homicidio de niño expone violencia oficial
Aaron Swartz no puede olvidarlo. No porque vio todo lo que vio la otra gente -en un borroso video de los guardias y Martin antes de su muerte- sino porque Aaron estaba allá, en el Campamento Correccional del Condado de Bay, soportando el mismo violento tratamiento que todavía lo hacen estremecerse a kilómetros de distancia.
"A ese niño lo mataron. No lo ayudaron. Lo golpearon", dijo Aaron, también de 14, al Miami Herald en uno de los primeros testimonios oculares -y auditivos- de la deshumanizadora experiencia de vida en la cárcel de Ciudad de Panamá antes, durante y después de la llegada de Martin.
Como todos los niños que entran al Campamento Correccional de Bay, Aaron dijo que Martin perdió su nombre de pila. Desde el momento en que llegó, empezó a ser llamado ‘Delincuente Anderson’, tal como Aaron era ‘Delincuente Swartz’. En realidad, los nombres -y humillaciones y todo lo demás- se los gritaban los ‘sargentos’, que empujaban a los niños contras las paredes de cemento, les golpeaban violentamente las orejas con sus pulgares y los obligaban a responder con "¡Sí, señor!"
Y tal como el pelo de los otros niños, a Martin un burlon sargento le cortó agresivamente las trenzas. Y Martin se veía "asustado, como todos los demás", dijo Aaron.
Como lo cuenta Aaron, el tiempo en el campamento se medía en términos de miedo y dolor, en la cantidad de ejercicios forzados, en empujones contra la pared, puntos de presión, rodillazos y puñetazos a manos de sargentos que lo grababan todo en video. Cuando los niños iban a la cama, podían oír a los sargentos mirando los videos en un cuarto cercano, aplaudiendo sus mejores golpes, como si estuvieran mirando un espectáculo deportivo.
"Lo que le hicieron a él, se lo hacen a todos los demás, todos los días. Nunca antes vi que le pegaran a alguien tantas veces seguidas, pero es lo que pasa todos los días", dijo.
El tratamiento médico no era mucho mejor. Aaron dijo que el campamento es un lugar donde la enfermera, Kristin Schmidt, usaba más a menudo el término teatro cuando los niños decían que estaban enfermos o lesionados.
A pesar de sufrir de asma y de una infección pectoral, dijo Schmidt se negaba a darle otra cosa que Sudafed por más de un mes. Después de la muerte de Martin, un doctor que lo vio le recetó antibióticos.
La muerte de Martin está siendo investigada. No se han presentado cargos.un nuevo médico forense revisará la autopsia -y podría exhumar a Martin- para verificar si murió por un esfuerzo relacionado con un desorden sanguíneo, como afirmó el médico forense del condado de Bay. El sheriff Frank McKeithen dijo la semana pasada que cerrará pronto el campamento.
Acusaciones de Encubrimiento
Como la familia de Martin, Aaron piensa que hay un encubrimiento. Oyó a un guardia hablar repetidamente de "revisar" y cambiar un informe o informes, pero no sabe cuál. Dijo que hacia las seis de la tarde del 6 de enero, un psicólogo del campamento dijo a los niños que Martin había muerto de causas naturales -sólo dos horas después de que el doctor Charles Siebert terminara la autopsia.
Siebert dijo el sábado que nadie podía determinar la causa de muerte tan pronto, y más tarde pensó que la culpa la podría tener una anemia. Pero tenía que esperar los resultados del laboratorio.
"No tenía evidencias físicas de ningún trauma o lesión que pudiera haber causado o contribuido a su muerte, y por eso tenía que esperar otras evidencias para determinar la causa de su muerte", dijo Siebert en un e-mail de su controvertido informe de la autopsia, que la familia de Martin rechaza. Siebert dijo que él más tarde había revisado informes de los guardias diciendo que Martin había resistido. Siebert dijo que los informes indicaban que Martin estaba consciente y era capaz de responder verbalmente.
El despacho del sheriff del condado de Bay no comentará sobre el caso. El sargento no pudo ser localizado. La enfermera se negó a hacer comentarios.
Las leyes sobre archivos públicos prohíbe el acceso a archivos de delincuentes juveniles como Aaron. Fue condenado por robar en una tienda; Martin lo había sido por conducir sin autorización el auto de su abuela. La madre de Aron, Shuana Manning, habló en términos generales la semana pasada a la prensa sobre lo que vio su hijo. Entregó copias de cartas manuscritas que envió Aaron desde el campamento, firmadas "Delincuente Swartz".
Aaron habló con el Miami Herald durante más de una hora en casa de su madre en el área de Tallahassee durante un permiso de fin de semana el sábado, de un campamento Panhandle. Fue enviado allá tres semanas después de la muerte de Martin.
Aaron dijo que no ha visto el video con la paliza de Martin.
