan al país. En los últimos meses, reformistas como Nicolás Sarkozy, en Francia; José Manuel Barroso, en Bruselas; y Ángela Merkel, en Alemania han estado echando marcha atrás en sus propuestas y, en su lugar, hecho suya una piadosa retórica sobre la necesidad de ‘administrar’ la globalización. Los intentos de Peter Mandelson, comisionado de comercio de la UE, de liberalizar el comercio han sido consistentemente socavados. Como resultado de la falta de voluntad de la UE de reducir sus masivas subvenciones a la agricultura, la ronda de la expansión comercial de Doha está muerta.
Si hablas con científicos y educadores importantes sobre el futuro de la investigación científica, observarás que rara vez mencionan a Europa. Hay áreas en las que es de primera clase, pero son menos de las que había antes. En las ciencias bioquímicas, por ejemplo, Europa ya no está en el mapa, y puede ser superada perfectamente por países asiáticos mucho más pobres. El presidente de una importante compañía farmacéutica me dijo que en diez años los tres países más importantes para su industria serán Estados Unidos, China e India.
Y ni siquiera he llegado a la demografía. En 25 años el número de europeos en edad de trabajar se reducirá en un 7 por ciento, mientras que los mayores de 65 aumentarán en un 50 por ciento. Una solución es que trabajen los viejos. Pero la tasa de empleo en Europa para la gente mayor de 60 es baja: un 7 por ciento en Francia y 12 por ciento en Alemania (comparado con el 27 por ciento en Estados Unidos). Modestos intentos de permitir que la gente jubile más tarde han sido recibidos con la habitual avalancha de protestas. Y mientras los economistas y la Comisión Europea siguen proponiendo que Europa debe aceptar más inmigrantes para expandir su fuerza laboral, eso no ocurrirá. La controversia sobre las caricaturas ha destacado poderosamente las dificultades que está teniendo Europa con sus inmigrantes.
¿Qué significa todo esto? La influencia europea en el mundo será menor. La posición de Europa en instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional depende su contribución al producto interno bruto mundial. Sus menguados gastos en defensa reduce su capacidad de ser un aliado militar de Estados Unidos, o de proyectar poder militar en el extranjero, incluso para propósitos de pacificación. Sus políticas estrechas, cada vez más proteccionistas, minarán aun más su vitalidad.
El ocaso de Europa significa un mundo con una mayor difusión del poder y menor capacidad de crear normas y reglas internacionales. También significa que la condición de superpotencia de Estados Unidos seguirá en pie. Pensemos en el dólar. Durante años muchos sostuvieron que sería dejado de lado a medida que los países en el mundo diversificaran sus ahorros. Pero tras examinar las alternativas, decidieron que los principales rivales, el euro y el yen, representaban economías que son estructuralmente débiles. Así que se han aferrado, aunque de mala gana, al dólar. En otros aspectos se observa una dinámica similar. No se puede derrotar algo con las manos vacías.
Se ha observado a menudo que la Unión Europea UE tiene un producto interno bruto que es aproximadamente el mismo que el de Estados Unidos. Pero la UE tiene 170 millones de personas más. Su producto interior doméstico per cápita es un 25 por ciento más bajo que el de Estados Unidos, y, todavía más importante, la brecha se ha estado ensanchando en los últimos 15 años. Si la tendencia actual continua, dice el principal economista de la OCED, en 20 años el ciudadano estadounidense promedio será dos veces más rico que el francés o alemán promedio. (Gran Bretaña es una excepción en la mayor parte de estas mediciones, ubicándose en algún lugar entre la Europa continental y Estados Unidos).
La gente ha sostenido que los europeos simplemente otorgan más valor al ocio y, como consecuencia, son más pobres pero tienen una mejor calidad de vida. Eso está bien si aceptas una reducción del 10 por ciento de los salarios y prefieres tener almuerzos y vacaciones más largas. Pero si sólo estás la mitad de bien que Estados Unidos, eso se traducirá en asistencias sanitarias más pobres y una menor calidad de vida. Dos investigadores suecos, Fredrik Bergstrom y Robert Gidehag, observan en una monografía publicada el año pasado que un "40 por ciento de las familias suecas serían clasificadas como familias de bajo ingresos en Estados Unidos". En muchos países europeos, el porcentaje sería todavía mayor.
En marzo de 2000, los jefes de estado de la UE acordaron hacer de la UE "la economía de conocimiento más competitiva y dinámica hacia el 2010". Hoy, el objetivo parece un chiste. El informe de la OCED analiza el progreso de las reformas país por país, y todas las principales economías del continente sacaron malas notas. Toda vez que algún político hace pequeños, titubeantes intentos de reforma, las huelgas y protestas paralizan al país. En los últimos meses, reformistas como Nicolás Sarkozy, en Francia; José Manuel Barroso, en Bruselas; y Ángela Merkel, en Alemania han estado echando marcha atrás en sus propuestas y, en su lugar, hecho suya una piadosa retórica sobre la necesidad de ‘administrar’ la globalización. Los intentos de Peter Mandelson, comisionado de comercio de la UE, de liberalizar el comercio han sido consistentemente socavados. Como resultado de la falta de voluntad de la UE de reducir sus masivas subvenciones a la agricultura, la ronda de la expansión comercial de Doha está muerta.
Si hablas con científicos y educadores importantes sobre el futuro de la investigación científica, observarás que rara vez mencionan a Europa. Hay áreas en las que es de primera clase, pero son menos de las que había antes. En las ciencias bioquímicas, por ejemplo, Europa ya no está en el mapa, y puede ser superada perfectamente por países asiáticos mucho más pobres. El presidente de una importante compañía farmacéutica me dijo que en diez años los tres países más importantes para su industria serán Estados Unidos, China e India.
Y ni siquiera he llegado a la demografía. En 25 años el número de europeos en edad de trabajar se reducirá en un 7 por ciento, mientras que los mayores de 65 aumentarán en un 50 por ciento. Una solución es que trabajen los viejos. Pero la tasa de empleo en Europa para la gente mayor de 60 es baja: un 7 por ciento en Francia y 12 por ciento en Alemania (comparado con el 27 por ciento en Estados Unidos). Modestos intentos de permitir que la gente jubile más tarde han sido recibidos con la habitual avalancha de protestas. Y mientras los economistas y la Comisión Europea siguen proponiendo que Europa debe aceptar más inmigrantes para expandir su fuerza laboral, eso no ocurrirá. La controversia sobre las caricaturas ha destacado poderosamente las dificultades que está teniendo Europa con sus inmigrantes.
¿Qué significa todo esto? La influencia europea en el mundo será menor. La posición de Europa en instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional depende su contribución al producto interno bruto mundial. Sus menguados gastos en defensa reduce su capacidad de ser un aliado militar de Estados Unidos, o de proyectar poder militar en el extranjero, incluso para propósitos de pacificación. Sus políticas estrechas, cada vez más proteccionistas, minarán aun más su vitalidad.
El ocaso de Europa significa un mundo con una mayor difusión del poder y menor capacidad de crear normas y reglas internacionales. También significa que la condición de superpotencia de Estados Unidos seguirá en pie. Pensemos en el dólar. Durante años muchos sostuvieron que sería dejado de lado a medida que los países en el mundo diversificaran sus ahorros. Pero tras examinar las alternativas, decidieron que los principales rivales, el euro y el yen, representaban economías que son estructuralmente débiles. Así que se han aferrado, aunque de mala gana, al dólar. En otros aspectos se observa una dinámica similar. No se puede derrotar algo con las manos vacías.
comments@fareedzakaria.com
©washington post
©traducción mQh
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