El video empieza con unos jóvenes corriendo en círculos, algo típico en un ‘día de ingreso’ cuando los sargentos les hacen correr rondas de 16 y hacer múltiples flexiones y sentadillas. Martin lo estaba haciendo bien, pero entonces tropezó, paró y cayó.
"Deberían haber sabido que no estaba simulando, porque era su última vuelta", dijo Aaron.
El sargento Steven Enfinger se fue directamente hacia Martin y "lo empujó contra la pared", dijo.
"Él es el más violento de todos, le gusta empujarte y pegarte. Todos vienen a trabajar, todos los días, y tratar de golpear a alguien. Nada más verlos ya sabes lo que quieren", dijo Aaron.
El sargento Lincoln McFadden se unió pronto a Enfinger, dijo Aaron, observando que los dos hombres le gritaban a Martin a la cara.
Pronto todos habían terminado sus ejercicios y tenían que sentarse por ahí cerca, mirando hacia el suelo. Aaron dijo que él desvió la vista ligeramente para mirar a Martin. Dijo que estaba demasiado lejos como para oír todo lo que Enfinger y McFadden estaban gritando, pero nunca oyó ninguna respuesta de Martin.
Esto es lo que oyó: "Punto 99 contra el Delincuente Anderson". Era McFadden y Enfinder informando en código por radio que habían aplicado a Martin un punto de presión detrás de la oreja. Después de sietes veces, Aaron dejó de contar. Dijo que miró y oyó el "rodillazo" contra Martin.
Un sargento que vigilaba a Aaron y los otros, rió: "El delincuente Anderson va a tener un día largo". Aaron dijo que varios guardias se acercaron y el cabo Joseph Walsh hizo tantos esfuerzos que empezó a sudar. Dijo que Enfinger golpeó a Martin repetidas veces en el brazo, lo que se ve en el video.
"Y apareció la enfermera, a mirar. Estaba parada allí", dijo. Pronto aplicó un lector electrónico de pulso a un dedo de Martin, que suena con cada pulso del corazón. "Sonaba bip-bip-bip-bip", dijo Aaron, rápidamente.
Repentina Preocupación
Finalmente, el tono de los gritos de los sargentos empezó a cambiar de enfado a preocupación, cuando Walsh dijo: "¡Traigan la bolsa roja!" La bolsa roja contiene tiras de amoníaco que los guardias rompen y aplican contra las narices de los prisioneros para reanimarlos para que hagan más ejercicios. Un DJJ* oficial dijo la semana pasada que usar amoníaco de esta manera no-médica estaba contra el reglamento. Aaron dijo que lo habían hecho una vez cuando estuvo a punto de desmayarse por los ejercicios. "Quema", dijo.
Pero el amoníaco no revivió a Martin. Y pronto escucharon las sirenas. Los niños fueron llevados dentro. Martin fue sacado del campamento apenas a horas de haber llegado.
A la noche siguiente, 15 horas después de que Martin fuera declarado muerto, Aaron dijo que una psicóloga llamada "señorita Miki" les dijo que "era completamente médico... Los atletas mueren todos los días, todo el tiempo, por razones médicas -que atletas sanos mueren y que morir no es anormal".
Dijo Aaron: "No creo que eso sea verdad. Incluso si fuera médico, cuando él se desmayó, deberían haberlo dejado tranquilo y darle ayuda médica inmediatamente. Creo que pudieron haberle salvado la vida. Pero en luar de eso siguieron presionándolo, empujándolo, golpeándolo y todo lo demás".
mcaputo@MiamiHerald.com
26 de febrero de 2006
©miami herald
©traducción mQh
extraña el silencio de un popular jefe policial
Cuando se dio a la publicidad la noticia de la muerte de Martin, que provocó un escándalo nacional y llevó a la clausura del campamento, McKeithen, de 53 años, ha estado prácticamente ausente de la vista del público. Ha rehusado toda entrevista, entre ellas una para esta historia, limitándose a dar partes de prensa y anuncios a través de una portavoz, Ruth Sasser.
Ella indicó que el jefe policial sólo seguía las regulaciones establecidas y que comentar sobre el caso pudiera poner en peligro la investigación del Departamento de Policía de Florida. A pesar de todo, el silencio de McKeithen sigue siendo insólito.
’’Creo que el sheriff hace mal en no dar la cara al público’’, opinó Richard Krauth, de 41 años, un trabajador postal que, como muchos otros, está siguiendo atentamente la controversia sobre el campamento juvenil del condado Bay, que está una hora al sur de Alabama, y es aledaño al condado de Gulf.
``Cuando la policía captura un laboratorio de anfetaminas, todo el mundo elogia el hecho y felicita a los policías. ¿Por qué ahora es un secreto quienes son esos empleados? ¿Por qué estamos escondiendo esto?’’
Para McKeithen es algo nuevo verse sometido a un escrutinio público tan severo e intenso. Es un hombre cuyos 30 años de trabajo en la policía del condado Bay le han ganado un profundo respeto tanto entre sus compañeros de trabajo como, incluso, entre sus detractores.
Cuando McKeithen se postuló para sheriff de Bay en el 2004 ganó fácilmente con el 78 por ciento de los votos. El gobernador Jeb Bush lo había nombrado sheriff de Bay un año antes, tras haber seleccionado a su predecesor, Guy Tunnell, para encabezar el Departamento de Policía de la Florida.
En aquel tiempo, McKeithen estaba en su noveno año como jefe de policía en el Condado Gulf, donde había sustituido a un sheriff que había caído en desgracia tras haber tenido relaciones sexuales con reclusas.
McKeithen se unió a la oficina del Departamento de Policía de Bay en 1974, siguió como jefe de sus investigaciones de narcóticos y, en 1993, fue nombrado Policía de la Florida del año. Empezó a ser conocido como ‘un policía de los policías’ que tenía el apoyo de la calle.
Los agentes intercambian historias de cómo McKeithen participa personalmente en la lucha contra el delito, algo insólito para un sheriff: de cómo llega a las escenas de los crímenes antes que los policías y de cómo desmantela personalmente laboratorios de metanfetaminas. En una ocasión, cuando estaba comprando juguetes para las festividades navideñas del departamento, detuvo personalmente a un carterista.
’’Es considerado como un policía agresivo y diligente’’, indicó Sam Slay, un antiguo jefe de policía que se postuló contra McKeithen en el 2004. ``En el Condado Bay, así es como la gente lo quiere’’.
A las pocas semanas de haber llegado a sheriff, McKeithen lanzó un gran asalto contra lo que decía era una verdadera epidemia de mentanfetaminas en el Condado Bay. Organizó un equipo especial para perseguir y desmantelar los laboratorios caseros, prender a los distribuidores y advertir a los jóvenes de los peligros de comprar drogas caseras.
Al principio, sus críticos lo acusaron de ser excesivamente celoso y de haber organizado su propia guerra contra las drogas por motivos políticos.
Abogados de oficio pensaron que muchos espectadores resultaban implicados en sus barridas, un sentimiento compartido por sus contricantes en las elecciones del condado Bay, donde le nombraron ‘Big Hurt’.
’’Tiene esa presencia formidable. Sus tácticas son agresivas. Nos peleábamos como perros y gatos en los tribunales’’, comentó Janice Scheffer, una abogada de oficio en Port St. Joe.
Georgette Beller, una abogada de oficio en Panama City, manifestó que pese al fervor de McKeithen, siempre había sido razonable con quienes usaban metanfetaminas por primera vez.
’’Todo el mundo piensa bien de él’’, comentó Beller. ``Yo no tengo quejas’’.
Tras su nombramiento, McKeithen se ganó la confianza del Condado Bay. Donde Tunnell había sido acusado de racismo, McKeithen promovió policías negros a tenientes y sargentos, algo nuevo en el departamento.
Cuando los narcotraficantes acusaron a un agente de embolsarse parte de su dinero, McKeithen investigó y demostró que los traficantes tenían razón. El agente fue despedido y acusado de robo de mayor cuantía.
McKeithen también respaldó a tres agentes implicados en un tiroteo en una cárcel en el 2004 en el que resultaron heridos dos reclusos y un rehén: los policías fueron posteriormente exonerados por una junta revisora del Departamento de Policía y por la FDLE.
Tras la muerte de Martin y la posterior controversia sobre el campamento, los residentes del condado Bay han tenido ásperos debates sobre quién debe ser considerado responsable.
Los críticos de McKeithen cuestionaron cómo podía ser que no supiera de los potenciales abusos. Habían existido anteriores alegaciones de abusos en el campamento, pero habían sido investigadas y descartadas.
Marc Caputo contribuyó a este reportaje.
cierran reformatorio juvenil de Panama City
En una carta corta, de tres párrafos al secretario del Departamento de Justicia Juvenil, Anthony J. Schembri, McKeithen defendió su reformatorio, que ha estado bajo duras críticas desde el 6 de enero, cuando Martin Lee Anderson, de 14 años, murió horas después de un altercado de 20 minutos con unos siete u ocho guardias.
McKeithen dijo en su carta a Schembri que el "concepto [del reformatorio] es una buena idea’’.
"Creo que este programa ha tenido algunos resultados muy positivos en algunos jóvenes adultos que lo han atravesado y yo personalmente he visto y escuchado muchas de esas historias de éxitos’’, escribió McKeithen.
Pero agregó: "Creo que la integridad del reformatorio de Bay County ha sido afectada, dejando la eficacia del programa virtualmente paralizada’’.
El alguacil agregó que tiene otra idea para otro lugar para los jóvenes.
"Como nuestros jóvenes en el Condado de Bay son de gran importancia, esperamos instituir pronto un nuevo y recién diseñado programa en el que hemos estado trabajando por varios meses’’, dijo su carta.
26 de febrero de 2006
0 comentarios